Los problemas de mudarse demasiado
Mucha gente me ha dicho que envidia mi estilo de vida y que le gustaría viajar tanto como yo. Que les encantaría hacer «lo que hago yo». ¿Pero qué es lo que hago yo? De todo lo que hago y que lleva su esfuerzo, solo el diez por ciento es público y se puede ver en Internet. Sí, es muy divertido, pero viajar como lo hago yo también puede ser estresante, agobiante, cansado y mucho más.
Mis tipos de viaje
Yo no viajo solo por viajar, sino para aprender y para tener la oportunidad de vivir en distintas partes del mundo. He visitado una docena de países del mundo, pero también he vivido en la mitad de ellos. Me gusta ser un turista, pero lo que realmente me encanta es vivir en el país, aprender el idioma, las costumbres, las tradiciones y los hábitos de la gente de allí. Si decido ir a España un par de días en verano, por ejemplo, no voy a aprender nada del país o de la ciudad en la que me quede porque probablemente iré a nadar y a tomar el sol. Es decir a relajarme más que a hacer turismo. ¿Lo vais captando?
Aunque dejadme deciros que también es un estilo de vida estresante. En el último año me he mudado unas cinco o seis veces. La mitad de esas veces no eran planeadas ni decisión mía, pero tuve que hacerlo y ha sido una de las cosas más estresantes que he hecho nunca. Durante ese tiempo, me sentía impotente e inestable. Me daba dolor de cabeza no tener un sitio al que llamar hogar. Por eso creo que a partir de ahora tengo que encontrar el equilibrio entre mudarme a un sitio y ser un turista.
Así es como me permito viajar
Me encanta viajar, pero no soy rico en absoluto, aunque los que no me conocen piensen lo contrario. Viajo con un presupuesto bajísimo. Prefiero viajar catorce horas en bus de noche en vez de hacer un vuelo de dos horas si eso significa ahorrar dinero. También he dormido en aeropuertos, he usado cupones para los hoteles, me he preparado la comida en casa la mayoría de las veces para no tener que gastar el dinero en ir a un restaurante.
Lo que quiero decir es que sé qué dinero tengo y lo que puedo o no puedo gastar. Le doy prioridad a unas cosas en vez de a otras. No soy el tipo de persona que sale mucho de bares, básicamente no salgo nunca porque sé que no me gusta estar rodeado de gente cuyo único objetivo es vomitar al terminar la noche. Eso es lo que me parece caro, no viajar. Nunca entenderé lo de pagar para entrar a una discoteca, además de todo lo que la gente se deja en beber en tan solo una noche. No me emociona gastarme veinte o treinta euros de golpe, a no ser que se trate de una comida con mis amigos o una noche temática.
Dicho esto, también se puede encontrar el equilibrio. No tienes por qué decidir entre divertirte y viajar, puedes hacer ambas cosas, pero con un poco de sacrificio. Haz menos de cada cosa, pero hazlas las dos, así de simple.
Aunque me he tenido que mudar muchas veces en los últimos meses, no me arrepiento de mis decisiones porque de hecho, a veces regresar es la parte más difícil de un viaje duro.
Cada vez que decidimos ir a algún sitio, aceptamos los riesgos. Sabemos que puede pasar cualquier cosa. Puedes perder el bus, puede empezar a llover, te pueden timar y quedarte sin alojamiento, puedes darte cuenta de que el curso de la universidad al que te apuntaste no te va, lo que sea. Puede pasar cualquier cosa. Pero consigues superarlo todo. Te montas en otro bus, encuentras otra casa, cambias de carrera. Consigues darle la vuelta a la tortilla y poder disfrutar del sitio en el que estás. Pasan los meses y en vez de sobreviviendo y arreglando las cosas, pronto estás creando vínculos y experiencias. Sientes que por fin lo has conseguido, pero... llega la hora de irse.
Llegar fue difícil, pero irse lo será aún más. La mayoría de veces lo es, ¿no? Todo lo que has construido te lo tienes que llevar a otro sitio. Es una gran carga mental. Te entristece. Pero encontrarás el modo de superar esas emociones tal y como conseguiste adaptarte al principio.
- Cristian
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