Día 7: miércoles 5 de septiembre: los pantalones verdes
Día 7: los pantalones verdes
Miércoles 5 de septiembre de 2012
La mayoría de mi estancia Erasmus será durante los meses de otoño e invierno. Ya he asumido que no tardarán en bajar las temperaturas y empezará a hacer bastante frío. Como soy una persona muy friolera, me he traído solo ropa de abrigo para ir bien preparada para el frío. Sin embargo, ahora hace muy buen tiempo, unos veintinueve grados.
Esta semana hacía mucho calor y a medida que pasaban los días, más subían las temperaturas. No había ni una sola nube en el cielo. Me gusta el calor, pero no tengo la ropa adecuada para estas temperaturas. No tengo derecho a quejarme porque el tiempo en Inglaterra en verano ha sido un horror. Hacía frío y llovía todos los días. Pero aquí no tengo nada que ponerme. Solo tengo unos pantalones, pero no me gustan porque son muy cortos y odio la idea de llamar demasiado la atención cuando voy sola porque los hombres aquí son un poco raros.
No me he traído ropa de verano y, aunque podría haber lavado la poca ropa que me vale para este tiempo, me da demasiada pereza. Así que, en vez de lavar la ropa, he decidido ir a H&M con cincuenta euros y comprarme alguna que otra prenda de verano. Ayer por la noche, vi unos pantalones verdes y me encapriché de ellos, así que he encontrado un H&M en Lyon, en la Rue de la République y he ido a comprarlos. Como hacía calor, opté por estar fuera, en la calle, en vez de ir a un centro comercial.
Cogí el funicular en la parada Vieux Lyon hasta la parada de Saint Juste y luego cogí el metro en Bellecour. El metro de Bellecour es muy grande y tiene varias salidas. No estaba segura de qué dirección era la que tenía que seguir. Estaba un poco perdida. Seguí las indicaciones hasta la Rue de la République, pero, por alguna extraña razón, me costó muchísimo encontrar la calle.
No me acuerdo de si estaba un poco despistada por algún motivo o decidí dar una rodeo, pero salí en dirección contraria. Olvidé mi mapa en la habitación, aunque había varios mapas en las calles. Aun así, habría sido más fácil si me hubiese traído mi propio mapa. Di una cuantas vueltas y, al final, me di cuenta de que estaba cerca de la Rue Victor Hugo, así que decidí que sería una buena idea preguntar a una mujer cómo llegar. Sin embargo, se me olvidó la mayoría de las indicaciones que la mujer me dio. Pero, aunque no sepa cuál es la dirección exacta, al menos sé por dónde ir.
Una vez más, crucé la plaza de Bellecour, que es una de las plazas más grandes de Europa. Cogí la calle de en medio. No era la Rue de la République. Las tiendas que había eran para gente muy rica y era obvio que no iba a encontrar ningún H&M allí. Luego, fui hasta el final de la calle y vi una señal que indicaba la dirección que había que seguir para llegar a la Place de la République. De repente, se activó mi faceta más lógica y pensé que la Rue de la République no tendría que estar muy lejos de la Place de la République.
En la Place de la République, había una fuente enorme y un carrusel. Alrededor de la fuente, había gente que quería contemplar las gotitas de agua que salían de los chorros de agua. Algunos incluso habían puesto los pies a remojo. Yo también tenía calor y el agua parecía muy refrescante.
Cerca de las tiendas que había alrededor de la Place de la République, había gente que pedía una limosna para poder comer, o para otos usos, a los que entraban y salían de las tiendas habiendo comprado artículos de lujo.
Al final, encontré la calle y tenía dos opciones: girar a la derecha hacia Bellecour, o a la izquierda hacia el ayuntamiento. Opté por girar a la izquierda porque, como tenía calor, me llamaba más la atención la acera en la que había unos árboles que daban sombra. Sentaba bien escapar un poco del calor y del sol abrasador de septiembre. Las cafeterías de Rue de la République estaban hasta arriba de gente que había pedido alguna bebida para calmar la sed.
Unas horas después, encontré la tienda H&M en un edifico moderno que no encajaba muy bien entre los edificios tradicionales que había en la Rue de la République; todos ellos tenían ventanas enormes y puertas grandes y elegantes. En la esquina, había una iglesia muy antigua. Todo era bastante raro.
Entré en la tienda y empecé a buscar ropa de verano y los pantalones verdes, pero no había nada que me llamara la atención. No había traído mucha ropa a Lyon, así que tenía que encontrar algo. Al final, elegí una camisa vaquera, unas medias grises de lana para el invierno y una bufanda. No era precisamente ropa de verano. Lo pagué todo, pero estaba un poco decepcionada por no haber encontrado los pantalones verdes.
Estaba saliendo de la tienda cuando vi encima de una mesa los pantalones que quería. Encontré mi talla y vi que estaban también en otros colores. Me enamoré de los lilas, así que tuve que decidirme por unos. Fue más fácil decidir cuando me di cuenta de que no quedaba el modelo lila de mi talla. Así que volví a la caja para pagar mis pantalones verdes.
Estaba muy contenta con todo lo que me había comprado y seguí caminando por la Rue de la République para ir descubriendo la ciudad de Lyon. Encontré una tienda de SFR (sociedad francesa de radiotelefonía) y decidí comprarme un móvil francés porque, tarde o temprano, me haría falta. Al principio, no me di cuenta de que había que sacar número. Luego, cuando cogí número, pasaron unos diez minutos y me llamaron. Fue muy fácil conseguir un teléfono móvil y, por suerte, llevaba el pasaporte encima. Me compré el móvil más barato que había, el modelo "S" de la marca SFR. No tiene nada que ver con mi móvil inglés, un HTC Wildfire S, que es super moderno. El S de SFR se parece más a un móvil de los años 90, pero es más útil en Francia que mi móvil inglés. Más vale eso que nada.
Me di una vuelta por la ciudad tranquilamente en dirección a la residencia y por el camino encontré otro H&M. Cuando estaba volviendo hacia Vieux Lyon, paré un momento para tomar un helado. Me compré mi preferido: el sorbete de limón. ¡Era tan refrescante!
Cuando me dirigía a Vieux Lyon, eché unas cuantas fotos con mi nueva cámara de fotos, que me había comprado unos días antes de llegar a Lyon. Me gusta usar el modo manual porque prefiero controlar la imagen de las fotos que echo. Seguí en dirección contraria a Rue de la République y, al final, di con Bellecour. No podía entender cómo me había pasado la calle antes. Ahora ya he sé cómo orientarme en la ciudad y creo sinceramente que, cuando nos perdemos, a veces nos sirve para descubrir otras cosas.
Una vez en Vieux Lyon, fui hasta la Place Saint Jean, donde se encuentra la catedral de Saint-Jean. Había unas cuantas callejuelas, pero decidí que sería buena idea volver en funicular en lugar de perderme una vez más.
Estaba muy cansada cuando llegué a casa tras haber pasado a comprar el pan a la panadería. En las escaleras que hay antes de entrar en mi edificio, me encontré con Alison. Hablé un poco con ella y, luego, una mujer nos preguntó dónde podía encontrar un McDonald's. Me sorprendió mucho que, a solo 200 metros de la residencia, hubiese un McDonald's. No estoy segura que el descubrimiento de este restaurante de comida rápida sea una buena idea. Supongo, que lo sabré dentro de poco.
Entré a mi habitación tras haber saludado a otra amiga de Roehampton, Laure, que acababa de llegar a Lyon con sus padres. Empecé a deshacer las maletas y abrí el armario. Entonces, me di cuenta de que ya tenía un pantalón verde. Aunque, no pasa nada porque el tono de verde es diferente.
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