La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte dos

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte dos

¡Hola otra vez! Aquí continuaré relatando el viaje que hice por distintos puntos de la llamada “Costa de la muerte” en Galicia, la cual recibe este nombre porque muchísimos marineros han encontrado la muerte al naufragar en estas costas desde hace cientos de años. A pesar de este nombre tan misterioso y tenebroso, lo que este sitio tiene para ofrecer para sus visitantes no es más que vistas increíbles y paisajes bellísimos. El tour que realizamos incluyó paradas a cuatro sitios que vale mucho la pena visitar, de los que he hablado y seguiré hablando en diversas entradas.

Si te perdiste la primera parte, en la que hablo sobre nuestra primera parada para visitar la Cascada de Ézaro, da click aquí. A continuación hablaré de la segunda parada y de las maravillas que en ella pudimos apreciar.

Segunda parada: Finisterre, el fin del mundo

El nombre de este lugar se traduce directa y literalmente del latín (finis terrae) como “fin de la tierra”, y yo creo que ya con esto es suficiente para atraer la atención y curiosidad de los visitantes y peregrinos que día a día visitan este lugar de vistas increíbles e historia milenaria. El hecho de que en la Antigüedad haya recibido este nombre de los romanos se debe a que para estos, Finisterre fue el lugar de la Europa continental más extremo hacia el occidente que llegaron a conocer; hay que recordar que en estos tiempos los antiguos tenían la concepción de que la tierra era plana, y los únicos territorios que se conocían eran lo que hoy son Europa, Asia y África;. Así pues, para los romanos que no tenían idea de la existencia de América, más allá del océano que rodea a Finisterre no había nada más.

Visitar Finisterre fue una experiencia muy entretenida e interesante, por un lado porque puedo decir que llegué hasta el fin del mundo, y por el otro porque este lugar ofrece unas vistas espectaculares del océano desde los acantilados que forman esta punta del mundo. Para que no se vayan a confundir como yo, debo decirles que otro nombre que le dan a Finisterre aquí en Galicia es el de “Fisterra”, pero son exactamente la misma ciudad.

Lo que se puede ver camino a Finisterre

En el camino a Finisterre vimos el paisaje gallego de verdes campos, cultivos de maíz y pequeñas casas prácticamente en medio de la nada. Es un paisaje muy lindo. El guía nos explicó que toda esa zona se dedica a la ganadería y a la obtención de leche y productos lácteos, y que es importantísima a nivel nacional porque Galicia produce el cuarenta por ciento de la leche de toda España. Otra industria importante de la región es la de la piscicultura, por lo que en el camino también se pueden ver algunas “piscifactorías” o granjas  de pescado que tienen una producción muy importante a nivel Europeo.

Lo que se puede ver en Finisterre

Una vez que llegamos al cabo de Finisterre, el tour nos llevó directamente a donde se encuentra el faro y la vista del océano y del fin del mundo. De nuevo tuvimos una decepción debido al tamaño: el faro era una cosa muy pequeña que ni siquiera parecía faro (o al menos no lo que nosotras entendemos y concebimos como “faro”), era una simple casa con un chichón pequeñísimo encima. Yo creo que si han tenido tantos accidentes y naufragios en esta zona es muy probable que una de las causas sea que no todos los “faros” que tienen a lo largo de la costa  son útiles, pues, por ejemplo, esta miniatura de Finisterre no debe de tener un alcance ni una visibilidad muy grandes desde el océano.

Dejando a un lado esta pequeña decepción, hay otras cosas que ver en Finisterre, como por ejemplo el kilómetro cero. Nunca entendí concretamente qué es un kilómetro cero, pero lo poco que entendí es que tiene que ver con el Camino de Santiago y con que una vez que se ha llegado a la meta, que es Santiago de Compostela, existe la  posibilidad de continuar el camino hacia cualquiera de dos puntos que son “kilómetro cero”, uno es Finisterre y el otro es Muxía. Aunque solo el cinco por ciento de los peregrinos continúan su camino hasta alguno de estos dos puntos, la cifra total al año es de aproximadamente quince mil personas, lo cual es muchísimo. Parte del ritual de terminar, finalmente, el Camino de Santiago en Finisterre es tomarse una foto en el kilómetro cero, lugar donde se puede decir que ahora sí se ha completado el camino.

La bota (y las botas) de Finisterre

Otro ‘monumento’ que se puede apreciar es la escultura de una bota, con la que los peregrinos y turistas suelen tomarse fotos. La bota simboliza una antigua tradición, me parece que medieval, en la que los peregrinos que llegaban hasta Finisterre quemaban su ropa y su calzado, pues una vez que terminaban la peregrinación estaban limpios y puros, y debían llevar a cabo este ritual para poder dar pie a un nuevo comienzo. Me comentaron que en la actualidad hay quienes siguen con esta tradición de manera clandestina, pero esto está totalmente prohibido por el peligro que implica y los accidentes forestales que se pueden producir. Hay quienes simplemente dejan ahí sus botas o el calzado que sea que hayan usado, así que no se asombren si cuando vayan a pasear en los alrededores del faro se encuentran zapatos por todos lados.

Qué más hacer y ver

Si bien en esta zona lo más bonito es la vista de los acantilados y del océano donde antes terminaba el mundo, también hay otras cosas que hacer, como ver los bellísimos murales construidos con azulejos en los que esta representado el faro. Estos murales, al menos cuando yo fui, se encontraban como muestra de un concurso de “Murais de azulexo”, y me parecieron muy hermosos (más bellos que el faro original, sinceramente) por sus colores y diseños, y definitivamente merecen al menos un vistazo rápido si no se cuenta con tanto tiempo.

También se puede descansar un poco en el café-terraza que hay junto al faro. No entré ni conozco los precios, pero supongo que para quien esté muy cansado y tenga ganas de tomar algo en el fin del mundo le convendrá mucho entrar a este sitio.

Lo que más recomiendo de Finisterre es disfrutar la vista del océano y relajarse un poco mientras se ve a las gaviotas planear, se siente el viento que alborota los cabellos y se escucha al mar que azota contra las rocas. Quizá no sea el lugar más bonito del recorrido (en mi opinión no tiene la vista más espectacular si se compara con los siguientes puntos que visitamos) pero tiene su belleza y hay que disfrutarla. Además, no cualquiera puede decir que visitó el fin del mundo.

Para seguir descubriendo más sobre este tour por la Costa de la Muerte en Galicia, pueden encontrar aquí la tercera parte, y aquí, la cuarta.

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