Visitas en Alemania - El Erasmus sigue contigo

Los primeros días de vuelta a Alemania fueron muy estresantes. Tuve que limpiar mi apartamento y organizar todas las cosas que había traído de Francia. Era una locura. Mi padre y su pareja fueron muy buenos porque fueron a mi apartamento y lo limpiaron antes de que yo llegara, lo que me ayudo bastante en mi primera semana de vuelta. Además, quería quedar con mis amigos y con mi familia y hacer un poco de ejercicio. En resumen: quería hacerlo todo en la primera semana. Por supuesto, eso no iba a salir bien, así que intente relajarme e ir poco a poco. Iba a pasar unas seis semanas en Alemania y había tiempo para todo, ya que no tenía que ir a la universidad ni a algo parecido. Solo tenía que hacer un examen, pero era fácil y no iba a tener ningún problema. Así que intente centrarme en ver a mis amigos.

Día perfecto con mi mejor amiga

La primera persona con la que quede fue mi mejor amiga. Fuimos a uno de los lagos que hay por mi pueblo, donde ella todavía vivía, y disfrutamos de los rayos de sol. Hacía mucho calor para ser principios de junio. Hacían treinta grados o más. Era la introducción perfecta al calor de Tenerife. Pasamos todo el día juntas. Después del lago fuimos al centro de la ciudad a tomar nos un helado y para ir al supermercado a comprar ingredientes para cocinar algo para cenar. Después de cenar fuimos a su habitación y vimos una película. Antes de eso salimos afuera a ver la puesta de sol mientras fumábamos cachimba en su jardín, al lado de un pequeño lago. Fue un día perfecto, algo que me enseñó lo fuerte que era nuestra amistad, ya que había estado unos cinco meses fuera, pero en cuanto vuelvo podemos continuar como si nada hubiera cambiado. Eso demuestra que era una amistad verdadera.

Tiempo con la familia

Por la noche fui a casa de mi padre para pasar la noche, porque el siguiente día tenía que irme de tiendas con ellos y por la noche teníamos una barbacoa familiar planeada. Además, mi padre quería echarle un ojo a mi coche, por si tenía que cambiarle algo como cambiar las ruedas de invierno a las de verano. Así que iba a pasar todo el día allí hasta que terminara. Después de desayunar fuimos al centro de la ciudad a ver ropa de verano. Definitivamente la iba a necesitar para mi viaje a Tenerife. Ir de compras estuvo genial, aunque no me comprara mucho. Aun así me gusto pasar tiempo con gente que conocía de hace mucho tiempo. Por la noche ramos muchos más, todos los de la casa estaban en el jardín para comer barbacoa, algo que hacían de vez en cuando. Me encantaba el ambiente en esta familia. Cuatro generaciones en la misma casa, comiendo en la misma mesa. Algo nuevo y especial para mí, ya que soy una hija única que ha pasado mucho tiempo sola con papá y mamá. Todo el mundo me preguntaba sobre mi estancia en Francia y me gusto mucho hablar de ello, incluso cuando normalmente no me gusta que la gente se centre en mí. Pero esta vez sabía que había experimentado algo muy especial y me encantaba hablar sobre ello porque todo el mundo no paraba de preguntarme. Normalmente no es algo que me suela pasar, así que lo disfruté bastante.

Problemas de distancia

El hecho de que los primeros días en Alemania fueran tan caóticos me ayudo mucho en relación a mi mi pareja. Por supuesto, le echaba de menos. El hecho de no poder montarme en mi coche y llegar a verlo tras diez minutos conduciendo me entristecía, pero solo hacía una semana desde que le había dicho adiós y sé que mi carta y mi regalo le habían llegado al corazón más de lo que me esperaba. Era buena señal, porque ahora sabía lo que sentía por él y por esta difícil relación. Además, me dijo que intentaría visitarme antes de que me fuera a Tenerife, pero no sabía cuándo lo haría, porque tenía que terminar su tesis antes del finales de julio y todavía tenía mucho que hacer. Así que estaba ilusionada pero también pensaba que era posible que no viniera a verme. Esperaba que si que lo hiciera, porque sería muy difícil irme Tenerife sin haber visto a mi pareja de nuevo. El hecho de que viniera a visitarme significaba mucho, tanto para mí como para el futuro de nuestra relación. Si él hace novecientos kilómetros para venir a verme tan solo un fin de semana, eso significará que me quiere y que quiere que esto funcione. Si no, no sería una señal de que no le importaba, pero me sentiría un poco decepcionada y más insegura. Pero de momento no podía cambiar nada sobre eso, así que empecé a hacer ejercicio, a nadar y a correr de nuevo, disfrutando mi tiempo libre. El examen lo tenía una semana antes de irme a Tenerife, así que todavía tenía tiempo para descansar. Mientras, visité a mis abuelos, a mi madre y a mis otros amigos de vez en cuando, volviendo a mi antigua vida. Aunque yo hubiera cambiado más de lo que me esperaba. Ahora era más tranquila, segura y abierta a experiencias nuevas. Antes me pensaba las cosas durante horas; en cambio ahora, soy más espontánea y segura. Pero un problema que tenía era que mi cuerpo había cambiado un poco debido a mi semestre en Francía y tenía que perder todos los panes con chocolate y cruasanes que me había comido antes de ir a Tenerife.

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Una visita de Amiens

Un fin de semana de junio había una gran fiesta en toda la ciudad en la que estudiaba y vivía. Hacía muy buen tiempo y podías encontrar en toda la ciudad puestos de venta de comida, bebida, cócteles, productos caseros y escenarios con diferentes tipos de música. Era de los eventos más grandes de todo el año y nunca había estado en uno porque antes no vivía aquí, en Ratisbona. Esta vez no sabía si iba a ir, porque todos mis amigos de Ratisbona estaban en casa (desperdigados por Alemania) o todavía estaban haciendo su semestre fuera, así que no tenía a nadie para salir por ahí. Aunque pensé en darme un paseo por el centro del la ciudad sola. Un día recibí un mensaje de un amigo que conocí en Amiens, un chico de Sri Lanka que participaba en el programa Global Master y que fue a Ulm después de estar en Francia, dónde él vivía de momento. Había visto mi confirmación de asistencia al evento en Facebook y me preguntó si merecía la pena ir. Le dije que era una fiesta muy grande y que si venía tan solo a ver la ciudad ya merecía la pena. Obviamente, le convencí y me preguntó si podía quedarse en mi casa un par de noches. Como tenía dos habitaciones de invitados, le dije que se podía quedar. Me confirmó que vendría el sábado siguiente por la tarde. Estaba bastante ilusionada. No lo conocía mucho, pero se había venido con nostras al viaje de Normandía y me caía muy bien, era una persona muy graciosa y agradable. Estaba orgullosa de mí misma. Hace cinco meses nunca hubiera hecho algo así, y ahora no he tenido ni que pensármelo. El sábado por la mañana tenía pensado ir a Núremberg a una tienda outlet de ropa con mi mejor amiga, pero volveríamos por la tarde, para que mi amigo pudiera visitar la ciudad un poco. Él estaba acostumbrado a viajar solo y tenía unos veinticinco o ventiséis años.

Problemas en la autovía - Otro día con mi mejor amiga

Así que prepare la cama de la habitación de invitados antes de que mi amiga me recogiera para irnos a nuestro viaje de compras. Tardamos una hora en llegar a la pequeña ciudad de Herzogenaurach, donde todas las fabricas de productos deportivos importantes tenían outlets dónde podías comprar ropa de deporte muy barata si tenias suerte. La gran mayoría de veces era como siempre: pensabas que habías ahorrado dinero pero al final comprabas tantas cosas que apenas hay diferencia con las compras en tiendas normales, dónde hubieras comprado menos pero por el mismo dinero. Pero mi mejor amiga estaba loca por la ropa de deporte (casi siempre era lo que vestía) y yo quería hacer más ejercicio, así que era buena idea ir a comprar ropa allí. El camino era muy fácil, tan solo tenías que conducir hasta la autovía, coger la salida apropiada y en cinco minutos ya estabas en la tienda. Pero esta vez había un problema: la autovía estaba cerrada completamente durante todo el día, así que teníamos que hacer los últimos veinte kilómetros a Herzogenaurach por otro camino. No hubiéramos tenido ningún problema si no fuera porque no sabíamos otro camino, ni conocíamos la zona, ni mi GPS creyera que la autovía estaba abierta, ya que el único camino que nos marcaba era por la autovía. Estábamos un poco desesperadas porque los teléfonos móviles tampoco nos enseñaban ningún camino alternativo, así que fuimos hasta Núremberg, la ciudad cercana más grande, y volvimos a mirar los móviles. Tras más de cuarenta minutos y después de mirar posibles rutas encontramos un camino alternativo para ir a las tiendas outlet. Tenía miedo respecto al camino de vuelta, porque la autovía estaba cortada en los dos sentidos, pero de momento intenté centrarme en pasármelo bien con mi mejor amiga y comprar ropa barata.

Entramos a un centro comercial que tenía productos de Adidas, Nike, Puma... y nos tiramos unas tres horas comprando. Era agotador, pero también la mejor manera de comprar, porque todo estaba rebajado. Aunque a veces tenías que tener cuidado, porque muchos productos tenían taras o problemas. Tenía que haber alguna razón por la que había tanta rebaja. Aun así, la gran mayoría simplemente son de la temporada pasada y nadie los ha comprado en las tiendas normales. Tras terminar nuestras compras y quedarnos sin dinero decidimos volver a casa. El camino fue un infierno, ya que la autovía todavía estaba bloqueada y todo el mundo estaba yendo por la ruta alternativa. Había atascos constantemente. Mi amigo ya había llegado a Ratisbona y me había escrito un mensaje, pero tuve que decirle que yo tardaría un poco más en llegar a la ciudad. Me dijo que dejaría su equipaje en la casa de una amiga (la otra chica que había conocido en Francia conmigo) y que iba a darse una vuelta por la ciudad el solo. Luego me reuniría con él cuando llegase a la ciudad.

Hola de nuevo - Cultura alemana

Después de un trayecto de dos horas y media llegamos a mi apartamento y me despedí de mi mejor amiga. Ella iba a volver a nuestro pueblo natal y yo iba a coger el autobús para ir al centro de la ciudad. Llamé a mi amigo y me explicó donde estaba. Fue difícil porque no se sabía el nombre de los edificios ni de los sitios, así que solo podía decirme que estaba al final de un puente al lado del río en el césped de algo parecido a una isla. Por suerte, solo había un sitio así en toda Ratisbona, y después de cruzar la mitad del centro de la ciudad, lo encontré en un jardín de la isla de Jahn. Estaba contento de verme y me habló sobre sus primeras impresiones de la ciudad y de la gente. Por supuesto, también hablamos de los alemanes en general, porque él ya había pasado unas semanas en el que iba a ser su nuevo hogar para unos meses y había visto cosas sobre mi cultura un poco raras. Era interesante ver otro punto de vista de mi cultura, y como siempre, él era muy gracioso contando las cosas que había descubierto. Nos quedamos por el centro, nos tomamos una cerveza y disfrutamos del ambiente de este maravilloso sitio antes de adentrarnos en el centro de la ciudad y explorar el resto de la fiesta. Comimos algo y le enseñé un poco la ciudad. Era muy difícil enseñarle los edificios y los demás sitios porque había mucha gente por todos lados, pero lo que vio le gustó mucho.

Ya era muy tarde e íbamos a quedar con la otra chica alemana que había estado en Francia conmigo. Tenía que trabajar pero nos dijo que vendría cuando terminara, así que continuamos nuestro tour y encontramos un grupo que parecía bastante bueno, al lado de la Casa de Thurn y Taxis. Mientras estábamos ahí, le envié un mensaje a mi amiga diciéndole que íbamos a estar aquí hasta que ella viniera. Llegó pronto y nos alegramos de vernos. Nos tomamos un par de cervezas más y disfrutamos de la música hasta que se fue el sol y empezó a hacer frío. Decidimos ir a un bar del centro , dónde nos tomamos el último cóctel antes de que mi amigo y yo cogiéramos el autobús para ir a mi casa, la que estaba a las afueras del centro de la ciudad. Le enseñe la casa y el fue a dormir. Después de darme una ducha también me fui a dormir. La mañana siguiente tenía que levantarme pronto porque mi madre y su pareja quería venir conmigo a la fiesta. Mi amigo me dijo que no había problema porque quería explorar la ciudad un poco a solas. Quedamos en vernos por la tarde para ir al Walhalla, un edificio muy bonito que estaba a las afueras de la ciudad que parece la Acrópolis de Atenas y desde el que se pueden ver unas vistas increíbles de Ratisbona.

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Visitando Walhalla - la Acrópolis alemana

Por la mañana, mientras dormía, pude escuchar como mi amigo se duchaba y se iba de la casa. Nunca hubiera pensado que se iba a ir antes que yo, pero obviamente quería explorar la ciudad. Me preparé un poco después y me puse esperar a mi madre. Vino en coche y cogimos el autobús hacia el centro de la ciudad, porque durante la fiesta era imposible encontrar aparcamiento en el centro. Paseamos por el centro de la ciudad, miramos las cosas que vendían en los puestos, miramos la decoración de los escaparates y disfrutamos de las vistas junto al río. Después de un rato nos pusimos a buscar algo para comer, lo que fue difícil, porque había puestos de todo. Además, había mucha cola porque era hora de comer, pero encontramos algo delicioso que comer sin tener que esperar mucho. Y eso es lo que hicimos. Mi madre se cansó enseguida porque no le gustan las multitudes y estaba lleno de gente, porque no solo era domingo sino que el tiempo acompañaba. Así que le escribí un mensaje a mi amigo para ver si había terminado y le dije que iba a volver a mi apartamento y que podíamos ir a Walhalla cuando el quisiese. Me dijo que estaba cerca de la estación de autobuses y que podíamos coger el mismo tren. Así que fui allí a esperarle. Llegó a tiempo y cogimos el autobús juntos. Mi madre y su pareja no daban mucha vergüenza, y al llegar se despidieron y se fueron a su casa.

Nos montamos en mi coche y fuimos a Donaustauf, un pueblo pequeño que estaba al lado del Walhalla. Me sabía el camino de memoria, pero como habían cambiado un tramo de la ruta tardamos un poco más en llegar. Libamos un poco agobiados por el tiempo, porque él tenía que volver en tren y tan solo quedaban dos horas para cogerlo. Pero como tenía todo el equipaje en mi coche, solo tenía que llevarlo a la estación de trenes y sabía que en coche podía hacerlo. Aparcamos al lado del Walhalla y subimos las escaleras. Él se quedo muy impresionado con el edificio (igual que yo la primera vez que lo vi) y empezó a echar fotos (algo que a él le apasionaba). Rodeamos el edificio y disfrutamos de la maravillosa vista que había. A lo lejos se podía ver toda Ratisbona, los pueblos que la rodeaban y toda la naturaleza de alrededor. Dentro vimos todos los nombres y bustos de alemanes famosos. Lo más triste es que él conocía a mas gente que yo, y me dio una clase de historia alemana a mi, una alemana. Decidí leer más sobre historia alemana cuando tuviera tiempo libre para ello. Tras hablar de cada una de las personas que estaban representadas en el pasillo, fuimos afuera y nos sentamos un poco. Pero pronto llego la hora de irnos y de ir a la estación de tren, así que nos fuimos e intenté acordarme del camino de vuelta. Llegamos unos veinte minutos antes de que el tren se fuera y mi amigo me dio las gracias por el fin de semana y se fue. Había sido un fin de semana increíble para mi también. Era agradable ver que el Erasmus no termina cuando te vuelves de tu país de destino, ya que el Erasmus te sigue a ti. Algo que ya había notado al enamorarme de mi pareja, pero esta vez era diferente y de verdad me había encantado la experiencia. Ahora era hora de que mi pareja viniera a visitarme. Esperaba que todo fuera bien antes de irme a Tenerife.

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