Reunión en Alemania
Buenas noticias
Este fin de semana turbulento con mis amigos y mi familia me había ayudado a olvidar lo mucho que echaba de menos a mi novio después de tres semanas sin verlo. Pero después, tenía tres semanas sin nada que hacer. Tan solo tenía dos fiestas de cumpleaños y un examen de derecho, y estaba bastante asustada, porque no sabía cómo iba a ir. La primera fiesta de cumpleaños era la semana siguiente, cuando las gemelas de mi pueblo cumplían 21. Fui al centro de la ciudad a comprar un pequeño regalo y el día siguiente fui a la fiesta en coche. Fue una noche tranquila con poca gente. Casi todos eran antiguos compañeros de clase del colegio. Estuvo bastante bien verlos de nuevo, pero como una de las gemelas tenía que trabajar el día siguiente y solo estábamos haciendo una barbacoa, la fiesta terminó antes de medianoche. Estaba contenta con eso, porque todavía tenía que hacer 40 kilómetros para volver a Ratisbona. Cuando vi a todas mis amigas con sus parejas en la fiesta fue muy difícil para mí el no echar de menos a la mía y me puse un poco triste. No entendía porque no podía tener una relación normal como la que tenía todo el mundo de mi alrededor. ¿Por qué elegí la opción más complicada y me enamoré de una persona que está a 900 kilómetros de distancia? A veces tengo dudas sobre ello, y no soporto la idea de pensar si va a funcionar o no en un futuro. O yo tenía que irme a estudiar a Francia o él tenía que venir a trabajar a Alemania, algo que era bastante improbable sin conocimiento de inglés o de alemán. Pero de momento tenía que centrarme en mis prácticas como becaria en Tenerife y esperar que él viniera a visitarme, demostrándome que nuestra relación tenía futuro.
Esa señal que había estado esperando en relación a nuestra relación vino antes de lo que me esperaba. Todo el tiempo que estuve en Alemania esperaba que el cogiera un vuelo o un tren o algo, pero no le gustaba planear cosas, así que dejé de decirle que lo hiciera. El día de después del cumpleaños me preguntó si estaba libre el fin de semana siguiente, porque estaba pensando en venir a visitarme. De primeras no entendí el contenido del mensaje, hasta que mi cerebro acabó procesando la información. De verdad quería venir a verme. Antes de pensar en todos los problemas que podrían surgir, me centré en lo feliz que me hacía. Me dijo que había encontrado a alguien en BlablaCar que iba hasta Núremberg y que, por supuesto, tenía que ir a recogerlo. El único problema es que era posible rechazar pasajeros en BlablaCar, y que el viaje era a las siete de la mañana. Mi pareja no era el tiempo de persona que se levanta pronto por la mañana. Sabía que tenía que alegrarme de que fuera a venir a verme, pero no podía parar de darle vueltas a todos los posibles problemas. Pero problemas aparte, me di cuenta de que me sentía muy presionada y tensa, ya que ahora sabía que nuestra relación era importante para él y que su no plan no era estar con una chica alemana tan solo unos meses. Eso me hizo bastante feliz y me sentí optimista de cara al futuro.
Día de llegada
La eterna espera
Estaba muy emocionada a tan solo unos días del sábado de llegada. Le dije a todo el mundo que mi pareja iba a venir a verme y todos estaban muy contentos por mí, porque yo creo que secretamente nadie creía que mi relación fuera de verdad. Pero eso no me molestaba, porque yo también había tenido dudas sobre ello, ya que era muy difícil para mí vernos a los dos juntos en un futuro. Pero quería disfrutar del momento y sabía que me lo iba a pasar muy bien estos dos días juntos. Siempre que estaba con él era increíble. Después de una noche sin poder dormir y de levantarme a las siete de la mañana, porque quería cerciorarme de que él llegara a tiempo, preparé mi apartamento un poco. Sabía que a él le daba igual lo limpio que estuviera, pero igualmente limpié y ordene un poco y decidí salir antes para Núremberg, ya que no podía esperar en casa hasta que el viniera a las tres de la tarde. Me di una ducha y salí de camino a Núremberg. No estaba muy lejos, tan solo tuve que conducir durante una hora, y tras eso llegue a la estación de tren. Dejé mi coche en el aparcamiento de la estación y como ya era hora de comer entre al centro comercial, que formaba parte de la estación de tren y busque algo que comer. Debido a la falta de opciones, tuve que comer en McDonalds. Comí muy poco porque estaba muy nerviosa. No sabía qué hacer por la tarde. No quería irme de comprar y tampoco quería ir al centro de la ciudad, porque no la conocía mucho. Pero como hacía muy buen tiempo fui al centro de la ciudad, que estaba a tan solo una calle de donde me encontraba. Como era sábado había mucha gente paseando y de tiendas y un montón de artistas callejeros haciendo demostraciones y cosas así.
Paseé un poco, entre en un par de tiendas y me comí un helado. Me senté en una zona peatonal a disfrutar del sol mientras estaba intentando tranquilizarme un poco. Mi pareja me envió un mensaje diciendo que iba a llegar un poco más tarde de lo esperado, alrededor de las cinco de la tarde. Me decepcionó un poco, porque significaba que tenía que esperar dos horas más aburrida sin saber qué hacer. Me quede un rato más en el sol, pero después de que intentaran venderme un libro religioso o pedirme dinero por una tercera vez volví a la estación de tren para explorar un poco las tiendas. El tiempo no pasaba y yo mientras esperaba... y esperaba. Mientras, llamé a mi padre, que me contó que ya habían vuelto a Alemania después de su viaje a Escandinavia, que duró unas tres semanas. Le dije que mi pareja iba a venir a verme este fin de semana y que luego iba a ir a verlo después. Como siempre, este fin de semana y los días posteriores estaban repletos de eventos: mi pareja, tenía el examen el día después de que él se fuera y el día de después de este era el cumpleaños de mi madre, quien quería que fuese a Múnich con ella. Al menos era mejor que quedarme sola en casa pensando sobre mi problemática relación a distancia.
Finalmente aquí
A las cinco de la tarde recibí el mensaje más bonito de todo el día: que mí pareja ya había llegado y me estaba esperando en la estación de tren. Salí y fui a su encuentro, lo que no resultó nada fácil dada la cantidad de gente que había en la estación Pero entonces lo vi, y me fue muy difícil no salir corriendo para estar a su lado antes. Me vio después de un rato, pero sonrió inmediatamente y me besó como saludo. No sé si alguna vez había sido tan feliz en mi vida. En ese momento podría haber abrazado al mundo entero. Hablamos sobre su viaje y sobre lo que yo había hecho todo el día. Como no quería meterse en un coche directamente, ya que acababa de bajarse de uno, cruzamos la calle y dimos un paseo por el centro de la ciudad. La ciudad ahora parecía preciosa, cuando antes parecía monótona y aburrida. Era increíble lo maravilloso que me parecía todo cuando estaba con él. Nos comimos un helado y me resultó muy gracioso ver cómo se lo comía, porque hacía mucho calor por la calle y él no parecía muy acostumbrado. Nos lo pasamos muy bien cuando nos sentamos un rato al lado del río a ver el paisaje y deseaba que el tiempo se parara en este momento. Pero obviamente, no lo hizo. Continuamos nuestro paseo por Núremberg, disfrutando de los rayos de sol y hablamos sobre los alemanes, Alemania y más cosas. Era increíble el tenerlo aquí conmigo. Era como mi alma gemela, ya que teníamos la misma forma de ser, nos reíamos de las mismas cosas y podíamos tirarnos horas hablando. Se había convertido en el mejor fin de semana de todos incluso cuando solo era un día y dos noches. Esperaba que él también se lo pasará tan bien como yo me lo estaba pasando.
La primera noche
Continuamos nuestro paseo por la ciudad y paramos en un pequeño restaurante para tomarnos una cerveza. Bueno, él se tomó una cerveza porque la cerveza alemana es la mejor, por supuesto, aunque yo me tomé un refresco. Nos sentamos un rato, hicimos planes para el día siguiente y hablamos sobre la ciudad y sobre la gente que pasaba. No podía parar de pensar en lo feliz que me hacía tenerlo en Alemania. En mi apartamento tenía miedo de despertarme y descubrir que todo era un sueño. Cuando pasábamos tiempo juntos siempre me aseguraba de que pudiéramos estar tranquilos para que nuestra relación pudiera seguir adelante mucho más tiempo. Sin embargo, me di cuenta de que podría pecar de ingenua al pensar eso, así que traté de no pensar en el futuro para poder disfrutar del presente. No sabía qué pensar y qué actitud era la mejor para afrontar esto, pero sabía que me estaba gustando este fin de semana. Pagamos y continuamos nuestro recorrido. Después de un rato no sabía dónde estábamos. Entramos a algunas tiendas porque él quería ver los precios de Alemania y dimos un paseo durante mucho tiempo. Después de un rato estábamos cansados y queríamos a la estación de tren para montarnos en el coche, pero no sabíamos por dónde era. Mi pareja pensaba que sabía el camino (por supuesto), pero después de un rato nos dimos cuenta de que estábamos perdidos. Puse el GPS de mi teléfono móvil y encontramos la manera de volver a la estación de tren. Estábamos a una media hora, ya que habíamos andado mucho.
Decidimos volver a Ratisbona para ir a un restaurante del centro de la ciudad, porque no me sabía ningún sitio bueno en Núremberg. Tardamos una hora en volver (el camino de la estación de tren a la autovía era un poco complicada) y fuimos directamente al centro de la ciudad. Estaba feliz de tener la posibilidad de enseñarle mi nuevo pueblo, e incluso cuando ya era de noche, le gusté bastante. Fuimos a mi restaurante italiano favorito, que estaba justamente en el centro de la ciudad, así que tuvimos que pasear un poco. Incluso si él estaba cansado por el viaje y demás nos reímos mucho y le fui diciendo en francés información interesante sobre la ciudad y su historia, algo que no fue fácil para nada, ya que no sabía vocabulario suficiente para ello. Él se reía mucho de mí, porque yo utilizaba las palabras incorrectas o me inventaba palabras y sabía sin duda alguna que esto era lo que había echado de menos estas últimas semanas. Nos comimos una pizza increíble en mi restaurante favorito, que a él también le gustó mucho. Después, le enseñé un poco más la ciudad. Fuimos al río y a la catedral, que estaba preciosa de noche y pude ver lo mucho que le gustó también. Al rato, estábamos tan increíblemente cansados que decidimos volver al coche para poder ir a casa. Estaba deseando quedarme durmiendo a su lado y despertarme a su lado la mañana siguiente. Es algo que llevo soñando desde que me fui de Francia. Hablamos un poco sobre el día siguiente, vimos un poco la televisión alemana (de lo único que él se reía era de lo raro que sonaba el alemán) y nos fuimos a dormir pronto. Nunca había dormido tan bien en mi cama, fue mágico.
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