Vuelta a mi vida de siempre

Estoy de camino a casa, así que os voy a contar cómo me siento.

En mayo aún no sabía exactamente qué día iba a volver. Si hubiera cogido solo cursos intensivos, podría haber vuelto a la República Checa el 1 de mayo. Pero tenía cuatro cursos largos y mi último examen era el 17 de mayo. Este sistema me permitía tener el tiempo «suficiente» para estudiar para los exámenes de la República Checa (suponiendo que empiezo a estudiar con tiempo). Mis exámenes son el 14 de junio y junto a la defensa del trabajo final, es todo lo que necesito para graduarme y que me acepten en la Universidad de Ámsterdam. Para que me acepten tenía que dar dos asignaturas en concreto: Teoría de las inversiones de cartera y Finanzas corporativas. La primera ya la había aprobado en la Universidad Carolina de Praga el semestre pasado. Tuve suerte de poder elegir Finanzas corporativas en Lila, o habría tenido que cursarlo a distancia en la República Checa. ¡El último día que estuve en Lila me enteré de que la había aprobado! Estaba muy contenta porque era la clase más aburrida del mundo y mi motivación para estudiarla era más bien nula...

El sistema de asignaturas de Lila me resultaba muy cómodo. Elegí unas cuantas asignaturas intensivas y unas cuantas extensivas. Me gustaba que mi horario fuera siempre distinto. Algunas clases empezaban a mitad de semestre, como Derivadas, y otras terminaban a mitad de semestre, como Finanzas corporativas (menos mal). En enero y en febrero tuve sobre todo cursos largos porque quería tener tiempo para preparar la prueba de inglés y el trabajo final. Al final no estudié para la prueba todo lo que me habría gustado y no saqué tan buena nota. Aunque bastó para que me aceptaran en la Universidad de Ámsterdam, que era lo importante. En febrero empecé a escribir el trabajo final. Como no tenía clases intensivas, tenía tiempo para escribir por las mañanas, lo que ayudaba mucho. Por suerte, conseguí terminarlo a tiempo (el 13 de mayo) y pude irme toda una semana a Portugal antes de la fecha de entrega.

Mis exámenes terminaron el 17 de mayo y como me parecía que aún quedaba mucho para los de la República Checa, me dediqué a viajar (Barcelona, París y el sur de Francia). Antes de volver a la República Checa, decidí ir a Ámsterdam. Primero, porque se lo había prometido a David ya que durante el semestre había estado muy ocupada. Segundo, porque había encontrado billetes en oferta. A veces los autobuses de FlixBus hacen rebajas del 50 %, así que el bus de Ámsterdam a Praga nos costó 9 euros. Creo que si sumara el precio de lo que cuesta ir a todos los sitios a los que he ido este semestre y lo comparo con lo que pagué en realidad, vería lo mucho que me he ahorrado. Parece que conseguí buenos descuentos para todos mis viajes. Aunque claro, no siempre salió todo bien y hubo veces en las que tuve que pagar más de lo que esperaba, como con el alojamiento en Portugal.

El plan era estar seis días en Ámsterdam y luego volver a casa. Como David tenía que trabajar, yo tendría tiempo para estudiar. Pero por desgracia, las cosas no salieron como las había planeado. Me llevó un tiempo darme cuenta de que de verdad tenía que estudiar. Lilian vino a visitarme y el resto de los días pasaron tan deprisa que aquí estoy, de camino a Praga sin apenas haber estudiado. Al menos he empezado. Los primeros días no fueron nada fáciles. Cada pequeña cosa me recordaba a Lila y a mis amigos. Por eso he hecho esta lista, para que me sea más sencillo y poder centrarme en otras cosas.

Mi lista

Comer normal. No podía creerlo, pero era maravilloso comer normal después de todo un mes viajando y comiendo comida basura. Me hacía feliz cocinar cosas ricas y comer frutas y verduras. Sé que cuando vas a un sitio nuevo tienes que probar su gastronomía, pero a veces comíamos de más: bufés libres, degustación francesa, fondue de chocolate o de queso, cenas de queso raclette, empanadas, noche de las tortitas, patatas fritas, comida pakistaní, comida marroquí, comida mexicana, comida galesa, tarta de queso... y podría seguir. Creo que ahora voy a apreciar más la comida sana casera, o al menos durante un tiempo. De hecho, ya empecé a hacerlo en Ámsterdam.

Estudiar. Sí, eso debería hacer. Son mis últimos exámenes en la universidad y tengo que aprobarlos. La cosa es que son muy aburridos y nada interesantes porque son de Microeconomía, Macroeconomía e Integración Económica Europea. Cuando empecé a estudiar, la mayoría de las cosas eran nuevas para mí, en serio. Estoy desesperada. Seguramente tendré que pasar los próximos 12 días estudiando si no quiero cagarla. Sería una pena, porque durante el Erasmus estuve mucho tiempo con el trabajo final.

El concurso de blogs. Voy a dedicar más tiempo a escribir en mi blog. No sé si estaré lo bastante motivada como para escribir hasta el final del concurso, a finales de septiembre, pero creo que es algo bueno. En el futuro, podré leer todas estas historias para entretenerme y recordarlo todo. Y al escribir sobre mi vida me doy cuenta de muchas cosas, porque pienso mucho en todo lo que me va pasando. Además, creo que estoy mejorando en inglés porque estoy cansada de escribir siempre las mismas expresiones, quiero buscar sinónimos. Encima los premios para los ganadores me motivan mucho.

Correr. En realidad, correr es lo único que he conseguido hacer en Ámsterdam. Salí a correr seis días de siete. No sé cuándo pasó, pero en el instituto lo odiaba y ahora me encanta. Claro, que tampoco es que me guste salir a correr todos los días. Hay días que me da pereza y prefiero quedarme en casa. Por el contrario, muchas veces me ha hecho sentir mejor. Me encanta salir a correr porque estoy sola y tengo tiempo para pensar en mi vida y en mis decisiones. Es bueno pensar qué hacer y considerar lo que has hecho bien y lo que has hecho mal. Y cuando digo que tengo tiempo para eso, lo digo en serio. Tengo tiempo porque ahora corro distancias más largas, unos 6 kilómetros. Me gustaría participar en alguna competición y correr 10 kilómetros allí también. Es una forma perfecta de relajarte y hacer ejercicio a la vez. Cuando no estoy de buen humor, no veo la hora de salir a correr...

Amigos y familia. Qué ganas tengo de ver a todos mis amigos y a mi familia. El Erasmus llegó tan rápido que no me pude despedir de todos mis amigos antes de irme a Francia; y cuando volví a mediados del semestre, no tuve tiempo de ver a mi padre y a mis abuelos. Espero tener más tiempo después de los exámenes y poder verlos a todos y disfrutar de su compañía, especialmente de la de mi madre y mi hermana, que son a las que más echo de menos.

Trabajo. ¡Necesito uno! Todavía sigo enfadada por lo que me pasó. Tenía un trabajo perfecto como camarera en La Casa Blu que me encantaba. Cuando me fui, acordamos que al volver de Erasmus podría volver. Pues no pude. Y todavía me cabrea mucho. ¡No sé por qué, pero el jefe me dijo que no se podía! Me gustaba la gente que trabajaba conmigo y ganaba un buen sueldo. De momento lo veo todo muy negro. Tengo que encontrar otro trabajo, pero solo para dos meses porque me tengo que ir a Ámsterdam, y eso lo veo complicado. Ya tengo dos entrevistas para hoy y mañana. Con un poco de suerte, encontraré algo interesante, flexible y que paguen bien.

Planes. ¡Me esperan muchas aventuras! Por eso necesito explorar todas mis posibilidades. Me llaman mucho la atención los trabajos como voluntaria de AIESEC, me gustaría trabajar como becaria en Ámsterdam, he oído que podría ser profesora ayudante en la universidad, me gustaría volver a bailar y aprender francés... ¡Hay tantas cosas que quiero hacer!

Historia y vídeo final. Me encantaría hacer un vídeo sobre mi Erasmus. Al principio, se suponía que lo iba a hacer con Juan y Lucía, aunque en mi último mes no estuve mucho con ellos, por lo que creo que es mejor hacerlo sola. El problema es que no tengo ni idea de cómo hacerlo y probablemente no tenga todas las fotos y vídeos. Sin embargo, me muero de ganas de hacerlo. Por eso después de los exámenes, voy a empezar y va a ser una pasada.

Creo que he mencionado muchas cosas en las que me puedo centrar, pero eso no significa que no esté triste. Lo que tengo que hacer ahora es seguir adelante y conservar todos mis recuerdos de Lila...

Mirad los increíbles nachos que tomamos en el Cafe Harlem de Ámsterdam:

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