Un paseo real por Caserta

El Palacio Real de Caserta

La más renombrada forma de atracción que esta ciudad propone es justo la vista al famoso Palacio Real (la Reggia). Esto es porque, no sólo representa una parte importante de nuestra historia sino también porque su envidiable estructura se mantiene todavía hoy en día tan maravillosa y espléndida como siempre, tanto que vale la pena visitar cada ángulo de este lugar.

Un enorme laberinto

Cualquiera que haya tenido ideas y aires de grandeza acerca de la futura construcción de su propia casa, cambiaran significativamente, quizá, después de haber visitado este Palacio Real. Me incluyo sin duda en esta categoría de personas y confirmo mi hipótesis de dimensionamiento de ideas. Sí, de hecho, de pequeña había soñado siempre con poder tener algún día una bonita casa y también que fuese muy grande, paseando durante horas por ese palacio, inmersa, en el sentido literal de la palabra, he empezado a cambiar de idea sobre mi argumento, pensando en los innumerables gastos y preocupaciones que derivarían de ello, no porque me falten ganas o disponibilidad económica (bueno... a lo mejor si) sino simplemente porque, a veces, la exageración llega a la inutilidad como en este caso. Es una suposición que me surgió justo en este lugar pero es por la inutilidad de tantos méritos y caprichos que la gente de a pie no puede permitirse. No recuerdo con exactitud cuántas estancias tiene el palacio.

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Siendo sincera estaba bastante cansada aquel día debido al largo recorrido dentro de ella, que ya no recordaba cuál era el inicio ni cuánto habíamos visitado.

No olvidéis la camara de fotos

Si no os cogéis a tiempo una buena cámara fotográfica que tengas bastante buen nivel de memoria, corréis el riesgo de perderos una experiencia como la que yo tuve, perdiendo así momentos perfectos para inmortalizar, no porque no tengáis hábito de sacar fotos, sino porque la memoria de la máquina se llenase de un momento a otro. Esto es lo que una vez más, me pasó a mí.

Hice entonces tantas fotos que, en un momento dado, tuve a la fuerza que (esto es por la falta de memoria de mi cámara) parar de sacar fotos de mala gana. Pero aún así, no me arrepiento de las que saqué. Simplemente, recomiendo a todos los que quieran visitar esta maravilla y amplia estructura arquitectónica (si se puede definir de esta forma) llevar con vosotros una buena tarjeta de memoria, ya sea fotográfica o no.

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¿Qué comer allí?

Aconsejo además de llevaros, como nosotros como estudiantes hicimos ese día, vuestra propia comida o picnic.

El bar-restaurante que hay dentro del conjunto era accesible y disponible en cuanto al servicio, sólo que, para disfrutarlo, habría que esperar la larga cola de gente que esperaban su turno.

¿Cuánto cuesta entrar?

Los precios eran, además, lo que uno se espera encontrar normalmente en un sitio así: simplemente regalos.

¿Turista o huésped del Palacio Real

"Real" en cierto sentido fue la comida que, todos juntos reunidos, tomamos bajo el sol.

Poder comer, a pesar de que fue con un simple almuerzo compuesto por bocadillos y bebidas, bajo el sol pero sobre todo con el histórico y fascinante Palacio de Caserta al fondo fue como poco emocionante.

Para terminar, tanto para crear una atmósfera menos real y más común también para los jóvenes como nosotros o quizá tan sólo para sentirla más no sólo los fantasmas que la habitan históricamente, empezamos a jugar con el balón.

No me pareció nada fuera de lo normal

De hecho, otras muchas personas que habían ido antes que nosotros, habían sentido la Reggia de Caserta como auténtica y para vivirla sentándose también ellos en el verdísimo prado que la rodea, bañándola con el agua fresca de las fuentes a lo largo de la avenida y corriendo y jugando por todas partes como si, en realidad, no fuera el recinto del Palacio Real de Caserta, sino un parque común.

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Lo que más me fascinó de este paseo enorme fue la continua representación de esculturas de muchas figuras y escenas, cada una con un significado alegórico, sobre las fuentes que, de manera maravillosa y fascinante, se presentaban a lo largo del camino, siguiendo una simétrica disposición regular.

La tentación de pararse aunque sin intención o la capacidad de poder hacer una foto, pero simplemente para admirar su belleza, era tan grande que, muchas veces, mi compañía de banco y yo, nos hemos quedado atrás y tuvimos que perseguir continuamente al grupo que ya se encontraba una o dos fuentes por delante de nuestra posición.

El "jardín secreto"

Este maravilloso recorrido, casi de cuento, hubiese terminado aún mejor si no hubiese sido por el cierre del pequeño parque de los jardines tan maravilloso, que marcaba el final del largo y recto sendero real.

Era realmente un jardín secreto y cerrado con candado, pero esto empujaba, aún más, a querer entrar para visitarlo.

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Tal vez el cuidado y el verde que se vislumbraban más allá de los barrotes eran demasiado valiosos para ser expuestos al público en general. Sin embargo, una estructura, una planta, un edificio o una obra de arte que sea tan hermosa que deba ser admirada, en todas sus formas, también debería ser liberada ante el público, exactamente como este Palacio de Caserta, es decir, libre de pertenecer al bien común, así como a la comunidad, que es la verdadera esencia de la evolución humana.

Quizás algo de realeza ha permanecido entre esas paredes: la imposibilidad de acceder a algunas áreas que son, aún a día de hoy, de pertenencia y a uso exclusivo de pocos. El verdadero pecado, quizás, está en esto.