Mi primer vuelo intercontinental... solo

Puedo considerar este mi primer vuelo porque la primera vez que monté en avión fue en 2004 y no me acuerdo porque tenía seis años y la segunda vez fue solo tres días antes de mi vuelo intercontinental. Mi madre me había dicho: «Cristian, cuando vuelvas de vacaciones, ven en avión. Así sabrás lo que es antes de irte a Estados Unidos». Y eso es lo que hice.

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Día de salida

Las maletas están listas en el coche. Mis padres y yo nos subimos y ya no hay vuelta atrás, voy de camino al aeropuerto. En el coche me surgen mil preguntas, todas las que me habían estado haciendo antes de irme: «¿Y si pierdes el vuelo? ¿No has pensado en eso? ¿Conoces tus derechos en caso de que el vuelo se retrase o se cancele? » Uf, estaban todos más preocupados que yo mismo. Vale, tenía dieciséis años y era la primera vez que hacía escala en un aeropuerto que no conocía, pero mi conocimiento básico de inglés me bastaba para poder cruzar el charco.

Estoy en el Aeropuerto de Milán-Linate con mis padres, metemos mi maleta facturada en un plástico verde y la dejamos en el mostrador, donde la veo desaparecer detrás de un azafato. Me dirijo a mis padres: «Vamos a desayunar». Ya había desayunado en casa, pero era temprano y teníamos tiempo para volver a comer algo. Necesitamos matar el tiempo mientras anuncian mi puerta de embarque. Me tomo un segundo cappuccino, aunque no sé si es buena idea. Pienso: «qué más da», no voy a volver a beberlo en casi un año. Doy una vuelta por el aeropuerto porque no dejo de pensar en mi llegada a Estados Unidos. Acaban de anunciar la puerta, abrazo a mis padres y me despido mientras les pierdo de vista. Mi padre me manda un mensaje, dice que si ambos vamos a una tienda, nos podemos volver a ver. ¿Qué? No, simplemente le digo adiós. Sigo andando. «Vuelo de British Airways a Londres». Aquí es donde mi avión debe aparecer pronto. Miro a mi alrededor con una sonrisa tonta en la cara y empiezo a soñar despierto. La pantalla cambia de «Puntual» a «Embarque». Está pasando de verdad. «Carné de identidad y tarjeta de embarque, por favor». «Aquí tiene». «Gracias, ¡que tenga un buen viaje! » Vale, mi asiento es de pasillo y estoy al final del avión. Le pedí a la señora del aeropuerto que me pusiera en ventanilla, pero ya no quedaba asientos en el primer vuelo. Aunque me aseguró que iría en ventanilla en el segundo vuelo, de Londres a Denver. No pasa nada. A mi lado hay una pareja italiana que creo que están discutiendo. No les hago caso, estoy escuchando música. ¿De verdad que voy a Londres? ¿De verdad el aeropuerto de Heathrow es tan grande que es muy posible que me pierda? Es verdad, el aeropuerto británico es enorme, pero mis dos vuelos son en la Terminal 1, así que no tengo que moverme de allí.

Aeropuerto Internacional de Heathrow

Hay mucha gente caminando hacia todas partes. Tengo que llevar cuidado al moverme de la de personas que hay. Me encanta. Estoy seguro de que la cola va a ser eterna hasta para pedir un café. Da igual, vamos a probar. ¿Sabíais que nunca he ido a Starbucks? Aquí hay uno, tengo que ir sí o sí. «Buenos días, ¿qué va a tomar? » «Quiero... » Mierda, ¿qué pido? No sé lo que está bueno y lo que no. Como sea, creo que pediré un Frappuccino. «¿Cómo se llama? ». «Cristian». «Estará listo enseguida». A esperar. Creo que hay un sitio libre en esa esquina. Digo «gracias» y cojo mi café y una galleta con trocitos de chocolate. ¿En serio el tío ha escrito «Kristia» en vez de «Cristian» en el vaso? ¿Quién puede llamarse Kristia? En fin. La galleta estaba rica y el café pedía una foto a gritos.

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Aún me quedan dos horas y necesito entretenerme con algo, por eso me hago una foto en el restaurante de Gordon Ramsay. Solo falta una hora y cincuenta y nueve minutos y aún no han anunciado la puerta. Me voy a tomar un yogur helado, por qué no. Ya os digo que no ha sido buena idea, ahora tengo que ir al baño.

¿Y cuándo anuncian mi puerta? ¡Cuando estoy en el baño, claro! En cuanto leo la información que necesito en la pantalla, echo a correr. Porque, obviamente, la puerta está en la otra punta de la terminal. Aunque no hacía falta correr, el avión no se ha ido a ninguna parte. Me siento a esperar. «Por favor, tengan su tarjeta de embarque y su documento de identidad preparados para el embarque». Respira, Cris, respira. El azafato anuncia: «Última llamada para embarcar en el vuelo 219 de British Airways a Denver». Yo ya estoy en el avión buscando mi asiento. Es la primera vez que veo que hay ocio a bordo, te dan hasta un mando para cambiar el volumen y las emisoras de radio. Me siento y me da la sensación de que se está haciendo tarde. ¿Qué hacemos aún en Londres? ¡Venga, vamos! «Por favor, presten atención a la demostración de seguridad». ¡Por fin!

El vuelo parece eterno y muy corto a la vez. Escucho «Hopeless Wanderer» mientras despegamos. Me encanta esa canción. Debería buscar más canciones para escuchar en estas nueve horas de vuelo. O igual podría ver una película. Pero nada, no me puedo concentrar, pero tampoco puedo dormir. Demasiado nervioso. Echemos un vistazo al mapa, quiero saber dónde estoy. Tres mil metros de altura, menos cincuenta y cinco grados... sobrevolamos Groenlandia. A medio camino. «¿Pollo o pasta? » Mmm. «Pasta, gracias». Para algo soy italiano.

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No es la mejor comida del mundo, pero ¿qué esperaba? Al menos me dan comida y no tengo que pagarla aparte como en las aerolíneas baratas. Ahora sobrevolamos Canadá. Me pregunto qué estará haciendo mi familia de acogida. ¿Se estarán preparando para darme la bienvenida a su casa? ¿Qué estarán haciendo mis padres? Supongo que dormir está sobrevalorado, solo consigo cerrar los ojos. «Tripulación de vuelo, siéntese para el aterrizaje, gracias». ¿Ya han pasado ocho horas? Nos acercamos al suelo, pero no veo nada. ¿Estamos aterrizando en mitad de la nada? En realidad sí, el Aeropuerto Internacional de Denver está en mitad de... la nada. Todo lo que veo son campos verdes y amarillos.

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«Señoras y señores, bienvenidos a Denver. Hora local, 18:20. Por favor, quédense en su asiento con el cinturón abrochado». Desactivo el modo avión de mi móvil, tengo que ponerme en contacto con mi familia y decirle a mi familia de acogida que he llegado. Necesito bajar, venga, gente. ¿Cómo salgo de Aduanas? Ni idea, ya lo veré. Contesto unas cuantas preguntas que me hacen allí y espero a que salga mi equipaje. Estoy en la zona de llegadas, pero no hay nadie esperándome. ¿Y mis padres estadounidenses? No veo a nadie. Voy a llamar. «Hola, ¿dónde estáis? ¡Ya he llegado! » «Cris, estamos en la zona de llegadas, pero no te vemos». Me está entrando el pánico. Voy a pedir ayuda. Este tío trabaja aquí, igual él puede solucionarlo. «Perdone, ¿puede decirle a esta persona dónde estoy? ». «No, no puedo hablar con nadie. Dígale que está en la terminal principal». Genial, eso no me ayuda. Gracias, memo. «¡Te estoy viendo, Brian, no sigas andando! ». Pero no se para, así que echo a correr tras él. Por fin lo alcanzo a él y a su hijo. He llegado a Estados Unidos.

No perdí el vuelo, ni se atrasó o canceló. Conseguí salir de Aduanas y ya puedo disfrutar de mi increíble experiencia como estudiante de intercambio.

- Cristian


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