La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte tres

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte tres

¡Hola a todas y todos! Ya les hablé en las entradas anteriores un poco sobre este tour que realicé en la costa gallega denominada “Costa da Morte” o “La Costa de la Muerte”, donde visité la Cascada de Ézaro, Finisterre o “el fin del mundo”, Muxía y el Faro del Cabo Vilán. En esta entrada les hablaré de la tercera parada, que fue a un pequeño pueblo pesquero que se ubica en esta costa y frente al cual ha habido numerosos y terribles accidentes.

Tercera parada: Muxía

Después de visitar Finisterre, nuestra siguiente parada fue al pueblo de Muxía, donde hicimos dos visitas. La primera fue al Santuario Nosa Señora da Barca, una pequeña pero encantadora iglesia que se encuentra justo junto al océano y desde la que se tiene una vista preciosa. La iglesia sufrió un incendio hace algunos años, pero por lo que vi ya está totalmente reconstruida, aunque siguen pidiendo cooperación para terminar de arreglarla, probablemente le falten algunos detalles. No se puede entrar a la iglesia, pero sí se puede ver su interior desde una especie de ventana, e incluso pude tomar una foto que incluyo a continuación. La iglesia es pequeña, pero me pareció muy bonita y me gustó que tuviera barquitos de papel colgando.

Afuera de la iglesia están los peñascos desde los que se puede tener una vista bastante hermosa del mar. Existen diversas leyendas sobre esta zona. Una, es que cuando Santiago apóstol estuvo peregrinando en la región, hubo un momento en que se cansó y decidió renunciar, pero entonces se le apareció la virgen en una barca y le dijo que no desistiera de su misión. El lugar donde se le apareció es justo afuera de la iglesia, y ahí se “conserva” la barca en forma de piedras: hay tres rocas enormes a las que le han encontrado forma de proa, timón y vela, por lo que popularmente se les conoce como las tres partes de la barca de la virgen. También hay una roca muy grande y con una forma muy peculiar entorno a la cual gira la leyenda de que si alguien pasa por debajo de ella nueve veces, no volverá a tener dolor de espalda por un año. Eso fue lo que nos dijo el guía, pero la verdad yo no me atreví a intentarlo.

Desde este punto se pueden tomar fotos espectaculares de las rocas, la costa y el océano, e incluso se alcanza a ver un faro muy bonito en el fondo.

Caminando hacia arriba se encuentra un “monumento” que se erigió en honor a los voluntarios que cooperaron cuando hubo el accidente (cuando un relámpago incendió la iglesia Nosa Señora da Barca). El monumento no es más que una especie de columna partida a la mitad por algo que intenta tener la forma de un relámpago. Realmente no es impresionante y ni siquiera diría que es bello, pero es una de las pocas cosas que hay que ver aquí, así que no pierden nada por echarle un vistazo.

Pueden subir lo más lejos la colina de rocas, o bajar lo más cerca del océano, en cualquier dirección que vayan podrán tener una vista muy linda del océano y el acantilado. Yo creo que con una visita de treinta minutos más o menos es suficiente para explorar un poco esta zona de piedras y mar, ver la iglesia  e identificar las rocas de las leyendas.

Por cierto, también aquí hay un “kilómetro cero” en el que se pueden tomar fotos como lo hacen los peregrinos que deciden continuar hasta acá su Camino de Santiago.

Un dato sobre Muxía que deben de saber es que se le conoce como “la novia del viento”. Así es, fue uno de los puntos con más viento del recorrido, para que tomen sus precauciones, vayan suficientemente abrigados y cuiden sus pertenencias de que no se vuelen.

Pueblo de Muxía

Después de visitar las rocas de la barca de la virgen y su iglesia, nos dirigimos al pueblo de Muxía para comer. Nos dejaron en una zona exactamente junto al mar, donde había distintos bares y restaurantes cuyos precios de menús completos oscilaban entre los ocho y los quince euros. Nosotras llevábamos nuestra propia comida, así que no entramos a ninguno de ellos y no sabría decirles cuál es mejor, pero el guía nos dijo que en general todos tenían lo mismo y ofrecían buena comida.

Tristemente, en Muxía no hay nada que ver. Está esta zona de restaurantes que es una calle de casitas coloridas situada en frente del mar; aquí mismo hay una especie de muelle en el que hay algunos murales no necesariamente bonitos, pero sí interesantes porque crean consciencia ambiental sobre el imprescindible y urgente cuidado de los océanos. Lo más interesante que pudimos ver fue la peregrinación de barcos que venían desde Camariñas, un pueblo que se encuentra justo al otro lado de la bahía, que estaban celebrando la fiesta  del Carmen. Se detuvieron un momento en Muxía para bailar y tocar las gaitas, tenían un ambiente muy festivo y alegre, y los barcos venían abarrotados de gente. Se veía como  una festividad muy animada y divertida, pero después de eso nos quedamos sin más que ver o hacer en Muxía mientras esperábamos media hora más a la hora de regresar a la camioneta.

No quiero dar una opinión totalmente negativa sobre Muxía, pero sí quiero ser sincera con ustedes y decirles que no es un lugar al que deban dedicarle mucho tiempo. Es un pueblo pequeño, y eso no tiene nada de malo, hay muchísimos pueblitos pequeños y encantadores que me han enamorado, pero Muxía no es ninguno de ellos, pues no tiene nada de particular ni de especial. Hay vistas muy bellas del océano y la bahía desde donde se encuentran la iglesia y las rocas de la barca de la virgen, pero más allá de eso, lamentablemente, no hay nada que ver o disfrutar en este pueblo pesquero. Por este motivo, si llegan a ir a hacer una parada a comer a Muxía, les recomiendo que no planeen tiempo para esto más allá del que vayan a tardar en comer, y en lugar de perder su tiempo buscando algo interesante en el pueblo vayan directamente a la iglesia de Nosa Señora da Barca a admirar las impactantes vistas del océano, pues eso sí que vale la pena.

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