Papeleo Erasmus: ¡sálvese quien pueda!

¡Bah, no te asustes por el título! Se supone que entregar todo el papeleo necesario para el Erasmus debería ser algo sencillo para un estudiante universitario.

Sin embargo, mi larguísima experiencia universitaria me ha enseñado que los problemas vienen de Secretaría.

¡Ya me lo avisaron!

En una reunión para futuros Erasmus en Roma, nos avisaron de que no importa cuál sea tu destino, el papeleo será como tener piedras en los zapatos.

Todo iba bien.... ¡hasta hoy!

A pesar de las advertencias, yo me fiaba de mi nueva universidad, ¡todo iba bien!

De ilusión también se vive

Mira, desconfía de todo y de todos. Si tiene que ver con la universidad, más. Yo no acabé con piedras en los zapatos, sino con pedruscos.

¿Qué pasó?

Más bien, qué no me pasó. Un mes de después de comenzar mi estancia, me enteré de que no era una estudiante Erasmus, sino una "investigadora invitada" por la universidad.

Y lo peor no es eso, sino que el papeleo que había entregado con tanto cuidado y mimo había desaparecido. No existía. O peor aún, me tomaban por loca. Tuvieron la poca vergüenza de dejarme por tonta.

No me gusta hablar de cosas negativas, y ni mucho menos lamentarme, pero es que me veo en la obligación de prevenirte a ti y a todos los futuros estudiantes. Quiero que mi mensaje quede claro no, clarísimo: cerciórate de que todo vaya sobre ruedas, aunque te digan que sí.

¡Todas las universidades son iguales!

Te voy a resumir todo lo que podría soltar por la boca en una sola frase: da igual de qué universidad seas, ¡siempre falla algo! Y te lo digo por experiencia.

De verdad que intento mantener la esperanza de que haya un lugar donde todo funcione como tiene que ser, pero ¡es que por más que lo he buscado, no lo he encontrado!

Mi "experiencia Erasmus"

Contarte mi experiencia no va a ser fácil, querido, pero ¡allá voy! Se me humedecen los ojos solo de pensar lo duro que ha sido en los últimos días correr un tupido velo para así evitar volverme loca por la pena que siento. Me ha decepcionado tanto el comportamiento de mi universidad, la Universidad del Foro Itálico de Roma, y mi universidad de destino Erasmus...

¡Qué falta de profesionalidad! A quien se le diga que a pesar del tiempo que he pasado en Barcelona de Erasmus, no lo he sido... ¡ni con todo el derecho del mundo!

Pepeleo Erasmus: ¡sálvese quien pueda!

Pepeleo Erasmus: ¡sálvese quien pueda!

Pepeleo Erasmus: ¡sálvese quien pueda!

¡Todo por un documento que nunca enviaron!

¿Cómo es que no fui una estudiante Erasmus si legalmente había conseguido mi plaza? Pues, básicamente, por un error del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad del Foro Itálico de Roma, que no entregó lo que tenía que entregar a mi universidad de destino.

Vamos, que metieron la pata. Encima, el papeleo que supuestamente enviaron era para el primer cuatrimestre, cuando yo nunca hubiera aplicado, pues estaría de prácticas en Noruega. Es que, de verdad... No sé cómo acabará todo esto. Solo sé que he tenido que ir contra viento y marea, mantenerme firme ante las adversidades.

Te voy a contar unas pocas:

  • Lo primero de todo, y lo más doloroso, es que perdí a mi abuelo, con el que tenía una gran relación. No pude despedirme de él ni en el funeral, pues el sacerdote fue más rápido que mi avión. ¡Qué falta de humanidad!;

  • desde el punto de vista económico, es como si hubiese tirado el dinero. ¿Cómo me avisan del problema cuando ya llevo casi un mes en España? Tenía firmado el contrato del piso, había dado la fianza... Estaba atada de pies y manos hasta junio, el final previsto de mi Erasmus. A esto hay que sumarle lo que implica pasar tantos meses fuera de casa. Aunque de haber sido así, no hubiera vivido nunca la experiencia Erasmus;

  • no quiero tratar temas personales, pero viví un romance del que empecé a escribir. Sin embargo, con la muerte de mi abuelo, todo se quedó en el tintero;

  • no me permitieron ser una estudiante Erasmus corriente, sino solo una "investigadora invitada" que, habiéndolo sido ya en mi universidad, no es algo que me hiciera especial ilusión. Pero es que esa no es la cuestión. Yo me había currado mi plaza Erasmus, ¡tenía todo el derecho del mundo a disfrutar de ella!

En fin... A pesar de todos los males que me han venido de golpe, prefiero ser positiva y no dejarme llevar por los sentimientos negativos. Quizá algún día actualice este artículo y escriba más aventuras...

¡Pero eso no es todo!

Al recibir el email del Departamento de Relaciones Internacionales de mi universidad en el que me comunicaban lo sucedido, me tuve que reír.

¿Quién me explica cómo es posible que los responsables de esta situación se pongan en contacto conmigo, la estudiante, para preguntarme qué pasa en vez de preocuparse de hablar con sus homólogos de la otra universidad? ¡Me reí por no llorar! Y mira que motivos para hacerlo no me faltaban.

Aun así, habiéndome informado bien con la policía italiana y la española, supe que no podía llevar a juicio a los responsables de esta situación.

Al menos por la vía penal. Por tanto, hablé con un abogado y lo puso al corriente de todo. Mi universidad me había causado un daño económico importante que debía reparar. Y no solo eso, sino que con el lío, me perjudicó también a la hora de elaborar mi trabajo de fin de carrera.

¿Cómo reaccionaron los responsables de la universidad de destino?

Sin ningún tipo de empatía y profesionalidad, diría yo.

¿Qué me dijeron?

Teniendo en cuenta lo que les pregunte:

  • Si había alguna manera de hacer una excepción y así aceptar mi solicitud aunque estuviera fuera de plazo, ya que yo no tenía la culpa de lo que ocurrió;

  • y por tanto, poder presentar una nueva solicitud, aunque el tiempo de mi estancia se viera reducido.

Ellos, desde un principio, se hicieron los suecos. Me tomaron como una pesada que solo quería molestar.

¡Nada bien!

Y cuando hablo de ellos, me refiero en concreto a una mujer: la responsable del Departamento de Relaciones Internacionales de la INEFC (Instituto Nacional de Educación Física de Cataluña). Nunca estaba en su despacho. ¡Había que esperarla mínimo unas dos horas!

Yo siempre la esperaba en la puerta de las escaleras, esperanzada en que de un momento a otro volviera a su oficina.

Sabrás que Barcelona se encuentra en el centro de Cataluña, la región española que tanto ansía la independencia, ¿no? La universidad está a unos pasos de Plaza España, cerca del museo de arte de Montjouic.

Escusas y mentiras

Si estoy tan enfadada con esta "señora" no es solo porque me haya demostrado no ser digna del puesto que ocupa, sino también por no haberme dado la más mínima opción de solucionar el problema. A eso hay que sumarle que me engañó la muy mentirosa. ¡Con el tiempo lo he podido demostrar! Es tan enrevesado todo que te lo voy a explicar de la forma más sencilla.

De esta manera no me enrollo mucho. ¡Ahora entenderás de dónde viene mi inquina!

No te lo creerás, pero la situación me creó un estrés psíquico y físico brutal...

Contexto

Al día siguiente de llegar a Barcelona, yo toda contenta por estar oficialmente de Erasmus, me pasé por la universidad a presentar el certificado de llegada.

Pepeleo Erasmus: ¡sálvese quien pueda!

Fue entonces cuando conocí a la mujer que aceptó el documento, asegurándome que no habría ningún tipo de problema con el papeleo.

Una solicitud de Roma

Pues bien, resulta que más de un mes después, recibí un email de Relaciones Internacionales de mi universidad en el que, con urgencia, me pedían el certificado de llegada a Barcelona. Si no el original, una copia, daba igual.

Empezaban los follones. Yo, tranquila y confiada, me acerqué a la Secretaría de la INEFC.

El primer día, no conseguí hablar con Mireia, la "profesional responsable". Parece ser que nunca estaba en su despacho... Siempre me decían que estaba en su hora de descanso. ¡Y menudos descansos que se pegaba! ¡Más de dos horas! Bueno.

Total, que al día siguiente, ya con prisas (no podía hacer esperar más a mi universidad), me vi obligada a interrumpir la conversación tan apasionante que tenía mi querida Mireia en el pasillo con un hombre. ¡Llevaba ya más dos horas dándole a la lengua! O bueno, tonteando, me atrevería a decir.

Vale que no estuvo bien de mi parte, pero no había necesidad de ser tan maleducada. Bastante tiempo había perdido yo por su verborrea.

Su contradicción

¡Ea! ¿Recuerdas lo que me dijo cuando le entregué el certificado de llegada? Pues me suelta: "¿Estás segura de que me entregaste el papel? ". Ehmmm... ¿hola?

Antes de que me diera tiempo a responderle, me dice: "¡No puedo acreditar tu llegada como Erasmus porque tu universidad no ha presentado ninguna solicitud! ". La madre que la trajo.

¿Cómo sabía de lo que le estaba hablando si aún no me había dado tiempo a hablarle del certificado de llegada en concreto? ¡Solo le di a entender que necesitaba los documentos que le había entregado! Ahí queda eso. Lo que más me molesta es que, indirectamente, me dejara por mentirosa.

Denuncia a la policía

Tras intentar varias veces encontrar una solución al problema y haber perdido el tiempo con reuniones y llamadas inútiles, decidí presentar una denuncia en comisaría.

Hablé con la policía de Roma y con la de Barcelona, y las dos me dijeron lo mismo: no es cosa de la policía, no se había infringido el código penal. En cambio, un abogado sí podría estudiar los daños psicológicos y económicos que sufrí.

AAA Abogado

Nunca he tenido problema en contactar con un abogado de confianza cuando he sufrido algún abuso por parte de las universidades. Ya tomé medidas contra la Universidad Magna Graecia de Cantanzaro. Reconozco que las consecuencias de su incompetencia fueron mucho peores. En este caso, y dado el poco dinero del que disponía, lo dejé pasar. Eso sí, ni perdono ni olvido.

Por temas de trabajo, hubo una época en la que tuve una protección jurídica que me cubría las espaldas, siempre dispuesta a defenderme. Digamos que tuve un jefe con el que me tuve que hacer respetar. Desafortunadamente, cuando dejé el trabajo, me quedé sin amparo.

Qué iba a hacer entonces si quien me hubiera podido echar una mano no hablaría italiano... Vamos, que renuncié por el momento a recurrir a la justicia.

¡Aún hay más!

Como soy tan cabezona, busqué un trabajo que me permitiese algún día poder presentar una denuncia. Pero no hubo suerte. Justamente la falta de dinero es una de las razones por las que no pude abrazar por última vez a mi abuelo antes de que muriera...

¡Desde Barcelona con amor!

Espero poder editar este artículo algún día con buenas noticias. ¡Esto significará que no siempre vence el más fuerte, sino quien tiene la razón!

Un último consejo

¡Ten cuidado con el papeleo Erasmus! Hay que preocuparse de que todo esté correcto. Solo así disfrutarás sin problemas de tu estancia, lo que no he podido hacer yo. ¡Cómo me gustaría volver a vivir el Erasmus por primera vez!

Pero bueno, las cosas vienen como vienen. ¡Gracias a todos los que seguís mis peripecias y leéis mis artículos! Ironías de la vida: ¡fui la primera de toda mi promoción Erasmus en llegar a su destino!

¿Tendrá algún significado? Qué pena tener que renunciar al título de estudiante Erasmus por culpa de personas incompetentes...

Pondré todo de mi parte para que el próximo artículo que escriba sea mucho más alegre y pueda ayudarte a resolver algún que otro problema. De todas formas, ¡siempre puedes hablarme por privado o dejar un comentario!

¡Nos leemos!

¡Hasta la próxima!


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