Primer día en Budapest

Nunca antes había estado en Budapest, o en Hungría (a pesar de que son nuestros vecinos), y pensé hacer una visita durante mi semestre de Erasmus en Viena, ya que está muy cerca y es especialmente asequible para los estudiantes. Tenía más razones que nunca para ir y pasar allí algo más de un día. Un amigo de la Escuela de Diseño estaba allí, también de Erasmus y trabajando de becario, así que tendría un sitio en el que quedarme, conocía gente de confianza y tenía amigos que viven allí y que conocí durante mis viajes a Austria y a Japón en los últimos 3 años.

Puesto que los horarios de los fines de semana estaban casi siempre abarrotados, los únicos días disponibles (para mí y para mi amigo) fueron el 12 y el 13 de diciembre, y además mi jefe me dio el día 11 libre. Una vez solucionado eso, reservé un asiento en el autobús hacia Budapest y la vuelta para la mañana siguiente. Tuve algunos problemas con los que no os aburriré, pero al final lo conseguí.

En la estación de autobús Stadion Wien hice un amigo coreano. Nos sentamos juntos y hablamos hasta llegar a Bratislava; pero antes de eso me gustaría hablar rápidamente sobre el autobús y la agencia de autobuses.

Agencia de estudiantes - Autobuses RegioJet para estudiantes

Mientras introducía en Google la típica frase "desde destino A hasta destino B autobuses económicos para estudiantes" me encontré esta página web. Gracias a mi tarjeta ISIC (International Student Identity Card) conseguí un descuento en el viaje de Viena a Budapest, así que la ida me costó unos 8, 70 €. Además puedes confirmar la reserva de tus billetes desde tu smartphone y enseñarlo cuando comprueban a los pasajeros con su lista antes de subir al autobús (no como muchas veces en Croacia, que empiezan a comprobar cuando ya estamos en la carretera). En el autobús hasta Bratislava no me pidieron mi tarjeta ISIC, pero sí lo hicieron de camino a Budapest y también me pidieron mi carnet de identidad; así que no olvidéis vuestros documentos.

Los autobuses estaban muy limpios y me encantó que tuvieran contenido multimedia en los respaldos de los asientos; de modo que podías ver películas, leer libros o escuchar música; esta última era mi opción preferida. Pero eso no es todo, también ofrecían bebida gratis (y, sí, ¡chocolate caliente! ). Ojalá tuviéramos algo así en casa. En cada autobús había una persona joven o alguien en edad de ser estudiante que hacía lo posible para que el viaje resultara cómodo para todos. Estoy deseando volver a viajar con ellos.

Al llegar a Bratislava tuve que cambiar de autobús, así que esperé unos 15 minutos hasta el siguiente autobús a Budapest (que, al contrario que el anterior, estaba abarrotado). Como estaba empezando a anochecer decidí dormir mientras escuchaba el álbum remasterizado de Pink Floyd.

Esa fue la primera vez que cruzaba la frontera eslovaca.

Llegada a Budapest

Al principio pensé que el chico coreano y yo bajaríamos en la misma parada (él iba a quedarse dos días en Bratislava) pero no fue así. Después de decirle "hey, luego nos vemos en la estación, ve tú primero que quiero comprobar otra vez que lo llevo todo... ", una chica me dijo que esa no era mi parada; no fue la mejor despedida. Mientras esperaba el siguiente autobús conocí a un canadiense que estaba recorriendo Europa y hablamos un poco antes de subir al autobús.

Después de unas dos horas y media llegamos a la terminal de autobuses Népliget en Budapest. Recuerdo que el paisaje a ambos lados del autobús era todo bosque antes de llegar a la terminal y empecé a ponerme nervioso porque no estaba seguro de si alguno de mis amigos tendría tiempo de recogerme. No sabía nada sobre Budapest o los húngaros, y no hablaba nada de húngaro, a excepción de cuatro palabras y media. A pesar de todo había comprobado la ruta desde el autobús hasta la casa de mi amigo para no acabar perdido.

Por suerte, un amigo que conocí en Austria, llamémosle Bens, estaba allí esperándome. Me alegré mucho de verle. Él no me reconoció hasta que llegué a su lado. Decidimos ir al centro y reunirnos con sus amigos en un bar. Fuimos hacia la estación de metro que había junto a la estación de autobús. Mientras recorríamos los pasillos para comprar los billetes me fijé en algo de lo que había oído hablar y había leído en Internet, los vagabundos que vivían allí. Había muchísimos.

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Compramos 10 billetes de transporte público (aunque al final apenas usamos la mitad) y fuimos a nuestra parada. Hay que enseñar el billete antes de bajar en el ascensor (que es bastante grande) a dos personas que suelen estar allí para asegurarse de que todo el mundo lleve el billete adecuado. Probablemente también se pueden validar, pero decidí dejar eso para otra ocasión. El tren era bastante viejo (solo el de esa ruta, tienen otros más modernos para otros recorridos, o al menos es lo que he oído) y oí historias muy interesantes sobre él, como pequeños incendios dentro de las zonas más antiguas, al parecer es algo que ocurre casi cada semana y la gente ya está acostumbrada a ello. Después de unas cuantas paradas bajamos del metro en Kálvin tér.

Primera impresión de Budapest (y Hungría)

Ahora es cuando empieza la verdadera experiencia. Me alegro de que Bens tuviera tiempo y ganas de acompañarme y guiarme porque para mí, personalmente, Hungría es algo así como otro planeta. En gran parte por el idioma. Creo que nunca he llegado a aprender húngaro y estando allí el idioma es (por desgracia) casi como una maldición. Si naces allí solo puedes hablar con otros húngaros y no hay nada parecido más allá de sus fronteras. Se podría decir que las personas de origen persa e hindi tienen más en común conmigo que mis vecinos de Hungría.

Seguimos caminando hacia la plaza Deak, pasando por el Museo Nacional Húngaro atravesando las calles Muzeum y Karoly, donde se encuentran varios mercados a rebosar de gente, suvenires y bebidas.

Ahora hablemos un poco sobre las primeras calles.

Budapest tiene un aspecto increíble. La arquitectura, las calles... su estilo austrohúngaro tiene una "atmósfera" muy similar a la que se puede encontrar en Croacia, Austria, la República Checa, Eslovaquia... por lo que allí me sentía casi como en casa o en Viena, aunque siempre hay alguna diferencia, claro. Lo que me encantó de la ciudad es que la zona antigua da la sensación de que has viajado al pasado varias décadas. Hay montones de edificios con fachadas de ladrillo, lo que me recordó a los juegos de ordenador de la Segunda Guerra Mundial. Algunos parecían oscuros y abandonados, eran todo ladrillos y metal, el cobre había adquirido un tono verdoso con el paso del tiempo. No es ninguna sorpresa escuchar que Budapest es un destino muy popular para el rodaje de películas, he oído que cada año se filman unas cien. Básicamente, la ciudad se parece a otras muchas zonas europeas populares. Si queréis saber más podéis echar un vistazo aquí.

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También había muchos edificios coloridos, fachadas verdes, amarillas, marrones... aunque a mí me gustaron más los que tenían un estilo más "retro" con sus ladrillos. Como mi visita fue durante el invierno apenas se veía el sol, la ciudad estaba cubierta de tonos grises, que daban un efecto especial a las fachadas más coloridas. ¡Y a todo esto hay que añadir tranvías y taxis amarillos!

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Llegamos a la plaza Deak, donde se encuentra la basílica de San Esteban. Había una noria al lado y nosotros estábamos a punto de entrar en la "calle de la moda", que estaba repleta de mercados y comercios.

¡Una cosa importante! ¡Una razón más para amar Budapest! Los precios son muy razonables, lo que significa que se puede disfrutar de una buena comida por unos cuantos euros (digamos que puedes gastarte unos 3 €), y después de dos meses sobreviviendo en Viena eso fue como estar en el cielo. Por supuesto, el nivel de vida en Hungría es más bajo que en Austria/Europa occidental y también resulta difícil para los lugareños. Si eres turista, puedes disfrutar al máximo de la ciudad (y la comida) en apenas unos días.

Un poco más tarde llamamos a mi amiga Sofía, a la que conocí ese verano es Japón, y fuimos a un bar (no recuerdo el nombre) para ver a otros amigos. Es un sitio en el centro, muy cálido y acogedor. Pasamos una hora allí hasta que llegó el momento de decir adiós. Fue una reunión muy agradable. Por desgracia, no podríamos vernos otra vez al día siguiente, pero siempre habrá otras ocasiones.

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Mi amigo me ayudó a encontrar el apartamento donde iba a pasar la noche. Allí me recibió el anfitrión, hablamos y comimos hasta que mi amigo llegó del trabajo, no lo había visto desde una visita que hizo a Zagreb a principios de octubre, así que nos pusimos a planear el día siguiente. Nos preparamos también para usar el famoso mapa USE-IT. Hasta ahora podría decir que los húngaros son muy hospitalarios y de fiar. Por supuesto, es mi opinión personal pero conocer gente así te hace sentir afortunado.

El día siguiente fue un día largo pero también interesante, que comenzó con una visita a la peluquería.

Gracias por leer y pronto estará la parte 2.


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