La frontera entre dos tierras

Creo que he mencionado poco acerca de las fronteras, y creo que tal vez no les esté dando la importancia que merecen, por eso en esta ocasión, le dedicaré un gran párrafo a la estrecha línea que divide Ecuador y Perú. Para todos aquellos lectores que pertenezcan al tratado o acuerdo de Schengen talvez se hayan acostumbrado a cruzar de un país a otro sin notar la diferencia, a lo largo de mi viaje por Sudamérica, tenía que considerar un lapso mínimo de una hora o hasta unas cuatro (lo que me tardé en la frontera Bolivia-Brasil) para el proceso de cruzar la frontera, en realidad variaba la hora en la que llegabas, la temporada y pues el país, además en algunos países como Colombia, tenías que hacer el proceso de ir del lado Colombiano para que te sellaran de que sales del país y posteriormente ir al lado Ecuatoriano para que te sellaran de que entrabas al país. En le frontera entre Ecuador y Perú, el proceso fue relativamente más sencillo, también tenías que formarte dos veces, pero al menos dentro del mismo pequeño edificio, llegamos como a las dos o tres de la madrugada por lo que la única gente que había eran los del autobús, ¿Qué autobús? Olvidé aclarar mejor este punto, en la terminal de Cuenca, tomé un autobús con destino a Piura, ciudad de la zona occidental norte de Perú, es muy pequeña y según internet la quinta más poblada del país; como el autobús cruza la frontera, se para justo ahí, baja a todos los pasajeros y los recoge pasando la frontera una vez que los mismo ya realizaron su proceso de migración.

En promedio te dan de estancia sesenta a noventa días por país, me tocó conocer personas a las que solo les dieron dos semanas y es que creo que en gran medida es por cómo te ven los policías fronterizos, si tienes pinta de hippie con una gran mochila con todas tus pertenencias y cara de maloso, no dudes en que te quieran el menor tiempo posible en su país, por eso hay que aparentar un poco al momento de la “entrevista” con los policías.

Regresamos al trayecto Ecuador-Perú, un largo camino de unas ocho o nueve horas, el camión no recuerdo si quiera si tenía aire acondicionado, sé que no contaba ni con conexión para cargar el celular, ni con wifi, y mucho menos con televisión, con los días comenzaba a analizar que no importaba si tenía que hacer un gasto extra por algunos de estos servicios, tener el celular a carga completa era la mejor manera de salir de cualquier apuro.

Finalmente llegué a Piura, y lo primero que hice fue encontrar un autobús que me llevara a Lima, Piura no estaba dentro de mis planes y no era más que una ciudad de paso para mí, lo que pude ver en la llegada del autobús y una vez bajado de él fueron únicamente casitas, caminos terregosos y lodo por doquier, nada inspirador como para pasar una noche ahí, me parece que la ciudad en sí, si tiene uno que otro destino que conocer, pero quizá para un viajero con tiempo, mucho tiempo por delante. 

La plaza de armas, el Museo Municipa Vicús, la Catedral de Piura, la Pinacoteca municipal, el parque ecológico Kurt Beer, la biblioteca Ignacio Escudero y la casa museo del almirante Miguel Grau, son algunos de los destinos que te recomiendan para visitar, aunque escuché más de una vez que lo más bonito de Piura era lo que no estaba dentro de la ciudad, como el poblado de Catacaos (a unos 12 kilómetros), el poblado de Chulcanas (a casi 50 kilómetros) o el complejo arqueológico de Aypate (a unos 200 kilómetros).

Uno de los fenómenos que me explicaban del porque las ciudades más grandes después de la capital, Lima, son tan despobladas o parecieran medio atrasadas, es que un tercio de toda la población de Perú se encuentra en Lima, cuando vayan de visita al país y visiten Lima, Arequipa, Trujillo y Cuzco irán observando y entendiendo el fenómeno del que les platico, las ciudades que previamente enlisté, son de las más pobladas y aún entre Cuzco y Lima por ejemplo, es muy notoria la comparativa del nivel de desarrollo.

 Pero creo que me estoy comenzando a desviar del tema, regresando a la idea de el cruce fronterizo tengo otra ligera anécdota pero ahora entre el cruce Perú-Bolivia, al igual que en otras de las fronteras que me tocó cruzar, primero tienes que llegar al poblado más cercano como si para ir a Francia desde España tuvieras que primero ir a Portbou y ya de ahí tomar algún transporte que te llevara hacia la frontera, o para cruzar de Turquía a Grecia tuvieras primero que viajar a Edirne y ya de ahí ir con rumbo a la frontera; la ventaja de la frontera Perú-Bolivia es que es muy relajada, hay quizá una fila de media hora o poco más, pero al final podrías cruzarte la frontera sin pasar por migración y no hay quien te ponga mucho impedimento, claro que si ya en el país te atrapan o hacen una revisión los policías por cualquier motivo, te piden tu pasaporte y ven que no registraste la entrada creo que si te metes en un problema más grande, quizá te hagan pagar una multa o hasta quizá lleguen a vetarte del país.

En toda frontera es casi ley que existan casas de cambio o personas con un letrero de “Cambio/Exchange”, en muchas de las ocasiones la diferencia en cambio entre una a otra es mínima, 2,3,5 o hasta 10 centavos, claro que si la cantidad de dinero que planeas cambiar es alta yo recomendaría cambiar solo lo necesario para el transporte al centro de la ciudad y un extra para comida o imprevistos y ya posteriormente cambiar el resto del dinero en algún centro de cambio del centro, siempre procurar pagar más con tarjeta que con efectivo porque el cambio interbancario llega a ser más beneficioso que el cambio en casa de cambio, supongo que para todo esto no hay una regla específica y existen muchas excepciones solo es cuestión de preguntar a locales, comparar precios y analizar la mejor opción.

Por último, la frontera entre Bolivia y Brasil, en ésta me vendieron un boleto truculento y espere más de cuatro o cinco horas en un sala de espera con un calor insoportable y tan sólo un ventilador para combatirlo, empecemos desde cero, en la terminal de Santa Cruz en Bolivia, estuve preguntando por algún autobús que me llevara lo más cerca de Rio de Janeiro que se pudiera a un precio razonable, la terminal es enorme por lo que fue una tarea complicada y tardada, finalmente me vendieron lo que sería un autobús de Santa Cruz a Sau Paulo a no recuerdo que precio, el engaño fue al momento de llegar a un poblado que no era ni si quiera brasileño, Puerto Suarez, un poblado casi fronterizo de Bolivia en donde tenía que tomar una pequeña furgoneta que me llevara a Puerto Quijarro, preguntar por la estación donde estaba exactamente la compañía de autobús y esperar desde las once de la mañana (llegué a las siete a Puerto Suarez pero de transporte y tramite de migración me dieron las once) hasta las dos y media de la tarde que salía el autobús, y ¿porqué lo denomino como un boleto truculento? Porque jamás me comentaron que prácticamente estaba comprando el boleto de dos autobuses, me pudo haber salido lo mismo comprar un boleto a Puerto Quijarro y ya de ahí comprar otro a Sau Paulo.

Pero en fin, lo importante en toda ocasión es estar activo, alerta y muy perceptivo de las dobles intenciones de todos, siempre hay una persona que va a verte cara de billetera y buscará como aprovecharse de ti, pero también existe la buena fe y las buenas personas que sin conocerte en lo absoluto te estirarán la mano y te darán apoyo, justo en la frontera anterior conocí a un Colombiano que no llevaba dinero en efectivo suficiente para pagar la vacuna de la fiebre amarilla ,que según una señora encargada, nos la iban a exigir en migración (no pasó), y un señor le regaló así sin más el dinero que le faltaba para aplicársela vacuna, esta clase de acciones son las que más se graban en la memoria. 

La frontera entre dos tierras

La frontera entre dos tierras

La frontera entre dos tierras

La frontera entre dos tierras

No sé porque tengo tan pocas fotos de las fronteras, yo recuerdo haber tomado el momento exacto del cruce de la línea fronteriza, pero pues dejo estas cuatro que si no son del momento exacto (más que la última que es de la frontera Bolivia-Brasil) si son a unos pocos kilómetros. 


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