La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

¡Hola, hola! Finalmente les traigo aquí la última parte de este artículo sobre mi viaje por la costa gallega conocida como la Costa de la Muerte. Si desean saber más sobre por qué lleva este nombre y cómo fue que llegué desde Santiago de Compostela hasta esta costa, les recomiendo que lean la primera parte de este artículo, que encontrarán si dan click aquí. También pueden leer en los enlaces siguientes las partes segunda (sobre Finisterre o “el fin del mundo”) y tercera (sobre Muxía). Ahora sí, comenzaré a relatarles la última etapa de mi viaje.

Cuarta y última parada: faro de Cabo Vilán

Lo primero que quiero decir sobre este sitio es que fue el que más me gustó. Si bien todos los otros lugares que visitamos en las primeras paradas ofrecieron vistas espectaculares y fascinantes, fue el paisaje de Cabo Vilán el que más me impresionó y me pareció más especial. Hasta este punto ya habíamos observado varios acantilados, varias rocas, varias perspectivas del océano, y realmente no sabría explicar la diferencia de paisaje entre Finisterre, Muxía y el Cabo Vilán, pues son más o menos lo mismo, pero con rocas en diferentes formas, distintas alturas y diferentes faros. No sabría explicar lo que tenía de especial este lugar en relación a los otros, solo sé que había en él algo que destacaba y que lo hacía más único. Quizá era el faro, quizá era que la forma de estos peñascos era más bonita y los podíamos ver de más alto, quizá era la combinación entre la naturaleza impactante e indomable con las pequeñas construcciones humanas, pequeñas pero bellas, en medio de la inmensidad del cabo.

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

El Faro de Cabo Vilán es el más bonito de todos los faros que vimos. Fue construido, según nos contó el guía, con el apoyo de la reina de Inglaterra después de que frente a su costa naufragara un barco de la marina inglesa. Quizá es por esto que sea más grande y llamativo que los otros que vimos. La vista del faro entre las rocas con el mar detrás fue una de mis favoritas. Paseamos un poco alrededor de esta zona donde se encuentra el faro, y a pesar de que fue donde encontramos más viento (y más peligro de que el viento nos tirara mientras subíamos roca a roca), fue el lugar que más disfruté.

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

Además del magnífico paisaje y la inmejorable vista, se pueden visitar otras dos cosas en este punto. Una es el antiguo faro, que está justo en frente del nuevo (el grande y llamativo) y da un poco la impresión de una ruina en medio de los peñascos, lo que resulta bellísimo. También hay una casa blanca por la que supongo que se tiene entrada al faro grande, pues si una se para en donde está el faro viejo (un peñasco un poco más alto) se alcanza a ver una especie de túnel que conecta a la casita blanca con el faro. Nunca terminé de entender si esta casa era un museo, una cafetería, una tienda de souvenirs o todas las anteriores, pero el acceso está abierto a todo el público y es gratuito. Nosotras entramos a la primera sala que encontramos y vimos una exposición de fotografías del lugar, concretamente con el faro como protagonista. Eran bellísimas todas, muchas incluso irreales.

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

Así que si realizan este recorrido, asegúrense de que para cuando lleguen a este punto tengan las cámaras con suficiente memoria y batería, pues por cada paso que den aquí, miren hacia donde miren, encontrarán una vista digna de una postal, y no querrán dejar de tomar fotos.

La costa de la muerte, el fin del mundo y otras atracciones de Galicia. Parte cuatro

Consideraciones generales de la Costa de Galicia

Aunque sí quedé un poco decepcionada por algunas cosas del tour, debo decir que en general me gustó mucho y podría describir como “única” la experiencia de visitar tantos  acantilados en un solo paseo. Supongo que son pocos los lugares del mundo en los que se puede tener acceso a este tipo de terrenos y este tipo de naturaleza, por lo que quedo satisfecha de haberlo aprovechado durante mi estancia en Santiago de Compostela. Son paisajes que no se ven todos los días y que ofrecen vistas nuevas y, en general, preciosas.

A pesar de que la Cascada de Ézaro no es tan grande o impresionante como pueden prometértela en las agencias, es bastante linda y limpia, e invita a pasar momentos de tranquilidad muy gratos. Los otros tres puntos que visitamos son más o menos lo mismo. Todos tienen sus particularidades, sus leyendas, su historia y su encanto, claro, pero la verdad es que al final del día una termina algo confundida de cuál fotografía tomó en cuál lugar o cuál roca pertenecía a cuál mirador. Sin embargo, no por esto deja de ser imponente cada lugar y cada paisaje, y seguro que poniendo atención se pueden encontrar las particularidades de cada uno.

Yo no volvería a hacer este recorrido (quiero decir, al menos no pronto), pues siento que ya he tenido suficientes acantilados y viento brusco por un tiempo, pero sí que lo recomiendo para hacerlo una vez. Son paisajes muy bellos, que una no puede creer que conoce por fotografías o películas, sino que los descubre una vez que está ahí. Y la experiencia no es solo ver toda esta belleza panorámica, sino que implica a todos los sentidos: es oler la sal del mar, sentir el viento azotando tus cabellos y escuchar la violencia del océano contra las rocas. Es por todo esto que vale la pena conocer la Costa de la Muerte de Galicia, adonde recomiendo ir sin expectativas muy altas (pues tampoco se trata del paisaje más bello del mundo, como una a veces quisiera creer), pero sí con muchas ganas de conocer un ambiente nuevo y descubrir una de las millones de bellezas que este mundo maravilloso ha creado.


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