Días 1, 2 y 3: Bangkok

Con motivo de mi graduación universitaria después de tanto esfuerzo con sobresaliente en Ingeniería civil - arquitectura en el Politécnico de Milán, calebrada el 26 de julio de 2018 en el Campus de Lecco, me pidí como regalo algo muy especial que llevaba deseando mucho tiempo: ¡unas vacaciones exóticas en el sudeste asiático! Necesitaba de verdad recuperarme con un gran viaje después de pasar los últimos meses tan intensos de trabajo y estudio.

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Como periodo para ir decidí esperar hasta noviembre porque en esa zona tropical hay monzones hasta octubre y después el clima es menos caluroso. Además, siendo aún estación baja encuentré precios muy bajos respecto a la media.

Dado que era la primera vez que iba a un país tan lejano, no me apetecía viajar completamente sólo, asi que reservé unas vacaciones organizadas en grupo a través de Worldface con una duración de quince días. Para el vuelo, en cambio, elegí yo mismo las fechas para tener un par de días más. Lo hice a través de la aplicación Dreamtrips y pude encontrar la combinación de ida y vuelta por sólo 450 €.

A la espera de que llegase el día de empezar el viaje, comencé a investigar en la organización de las distintas etapas propuestas en este paquete, contactando a través de whatsapp con mis futuros compañeros de viaje de forma que pudiésemos personalizar lo mejor posible el itinerario basándonos en intereses comunes.

No me puse vacunas aunque aconsejaban vacunarse de la malaria. En cualquier caso, Tailandia es un lugar seguro y bien organizado para el turismo.

Por fin, el sábado 17 de noviembre de 2018 fue al aeropuerto de Milano Malpensa a coger el avión. Me esperaban unas doce horas de viaje y estaba super emocionado. Estaba seguro de poder compactar todas mis cosas del equipaje de mano dado que sólo necesitaba prendas ligeras; desde el frío húmedo de la llanura padana no veía la hora de disfrutar un poco del clima veraniego. ¡Finalmente había llegado el momento de coger el vuelo para el profundo este!

El vuelo con Alitalia fue tranquilo: los azafatos del vuelo facilitaron la comida con numerosos aperitivos, ví muchas películas desde la pantalla del respaldo y tuve tiempo de ajustar algunos detalles de mi llegada a Bangkok estudiando bien mi infalible guía Mondadori. El día se me pasó muy rápido debido al aumento del huso horario de seis horas: salí a la una del mediodía y a las tres estaban ya sirviendo la cena porque estaba oscureciendo, mientras que después de haber dormido un poco hasta la una de la noche, estaba ya el alba y llegamos a Bangkok donde de hecho eran las siete de la mañana.

Una vez que había llegado al moderno aeropuerto Suvarnabhumi, tuve que pasar los controles y declarar los detalles de mi permanencia en Italia, después de lo que saqué unos cuantos miles de Baht (el cambio estaba a unos 37 Bath por euro) y cogí un taxi con aire acondicionado que iba bastante rápido para llegar a la ciudad, comenzando así el descubrimiento de este nuevo mundo para mí. Como alternativa, hay un tren mucho más económico pero no llega hasta el centro.

Cuando bajé de aquel taxi, el impacto del clima tropical me dejó jadeando durante las primeras horas: el ambiente estaba bochornoso, pesante y denso con olores indescriptibles y el sol, aunque recién salido y empapado por una capa perenne de calor y contaminación, me estaba ya quemando la piel por todas partes, incluso debajo de la ropa. ¡Creo que Bangkok está considerada la ciudad más calurosa del mundo!

Hua Lampong

El punto de salida era la estación central Hua Lampong. Me refugié un momento en la gran sala de espera con al menos un mínimo de aire acondicionado para atenuar el shock de la temperatura.

En medio de la pared estaba el gran cuadro del rey, así como también estaba en cada esquina de la ciudad y en un momento incluso se escuchó por los altavoces el himno nacional.

Las condiciones higiénicas de la estación y de las personas eran bastante precarias y los trenes parecían hechas por chatarra.

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China Town

El primer templo budista que visité fue The Golden Buddha Temple, famoso por contener precisamente una estatua de Budha de oro macizo. En seguida me enamoré de la roma, elegante y lujosa arquitectura tailandesa. Los templos en particularmente son obras de arte cuidadas al más mínimo detalle.

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Llegado a la China Town Gate un policia muy amable me aconsejó ver la gigantesca ciudad con ayuda de un TucTuc, un pequeño carro endeble y cubierto que es útil para moverse comodamente en medio del intenso tráfico. ¡Ya sólo este primer pequeño trayecto entre las callejuelas fue una aventura inolvidable! El motor zumbaba como loco y el tuctuc se movía para todos lados. ¡Quizá por esto son tan baratos!

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Explorando el río Chao Phraya

Bajé un poco mareado a la rivera del río Chao Phraya que divide en dos la ciudad; vi un embarcadero desde el cual salían los tours en barca. No sabía bien qué esperar después de la experiencia con el TucTuc pero tenía curiosidad de explorar Bangkok también desde este medio de transporte, dado que los canales son parte integrante del contexto urbano, así que me uní al grupo que estaba a punto de salir.

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La estrecha y larga barca cubierta se movía agitada por las olas casi tanto como el TucTuc, regalándome un poco de agradable agua que salpicaba y soplos de aire "fresco". Desde el río pude admirar bien la maravillosa mole del Wat Arun y los techos del Palacio Real, después de que el barquito nos condujo por canales secundarios y vimos un lado desconocido de Bangkok muy inspirador hasta el mercado flotante de Talin Chan, en el cual hicimos una pausa de media hora. Fue grande ver las barcas-puestos y escuchar los músicos que alegraban el ambiente con sugestiva música local.

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El barrio de Khaosan Road

El tour en barca terminaba en las +roximidades del Palacio Real, por lo que me dirigí al barrio cercano de Chaosan Road en el que se encontraba el hotel en el que se alojaba mi grupo. Dado que los otros chicos llegarían por la tarde, comí en un restaurante allí cerca y...descubrí el

Pad Thai, el plato típico de Tailandia: se trata de un plato completo a base de noodles, verduras, huevo o carne a vuestra elección y un poco de trozos de cacahuete. ¡Me gustó tanto que lo comí en los siguientes días!

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Finalmente, a las cuatro de la tarde me reuní con mis otros compañeros de viaje, todos provenientes de la Toscana y después de dejar las cosas en el hotel salimos a dar una vuelta y a tomar algo por la noche. A diferencia de los otros barrios de Bangkok, a menudo bastante degradados y dispersos, Khaosan Road me parecía un lugar más familiar y seguro, lleno de bonitos locales, mercadillos y centros de masaje tailandés, experiencia un poco estrafalaria que prové por curiosidad antes de volver a casa.

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El corazón de la ciudad

Al día siguiente fuimos a visitar el centro más antiguo de Bangkok.

Lo primero que hicimos fue subir a la Montaña de oro, un precioso tempo en la cima de la montaña cerca de la antigua muralla de la ciudad. Subiendo por medio de las cascadas y plantas tropicales se llega a tener una fantástica vista panorámica de toda la ciudad. Fue divertido también tocar el Gong y las típicas campanas de las oraciones muy extendidas en los templos.

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La otra parada fue el Palacio Real frente a la gran plaza Sanam Luang y más en concreto el Wat Phra Kaew. Me enamoré perdidamente de este lugar tan especial: dentro de este recinto sagrado se encuentran varios templos dorados a cada cual más bonito, una galería llena de frescos que narra la leyenda de Ramakien, estatua de divertidos guardianes sonrientes y otros muchos objetos curiosos. ¡Acordáos de quitaros los zapatos antes de acceder al tempo del Buda de Esmeralda

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Otro recinto sagrado muy bonito fue el Wat Pho, menos concurrido de turistas con respecto al primero y sede de la antigua escuela de masajes. De aquí me gustaron mucho las altas agujas de los cuatro reyes y numerosos budas todos en fila dentro de los templos, los dos guardianes chinos y occidentales y el gigantesco Buda Tumbado, tan grande que ocupa toda la sala del templo.

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El barrio de Silom Road

Por la noche quisimos explorar este barrio al sur del centor, famoso por la movida vida nocturna, los altos rascacielos y los mercados que a menudo prefieren estar hasta la noche porque sino hace demasiado calor.

En particular, vimos el mercado nocturno de Patpong, completamente lleno de objetos interesantes por lo que decidí coger algún souvenir para llevar a casa; una cosa importante a saber sobre los mercadillos y acerca de los TucTucs es que hay que regatear el precio, si no la gente se aprovecha de los turistas para cobrar más dinero.

Para finalizar el día, subimos al lujoso Skybar cerca del río, donde por unos 20 € podréis tomar un cocktail y participar en una fiesta realmente exclusiva. Desde la terraza de la septima planta hicimos un brindis y disfrutamos de la banda y del magnífico panorama de la ciudad iluminada.

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¡Y esto fue sólo el comienzo! Haz click aquí para descubrir lo que hicimos al día siguiente.


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