Corre, corre, corre... ¡El médico no vendrá!

Bueno, ¿adivinad qué ha pasado hoy? He intentado ir al médico. Me duele una pierna cuando toco el suelo. El dolor no es tan insoportable, pero aun así, me molesta, sobre todo cuando tengo que andar mucho. Y, además, tengo que solucionar un pequeño problema, porque podría convertirse en algo mucho más grave.

Centro Médico para estudiantes

Entonces me dije, ya que no es una emergencia (aunque para mí fue una cuestión de vida o muerte), tal vez podría ir primero al médico del campus. Quizá lo que necesito son unas pastillas o una pomada para el dolor. ¡Mejor decirlo que hacerlo! En el campus universitario de la Universidad de Varsovia ninguno de los médicos habla inglés, ni tampoco intentan buscar a alguien que hable inglés para poder comunicarse con los estudiantes extranjeros. Vale, no sabes inglés, (aunque muchas de las personas que estaban en la oficina hoy eran muy jóvenes) entonces buscaré a alguien que hable polaco para que me traduzca.

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Tuve suerte, porque enseguida encontré a una chica que estaba rellenando unos formularios en otra mesa, más atrás. Para aquellos de vosotros que no sepáis donde está el Centro Médico para Estudiantes, os lo diré. Al entrar por la puerta principal de la universidad, veréis un gran cartel que dice "Banco", id hacia allí; Luego veréis un pequeño pasillo, pasad por ahí y luego girad a la izquierda, veréis un cartel no muy grande con el nombre "MedCenter". ¡Está ahí!

Volviendo a mi historia. Entonces encontré a una chica que me ayudaría. Ella le explicó mi problema a una chica, y luego, la mujer, una enfermera (creo), me preguntó (a mi traductora) si tengo una tarjeta de seguro médico. Le digo que tengo mi seguro médico y lo cojo de mi bolso para enseñársela. ¿Qué pasó después?

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Tarjeta sanitaria europea vs. seguro médico

Bueno, al parecer no reconocen los documentos de los seguros privados. Casi me hizo reír. Quiero decir, en Rumania consigues la tarjeta sanitaria europea gratis, solo tienes que pedirla en la Cámara de Seguros, la institución nacional que se ocupa de los asuntos médicos. Por desgracia, no tuve tiempo de conseguir esa tarjeta en mi país, porque estuve viajando todo el verano. En Rumania el trámite consiste en rellenar algunos documentos personales, enviar una solicitud para obtener la tarjeta, ir personalmente a la institución que se encarga de la ciudad, dejar allí los documentos, esperar de tres semanas a un mes y que la tarjeta llegue a casa por correo. No tenía tiempo suficiente para hacerlo y, en realidad, pensé que sería más seguro tener un documento en el que aparezca un seguro médico pagado. Uno, debo añadir, por el que pagué mucho y que se supone que es reconocido en todos los continentes del mundo. Pero se ve que no aquí. Además, no puedes hacer que te envíen la tarjeta desde tu país, porque solo te la dan si vas personalmente a la oficina. Si quieres conseguirla, debes hacer un gran esfuerzo. Conseguir documentos legales firmados, pagar por su legalización, enviarlos a Rumania... Y aquí tu madre o padre, que tiene tiempo libre, hace el resto. Pero este proceso lleva mucho tiempo y dinero.

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Vale... Entonces, no puedo ir al Centro Médico para Estudiantes. ¿Qué hago? Fui a la Oficina Internacional para estudiantes Erasmus, a preguntar qué puedo hacer. Y aquí me dieron la respuesta que esperaba, "ir al hospital o a una clínica privada". Vale. La chica de la oficina de Erasmus me dio un enlace para hacerlo, y como la mujer anterior del centro médico, me dijo que en Polonia es más importante tener una tarjeta sanitaria, en lugar de un seguro privado... Y si es tan importante, ¿por qué no se ha publicado en ningún sitio? Quizá esta información esté en algún lado y yo no la haya visto. Tengo que aclarar que antes de venir a Polonia, miré como todos vosotros (supongo), lo que necesito para mi estancia. En ninguna parte de esa lista publicada en los sitios oficiales, vi que debes tener la tarjeta sanitaria europea, aunque tal vez se me haya pasado.

Preguntando a las clínicas

Salí de la oficina de Erasmus y me fui a casa, allí busqué algunas clínicas, me vestí y empecé a buscar. Fui a una clínica cerca de mi piso, en la calle Solec 99. Aquí, la "amable" mujer del mostrador me dijo que no entendía lo que quería o necesitaba y que debería ir al hospital si necesitaba algo. Al menos eso fue lo que entendí. Ella seguía repitiendo la palabra "szpital", que yo la entendía como hospital.

Era la segunda vez que me echaban de una clínica.

Al hospital

Nadie de la recepción hablaba inglés y tampoco los que estaban en las mesas de atrás. No sabía qué hacer, me estaba agobiando por los nervios y tenía rabia, mucha rabia. Quiero decir, podría haber muerto si fuera algo más serio y lo único que todos repetían era: "Nie rozumiem", que significa no lo entiendo. Empecé a preguntarle a una señora del mostrador si hablaba francés, italiano o español, con la esperanza de que tuviera suerte. ¡No, otra vez! Ni siquiera sabía cómo decirme adónde ir. Ni siquiera sabía cómo decirme adónde ir. Decidí seguir las señales de las paredes hasta llegar a la sección de ortopedia.

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Tuve la suerte de que mi amiga rumana, Giorgiana, estuviera conmigo. En el teléfono mi madre se estaba volviendo loca y yo me sentía cada vez más preocupada. Hablé por señas con una chica que logró indicarme donde estaba la puerta para los problemas ortopédicos.

Aquí encontré a Ania. Era tan dulce y, lo más importante, hablaba un poco de inglés. Una vez más se lo dije con señas, le mostré mi pierna y dónde me dolía. Esperé mi turno en la cola y cuando entré en la sala de revisión, Ania me miró el pie. Al ser un poco joven, fue a buscar a otro médico para que le diera una segunda opinión. Ambos estuvieron de acuerdo en que debería ver a un dermatólogo que tratara mi problema. Annia buscó en Internet una buena clínica y un buen médico, me dio un consejo y me dijo que buscara a un estudiante polaco y que fuera con él. También me dijo que si no tengo la tarjeta sanitaria europea (EKUZ, en polaco), mi seguro médico no se aceptaría y tendría que pagar por todo lo que me hicieran los médicos, y tendría que arreglar el tema del dinero con la compañía de seguros de Rumanía, cuando volviera.

En ese momento, no me importaba, la salud no tiene precio. Estaba muy feliz de que finalmente alguien se tomara el tiempo para hablar conmigo. Puede que no nos hayamos entendido perfectamente, pero la información importante sí que la entendí.

Al final, todo terminó bien y mañana le pediré a un amigo polaco que me acompañe a la clínica. Espero que me diga que sí y pueda solucionar el dolor de mi pierna. Tengo que reconocer que tengo un poco de prisa, ya que el viernes me voy a Bélgica y quiero estar en buena forma. Seguro que tendré que caminar mucho y, con suerte, salir de fiesta y no puedo hacerlo si no soluciono el problema que tengo en la pierna.

¿Por qué os he contado esto? Bueno, por razones obvias, para que tengáis cuidado de no estar en mi situación. ¡Esto es todo por hoy! ¡Hasta la próxima!

Corre, corre, corre... ¡El médico no vendrá!


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