LA EMBAJADA FLOTANTE DE COLOMBIA: EL BUQUE GLORIA
En septiembre de 2012 tuvimos la oportunidad de visitar el Buque Escuela de la Armada Nacional de Colombia, el ARC “Gloria”, mientras se encontraba realizando una visita oficial en el puerto de Alejandría, en Egipto. Pudimos subir al buque, que acababa de visitar Estados Unidos, España, Francia, Mónaco, Italia y Grecia, y se preparaba para finalizar su recorrido pasando por Portugal y Jamaica antes de arribar nuevamente a nuestro país. A bordo se encontraban el Comandante, catorce oficiales de la Marina de Guerra (entre ellos seis oficiales extranjeros invitados), cincuenta y dos suboficiales, setenta y un cadetes y Perla Negra, la perra labrador mascota del velero. Uno de los suboficiales nos sirvió de guía y nos mostró todo el barco. Era la segunda vez que el Gloria visitaba Egipto, la primera fue en 1996, así que fue una oportunidad especial para nosotros.
Para un colombiano es emocionante subir al buque Gloria mientras está atracado en un puerto extranjero, porque es un pedacito de nuestra tierra viajando por el mundo con un grupo de compatriotas que se esfuerzan en mostrar la mejor cara de nuestro país. Y para los no colombianos, subir a este buque es tener la experiencia de estar en uno de los veleros aún en operación más hermosos y famosos, de visitar el museo naval que lleva en su interior, de fotografiar sus elegantes líneas y de ver ondear su gigantesca bandera, la más grande de los mares. La tripulación del buque Gloria lleva siempre comida típica y muestras culturales y artesanales de las diferentes regiones de Colombia, para que los visitantes conozcan y se lleven un recuerdo de las costumbres de nuestro país. Además, este es el primer barco del mundo en recibir el galardónBlue Flag(Bandera Azul) que otorga la FEE (Foundation for Environmental Education- Fundación para la Educación Ambiental), organización no gubernamental de origen danés que otorga este reconocimiento a los puertos, playas y marinas que cumplan con las normativas y parámetros que la organización determina en materia de preservación del medio ambiente marino.
Subir al buque Gloria es completamente gratis y la tripulación no exige ningún tipo de documentación. Eso sí, hay que hablar español o inglés para poderse comunicar con ellos. Se pueden llevar niños, de preferencia no muy pequeños, y es mejor no llevar faldas cortas ni muy anchas ni zapatos de tacón alto, las primeras porque en cubierta suele soplar fuerte el viento, los espacios en el barco son reducidos, las puertas pequeñas y las escaleras estrechas y muy empinadas (y los marineros se entretienen mucho mirando por debajo de las escalinatas), y los tacones porque el piso es de madera pulida y es muy fácil resbalarse, de hecho lo mejor es llevar tenis o zapatos anti deslizantes y muy recomendado si se llevan niños, además hay que mantenerlos bajo estricto control para que no rueden por las escaleras ni caigan por la borda.
El buque Gloria es un velero de tipo bergantín-barca con un desplazamiento de mil trescientas toneladas, sesenta metros de eslora, diez y medio metros de manga y cuatro coma ocho metros de calado máximo. Tiene doble propulsión, con un motor diésel de mil trescientos (1.300) caballos de fuerza y con un velamen de mil seiscientos noventa y tres (1.693) metros cuadrados: diez velas cuadradas y trece latinas. Tiene una autonomía de sesenta días y alcanza una velocidad de doce nudos y medio funcionando solo a vela, que es como normalmente navega, pues así es como se entrenan los cadetes, hombres y mujeres, que reciben formación en la Escuela Naval Almirante Padilla.
De Honolulú a Wellington y de Helsinki a Ushuaia, el buque Gloria ha atracado en 183 puertos de setenta y dos países durante sus 46 años de servicio. Ha dado efectivamente la vuelta al mundo dos veces, pero ha navegado lo equivalente a circunvalar el globo ciento diecisiete veces. Con su blanco impecable, su palo mayor de cuarenta metros y su castillo de proa adornado por una doncella alada, el buque Gloria nunca pasa desapercibido. No hay restricciones para la toma de fotografías en los diferentes espacios del buque, se puede usar flash y se puede uno tomar fotos con los cadetes sin ningún problema. De rigor son las fotos de los mástiles, del mascarón de proa, de la gran bandera, del puente de mando y por supuesto, del barco en su conjunto.
Nosotros lo visitamos hacia media tarde, el clima era benigno en otoño y el viento era suave. Al ver el buque tan sereno, suavemente acariciado por las aguas del Mar Mediterráneo y con la mayor parte de su tripulación descansando, resultaba difícil imaginar las aventuras novelescas que ha vivido y los grandes retos, tan peligrosos como cinematográficos, que ha superado.
Desde el prólogo, la biografía del buque Gloria está llena de humor, drama, coraje y espectacularidad. Su historia comienza con el Vicealmirante Orlando Lemaitre Torres, que a la sazón era el comandante de la Armada de Colombia, y que no desaprovechaba reunión social para subrayar una y otra vez la urgente necesidad de un buque escuela donde formar a los marineros del país. Su tozudez logró encender una luz cuando, en una de esas reuniones, el General Gabriel Rebeiz Pizarro, que fungía entonces como Ministro de Defensa, le extendió una servilleta firmada de su puño y letra con la leyenda: “Vale por un velero.” Con el paso del tiempo, la historia del vale en una servilleta comenzó a ser tomada por muchos como un mito, pero su veracidad fue corroborada en televisión por la esposa del General, más de 40 años después.
El famoso vale se hizo efectivo con el decreto número 111 de 1966, con el que el gobierno dio autorización a la Armada Nacional para adquirir el prometido navío. El barco fue construido por Astilleros Celaya S.A. (Bilbao, España) y botado el dos de diciembre de 1967. Se le nombró “Gloria” en homenaje a la esposa del General Gabriel Rebeiz, doña Gloria Zawadsky, quien tuvo que asistir a la botadura del buque en calidad de viuda: el General no pudo ver su proyecto culminado.
Pero ahí no acaba la historia del nacimiento del Buque Insignia de la República de Colombia. El mascarón de proa de este velero embajador carga consigo una historia de tragedia griega.
Los mascarones de proa fueron muy populares entre los siglos XVI y XIX, son figuras talladas que decoran, engalanan e identifican a las embarcaciones. Los navegantes, cuyas supersticiones son famosas históricamente, tomaron a estas figuras como ángeles que los protegían contra los malos tiempos. Fiel a la tradición de la navegación por vela, el buque Gloria lleva un mascarón de proa que fue construido por el Coronel de la Marina Española Víctor Gutiérrez Jiménez, quien también era un hábil escultor. En 1968, el Coronel Gutiérrez plasmó los rasgos del rostro de su hija María en la figura de un ángel femenino cuyas alas abrazan al buque Gloria por ambos costados. La escultura, fundida en bronce, despertó los celos de la mar, que decidió hacerse con la hermosa imagen para que ningún hombre volviera a ponerle los ojos encima.
Así, en el primer crucero que realizó el buque, se desató un temporal en el que la mar se robó para siempre al ángel del buque Gloria. Con la colaboración del maestro Eladio Gil, famoso por haber esculpido la estatua “India Catalina” que adorna la ciudad de Cartagena, el Coronel Gutiérrez remplazó el mascarón con una copia del primero en fibra de vidrio y armazón de acero inoxidable. Con cuatro metros y medio de altura, el mascarón de proa del buque Gloria lleva en su tercio inferior el escudo heráldico de la Armada Nacional, y siempre se le dedica especial atención antes de llegar a puerto, puliéndolo para que su brillo anuncie la presencia del buque. En 1981, mientras el buque Gloria se encontraba en reparaciones en Cádiz, un marinero bautizó a la figura “María Salud” y así la llaman los cadetes desde entonces.
Entre las duras pruebas que ha logrado superar el buque Gloria está un fuerte temporal que enfrentó en el Pacífico en 1983, cuando se dirigía de Japón a Estados Unidos. En esa ocasión se dañaron las velas, se perdieron botes, se partió parte de los mástiles, y la tripulación vivió cuarenta y ocho horas de zozobra. Treinta años después, en 2013 y nuevamente en el Pacífico, el buque Gloria fue azotado por otro tifón en el mes de septiembre cuando se disponía a visitar Japón por quinta vez en su historia.
El tifón lo obligó a permanecer varios días en alta mar, retrasando su llegada, y dañó seriamente el mástil y parte de la proa amenazando con hundirlo, pero logró sobrevivir y completar su travesía. Debido a esta tormenta se tuvieron que adelantar los trabajos de mantenimiento del buque, por lo que el buque Gloria permaneció once meses en Bocagrande (Colombia) mientras era sometido a cambios de arboladura, cubierta y propulsión. En diciembre de 2014 también se iniciaron los trabajos para la puesta en marcha de un nuevo sistema de aire acondicionado en el velero.
Pero ahí no acaban las hazañas de esta hermosa y emblemática embarcación, que ha cruzado la línea del Ecuador cuarenta y dos veces, el meridiano cero en treinta y ocho ocasiones y el meridiano 180° un total de doce veces. El Gloria formó parte de la regata “Velas Sudamérica 2010” que celebraba el bicentenario de México, Chile, Argentina, Colombia y Venezuela, y cuyos participantes fueron golpeados por una inesperada tormenta tropical en Mar del Plata que rompió velas y palos de la mayoría de los diez grandes veleros que habían iniciado el recorrido en Río de Janeiro, uno de los cuales no pudo continuar. El buque Gloria recibió en el puerto de Mar del Plata el premio “Desafío” que otorgó la Armada Argentina al velero que soportó más dificultades y se sobrepuso a ellas durante ese tramo de la regata.
En el marco de “Velas Sudamérica 2010”, por primera vez en la historia 9 buques impulsados a vela cruzaron simultáneamente el peligroso Cabo de Hornos, pero uno de ellos quedó demasiado dañado para seguir. El buque Gloria fue uno de los ocho que finalizaron la regata en Veracruz después de pasar por dieciséis puertos en cinco meses. Al cruzar el Cabo de Hornos, el buque insignia colombiano ingresó al selecto grupo de losCap Horniers, que es el grupo de barcos que han logrado sobrepasar el temido cabo de los Hornos sin hundirse.
Cuatro años después, el Sail Cartagena de Indias 2014, uno de los festivales de veleros y buques más grande de América, sirvió de escenario para que el deportista colombiano Orlando Duque, once veces campeón mundial de salto de gran altura, realizara varios clavados desde lo alto del buque Gloria frente a más de tres mil marinos de quince naciones cuyas embarcaciones llegaron a participar del evento, mismo que formó parte del segundo encuentro de grandes veleros americanos, “Velas Latinoamérica 2014”, en el que el buque Gloria volvió a cruzar el Cabo de Hornos, el punto más meridional de América donde se unen los océanos Atlántico y Pacífico. En esa oportunidad, el velero insignia colombiano soportó vientos de 140 kilómetros por hora, y su escora (inclinación del barco) llegó a los 130 grados.
Subir a bordo del buque Gloria es poner el pie sobre la fina teca colombiana de 30 años de maduración que conforma la elegante cubierta que ha recibido a gran cantidad de diplomáticos, dignatarios y personalidades de diversas partes del mundo.
La parte fácil es subir a bordo y realizar eltourpor el buque. Lo que es complicado es entrar al puerto. Si sabes que el buque Gloria va a llegar a una ciudad donde puedes ir a visitarlo, debes averiguar qué se necesita para que te permitan entrar al puerto. Cada país, y a veces en un país, cada ciudad, tienen diferentes normas de seguridad y requisitos para el ingreso a las instalaciones portuarias.
A veces basta con una carta de invitación del consulado colombiano en el país, o con el pasaporte colombiano, eso depende de cada lugar. También es necesario preguntar si el puerto exige el pago de alguna tarifa o impuesto por el ingreso, aunque generalmente la entrada a puerto es gratuita.
También es importante verificar con la embajada o el consulado de Colombia en el respectivo país, o con las autoridades portuarias, que el Gloria se encuentre atracado en puerto. A veces, por algún problema ya sea de clima, de documentación, de infraestructura portuaria o de política, el buque Gloria no puede entrar a puerto o su ingreso se retrasa. Generalmente, la página web de la embajada en cuestión publica la fecha programada de llegada y partida del buque, pero no los cambios que puedan darse en el itinerario del mismo. ¡Ah! Y antes de hacerte con un recuerdo del buque o del puerto, pregúntale a las autoridades si te van a cobrar algo para poder sacarlo.
También es recomendable llevar algo de comer, unas galletas o papás, o algo así, y agua o jugos, en los puertos casi no hay tiendas por lo que no será fácil conseguir con que hidratarse, y en caso de tener bebés el kit completo de niñera. Además a veces el trayecto entre la entrada del puerto y el lugar donde está el buque Gloria es largo por lo que vayan preparados para la caminata.
Es importante tener en cuenta el clima del día de la visita. Buena parte de la visita se hace en la cubierta, donde no hay protección contra el sol, el viento ni la lluvia; hay que llevar ropa adecuada para el clima reinante. También hay que considerar que el agua refleja la luz solar, y que las ráfagas de viento queman la piel, así que es mejor llevar gafas oscuras y usar crema humectante con protector solar. Y aunque el movimiento del barco mientras está atracado suele ser prácticamente imperceptible, las personas que se marean con facilidad deberían tomar una pastilla antes de la visita, por si acaso.
Eso sí, las fotos que tomen serán espectaculares, si quieren llevar cámaras profesionales, trípodes y demás no hay ningún problema, y los cadetes son muy amables al posar y prestarse para fotografías.
Junto a otros grupos de visitantes, fuimos llevados por las diferentes secciones del buque y se nos explicaron sus funciones. También tuvimos tiempo de charlar con algunos de los cadetes y de observar el museo que contiene, entre otras, una exposición de elaborados nudos náuticos realizados por los marineros en sus ratos de ocio. En el momento de nuestra visita, el buque Gloria hacía su segundo crucero con mujeres cadetes a bordo, ya que solo desde 2004 se acondicionó el buque para recibir a mujeres en la tripulación. Al anochecer, los cadetes realizaron la difícil tarea de bajar, doblar y guardar la descomunal bandera tricolor de dieciocho por trece metros, un espectáculo digno de verse.
La visita puede ser del tiempo que quieran, una hora es suficiente para conocer todo el barco, pero pueden quedarse tranquilamente a charlar con los cadetes todo el tiempo que quieran, son muy amables y tienen anécdotas muy interesantes que contar, además a veces también quieren preguntar por el país. En nuestro caso como el idioma era tan difícil y era el primer día que atracaban, estaban ansiosos por saber si con el inglés podían comunicarse para salir. Nosotros les hablamos del país y les advertimos de comprar alcohol o llevarlo con ellos (es prohibido en Egipto), y hasta bromearon con la posibilidad de dar a conocer el aguardiente en Egipto.
Nos despedimos del buque Gloria mientras encendía sus luces, y nos fuimos con la alegría de un bello encuentro, y la esperanza de volverlo a ver en algún otro puerto.