Estrasblog, parte catorce: Interrail vol. I
¡Hola a todos!
Pido disculpas por mi ausencia estas últimas semanas, ya estoy de vuelta y completamente instalado en Estrasburgo para las próximas dos semanas, así que el Estrasblog estará a pleno rendimiento. Como te prometí en el pasado artículo, esta semana tengo mucho sobre lo que hablar, en concreto os voy a contar mi viaje en Interrail recorriendo Europa.
Comenzamos el pasado sábado (12 de enero), cuando fuimos hasta Karlsruhe para coger nuestro primer tren del Interrail. Durante ese poco tiempo que estuve en Karlsruhe, me dio tiempo a darme cuenta de dos cosas. En primer lugar, los alemanes están encantados de hablar en inglés con la gente, que como yo, somos malísimos con la pronunciación en alemán. En segundo lugar, me percaté de que una mujer llevaba ratones (sí como lo oyes, ratones) a modo de bufanda. Estos ratones estaban muy vivos, fue una de las modas más interesantes que nunca antes había visto.
Usamos por primera vez nuestro billete de Interrail en el tren nocturno hasta Berlín desde Karlsruhe. Mi valoración general de esa noche fue la siguiente: todo era bastante cómodo, pero había un problema mayor que mi cama. Estaba por todo el tren. No pegué ojo debido a los incesantes ruidos, el movimiento constante de las puertas correderas, que justo estaban ubicadas al lado de nuestro compartimento y lo más irritante de todo era el movimiento del vagón del tren que iba por los raíles, que eran de todo menos regulares. Mi recomendación: llévate unos tapones o coge un tren por la tarde, que solo tarda un par de horas hasta llegar a Berlín. De todos modos, llegamos a Berlín sobre las siete y media de la mañana el domingo, aquí es donde comienza nuestra historia.
Berlín:
Nada más poner un pie en Berlín, lo que más me impresionó fue la tranquilidad. Es la capital de Alemania, uno de los países más prósperos del mundo y es una ciudad con una historia que no tiene rival en el mundo. Ahora bien, las extensiones enormes de espacio que se produjeron por la destrucción de la ciudad en la Segunda Guerra Mundial apenas se han completado con nada o nadie.
Una vez dicho esto, Berlín es una ciudad fantástica. Para un historiador como yo, el núcleo del movimiento nazi, destruido por los rusos y que dividió la ciudad durante 40 años, despertó por completo mi apetito. Vimos esta magnífica ciudad y conocimos su historia correctamente con el primero de muchos Free Tours, que nos recomendó una compañía de viajes llamada Sandemans New Europe, ¡te la recomiendo! Básicamente, los guías turísticos deben dar lo mejor de ellos durante la visita, porque su sueldo son las propinas que los turistas les dan al final de los tres cuartos de hora de trayecto. Desde luego que merece la pena, durante la visita nos llevaron a todos los sitios que pedimos, nos contaron qué había en el sitio e incluso parecía estar vivo. Algunos de los lugares que visitamos fueron: Checkpoint Charlie, la puerta de Brandenburgo, el búnker de Hitler, que resulta ser un aparcamiento y también, la famosa quema de libros, además del edificio del Reichstag y el Memorial al Holocausto. Por otro lado, también logramos ir al museo de Pérgamo, a la galería East Side Gallery y al mágico centro comercial KaDeWe, de verdad, es mágico.
Nuestro hostal también era muy chulo, a pesar de estar a casi una hora andando del centro de la ciudad. Obviamente, no había problema, ya que cogíamos el metro, pero cuando hicimos ese camino andando nos expusimos a las temperaturas bajo cero. Sin tienes en cuenta que solo me llevé unas zapatillas Vans para el viaje (adelante, puedes reírte de mí), estar mucho tiempo expuesto a temperaturas heladoras no me viene bien.
Me he enamorado por completo de Berlín. Es sencillo transitar por la ciudad, hay muchas cosas que hacer y se respira una sensación agradable que no puedes encontrar en la capital del Reino Unido, lo que significa que volveré de visita aquí.
Después de tres días en Berlín, era hora de subirse al tren y poner rumbo a la capital de la República Checa: Praga.
Praga:
Praga es una ciudad muy diferente a Berlín en cuanto a edad. Está claro que ambas tienen ya unos cien años, pero Berlín tiene un porcentaje más alto de edificios modernos, mientras que en Praga predominan los estilos góticos, románicos y renacentistas.
Hay dos atractivos principales en Praga, uno es el castillo más grande de Europa y el otro, el precio ridículo de la cerveza. En serio, 100 coronas equivale a tan solo 3 € y una cerveza de 0,5 litros no te cuesta más de 50 coronas. Teniendo en cuenta que la mayoría de cervezas con un porcentaje de alcohol inferior al 6 % aquí se consideran irrisorias, ahora ya sé porqué tantos británicos que vienen a Praga de vacaciones acaban devastados.
El primer atractivo del que te hablé fue el castillo más grande de Europa, es un sitio un poco más cultural. Volví a contactar con la compañía Sandemans para hacer una visita breve antes de embarcarnos en un recorrido de 4 horas por la fortificación. Es un sitio verdaderamente impresionante, se erige en la parte superior de la ciudad y desde allí, desde la enorme catedral alrededor de sus muros, se emana un sentimiento de poder. Por la noche también, tiene una iluminación impresionante, debemos dar las gracias a Mick Jagger por ello, en serio, es él quien paga la luz, ¡no me lo podía creer!
La breve visita turística del día 16 nos permitió tener más tiempo libre por la ciudad al día siguiente y lo disfruté a conciencia. Desde el primer día hasta el quinto había estado recorriendo las ciudades de las capitales europeas a 160 km/h y mis piernas estaban mucho más agotadas de lo normal, ya que normalmente se suelen relajar cuando estoy de vacaciones. Cuando estábamos en el bar irlandés, que en Praga parece ser que son bastante típicos, solo podía pensar en mi cama y en una buena noche de descanso.
¡Debo dejarlo aquí! En el próximo artículo del Estrasblog, hablaré de mi visita a Núremberg, Múnich y Lucerna. Hasta entonces: à plus tard mes copains!
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