Mi viaje a París

Olvidad las reglas de etiqueta a la hora de sentarse a la mesa (aunque siempre sea aconsejable conocerlas), hay cosas más importantes que aprender cuando se trata de comer en París: Enlace. Comencemos por los pequeños detalles: cuándo comer. La mayoría de los restaurantes están abiertos para comer (desde el mediodía hasta las dos) y cenar (a partir de las 8 horas). Esto significa que muchos sitios están cerrados desde las 14 horas hasta las 20 horas, no vayáis a creer que los restaurantes gratuitos de los barrios turísticos sirven sin interrupción toda la jornada. Para los parisinos, un aperitivo entre amigos comienza a las 19 horas. Olvidad la cultura de los manjares en casa; sí, esto significa que debéis abandonar vuestro régimen sin trigo, sin productos lácteos, sin grasas, y no pedir más menús. Podéis pedir salsa sin productos lácteos, pero independientemente de lo que pida el camarero, lo más probable es que te sirvan la misma salsa en la misma cazuela que todo el mundo. Esto puede ser un problema importante para aquellos que sufran alergias alimentarias graves; incluso si eres capaz de expresar tu problema en francés, no en todos los establecimientos se toman las alergias tan en serio como en los Estados unidos. Las personas con alergias graves se preocupan de preparar su propia comida en casa o de comprar en tiendas y panaderías vegetarianas o biológicas; estos establecimientos tienden a ser más directos con sus ingredientes, y su personal está más pendiente de las recomendaciones sanitarias.

Comed despacio - sólo hay dos servicios para la cena, lo que os deja mucho tiempo - y no os preocupéis por pedir una jarra de agua en vez de precipitaros sobre la botella. Además, lo que constituye un gran problema, no trabajéis ni toquéis los documentos mientras coméis, porque os arriesgais a dar un paso atrás. Y, para confundiros con las masas, no olvidéis pedir vuestro té o vuestro café después del postre. Ganad puntos de fidelidad pidiendo el plato del día y cortando un último trozo de pan para rebañar el plato (¡pero no pringuéis nunca el pan!). En general, la propina está incluida en el precio y no constituye un aliciente para un mejor servicio. No dudéis en dejar un 5 % o un 10 % si el servicio ha sido excelente. Pero aquí el consejo más importante: vestíos bien, y si vais con los niños no dejéis que se desmanden.

Las buenas formas y un poco de francés abren el camino

Los franceses son muy ceremoniosos, ya se trate de un beso en cada mejilla para saludar o de decir "Mesdames, Messieurs" ('ladies and gentlemen') [nota del traductor: 'damas y caballeros' en español] al entrar en una tienda o un consultorio médico. Como turista no tendréis ningún problema con lo básico. Recordad la palabra "bonjour" cuando entráis en una tienda o una panadería. Decid "merci" cada vez que os sirven un café u os traen el cambio. Este gesto solidario puede ayudaros de verdad. Pero tenéis que estar preparados, poco importa que seáis amables o que intentéis hablar un poco de francés, los franceses pueden ser claramente hoscos, sobre todo los que trabajan en el comercio y los restaurantes (atención al cliente no existe en Francia).

Para saludar a alguien, aquí os explico todo lo que debéis saber sobre los besos: cuando conocéis a alguien, dadle la mano. Cuando le decís adiós, ofrecedle de nuevo la mano, y si os da la señal, girad la cabeza a la derecha para rozar su mejilla izquierda. Ningún francés, y mucho menos alguien a quien acabáis de conocer, te besará. En caso de duda, dadle un apretón de manos. Besar a un extranjero puede parecer un asunto de espacio personal para muchos norteamericanos, pero si compartís un ascensor con un francés y comenzáis a hablar con él, tendrá la impresión de que violáis su espacio. Nota para mí misma: los franceses no son nada charlatanes. Enfin, para actuar con el máximo decoro, hablad en voz baja. La queja más común contra los turistas americanos es que son demasiado ruidosos (y que tienen tendencia a inmiscuirse en las conversaciones de los extraños de las mesas vecinas); recordadlo, ¡nada de banalidades!

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