Mis actividades en Dakar

Se me había metido en la cabeza encontrar dos actividades en Dakar: danza y tambor africanos. Quería seguir con la música porque en Bélgica tocaba el piano.

El tambor africano:

Encontré de manera bastante casual a mi profesor de tambor gracias a un compañero de trabajo. Me lo propuso un miembro de su familia. Por una vez, no tenía la impresión de que me estuvieran timando porque me daba la clase gratis, por amor al arte. Me gustaba mucho ir (dos horas a la semana), porque era relajante y mi profesor me enseñaba sitios agradables. Vivía en las afueras, en la parte de Dakar llamada "las parcelas". Las parcelas se dividían en varias "unidades", cada una de ellas numerada. Unidad uno, dos, tres,... trece, catorce... Para ir hay que coger los buses de colores porque los públicos no llegan.

Las afueras parecen incluso más "ciudad de arena" que el centro de Dakar. Se ve sobre todo gracias a algunas unidades que están a lo largo del mar. Podría resultar paradisíaco si no hubiera basura por todas partes. De hecho, me acuerdo que la primera vez que fui a la costa de allí, tenía delante de mí una puesta de sol maravillosa que daba al mar, pero había una pequeña colina de arena delante; así que la crucé para ver mejor el paisaje y... sorpresa: una gran fila de desechos delante del mar.

Sin embargo, tocaba el tambor africano con estas vistas y me acostumbré. Los críos jugaban al fútbol delante del océano y a veces se bañaban. Tengo muy buenos recuerdos de esto. A veces, cuando me oían tocar ¡se ponían a bailar! Era genial.

El baile:

El segundo proyecto que tenía era aprender a bailar. Que quede claro, las clases de baile africano en Europa son "mejoradas". O con el toque europeo. En Senegal, se baila por todas partes: en la escuela, una vez por semana se canta y baila por turnos en medio de un círculo formado por el cuerpo docente y los alumnos; el baile está presente también en la iglesia (la gente con la que me juntaba eran catequistas y llevé mi curiosidad un poco más allá para ver lo que se cocía en la iglesia); en las casas, en la tele, en los videoclips de canciones senegalesas...

Pero era difícil encontrar clases de baile, porque es ese tipo de cosas que la gente hace de manera natural, no siguen una clase y sobre todo, no pagan por ello. Otro de mis compañeros de trabajo (era una profesora que me había hecho trenzas) me propuso darme clases. Acepté titubeando... parecía que lo dijo improvisando y me proponía ir a su casa para darme clases en la azotea (los tejados son planos). Además, me pedía mucho dinero por las clases. No sabía si aceptar porque precisamente, no es que nadara en billetes por aquel entonces y ahorraba para viajar los fines de semana.

Pues bien, aunque no le prometí nada, fui igualmente con una amiga inglesa. Por desgracia la casa estaba lejísimos, estuvimos casi una hora en el autobús y luego había que volver de nuevo a Dakar. Me la imaginaba haciendo el trayecto todos los días para venir al colegio. ¡Qué horror!

Entonces llegamos a la casa un poco tarde, sobre las 14:00h. Enseguida nos presentaron a toda la familia. Estaban todos delante de la televisión, encima de una alfombra. Solo tenían dos divanes como muebles. Creo que es la regla general en los países del tercer mundo (he visto lo mismo en Asia y Marruecos): no tenemos muebles pero tenemos televisor. La familia era muy simpática. El patriarca se había adueñado del diván y se veía que era el señor de la casa, me parecía impresionante. Podemos verles en la foto:

Mis actividades en Dakar

Nos invitaron a comer, evidentemente...No es necesario recordar que la generosidad de los senegaleses no conoce límites. Comimos "thieboudienne", arroz con salsa de cebolla, zanahorias y pescado. Una delicia. Me reí mucho viendo a los niños comer con las manos llenas de arena (habían jugado fuera).

Enseguida entramos en el meollo, la danza. Para ello, subimos al techo porque es grande y plano, resultando así una pista de baile perfecta. Sin embargo, no me había imaginado los ensayos así. No había ni radio ni nada, entonces el hermano de mi compañera tocó el tambor y aprendimos los movimientos con los ritmos. Al final solo bailamos una hora porque anochecía ya. Un poco decepcionada, la verdad, por lo que decidí no volver más (dos horas de viaje, etc. es mucho para el tiempo que bailamos). Además, era un poco incómodo porque el hermano en cuestión estaba delante de nosotros y nos miraba bailar. Os dejo una foto del músico:

Mis actividades en Dakar

Y la foto de las vistas desde la azotea. Las casas en Senegal son bajas, como podéis ver. La particularidad que presentan son los andamios que dejan para seguir construyendo más tarde...

Mis actividades en Dakar

No tuve clases de baile al final en Dakar... ¡Pero al final pillé rápidamente el ritmo!


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