Orientación del club Rotary en Douglas, Wyoming

Cuando algunos de mis amigos se fueron de intercambio, tuvieron tres días de orientación en Nueva York. Tuvieron que ir a algunas reuniones, pero también pudieron disfrutar de la ciudad y hacer cosas como subir al Rockefeller Center o ver la Estatua de la Libertad. Pero mi fin de semana de orientación fue distinto. De hecho, fue casi un mes después de que llegara a Estados Unidos y fue en Douglas, Wyoming. Parecía que estábamos de acampada: estuvimos tres días sin cobertura, dormimos en cabañas en las que hacía un frío que pelaba, hicimos juegos por el bosque y encendimos una hoguera.

Día uno

Era viernes y en vez de ir a clase, vino a recogerme mi YEO (que significa algo tipo «Funcionario de intercambio de jóvenes» y es como un segundo tutor). Tras unas cuantas horas en la carretera, llegamos a Douglas, donde vi a algunos otros estudiantes de intercambio, como un chico de Argentina y una chica de Suiza (pero que nació en Roma). Como vivían en la misma ciudad fueron juntos. Yo era el único de Greeley, por lo que me tocó ir solo. Nos sentamos y nos pusimos a hablar, hasta que poco a poco fue llegando el resto. Uno de los chicos que llegó era alemán y estaba viviendo en Loveland, la ciudad al oeste de Greeley, así que me puse a hablar con él. Después fuimos a comer a Taco John's, donde nos reunimos con el resto de alumnos. El grupo empezó a ser grande, creo que en la mesa éramos unos doce. Luego tuvimos que ir a la zona de acampada, así que subimos a varios coches y nos pusimos en marcha. Era todo muy campestre. Si tu coche se rompía ahí, en mitad del bosque, la habías cagado. Tardarían bastante en encontrarte (eso si consigues pillar cobertura para llamar).

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Llegamos y dejamos nuestras cosas en las cabañas: había una para los chicos y otra para las chicas. Creo que éramos unos quince chicos y quince chicas. También había una cabaña común con baños y duchas y una cuarta cabaña para desayunar, comer y cenar. Los monitores nos dieron una sudadera del club Rotary, la que llevamos puesta todo el finde, y volvimos a las cabañas. Los chicos estuvimos cambiándonos pines para las chaquetas y luego fuimos a cenar. Después de la cena, jugamos a algunos juegos y seguimos intercambiando pines hasta con las chicas. Al terminar, los monitores nos mandaron a las cabañas y nos dijeron que nos fuéramos a dormir pronto porque al día siguiente teníamos que madrugar mucho. Por supuesto, no les hicimos caso porque apenas nos conocíamos y eso no podía ser, así que estuvimos hablando hasta que alguien oyó un ruido. Era un ratón en el cubo de basura. Abrimos la puerta y tiramos el cubo al suelo para que el ratón pudiera salir. También encontramos dos ratoncitos muertos. Qué asco. Pero estábamos en el bosque... podía pasar cualquier cosa. Esa noche hizo tanto frío que no pude dormir nada. Me puse pantalones de deporte largos, una camiseta, dos sudaderas y me metí en el saco de dormir. No fue suficiente.

Día dos

Teníamos que levantarnos a las siete, pero los chicos nos levantamos sobre las seis porque teníamos que ducharnos y sabíamos que las chicas iban a tardar un montón, por lo que queríamos asegurarnos de poder ducharnos primero. La ducha fue genial porque el agua estaba calentita y después de la noche congelándome, era maravilloso sentir calor. Pero salir de la ducha fue lo peor porque seguía haciendo frío. Creo que nunca me he vestido tan rápido como esa mañana, tardé menos de un minuto. Después, desayunamos tortitas. Los monitores nos dividieron en grupos. Había distintas ubicaciones con distintos monitores y cada grupo tenía que llegar a cada una de ellas. Nos dividieron de forma que cada monitor pudiera estar con un grupo distinto cada vez que teníamos que cambiar. Cada uno nos dio una serie de normas del programa y consejos sobre cómo afrontar distintas situaciones que nos podían surgir a lo largo del año. Cada ubicación tenía algunos tentempiés, pero eso no fue suficiente para llenar los estómagos de 25 adolescentes, así que también fuimos a comer. Después, fuimos de excursión unas cuatro o cinco horas.

Fue increíble. Me encantan las ciudades, los lugares con un ritmo acelerado, pero aquello era impresionante. Delante de nosotros solo había árboles y montañas. Podíamos gritar lo que quisiéramos y nuestras voces volverían a nosotros en forma de fuerte eco. Gritamos cosas como «¡Estudiantes de intercambio! » o «¡Viva Europa! ». Una chica afirmó haber visto una serpiente y todos echaron a correr, fue muy gracioso. No sabíamos si decía la verdad, así que nos pasamos todo el camino mirando al suelo, pero al final no encontramos nada. Jugamos a algunos juegos y fue divertido porque al final ayudaron a romper el hielo. Todos nos ayudamos entre nosotros y demostramos espíritu de equipo.

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Cenamos antes de lo que solía cenar en Italia. Cenamos a la seis de la tarde y luego fuimos a la cabaña principal a jugar a unos «juegos». Cada grupo recibía un folio con situaciones que teníamos que representar en un pequeña obra. Algunos ejemplos de esas situaciones: «Tu hermano de acogida aparece en tu habitación en calzoncillos y llama a la puerta. Quiere entrar. ¿Qué haces? » o «Tu familia de acogida es muy religiosa y te obliga a ir a misa con ellos. ¿Cuál es tu reacción? ».

Suena serio, pero de hecho fue muy divertido interpretar cada escena y ver a los otros grupos hacerlo. Después de eso nos sentamos alrededor de una hoguera, comimos malvaviscos y cantamos canciones, como la canción del vaso de Dando la nota. También intentamos enseñar a los demás trabalenguas en nuestro idioma. Volvimos a las cabañas para dormir y esta vez estaba equipado contra el frío. Me puse tres pantalones, dos camisetas, dos sudaderas, una chaqueta, un gorro y guantes. Por fin conseguí dormir unas horas. Incluso dejamos que los monitores nos despertaran, no pusimos ninguna alarma. No teníamos fuerzas para levantarnos otra vez a las seis de la mañana para ducharnos.

Día tres

Desayunamos burritos y luego fuimos de excursión a ver ciervos. Nos dio tiempo a ver un riachuelo y algunos animalillos y luego volvimos. Nos enseñaron los signos de la canción del «amor en todos los idiomas» y a mediodía nos fuimos del campamento. Irnos fue muy triste. No era un sitio elegante, hacía frío, no teníamos cobertura, nos hacían madrugar... pero fue uno de los mejores fines de semana de mi vida. Cuando llegué allí el viernes, no imaginaba que iba a divertirme tanto. No conocía a toda esa gente y desde ese momento hasta que terminó el intercambio, salimos juntos muchas veces. Creo que esta cita resume bien la situación:

«A veces pasamos años sin vivir de verdad y de repente nuestra vida se concentra en un solo momento».

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- Cristian


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