Desde el Oriente Antiguo a la actualidad (4/4)

Siglos de cultura

La recepción de la cultura oriental en nuestro mundo es difícil, pues nuestra tradición grecorromana y la dificultad de la invención asiriológica lo complican. Solo en ocasiones el mundo griego fue consciente de las semillas de Oriente en sus creencias, su filosofía y su ciencia. La Biblia y algunos clásicos ayudarían a conservar algunas imágenes cuando la cultura cuneiforme se perdía.

En el siglo XX, con la explosión de la investigación, la cultura de Oriente empezó a ser recibida, su pensamiento comenzó a convertirse en patrimonio y memoria de nuestra propia conciencia cultural.

Babilonia y sus reyes dominaron las evocaciones literarias, el arte y la arquitectura.

Gente y milenios de cultura y pensamiento inmortalizados en documentos llenos de ideas escritas: como diría San Agustín, “un caudal exceso y dispar para un recipiente tan pequeño”. 

Provoca asombro pensar que gran parte de nuestro pensamiento empezara a desarrollarse hace unos 4000 años entre los ríos Tigris y Éufrates. Los nuevos hallazgos que vayan descubriéndose no cambiarán la concepción de la vida hasta que seamos capaces de asumir todo lo que debemos a las antiguas civilizaciones.

Es difícil a veces comprender cómo pueblos tan lejanos en tiempo y en espacio pueden estar tan próximos a nuestra cultura actual. La base de nuestro sistema religioso, basado en la Biblia, es heredado de la religión mesopotámica, al igual que la escritura, e incluso algunos de los proverbios que usamos como parte de la cultura popular una vez estuvieron en boca de los pueblos del Oriente Antiguo.

Nuestra cultura, que muchos falsamente creen que ha nacido en territorio griego y romano, realmente encuentra su origen en la cultura y forma de vida de Oriente, la cual más tarde sería heredada por la Antigua Grecia y por Roma. Resulta increíble que el mundo de Oriente Próximo, tan rico y elaborado, no sea aún plenamente conocido. Quizás los estudios en esta materia aumenten con el tiempo y sean valorados más allá del aspecto exótico que puedan aún presentar como eco de corrientes como el romanticismo y la literatura orientalizante; justamente en Oriente encontramos el origen de la cultura, del pensamiento, de la organización social y urbana y, en definitiva, de la vida.