Un día perfecto - Parte 1
Levantarme con mi pareja al lado la mañana siguiente fue algo maravilloso. Por desgracia, solo iba a pasar una vez más, ya que se iba el día siguiente. Pero intenté ignorar ese hecho para disfrutar de este momento especial. Nos quedamos en la cama un poco, pero a las diez de la mañana nos levantamos porque queríamos ir a Múnich para visitar el estadio Allianz Arena y el centro de la ciudad. Desayunamos un poco de pan, fruta, cereales y café, nos dimos una ducha y nos preparamos para el día. Solo teníamos este día para hacer algo especial, así que teníamos que darnos prisa. El trayecto en coche hasta Múnich era de tan solo una hora, pero tardaríamos más en llegar al centro de la ciudad, ya que iríamos en metro.
Viaje a Múnich
Nos pusimos a hablar en el coche de camino a la ciudad bávara. Mi pareja estaba fascinado con las vistas, especialmente con el gran número de turbinas eólicas y sistemas fotovoltaicos que estaban instalados a los lados de la autovía. Él estaba escribiendo su tesis final sobre algo parecido, así que estaba interesado en todas esas cosas. Por desgracia no podía responder ninguna de sus preguntas acerca de cuanta energía renovable se usaba en Alemania. También hablamos de coches, de Alemania en general, cosas graciosas sobre la gente alemana, etc. Siempre encontrábamos algo gracioso sobre lo que hablar o reír, por eso pensaba que él era mi alma gemela. Nunca había encontrado una persona así en mi vida y cada minuto que pasaba con él, esperaba que pudiéramos estar juntos para siempre. Pero de momento no sabía si iba a pasar, así que intenté disfrutar del presente y estaba deseando enseñarle Múnich. Hacía muy buen tiempo (y demasiada calor) y apenas había nadie por la calle porque era domingo por la mañana. Llegamos a Froettmaning a las doce del mediodía, y de ahí fuimos al aparcamiento gratuito. Froettmaning también es la zona dónde está el Allianz Arena, así que era el punto perfecto para empezar nuestro trayecto. Podíamos dejar el coche aquí, visitar el estadio y después coger el metro hacia el centro de la ciudad. Además, nos ahorraríamos unos 15 euros del parking y no tendríamos que agobiarnos conduciendo por el centro de Múnich, ya que incluso en domingo había mucho tráfico.
Allianz Arena
Salimos del coche y nos dimos cuenta de que teníamos un gran camino por recorrer hasta llegar al estadio. Mi pareja me dijo (cuando todavía estábamos en el coche) que estaba seguro de que había un aparcamiento al lado del estadio, pero era un poco raro. Parecía que ese aparcamiento era para gente VIP o algo así, así que dejé el coche en el aparcamiento público. Mientras andábamos hacia el gran edificio, pude ver que hubiera podido dejar el coche ahí mismo, y él también me lo estaba diciendo. Pero era muy tarde para ello, y tan solo habíamos tardado unos quince o veinte minutos. El único problema era el calor que hacía. Era la hora de comer, ya eran las doce del mediodía y estábamos muertos de calor. Además, no había ningún tramo en la sombra y teníamos que subir una pequeña cuesta. Pero como ambos éramos jóvenes y hacíamos ejercicio de vez en cuando no tuvimos ningún problema. Después de un rato llegamos al estadio Allianz Arena. Es un edificio impresionante con una forma muy rara. Como mi pareja es un fanático del fútbol, estaba muy contento de estar aquí. Entramos al edificio, pero por desgracia no podíamos entrar al estadio sin pagar un montón de dinero por un tour guiado. Así que fuimos a la tienda de recuerdos. Me sorprendieron bastante los altísimos precios y la gran variedad de productos que tenía. Incluso tenían accesorios para tu lavadero con el logo del Bayern de Múnich. No compramos nada, por supuesto, así que seguimos nuestra visita hasta el museo interactivo del Bayern de Múnich. Desde afuera parecía muy interesante, pero cuando vimos la gran cola y el precio de la entrada se nos quitaron las ganas de verlo.
Dejamos el museo y encontramos una cafetería que vendía comida y bebida a precios sorprendentemente normales. Como estábamos en Alemania y mi pareja estaba loca por la cerveza, nos tomamos dos cervezas mientras descansábamos un poco. Había muchas familias y mucha gente teniendo una comida típica bávara, además de la gente que estaba esperando a hacer tours guiados. Podíamos ver un trozo del estadio a través de una ventana, donde había una pantalla en la que se reproducían escenas de partidos de fútbol que se habían jugado en la Allianz Arena. Cuando terminamos nuestra cerveza salimos fuera, hasta las escaleras y decidimos subir un piso más. Era al último piso al que se podía subir, porque los pisos superiores eran salas para miembros VIP y otras cosas a las que la gente normal no tenía acceso. No encontramos nada especial ahí, solo una pequeña tienda de recuerdos que vendía cosas relacionadas con el Allianz Arena y Seguros Allianz (pero no vendían seguros, obviamente, pero había gorras y bufandas) que eran increíblemente caras. Miramos un poco las cosas pero nos fuimos de la tienda sin comprar nada. Como ya lo habíamos visto todo nos volvimos al aparcamiento, porque al lado estaba la entrada a la estación de metro. Antes de llegar nos echamos un par de fotos juntos y del otro, para tener un recuerdo de la visita.
Tiendas y mercados cerrados - pero la diversión sigue
Cogimos el metro hacia el centro de la ciudad. El trayecto duraba unos veinticinco minutos. Mi pareja ya estaba acostumbrada a coger el metro en París, así que no era nada nuevo para él. Durante el trayecto miramos a la gente de alrededor y él no paraba de reírse cuando el conductor decía cosas como: "Atención, cierre de puertas". El acento cerrado bávaro del conductor le parecía muy gracioso. Me encantaba todo lo que habíamos hecho de momento. Aunque no hubiéramos hecho mucho, para mí ya era un día perfecto. Llegamos a Marienplatz y salimos de la estación de metro. Fuera había un montón de gente, un escenario y música; algo que no era normal en esa zona. Después de unos minutos descubrí que había una fiesta del Orgullo Gay ese fin de semana. A mi pareja no le hizo mucha gracia, así que nos echamos fotos en el ayuntamiento y continuamos el camino. Como el Viktualienmarkt está al lado de Marienplatz decidimos ir, aunque al ser domingo, estaba cerrado. No sabía que cerraban, aunque nunca había venido a Múnich un domingo. Él no se sintió muy decepcionado, así que le explique que era un mercado en el que podías encontrar frutas, especias, verdura, zumos recién hechos, quesos, carne, plantas, decoraciones y muchas más cosas. Lo que hacía que este mercado fuese tan especial era que tenía frutas de todas partes del mundo durante todo el año. Por supuesto, cuando no es temporada algunas frutas son carísimas, pero la calidad siempre es buena y la gente que las vende se esfuerzan mucho en que tengan buena pinta. Normalmente no compro nada cuando vengo, pero esta genial poder ver frutas tan exóticas.
Como no había nada que ver seguimos el trayecto, intentando atajar hasta llegar a la famosa plaza Platzl. No estaba tan lejos de Viktualienmarkt, pero no me acordaba del camino porque siempre que había ido allí iba con mi madre, así que nunca había prestado atención. Después de dos intentos encontramos la calle que nos dirigía directamente a la plaza turística número uno. Aquí podías encontrar el Hard Rock Café de Múnich, un Hofbräuhaus, tiendas de recuerdos de los equipos de fútbol de Múnich y restaurantes y tiendas de Alfons Schubeck, un famoso cocinero bávaro. No me gusta venir aquí normalmente, porque todo está lleno de turistas y todo es muy caro. Sin embargo, como teníamos mucha hambre y mi pareja quería comer algo tradicional, la primera cosa en la que pensé fue en el Hofbräuhaus. Aunque sea muy turístico, hay comida bávara muy buena, y el ambiente es muy bueno también.
Hofbräuhaus
Entramos al Hofbräuhaus y no sabía si podríamos sentarnos, ya que siempre estaba a reventar, incluso cuando eran las tres de la tarde. No quería sentarme dentro porque había mucho ruido y estaba muy oscuro, sobre todo cuando los músicos empezaron a tocar música bávara. Así que fuimosafuera al jardín de cerveza a ver si había una mesa libre. Todo el mundo quería sentarse afuera porque hacía muy buen tiempo, y en los sitios que estaban en la sombra se estaba muy a gusto para comer. Pero como éramos solo dos, no nos costó mucho encontrar un sitio. Simplemente le pregunté a una familia si podíamos sentarnos en su mesa. No me gusta tener que hacerlo, pero en Múnich tienes que preguntar o si no tendrás que esperar una mesa durante horas. La familia parecía italiana, así que no nos importaba que estuviéramos cerca ya que no entendían lo que decíamos, y tan solo eran turistas. El camarero vino, pedimos la bebida y empecé a explicarle el menú a mi pareja. Fue bastante complicado porque no sabía mucho vocabulario culinario, ya que tampoco había muchas palabras bávaras en francés. Pero como él no comía cerdo, no fue muy difícil elegir un plato que le gustase, ya que solo había dos o tres sin cerdo. Me dijo que eligiera por él, así que pedí el plato más tradicional que encontré para él, y otro plato tradicional con cerdo para mí. Hablamos de lo bien que había ido el día de momento, y me dijo que Múnich le gustaba mucho y que el ambiente en el jardín de cerveza era increíble. Contenta de escuchar eso, me puse a contarle cosas sobre el estilo de vida bávaro. Estaba fascinada con lo interesado que estaba en todo eso, especialmente en los hechos históricos y me encantaba poder contarle todo lo que sabía sobre el tema.
Después de esperar un poco, nos pusieron nuestra comida; esperaba que le gustara su plato: ternera marinada con albóndigas. Para mí había pedido cerdo asado, el plato más tradicional de Alemania. A él le gustó la comida y a mí también. Después de haber estado en Francia no había podido comer platos bávaros porque hacía mucho calor para cocinar algo parecido en casa y mi madre y yo habíamos estado muy ocupadas visitando a mi abuela. No hablamos mucho mientras comíamos, pero era una comida perfecta. Cuando terminamos, él se pidió otra cerveza y continuamos disfrutando el ambiente del jardín un poco más. Estaba fascinado con la comida y con la música que estaban tocando en directo. Además, también le gustaba mucho la ropa tradicional que llevaban los camareros, así que le conté información curiosa al respecto. Estaba muy feliz con que su viaje a Múnich le gustara tanto y esperaba que el resto del día siguiese igual de bien. Pensaba que eso afianzaría nuestra relación mucho más. Después de nuestra segunda cerveza dejamos el Hofbräuhaus para tomarnos un helado o algo así. Era por la tarde pero el sol todavía estaba brillando y hacía mucho calor, así que necesitábamos algo fresquito para seguir nuestro camino.
Galería de fotos
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- English: The Perfect Day - Part I
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