La gran noticia
Para comenzar a platicarles un poco de mis primeros días en Nuevo Vallarta creo que es muy importante que conozcan un poco de mi contexto y el trasfondo de la historia.
Si ya han tenido la oportunidad o el tiempo de leer mis diversas publicaciones pueden darse una ligera idea de cómo soy, me fascina viajar (como a gran mayoría de las personas en el mundo supongo yo) y esa pasión me ha llevado a conocer diversos lugares, ciudades, países, etcétera y éste fue el primer motivante para mudarme de ciudad.
Yo crecí en la ciudad de Toluca, estado de México, y me mantuve ahí por cerca de veintitrés o veintidós años quizás a excepción de cuando me fui de intercambio por un año a la ciudad de Milán, por motivos de trabajo me mude a la Ciudad de México donde estuve por cerca de año y medio en un despacho de paisajismo y urbanismo, no sé si les ha pasado que sienten esa inmensa necesidad de estar en constante movimiento y querer comerse al mundo, pues fue ésta la segunda razón por la que me cambié de ciudad, sentía que me estaba estancando en mi trabajo y mi día a día se empezaba a convertir en una rutina y a mi parecer esa es la primer muerte en tu vida, uno cree que se muere tan solo una vez y no pudiéramos estar más equivocados, la muerte se da cuando dejas de aprender, de conocer y de intentar cosas nuevas en la vida. Yo no quería eso, mi sed de conocimiento y aprendizaje no me lo iba a permitir y comencé a programarme para encontrar una nueva oportunidad laboral, que extraña es la vida que cuando te fijas un objetivo de una u otra forma lo consigues, tan solo es estar atento a las oportunidades; mi oportunidad llegó en forma de una pregunta de una amiga “¿Qué crees? Te tengo una propuesta, a ver qué te parece...” y fue así como me propuso el mudarme a Nuevo Vallarta con una nueva oportunidad de trabajo.
No voy a presumir que acepte sin dudarlo, tomé mis maletas y emprendía la aventura sin mirar atrás porque no fue así, a partir de ese mensaje al momento en el que comencé mi primer día laboral pasaron cerca de dos meses, mi lado conformista me pedía esperar un poco más y buscar más a futuro otra oportunidad, pero día a día me daba cuenta que ésta podía ser una gran forma de aprender y seguir creciendo en mi rubro, para no seguir extendiendo la historia y terminar aburriéndolos con el trasfondo me saltaré hasta unos días antes de mi viaje.
A 6 días del viaje.
A estas alturas es fácil definir la cantidad de días que faltaban, pero la realidad es que mi boleto de autobús lo compré dos días antes.
Me habían convencido unos amigos en organizar una fiesta de despedida esa fecha aprovechando que el día siguiente se celebraba el día del trabajador y por ende era día de asueto oficial, lo que permitía que fuera un martes para crudear (cruda es lo que te da después de tomar mucho, resaca, goma, guayabo, ratón, hangover, o como sea que se le conozca en su país) tranquilamente, en la noche varios amigos de la infancia y del trabajo asistieron y pasaron lo que yo consideré como un muy buen rato de conbebencia.
A 5 días del viaje.
El día anterior unos amigos y yo fuimos prácticamente retados por un par de amigas para ir a desayunar a su departamento, pensaban que no nos levantaríamos para ir, pero nuestro orgullo nos levantó a tiempo y nos presentamos como todos unos campeones a obtener nuestro merecido premio (un rico desayuno de chilaquiles)
A 4 días del viaje.
Ya había regresado a mi ciudad de crecimiento (Toluca) el día anterior con bastante equipaje en hombro y aproveché ese día para organizarlo todo, empezar a discriminar la ropa para ver cual sería la que me llevaría a mi nuevo destino y acabar con algunos pendientes que tenía, aún tenía bastantes cosas por recoger de mi departamento en la Ciudad de México por lo que aproveché que mi papá iba con el carro para terminar de llevarme todo.
A 3 días del viaje.
Prácticamente estuve en el departamento empacando todo lo que me faltaba y subiéndolo al auto, estúpidamente cerré la cajuela con las llaves del auto dentro por lo que perdí cerca de dos horas entre que buscaba el teléfono de varios cerrajeros, comparaba precios y finalmente me ayudaban a abrir el auto para poder sacar recuperar las llaves, regresé las sillas que utilicé en mi despedida a su dueña y me despedí de todos en el trabajo.
A 2 días del viaje.
Como lo mencioné anteriormente fue en este día en el que compré mi boleto de autobús, un boleto de un viaje de entre once a doce horas a casi el mismo precio o inclusive más costoso que volar por tan sólo una hora u hora y media, ¿Porqué se me ocurrió hacer esto? Pues mi lógica me llevo a considerar que probablemente en la limitante de los 25 kilogramos de la maleta que te imponen las aerolíneas no iba a poder llevarme todo y al no saber hasta cuando regresaría a Toluca tenía que estar bien preparado y en un autobús ese criterio de peso no es tan estricto, yo me llevé cerca de 50 kilogramos sin algún costo extra.
A 1 día del viaje.
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