Por qué Labort no es como el resto de Francia

Publicado por flag- Julen Diez — hace 4 años

Blog: Pequeños viajes
Etiquetas: flag-fr Blog Erasmus Bayona, Bayona, Francia

¡Hola a todos! Hoy, os vengo a hablar sobre la costa vasca francesa y algunas otras piedras preciosas que se encuentran más adentro de los pirineos atlánticos. Primero de todo, recorreré toda la costa de Labort, desde Hendaya hasta Bayona, y después me adentraré por el territorio francés hasta llegar a pequeños pero encantadores municipios como Espelette. Espero que os guste y que lo disfrutéis, tal y como lo hago yo escribiéndolo.

Hendaya

Comencemos con Hendaya. Este municipio forma parte de la Bahía de Figuier, al otro lado de la costa de Hondarribia y muy cerca de Irún, que se encuentra en el lado izquierdo del río Bidasoa.
Es muy conocido por sus calles de ensueño y por su abundancia de flores por toda la zona urbanizada.

El municipio tiene un terreno muy extenso, y la mayoría de la zona urbanizada está compuesta por chalets y mansiones, sobre todo en la zona costera y en las afueras. Cerca de la plaza también hay pisos y edificios de más de dos pisos, además de casinos y tiendas grandes (muy parecido a cualquier ciudad veraniega del mediterráneo pero con falta de rascacielos).

Pero el casco viejo es lo más bonito del municipio, aparte de la playa. Se concentra en la parte sur de la bahía de, una bahía que no termina en el mar y que se esconde detrás del puerto de Hendaya.

Para tener una imagen más clara, el río Bidasoa está formado por varios canales y tiene dos bahías, la de Chingudi, que lo rodea Hendaya desde la estación central de tren hasta el puerto, y luego, más adelante, está la Bahía de Hondarribia, que lo comparten las playas de Hondarribia y Hendaya.

La bahía de Chingudi siempre está llena de botes y pequeños barcos blancos, y una estrecha pero larga playa lo recorre de arriba a abajo. En medio de la bahía se encuentra una gran zona de arena blanca con vegetación, y aunque no sea accesible, es un sitio muy chulo y muy bien conservado.

Y dicho todo esto, volvamos al casco viejo. Se coloca al lado de la estación central de trenes, y a pesar de que no es de gran tamaño, toda la cultura vasco-francesa parece reunirse en todo ese espacio. Casas con ventanas y decoración de color rojo, marrón, verde o azul embellecen las calles con los rayos de sol purificando el blanco de las fachadas. Es una zona muy especial.

El río también tiene otras tres islas más adentro, casi en Behobia (un municipio no costero): la Isla Iru Kanale, la Isla Santiagoaurra y la Isla de los Faisanes. Este último puede pertenecer a Francia o a España dependiendo del año. Esto es porque todos los años, estos dos países que intercambian la isla, y es por eso que cada año tiene una nacionalidad distinta.

Cerca de la Bahía de Chingudi hay un parque en el cual hay un monumento conmemorando a los muertos de la Gran Guerra, junto con unas espectaculares vistas al mar y a Hondarribia. Si os interesa moveros a Hondarribia y no queréis dar la vuelta entera, estáis de suerte. Existe un barco para turistas que viaja de Hondarribia a Hendaya y viceversa cada 15 minutos. Cada trayecto cuesta casi 2 euros por persona, y el barco tiene el nombre de Rekalde (nombre que proviene de "Errekalde", "El lado del río").

Hendaya también dispone de una playa: les Deux-Jumeaux Plage. Es una playa muy grande de arena dorada que recorre toda la costa norte del municipio, y aunque suelan haber muchos veraneantes y surfistas, la playa es muy relajante y perfecta para descansar.
Hendaya es un muy buen comienzo por la ruta vasco-francesa, nunca dejéis escapar a la oportunidad de visitarlo.

San Juan de Luz y Ciboure

San Juan de Luz está a 12 kilómetros de Hendaya y es otra de las joyas principales del territorio. Centrado en una bahía que lo comparte con el municipio de Ciboure, San Juan de Luz es una de las ciudades más visitadas en los Pirineos Atlánticos después de Biarritz.

Esta ciudad se caracteriza por su larga playa y sus calles llenas de colores. Esta playa recorre toda la costa de la ciudad, desde la desembocadura del río La Nivelle hasta la Punta de Santa Bárbara. Las calles son de casas bajas, la mayoría llena de colores tradicionales del País Vasco Francés.

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Todas y cada una de las calles tienen sus restaurantes con modestas terrazas y deliciosos platos como cordero o chipirones entre los más populares. En el centro de la ciudad también hay otras cosas que ver, como la Iglesia de Saint-Jean Baptiste, la Maison Luis XIV (actualmente un museo) y su plaza. El casco viejo es igual de bonito que el de Hendaya, solo que es mucho más grande y tiene más variedad de colores.

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Y en cuanto al puerto, los embarcaderos se reparten por todo el lado derecho del río y, por lo tanto, los barcos están atracados desde la punta de la playa hasta las afueras.

Pero ninguna de las atracciones turísticas mencionadas se puede comparar con la playa. Es una playa muy tranquila, una playa que se complementa con la melodía del mar. Y el paseo marítimo también es precioso, sobre todo las fachadas que lo acompañan, llenas de colores y luz.

Por el paseo os encontraréis con lugares como parques, una zona de marisquerías, creperías y tiendas de regalos cubiertos por el Casino de JOA, pero con un balcón con vistas a la playa. Pero el punto más emblemático es seguramente el Gran Hotel Thalasso. Es un edificio bastante alto de color rosa pastel y un estilo muy típico en Francia, muy limpio y suave, agradable a la vista.

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Y después del largo paseo, se encuentra el embarcadero de Sainte-Barbe en la punta de la bahía (Pointe de Sainte-Barbe). Aquí, además de un parque de juegos, hay una pequeña casita vacía de color blanco en lo más alto, y ya un poco más adelante, un mirador de los acantilados (Col de la Grun) que se esconden detrás de la casita y otro largo sendero que guía hasta más acantilados, un refugio de vida salvaje, más urbanizaciones, un jardín botánico, campings y otras playas más pequeñas como la Plage de Lafitenia.

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San Juan es muy bonito, con sus coloridas casas, agradables calles y limpia playa, pero tampoco es como para olvidarse de Ciboure.

Este municipio se encuentra en el lado izquierdo del río y de la bahía y del río. La mayoría de su zona se compone de pequeñas casas y chalets pintadas al estilo vasco-francés, es decir, con rayas azules o rojas. Es un pueblo mágico. Lo mejor que tiene Ciboure es el poder pasear por sus calles con un silencio casi absoluto mientras que miles de casas de colores parecidas pero todas diferentes rodean los ojos de uno y lo maravillan. El color que predomina es el rojo.

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El centro de Ciboure se concentra muy cerca del puente principal que une San Juan de Luz y este municipio. Es muy laberíntico, y aunque no haya muchos puntos de interés, las casas de ventanas rojas hacen que uno se pierda a propósito por las calles. Eso sí que interesa.
El resto de las casas se colocan en la colina principal, dejando un paisaje muy sobrecogedor.
Cerca del centro también se encuentra el puerto deportivo, que vendría a ser la puerta de inicio del paseo marítimo. Durante todo este trayecto, desde el puerto hasta la Playa de Socoa, las casas tradicionales os acompañan junto al río y a la plaza principal de San Juan de Luz al fondo. Son unas vistas preciosas.

Ciboure tiene cuatro playas: una en el lado izquierdo de la desembocadura del río, otra (Plage de Socoa) en el lado derecho del río Untxin, el cual separa Ciboure del municipio de Urrugne, otra muy fina cerca del puerto, y la última en la punta del puerto: Plage du Fort de Socoa.

A la playa se le denominó de esa manera debido a que detrás de ella se encuentra la Fortaleza de Socoa, un castillo de siglos atrás que está en la orilla del mar, por lo cual las olas chocan muy cerca y se forma un panorama con mucho encanto. 

Justo al lado de la fortaleza hay un muelle bastante largo, y desde ahí (aunque también desde la fortaleza o desde la playa), las vistas a la bahía y a Saint Jean de Luz son impresionantes, inmejorables.

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Guéthary y Bidart

Estas dos comarcas se sitúan entre San Juan de Luz y Biarritz, y son dos zonas de chalets, hoteles, campings y playas. Dos pueblos veraniegos, en verdad.

Guéthary es muy conocido por sus playas y por la cantidad de turistas que recibe al año para surfear sus olas.

Su centro se ubica muy cerca del pequeño puerto. Aunque es centro (y en general, el municipio) no sea tan atractivo ni chocante como las demás ciudades de la zona, es perfecto para veranear. El puerto no tiene muelle, sino una rampa de piedra para atracar los barcos y una pequeña playa al lado.

Cerca del puerto está la Playa de L'Uhabia, separado en dos por el Río de Uhabia, que es el que también separa Guéthary de Bidart.

Bidart es otro municipio lleno de chalets, campings, supermercados, hoteles, un parque de atracciones "Bid'a Parc" y muchas, muchas playas. Es muy fácil perderse, es todo muy laberíntico.

Las playas más importantes son la Central, Kala Txiki, la Plage des 100 Marches y Plage du Pavillon Royal. También hay varios senderos para acceder a ellas, y el paisaje es muy bonito.

En cuanto a las atracciones turísticas, en Bidart no hay tantos ya que el municipio es más de playas y todo se enfoca es eso. Pero sí que tiene centro, aunque no se componga de más de 5 calles. En estas calles se encuentran, además de varios restaurantes, el Ayuntamiento, el frontón y la Iglesia de Notre Dame de l'Assomption, rodeado del cementerio, algo muy típico de Labort y que ya lo iremos viendo poco a poco.

Biarritz

Biarritz es probablemente el más visitado por los turistas y el más surfeado también por los mismos. Pero tampoco hay que perdérselo, eso tenedlo claro.
Está situado muy cerca del río, el que lo separa del departamento de las Landas, que por cierto, ya escribí tres posts sobre ese maravilloso sitio: aquí, aquí y aquí.

Volviendo a los Pirineos Atlánticos, Biarritz es un lugar impresionante y muy adecuado para visitar en cualquier estación del año. Yo creo recordar visitarlo en otoño, y la verdad es que nos hizo muy buen tiempo. No tan bueno como para bañarse pero sí lo suficiente como para al menos poder sentarnos en la arena sin tener que movernos por el frío ni por la corriente del aire.

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En Biarritz hay mucho que ver, desde la parte sur hasta el borde del norte. Pero empecemos poco a poco, empecemos por el sur. Aquí se encuentra, en primer lugar, la Playa de la Costa Vasca (Plage de la Côte des Basques), un área muy tranquilo ya que no suele haber mucha gente, y la mayoría de la gente que suele haber son surfistas.

Cerca de la playa se localiza la Villa Beltza ("Villa Negra"), un palacio misterioso del siglo XIX situado en un acantilado. Deben ser preciosas las vistas desde sus balcones, es lo único que se me ocurre al recordarlo. El palacio también es precioso, por cierto.

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Entre el palacio y la siguiente atracción turística que dentro de poco desvelaré, hay otra pequeña pero muy animada playa (Plage du Port Vieux) llena de bares y restaurantes. Ahí es donde empieza la verdadera ciudad. Desde ahí podéis desviaros hacia dos direcciones: hacia el centro de la ciudad, que ya lo explicaré más tarde, y La Roca de la Virgen (La Rocher de la Vierge) y el resto de la zona costera.

La Roca de la Virgen es, como su nombre indica, una gran roca con las vistas completas a la ciudad y la estatua de la virgen en medio, al cual se accede por un largo puente de metal que se encuentra en otro acantilado.

El Acuario de Biarritz se encuentra muy cerca de la Roca. El acuario tiene una piscina de leones marinos al aire libre, un tanque de tiburones y muchas otras atracciones más. Es una visita indispensable en vuestra ruta por la costa vasco-francesa.

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Junto al acuario está el mirador al maravilloso mar cantábrico, el mirador al salvaje oleaje y al resto de la ciudad. Tiene diferentes alturas por donde ver el mar, y varios restaurantes a su alrededor para seguir contemplándolo mientras degustáis un buen plato de marisco u otro plato tradicional de Biarritz.

Debajo del mirador se ubica otro mirador, pero mucho más cercano al mar: el Cloche du Plateau de l'Atalaye. Es un largo puente de piedra que une dos rocas colocadas en medio del mar. También hay otros pequeños miradores a sus lados.

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A continuación viene el hermoso puerto de los pescadores, pintado de bajas casitas blancas con puertas azules y marisquerías. Tiene un muelle un tanto extraño pero curioso, ya que es un puerto totalmente cerrado salvo por un pequeño lado, pero he de decir que este puerto es precioso, es como volver años atrás, a las décadas de lo tradicional, donde apenas existía la tecnología.

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Detrás, se encuentra la plaza de la Iglesia de Santa Eugenia, otro lugar muy importante de la ciudad. La plaza se compone por varios restaurantes con terraza, varios hoteles, una glorieta en el centro y la iglesia, al cual se accede gratuitamente y el cual se conserva muy bien tanto por fuera como por dentro.

Además, en navidad, como en toda la ciudad, la fachada principal se llena de colores y animaciones, embelleciéndolo mil veces más, aunque para gustos los colores.

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Y finalmente, después de caminar escasos minutos, llegamos a la Gran Playa (La Grand Plage, una playa de cientos de metros llena de vida, surfistas y alegría. Hay muchos restaurantes, heladerías, parques y el gran casino alrededor, llenándolo de más vida todavía. No importa si lo visitáis en otoño, primavera, verano o invierno, cualquier estación es perfecta para sentarse en la arena y gozar de las vistas que madre naturaleza ofrece.

Al final de la playa, se encuentra el Hôtel du Palais (Hotel del Palacio) y el Faro de Biarritz, con otras vistas magistrales.

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Por otra parte, si nos adentramos en la ciudad podemos ver que hay cientos de mansiones, todos con estilo propio. Podréis encontrar mansiones con un estilo francés de Estrasburgo o con un estilo más moderno.

También encontrareis varias iglesias, tanto católicas como ortodoxas, y quién sabe si de alguna religión más, pero verdaderamente parece que Biarritz es un cuento de hadas, y que en cada vuelta a la manzana teletransporta al turista a otro mundo, a otro universo.

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Pero el centro de la ciudad ya no es así. Todo son cruces, pasos de cebra, plazas, fuentes, pastelerías, oficinas y casas. Si os véis paseando por aquí, os recomiendo pararos en frente de una pastelería y compraros unos macarons de colores.

Biarritz también tiene trozos de casco viejo repartidos por toda la ciudad, con antiguas casas pintadas de color pastel y plantas trepadoras por la fachada mientras pequeños restaurantes animan sus bajos con terrazas llenas de platos sabrosos y música.

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Es una ciudad sin ninguna imperfección, y no hay nada más que decir.

Bayona

Toda la zona desde Biarritz hasta Bayona está repleta de casas, de calles, de plazas y de urbanizaciones. Y esa zona se llama Anglet. Debido a esa aglomeración de Biarritz, Anglet y Bayona, no os sabría decir con seguridad dónde comienza ésta última: la capital de Labort.

Bayona es la ciudad más importante del territorio histórico vascofrancés, y está construido en torno a los ríos Nive y Adour. Está a 5 kilómetros de la frontera de Las Landas y a un cuarto de hora del Aeropuerto de Biarritz.

Lo más importante de la ciudad es el casco viejo, nada más. No hay nada más que valga la pena visitar. El casco comienza en Belvédère du Bastion Royal, y termina al otro lado del río Adour, cerca de la estación de tren.

Aquí hay mucho que ver, mucho que callejear y mucho que degustar. Pero vamos por partes.

En el trozo del casco que se sitúa en el lado izquierdo del canal, se pueden encontrar la Plaza Montaut, el Museo del Jamón, la Catedral de Santa María, la Torre Vieille-Boucherie, el Castillo Viejo, el Ayuntamiento, el Carreau des Halles y el gran Jardín Botánico.

Pero no solo esto, sino también hay que tener en cuenta las calles, ya que son un plato muy importante en nuestra ruta por Labort.

La mayoría de las calles están vestidas de colores claros y suaves, parecidos a las calles de Burdeos o París. Tienen mucho encanto.

En el lado derecho del río no hay tantas calles de este tipo, pero si hay otras atracciones turísticas, como por ejemplo el Museo de Bellas Artes, el Museo Vasco, la Galería Traversee, la Parroquia Notre-Dame de l'Assomption y muchos, muchos, muchos restaurantes, tanto franceses, como vascos, como italianos.

En navidad, suelen poner un pequeño mercado de casitas de madera en una zona donde antes había una fortaleza. Cada casita vende dulces, tela o pequeños objetos originarios de diferentes países, como por ejemplo de Bulgaria, de Polonia o Grecia. También suelen poner una gran noria enfrente del Ayuntamiento y un tiovivo. Y las calles se llenan de luces. Es muy bonito, y se merece una visita en estas fechas tan señaladas.

Espelette

Espelette es un pequeño municipio a media hora en coche de Biarritz y de Saint Jean de Luz, a 25 kilómetros más hacia adentro. Es una comuna muy famosa por su rojo, es decir, por tener todas las casas y todos los edificios con ventanas o rayas rojas en las fachadas. Es un lugar mágico y llena de historia.

El centro se Espelette es bastante más grande que el resto de los municipios que mencionaré más adelante en este mismo post. Se puede decir que lo compones cinco grandes calles, todas llenas de rojo y de pimientos colgando por las fachadas. 

La plaza principal, la del mercado, con la casa más fotografiada del pueblo (el cual es actualmente un hotel y un bar: Hotel Euzkadi), está repleta de tiendas de regalo, bares, ultramarinos y pequeños hoteles, pero mantiene el mismo olor y aire a antaño. Mantiene su cultura bien arraigada y sus colores rojos y verdes bien luminosos.

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Un poco más lejos del centro se localiza la iglesia de Saint-Etienne, rodeado de su cementerio y de varias otras casas de ventanas rojas.

Es un municipio imprescindible en Labort, y es de las más conocidas después de las ciudades grandes como Biarritz. También es una de las más fotografiadas. ¿Por qué creéis que es?

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Hasparren

Hasparren es un municipio a media hora de Espelette, y aunque sea muy pequeño, pero más grande que municipios como Espelette o Sare, tiene mucho que enseñar. Sus calles está llenas de vida, y todas giran en torno a la Place Verdun, en el cual se encuentran la iglesia, (sorprendentemente, el cementerio no se ubica aquí), varios negocios y la famosa Beti Prest, un restaurante de comida rápida.

El centro, en general, es más moderno que el resto de los municipios alrededor, pero sigue conservando la casa tradicional vascofrancesa.

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La Bastide-Clairence

La Bastide Clairence, aunque no esté situado en Labort, si está muy cerca de la provincia. Es muy conocido por su cantidad de casas tradicionales y por la buena conservación de sus colores. El municipio está lleno de colores, y no solo de rojo y azul, sino también de otros colores como verde. Y eso se puede ver en puntos como en la Place des Arceaux. 

El centro de La Bastide-Clairence está construido en una sola calle, pero son muchas las casas que lo llenan. Durante toda la calle, se pueden ver restaurantes, el centro de información turística, hoteles, el frontón y la iglesia de Notre-Dame-de-l'Assomption, con el cementerio al lado.
Es un municipio muy bonito, otro más en esta zona maravillosa de Francia.

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Arcangues

Arcangues es quizás tan pequeño que si no os encontráis cerca no merece la pena visitarlo, pero sí tiene puntos de interés que hagan que uno esté orgulloso de haberlo visitado.

El territorio del municipio está muy esparcido, y es por ello que su centro es relativamente pequeño. Está formado por no más de 15 casas, y muchas de echas de dimensiones no muy grandes.

En todo espacio se encuentran el centro de información turística, la plaza del Ayuntamiento, varios restaurantes, y la Iglesia de Saint-Jean Baptiste de l'Uhabia. Esta iglesia, aunque pertenezca a un municipio pequeño, protege a un cementerio bastante extenso y amplio. Tan grande que su mayor parte está detrás de la iglesia, en zona verde, amurallado por arbustos y vallas. Cosa que no es común en el País Vasco Francés. Sin embargo, el cementerio es muy bonito de ver, ya que está decorado con ciprés y muchas plantas.

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El Ayuntamiento, cuya foto está justo encima, es lo más característico de Arcangues. Este pequeño edificio es de color blanco con ventanas azules (algo muy frecuente en la comuna) y una especie de planta lila trepando por su fachada principal. Parece sacado de un cuento. Al lado del "centro", hay una gran campo de golf, por cierto.

A pocos minutos del centro también se encuentra el castillo de Arcangues, también rodeado de una parte del campo de golf. Hay que admitir que es un castillo muy bonito, con plantas trepadoras que le dan un toque más encantador, y a veces se suelen celebrar eventos como bodas en este recinto. 

Sare

Se sitúa a 10 kilómetros de Ainhoa y es conocida por su Tren de la Rhune. El tren de la Rhune es un tren que sube al monte pirenaico de Larrun. Se coloca en la frontera de Labort y Navarra. Es el único tren cremallera del País Vasco, y lleva casi un siglo en marcha.

Para montarse en el tren, hay que ir a la estación Col de Saint-Ignace, situado a 4 kilómetros de Sare. La estación está rodeada de aparcamientos, boutiques de recuerdos, un hotel y un bar-restaurante. Un billete de ida y vuelta cuesta unos 20 euros, y 12 euros para lo niños de entre 4 y doce años.

Desde la cima, se puede ver toda la costa vascofrancesa, desde Hendaya hasta las playas de las Landas. Es un paisaje muy bonito, un sitio muy estratégico para poder divisar tanto los Pirineos Atlánticos vascos como la fauna del entorno, como yeguas, ovejas y buitres. Además, los jueves de septiembre suele haber una animación a la que llaman "Velada con Puesta de Sol", una oportunidad fantástica para ver el sol morir desde la cima de una montaña.

pero el centro del municipio también tiene su toque especial. Aunque la mayor parte del municipio sean calles con chalets enfilados y algún que otro camping (como el de La Petite Rhune), su centro no defrauda. El centro gira en torno a la iglesia de San Martín de Sare, y sí, puede que de más de 4 calles desordenadas no se aleje, pero las cuatro tienen más color y más historia que el resto del territorio.

Hay varias zonas de aparcamiento y restaurantes cerca, y el centro de información turística se coloca justo en el cruce de las cuatro calles, enfrente de la iglesia. Que por cierto, está rodeado por el cementerio, un dato muy típico en esta zona, como ya lo hemos visto en Arcangues. Cerca de la iglesia también hay un frontón de grandes dimensiones.

Normalmente, estos pequeños pueblos suelen ser muy silenciosos, sin mucho ruido y mucha harmonía con el entorno natural. Son lugares muy acogedores y muy modestos, y es eso lo que me encanta de Labort, dejando las tradicionales y simbólicas casa para un lado, claro está.

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Ainhoa

El municipio de Ainhoa se sitúa a 5 minutos de la frontera con Navarra y a 10 minutos de Espelette.

Su centro se forma en una sola pero gran calle (al igual que en Bastide): D20, el resto de la zona está llena de chalets con jardín. Está calle, además de estar hecho por cafeterías, tiendas de ropa, hoteles y la iglesia junto al frontón y al cementerio, y aunque no sea tan atractiva como La Bastide, por ejemplo, sí tiene más movimiento que otros municipios.

También es característica por una cosa: las casas, claro estaba. Las hermosas casas de color rojo y azul. Estas casas, como ya hemos visto en otros municipios, son muy típicas no solo en Labort, sino también de Baja Navarra y Sola. Los tres son territorios históricos del País Vasco.

En el lado sur de la calle, prácticamente al final, está el Lavoir d'Ainhoa, un antiguo lavadero.

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Otro pueblo más para la lista, entonces. De verdad que no os cansaréis de verlas.

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¡Y hasta aquí el post de hoy! Espero que os haya gustado y que os hayáis animado a apuntar este pequeño lugar del mundo en vuestra lista de viajes pendientes. Desde luego, es un lugar que no decepciona.

¡Un beso y hasta otra!


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