Viaje por el sur de Francia

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Si vas a pasarte parte del año, o el año entero, en Francia, entonces seguramente en algún momento querrás pasarte a visitar la famosa Costa Azul y la región de Provenza. Habréis visto fotos o lo habréis visto en películas, pero creedme, los paisajes pintorescos y el mar azul, que parece de cristal, son aún más impresionantes en persona. Yo tuve la suerte de poder vivir seis meses en Aix-en-Provence haciendo unas prácticas, porque al final conseguí ver los lugares más importantes antes de irme. He de confesar que nunca antes había visto que un lugar emanara tantísima belleza. En un radio de dos horas de margen hay muchísimos lugares para visitar, aquí os hablaré de los más famosos pero que sepáis que hay muchísimos pueblecitos que están esperando a que alguien los descubra.

Os recomiendo que os cojáis una semana para hacer este viaje, así podréis aventuraros y descubrir los pintorescos rincones que estas ciudades tienen reservados para vosotros.

Podéis apuntaros a muchos viajes y tours, pero lo mejor a la hora de planificarte tu propio horario es alquilar un coche, así podréis pasar por la sinuosa carretera de la Costa Azul y disfrutar de unas vistas espectaculares.

Haced las maletas, coged los mapas, preparad la cámara y a disfrutar.

El viaje lo he ordenado de este a oeste, pero obviamente podéis hacerlo al revés si os viene mejor.

Día uno

Aix-en- Provence

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Bueno, la primera vez que oí hablar sobre Aix-en-Provence fue cuando me inscribí en las prácticas. Jamás imaginé que tendría la suerte de poder pasar seis meses viviendo en una ciudad tan bonita. Suele ser una ciudad a la que va la gente en verano de vacaciones, pero lo que hace que esta ciudad sea tan especial es que se puede visitar en cualquier época del año. Nada más llegar os encontraréis con la gran "Fuente de la Rotonda", a esto hay que echarle una buena foto porque merece la pena. Yo viví a cinco minutos de aquí, cuando pasaba por ahí a menudo podía ver cómo la luz se reflejaba en ella y resaltaba cada detalle de la fuente. Justo detrás encontraréis la entrada principal al casco antiguo de la ciudad. Me faltan palabras para explicar lo que se siente al deambular por esas calles antiguas y adoquinadas, os quedaréis fascinados con la maravillosa arquitectura que da forma a la fachada de los edificios y a las muchas fuentes antiguas que hay dispersas por la zona. Después os encontraréis con el ayuntamiento, que se encuentra en mitad de una plaza que normalmente está llena de vida. No os podéis perder tampoco el mercadillo, lo montan cada día en un sitio diferente del casco antiguo. Así que da igual qué día vayáis, siempre tendréis algo que ver. Por otra parte tenemos una de las zonas más importantes de Aix-en-Provence, Cours Mirabeau, que está repleto de árboles y fuentes y de cafeterías tradicionales.

Os aconsejo que os vayáis a pasar la mañana en Aix, disfrutéis del sabor de un buen croissant con café mientras veis cómo pasa la gente y aprovechéis para iros de compras, daos una vuelta por sus boutiques y tomad algo en alguno de sus restaurantes, elegid el que más se adapte a vuestros gustos.

Cassis

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Cassis está a tan solo 40 minutos de Aix-en-Provence y, en cuanto a los resorts, es el secreto mejor guardado de la Costa Azul francesa. Hay dos playas que no son muy grandes pero son impresionantes y además, se encuentran rodeadas por un acantilado coronado por un castillo que ahora es un hotel. El puerto pesquero es la parte más importante de la ciudad y está repleto de cafeterías y restaurantes, sobre todo abundan las marisquerías. Tanto los colores de los edificios como los barcos anclados al puerto le dan a la ciudad un aire de pueblo italiano. Si andáis unos cinco o diez minutos en dirección este, acabaréis en una cala pequeña, está perfecta para ir a tomar el sol por la tarde. Las Calanques son otra razón de peso para ir a Cassis, se encuentran al este del centro de la ciudad y son muy especiales. Hay como unas calas a las que puedes ir y saltar al agua desde las plataformas. También podéis ir a hacer kayak o simplemente pasearos por las tres calas que hay, puede que os lleve un rato pero las vistas merecen mucho la pena. Os recomiendo que vayáis una tarde a Cassis y cenéis en una de sus marisquerías. Podéis quedaros a pasar la noche en el camping que hay a las afueras del centro o en alguno de los hoteles que hay.

Al día siguiente, tenéis que ir sin falta a las Calanques, ya sea para pasaros la mañana paseando por las tres calas o pasar un par de horas entrando y saliendo de las calas con el kayak.

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Días dos y tres

Puerto de Grimaud y de Saint Tropez

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Fuente

El puerto de Grimaud es único en comparación con las demás playas costeras de la Costa Azul. Es la "Venecia" de Francia. Francois Spoerry diseñó la ciudad en los años 60 modificando los pantanos formados por el río Giscle en la bahía de Saint Tropez. Aunque el plano sea parecido al de Venecia, la arquitectura de la ciudad es como el de las casas de los pesqueros franceses de Saint Tropez. A lo largo del año hay muchos eventos a los que podréis ir, intentad ir cuando organicen conciertos de blues, cuenta-cuentos o el festival de las luces, que se celebra en Diciembre. Salid a pasear por el muelle, por los puentes y los canales y disfrutad de uno de los parajes turísticos más pequeños de la Costa Azul francesa.

Después siempre podéis conducir hasta la bahía de la comunidad vecina, Saint Tropez. Cenad por la noche en uno de sus exquisitos restaurantes y pasad el día cogiendo colorcito en la playa. Si vais en verano, seguramente os encontréis a algún que otro famoso de vacaciones en su yate.

Días tres y cuatro

Gargantas del Verdon

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El parque nacional está a menos de dos horas del norte de Saint Tropez. Es el cañón del río y muchos lo consideran el más bonito de Europa, con razón. El sorprendente color azul turquesa de sus aguas se debe a las fuentes glaciares y los minerales de fluorita que se quedan suspendidos en el agua. El río va desde Castellane hasta el pueblo de Rougons, desde donde se cuela a través de los estrechos canales que dejan las rocas y desemboca en el Lago de Santa Cruz.

Os aconsejo que paréis a comer en el lago y que os sentéis al borde para disfrutar de las vistas tan increíbles que hay, se os colapsarán los sentidos. Cuando nosotros fuimos no era temporada alta, así que el contraste con el silencio que había era brutal. Remad un poco por las orillas del lago o examinad la piedra caliza y las formaciones de las rocas, haced lo que queráis pero exprimid al máximo esta experiencia tan pura.

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La siguiente parada era Quinson, está a 20 minutos de allí. Antes de llegar a la ciudad pasaréis por un pequeño puente y os encontraréis con un lugar llamado Location Nautic (tiene banderitas y canoas en la entrada).

Aquí podréis alquilar un kayak, una barca a pedales o un barquito eléctrico para salir a explorar las Gargantas del Verdón y disfrutar de lo bonito que es todo. Es único. No conozco ningún otro sitio de Europa en el que puedas hacer algo así. Si vas durante los meses que más calor hace, ¡salta y pégate un chapuzón!

Cuando llevéis unas horas ahí podéis poner rumbo a la ciudad y disfrutar de una buena cena allí. Es la oportunidad perfecta para dar con un pueblo rural por el que no pasen los turistas y practicar francés.

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A la mañana siguiente, aseguraos de que no os vais sin ir a ver el pueblo que hay al norte del Lago de Santa Cruz, Moustiers-Sainte-Marie, es uno de los pueblos más bonitos de toda Francia. El pueblo se levantó sobre unas plataformas encaramada en el acantilado a muchos metros de altura. Al anochecer, si el día es claro, cuando el sol da de lleno sobre el acantilado, se puede apreciar una luz rosa sobre el pueblo. Entre los dos precipicios hay una cadena de 225 metros de largo de la que cuelga sobre el pueblo una estrella dorada pintada a mano. Parece ser que data del siglo X, aunque se han cambiado unas cuantas veces la cadena y la estrella desde entonces. Es espectacular y sorprende muchísimo encontrarse con algo así. Las vistas del valle no tienen fin, tómate algo y disfruta del paisaje verde que lo cubre todo. Cómete un crêpe y siéntate en uno de sus adoquinados patios.

Día seis

Niza y Villefranche-sur-Mer

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Ahora toca ya volver a la Costa Azul de nuevo. Me tiré toda la mañana de visita en Villefranche-sur-Mer, el pueblo más típico del sur de Francia. Como podéis ver merece mucho la pena ir a verlo. Es un pueblo típico francés, con sus lujosas villas en la ladera de la montaña, unos barcos increíbles amarrados en el puerto y pequeños jardincitos decorados por la ciudad. Mi parte favorita fue la del camino que te lleva hasta el pueblo, si miras abajo y ves el pueblo, es como ver una postal. Es idílico. Dad un paseo por la playa, sentaos y comeos un helado mientras disfrutáis de la belleza que os rodea.

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La próxima parada es Niza. Id al casco antiguo. Deambulad por los mercados. Disfrutad de un buen Enjoy a 'Socca'. La socca es una especialidad hecha a base de garbanzos de la región y no lo encontraréis en ningún otro lugar. Hay muchos puestos por el casco antiguo, tenéis que probarlo. Luego id al Promenade des Anglais (paseo de los ingleses). Incluso podéis alquilar unos monopatines y divertiros tratando de mantener el equilibrio y competir con alguien a la vez en la pista tan famosa que hay. Id a la playa también. He de confesar que de todas las playas en las que he estado de la Costa Azul, la de Niza es la que tiene el agua más clara. Es impresionante. Lo bueno de que Niza sea una ciudad importante es que tienes miles de bares y de restaurantes y, vayas al que vayas, segurísimo que está bueno.

Día siete

Mónaco

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Coge la pintoresca carretera hasta Mónaco, llegaréis en una hora y media. Pasaréis por unas cuantas ciudades costeras que tienen unas vistas que te dejan sin aliento. No me llevé ni una sola decepción en todo el viaje. He de decir, que cuando llegué a Mónaco, fue muy raro pero era como llegar a otro país. Me sentí diferente de como me sentí cuando llegué a los otros lugares. El puerto era muchísimo más impresionante, los barcos de ahí básicamente no podían ser de este planeta. Podéis dedicaros a pasear por allí un rato y deleitaros de lo extravagante que es todo. Luego toca Monte Carlo, con sus casinos y sus hoteles. ¡Ver a los demás jugar y buscar famosos es lo único que sale gratis aquí! El barrio está lleno de coches de lujo y boutiques de diseño. Luego id al casco antiguo. Es como el del resto de las ciudades de Francia, la única diferencia es que allí es donde se encuentra el Palacio del Príncipe de Mónaco. Los turistas suelen invadir el patio para echar fotos y ver el cambio de guardia. Justo a la derecha del palacio hay un mirador que da al puerto y a Monte Carlo. Definitivamente este es el mejor sitio desde el que podéis sacar una panorámica. Si volvéis al casco antiguo os encontraréis con la catedral, los Jardines de San Martín y el Museo Oceanográfico de Mónaco. Si tenéis tiempo libre, merece bastante la pena ir a verlo, sobre todo por las vistas que hay desde la última planta del edificio. Ante vuestros ojos tendréis el vasto océano y la ciudad casi entera de Mónaco.

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Y aquí acaba el viaje. Tenéis que hacerlo sin falta si os vais a estudiar un año fuera. Os pasaréis toda la vida contando historias sobre este viaje, de cuando tus amigos y tu os fuisteis a uno de los lugares más paradisíacos que existen en la Tierra. Los recuerdos son para siempre. Espero que mis consejos os sirvan de algo, pero de todas formas si tenéis alguna pregunta, no dudéis en mandarme un mensaje. ¡Bon voyage!


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