11 razones para viajar solo
"No puedo imaginarme viajando sólo/a. ¿Acaso no se siente uno solo? ¿Es peligroso? ¿Aburrido? ¡Yo no creo que esté preparado para algo así!: ¡es lo que muchos dicen! Pero todos aquellos que se han atrevido y ya han viajado solos dicen exactamente lo contrario y no pueden imaginarse viajando de otra manera para descubrir nuevos lugares. ¡Por ello os voy a dar 11 razones por las que cada uno de vosotros debería intentar, al menos una vez en su vida, viajar sólo! Si es algo que no está hecho para vosotros de acuerdo. ¡Pero como he dicho anteriormente todavía no he conocido a nadie que lo haya intentado y que no haya quedado convencido con la experiencia!
1. Nunca se está solo y se aprende a conocer un montón de nuevas personas
El rumor según el cual aquel que viaja solo es un solitario es sencillamente falso. Nunca se siente uno solo, ya que nunca se está solo en el camino y esto nos da la oportunidad abrirnos a los demás más fácilmente. A diferencia de lo que ocurre cuando viajamos con otra persona esto nos empuja a encontrar nuevos amigos y sólo en ese momento nos damos cuenta de la cantidad de mochileros que también viajan solos. ¿Resultado? Se conoce a mucha más gente de la que se podría llegar a conocer si se viajase entre amigos, es decir: se conoce a un montón de gente. ¡De manera natural surgen fantásticas nuevas amistades!
2. Expandir tus horizontes
Desde el primer momento en que viajas solo conoces personas nuevas y aprendes a estar constantemente expuesto a opiniones y puntos de vista nuevos. ¿Hay algo más emocionante que descubrir una nueva cultura o valores nuevos diferentes de nuestra propia opinión o de todo aquello que ya conocemos? Todo aquel que no sale de su zona de confort no aprende nada nuevo. Aquel que, al contrario, se atreve a dar el primer paso hacia lo desconocido amplía sus horizontes. ¡Creo que esta es una de las razones principales por las que adoro viajar sola: cuando regresé de Alemania había aprendido muchas cosas, incluso cambié de opinión sobre algunos temas, ya que tuve la oportunidad de tratar con muchas personas diferentes así como aprender a conocer su manera de ver las cosas!
3. Encontrar tiempo para uno mismo
También es importante pasar tiempo solo con uno mismo. Estar solo no quiere decir que uno sea un solitario. Para mí se trata más de vaciar la mente, centrarse y disfrutar de un poco de calma. Lo que es genial cuando se viaja solo es que puedes elegir cuando quieres estar solo o cuando quieres pasar tu tiempo con otros mochileros. No tienes que pasar el tiempo necesariamente con otras personas si necesitas un poco de tiempo para ti mismo, y no tienes por qué justificarte. Cuando no viajas con amigos eres libre de escoger cómo disponer de tu tiempo y no tienes por qué discutir con nadie. ¿Acaso no es sencillamente agradable leer un libro de vez en cuando, en soledad en la playa, o descubrir una ciudad?
4. Puedes cambiar de planes en cualquier momento
Solo tú decides qué hacer durante las próximas horas o los próximos días. ¿Has conocido gente en el albergue juvenil que quiera ir a surfear mañana y decides unirte a ellos? ¿Te has enamorado/a de un lugar y deseas quedarte algunos días más? ¿Has conocido a alguien extraordinario y deseáis viajar juntos durante las próximas semanas? ¡No hay problema porque no necesitas el permiso de nadie! todo lo que desees: puedes vivir tu propia vida y cambiar de opinión en cualquier momento. Todo depende de quién te encuentres y de qué tengas ganas de hacer. ¡Esta flexibilidad y espontaneidad brilla simplemente por su ausencia cuando se viaja con alguien!
5. Aprendes a conocerte mejor
Cuando viajas solo descubres nuevos rasgos de tu carácter que no habías descubierto antes. Aprendes a conocerte mejor viajando solo/a, porque adviertes cómo reaccionas ante determinada situación: lo que te hace sentir a gusto o a disgusto y lo que te afecta directamente al corazón (no solamente en lo que concierne al viaje). Porque pasas tiempo contigo mismo siempre cotejando con personas nuevas y cautivadoras, de seguro que volverás de tu viaje con ideas nuevas y una visión sobre ti mismo más reflexiva.
6. Podéis hacer exactamente lo que os plazca
¿Te gustaría aprender yoga? ¿Se te ha acabado el dinero y has decidido alimentarte exclusivamente de patatas los próximos días? ¿Te gustaría broncearte durante todo el día en la playa mientras lees un libro? ¿Has decidido de repente salir de excursión? Ningún problema porque no tienes que ponerte de acuerdo con nadie. Sólo tú decides lo que quieres hacer y aprendes a escuchar tu instinto. No tienes necesidad de fingir ni hacer nada que no tengas ganas de hacer, sea esto lo que sea. Genial, ¿no?.
7. No debes estar pendiente de lo que les suceda a otros, ni ser responsable de otros.
No hay ningún momento en nuestras vidas en que no tengamos sobre nuestras espaldas alguna responsabilidad. Normalmente somos responsables de cien mil cosas: estudiar o trabajar e incluso muchas más. Por eso es increíblemente liberador no ser responsable más que de uno mismo por una sola vez. Lo único de lo que tienes que preocuparte es: encontrar un lugar para dormir, y comer, el resto llega solo. No necesitas prestar atención a nadie que no seas tú mismo, ni dejarte guiar por nadie. Por tanto, no necesitas hacerte cargo de los deseos y necesidades de otros viajando solo/a. Por una vez todos tus pensamientos pueden volcarse hacia ti sin tener que preocuparte de los demás sin parar. (¡Sin embargo de vez en cuando deberías enviar algún signo de vida a tus padres!)
8. Se viven experiencias únicas
Vivir la experiencia de una puesta de sol sobre un acantilado o al borde del mar, estar solo sobre una cumbre y disfrutar de la vista o compartir con perfectos extraños un sentimiento de confianza, que normalmente se reserva a los amigos más cercanos. Todas éstas son experiencias que sólo se pueden vivir viajando en soledad. Son experiencias únicas que resultan de un salto a lo desconocido lo que las hace más preciosas y especiales. Además esto las vuelve más indescriptibles ya que, por el mismo motivo, son experiencias a las que es difícil poner palabras. Pero son recuerdos de los que todavía hablaremos, cuando seamos viejos y canos, al calor de la chimenea. Son momentos que se quedan grabados en nuestro corazón.
9. Maduramos
Viajar solo es inquietante. Es algo nuevo y desconocido. Es atreverse a lanzarse al agua, y éste es el motivo por el que es algo genial. Es una manera de crecer porque primero has de superar tus miedos sin timidez para darte cuenta que abordar por primera vez a personas desconocidas al final no es tan difícil. Aprendemos a qué velocidad podemos conocer nuevas personas, pero también hasta qué punto la vida es bella cuando salimos de la zona de confort; y de repente ya no parece todo tan inquietante y angustioso. Es emocionante y formidable, y reporta sobre todo una importante lección: incluso, si algo parece angustioso a primera vista, esto no significa que no tengamos que intentarlo. Al contrario: es precisamente la razón por la que hay que probar el hacerlo. Se constata que en el 99% de los casos nuestros miedos se revelan infundados y que se trata de algo extraordinario. Así que se aprende muchísimo y se viven aventuras únicas, ¡en realidad lo más inquietante sería no intentarlo!
10. Todo son oportunidades
Lo susodicho apunta a una conclusión: viajar solos nos transforma. Aprendes muchísimas cosas nuevas, desarrollas muchas ideas nuevas y, ¿quién sabe?, tal vez encuentres personas que estarán a tu lado para toda la vida. Viajar en soledad ofrece muchas oportunidades y un enorme potencial para conocerse mejor y saber lo que se quiere en la vida. A lo mejor nos damos cuenta de que no deseamos volver a la vida anterior, sino que decidimos a dónde ir. El mundo se nos ofrece y deberíamos disfrutar de él lo más posible. ¡Viajar solos es una suerte que nadie debería pasar por alto!
11. Aprendemos a conocer el valor de las cosas y la gratitud
¿Beber agua del grifo? ¿Reciclar los residuos? ¿Un techo sobre nuestras cabezas? ¿Aseos que funcionan? ¿El dinero suficiente para poder vivir bien? Para la mayoría de nosotros todas estas cosas nos vienen dadas. Pero el viajar nos demuestra que todo es insospechado. Todos los que viajan, o bien en soledad o bien acompañados, tienen la suerte de tener un hogar donde volver. Cuando se viaja solo, al menos es lo que yo pienso, se vive todo más intensamente y se sabe apreciar aún más lo que se posee: los amigos, la familia y, por supuesto, los bienes materiales. Cuando se viaja solo se viven otras experiencias y regresamos con el corazón lleno de gratitud.
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