Villa del Balbianello, una maravilla sobre el lago

Sin duda alguna la residencia más encantadora de todo el Lago de Como es la villa del Balbianello, que os conquistará con su esplendor y os ofrecerá lo mejor de la arquitectura y de los paisajes locales. Hoy en día está abierta al público y está conservada en perfectas condiciones por el Fondo Ambiente Italiano (FAI).

Aunque no se encuentra muy cerca de Milán, vale la pena pasar un día entero para visitarla y disfrutar al mismo tiempo de una tarde de relax en el lago. Se llega a ella en aproximadamente una hora y media a lo largo de la autopista 9 hacia Como, para luego salir un poco antes de la frontera suiza y continuar por el camino del paseo marítimo.

La villa se encuentra aislada en el extremo de una península cerca de Lenno, un verdadero rincón de paraíso reflejado sobre las aguas, por lo que después de haber aparcado hay que recorrer un sendero para alcanzarla de aproximadamente media hora; se puede coger tanto el de que va por la orilla del lago en el camino transitable como el que llega a la cima boscosa del promontorio y luego bajar de nuevo a la villa.

El acceso a la villa y al jardín cuesta veinte euros, pero para los estudiantes se reduce a catorce euros. Desde aquí nos unimos a la visita guiada más cercana y después de haber explorado durante una hora cada parte de la villa podréis dar vueltas libremente por el jardín.

La villa se compone de dos edificios unidos por pasadizos secretos subterráneos: el primer elemento es la maravillosa logia recubierta de hiedra colocada en el centro del jardín; la segunda parte es la estructura de acantilado sobre el lago a partir de un antiguo monasterio, reconocible gracias a los dos pequeños campanarios que se ven en una fachada.

Uno de los últimos propietarios fue el gran explorador Guido Monzini, por lo que en las diferentes estancias hay interesantes colecciones de objetos de todo el mundo. En el pabellón de al lado del vestíbulo hay un video de este gran personaje una y otra vez.

Por último, el jardín merece su atención. Os recomiendo observar los numerosos parterres floridos, las balaustras de piedra tallada que enmarcan el paisaje del lago, las escaleras sinuosas que llevan a la orilla y los extraños gigantescos árboles podados perfectamente en forma de cúpula.

Para terminar el día siempre se puede hacer una parada en el pintoresco pueblito de Lenno, pasear entre los mercadillos de artesanía y disfrutar de un buen helado en el paseo del paseo del lago.

Si por casualidad esto no fuera suficiente, hay muchos otros lugares dignos de mención que visitar en las proximidades: Villa Carlotta cerca de Tremezzina, la misteriosa Isla Comacina o la punta de Bellagio, accesible con el ferry desde Cadenabbia.

¿Qué me decis, vamos?

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