Buceando por los canales de Ámsterdam (3/3)
Excursiones desde Ámsterdam
Nos pareció una buena opción viajar en autobús a Zaanse Schans, a unos 30 km de Ámsterdam, donde son típicos los molinos, aunque solo hay diez en funcionamiento en la actualidad; las granjas y una fábrica de zuecos de madera complementan la visita. Para mí, es un lugar pintoresco sin más, demasiado turístico. No acabó de convencerme, es un sitio al que no volvería de nuevo por bonitos que sean sus molinos, la forma en que están dispuestos y la foto que su situación ofrece. La familia que nos alquiló la casa donde nos alojamos nos había dicho que los molinos que de verdad merece la pena ver están en Kinderdijk, pero como teníamos que ir hasta Rotterdam y desde allí coger un autobús o un ferry, y nos pareció un poco complicado, desechamos la idea.
Al día siguiente probamos suerte con la ciudad de Harleem, que nos fascinó. Por cierto, ¿sabíais que la de Harleem fue la primera estación de tren construida en Holanda? A quince minutos a pie se llega al centro; desde la plaza de Grote Markt (la Plaza del Mercado), donde se encuentra por ejemplo la iglesia protestante St. Bavokerk, es casi de obligado cumplimiento un recorrido por las calles de fábula que conforman la ciudad para visitar distintos lugares como el molino de viento De Adriaan o los edificios de Hoofdwacht, Paviljoen Welgelegen y Vleeshal además del museo dedicado al artista neerlandés Frans Hals.
Por cierto, en Grote hay una estatua de Laurens Janszoon Coster, a quien algunos eruditos le atribuyen la invención de la primera imprenta (y no a Gutemberg).
A una media hora caminando desde Grote Markt se llega a la casa Corrie ten Boom donde se ocultaron varias familias de religión judía durante la II Guerra Mundial. La visita es gratuita, se paga la voluntad y, aviso, ahondan profundamente en la faceta religiosa de la familia; su cristiandad y ánimo de evangelización; oyes tanto hablar sobre la fe que llega un momento en el que no tienes claro si estás en una iglesia o en una casa tras una de cuyas paredes varias personas pudieron escapar del nazismo. En cualquier caso, advertidos estábamos, quizás por eso se nos hizo incluso más exagerado. Dicho esto, tanto Corrie como su familia merecen un gran respeto y reconocimiento por su valentía.
Muy cerca también de la plaza se puede visitar la Catedral católica de San Bavón, imperdible en todos los sentidos; la torre se divisa desde cualquier punto de la ciudad, pero lo que es realmente impresionante es su órgano. El precio de la entrada es de cinco euros.
Aunque nosotros no llegamos a entrar, el Museo Teylers es el más antiguo de la región y seguro que merece una visita. Tengo la excusa perfecta para volver algún día.
Harleem
Nuestro siguiente tour fue a Utrecht, otro destino que escogimos para pasar el día. A esta ciudad, que se encuentra a 45km de Ámsterdam, nos dirijimos en tren. El viaje dura una media hora y el billete de ida y vuelta no supera los 14 euros por persona. Allí visitamos la torre del Dom, que es la más alta de Holanda; aviso importante: hay que subir casi 500 escalones.
Después tan solo recorrimos algunas de sus calles de cuento, me pareció una preciosidad de ciudad. En cuanto a una zona con buen ambiente y varios establecimientos donde tomar algo, nosotros optamos por el canal Oudegracht, fue toda una delicia aprovechar el sol en una terracita.
Por las noches nos contaron que hay fantásticos espectáculos de luz y sonido sobre los canales pero no pudimos quedarnos. ¿Veis como tengo que volver?
Utrecht
Nuestros siguientes descubrimientos fueron La Haya, lo más lejos que llegamos, y Leiden, en el mismo día y de vuelta a Ámsterdam. En La Haya no puedes perderte lugares como el Binnehof (donde se halla el Parlamento holandés) y, desde allí en tranvía, el Palacio Internacional de la Paz. De Leiden destacaría el Ayuntamiento y la calle más larga, Haarlemmerstraat... ¡con tantas tiendas y tanto ambiente! En realidad, estas dos ciudades habrían merecido una visita más larga pero ya comenzaba a pesar el cansancio.
Tulipanes de Keukenhof, en Lisse
No fuimos al Parque Keukenhof, en Lisse, que debe ser como un enorme museode tulipanes, porque leímos que solo abre de marzo a mayo. Y nos quedamos con muchísimas ganas de visitar Delft; a escasos kilómetros de La Haya, es una ciudad conocida por sus canales, la cerámica azul y la tienda Winkeltje van Kouwenhoven, donde por lo visto hay gran variedad de caramelos y dulces, pero no había más tiempo. Pronto se acabarían las degustaciones de cerveza, algún que otro madrugón y las caminatas y aventuras que tantas anécdotas habían dejado en las calles holandesas. Todo lo que nos faltó por ver ya está en la lista de deseos para la siguiente ocasión.
Espero que mis entradas os hagan pensar en un posible viaje para conocer las distintas ciudades de los Países Bajos y, especialmente, la espectacular Ámsterdam. Los vuelos no son muy caros y es fácil encontrar alojamiento, como un estudio, a buen precio.
“I am sterdam”, frente al Rijksmuseum
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