Octubre de 2015

Finales de septiembre y por fin he encontrado una habitación

Dejo mis maletas y me encuentro en esta encantadora familia mitad italiana, mitad francesa. Son muy buenos conmigo, muy cariñosos, pero hay algo que no me gusta. En realidad, esta no es mi casa. Tengo la sensación de que molesto, estoy encerrada, me da miedo salir y volver tarde por la noche, no quiero ser un estorbo. Me digo a mi misma que aunque sea una oportunidad de oro, no quiero vivir mi Erasmus sintiéndome asfixiada, sintiendo que no estoy en casa. Además, me he ido de Erasmus para demostrar que era capaz de cuidar de mí misma, aquí no lo puedo demostrar; de nuevo estoy en una familia, que me hace la comida, que me pone horario... tengo que probar otra cosa. Pero, ahora tengo tiempo, ya no tengo la presión de que el tiempo vuela.

El tiempo pasa y llegamos a finales de septiembre En ese momento, la solución se presenta ante mis ojos. Se trata de la casa en la que se alojaba Fere, mi amiga holandesa, una de las chicas (eran 5) ha decidido irse y mudarse a otra parte. Aprovecho la oportunidad, la casa es perfecta, bien ubicada, espaciosa, no es de lujo, pero es mejor que nada. Tengo una habitación, un baño y, sobre todo, libertad. Me mudo el 1 de octubre. Estoy a dos pasos de la familia italiana, en la que sigo trabajando de niñera. Voy a recoger a las hijas del colegio, de baile,...No es mucho, pero así me gano algo de dinero. La habitación no es muy grande, pero me doy por satisfecha. Por el contrario, el precio es altísimo. Son 700 euros sin gastos. Menos mal que mis padres me ayudan a pagar la habitación y con la beca cubro el resto.

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A principios de octubre empiezo la auténtica vida Erasmus. He ido a clases de italiano, aquí en la universidad de Roma, para familiarizarme con el idioma, que no es difícil porque se parece al francés. Resulta que estoy conociendo a más Erasmus que italianos. Pero bueno, hablamos todos hablamos en distintos idiomas y las clases de la universidad son en italiano, así que estoy aprendiendo. Salimos de vez en cuando, pero no mucho. Por suerte, he encontrado una amiga, Fere, que comparte mi estilo de vida. Salir está bien, pero no todos los días. Vamos a restaurantes, descubrimos los mejores sitios para tomar el aperitivo, el nuevo concepto italiano en el que pagas una bebida y tienes comida gratis. Os dejo las direcciones exactas en mi artículo sobre experiencia culinaria.

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Roma es una ciudad increíble, en cada rincón de la calle hay edificios enormes e impresionantes que te hacen pararte del asombro. A veces, tengo la sensación de ser una hormiga que se pasea por la ciudad. Todo es tan grande, excepto los italianos. Sus edificios son gigantescos, pero, paradójicamente, ellos son bajitos. Parece que, en comparación con los edificios, fuera una hormiga, mientras que, comparada con ellos, soy una gigante.

A medida que pasa el tiempo, te vas acostumbrando al esplendor de esta ciudad. Se convierte en tu casa, algo banal. Sin embargo, especialmente por la noche, la belleza de sus edificios me sigue dejando de piedra.

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