Esto es París: nueve trucos para no estresarse en la gran ciudad
Le di a "reservar". Ya no había vuelta atrás. Me iba a París, una de las ciudades más famosas del mundo, cuyos monumentos aparecen a menudo en portadas de revistas y sirven de inspiración y escenario para cientos de películas y novelas aclamadas por la crítica.
No fue hasta después de aterrizar que me di cuenta de que la ciudad a la que había llegado no era solo la ciudad del amor y la luz, sino también un epicentro de negocios, asuntos internacionales y turismo. Esa magia parisina de la que se habla no es suficiente para disipar las multitudes, las barreras lingüísticas y la confusión sobre qué medio de transporte coger y desde dónde.
Me había quedado sin batería y mi francés estaba tan oxidado como una vieja camioneta; empezaba con mal pie. Mis ojos se posaron automáticamente en un McDonald's mientras buscaba algo familiar a lo que aferrarme. Ver un símbolo tan claro de americanización suele ser algo chocante cuando estás en el extranjero, pero lo encontré reconfortante en este caso.
Tuve que tomarme unos minutos para prepararme mentalmente sobre algunas situaciones complicadas, como podría ser subir a un tren que iba en la dirección opuesta a dónde yo quería ir y además cargada con una mochila que pesaba tanto que se me dormían los brazos.
Se me hizo un nudo en el estómago mientras veía pasar a una multitud vestida de traje, con tacones y, en casos contados, con zapatillas.
Respiré hondo y me aventuré a buscar una cara amable a quién pedir ayuda. Divisé una sonriente empleada del aeropuerto, me preparé para usar mi mejor acento francés y reuní las pocas palabras que recordaba de cuando daba francés en el instituto: "Bonjour, comment ça va? "
Si, por algún caso, tuviera que fingir ser francesa, me pillarían enseguida: la chica sonrió al oírme, pero me respondió en inglés. Sin embargo, parece que mi esfuerzo frustrado le cayó en gracia, porque me explicó qué medio de transporte debía usar, cómo comprar los billetes y desde dónde debía subir. Una vez me lo hubo explicado todo, le brillaron los ojos y, en un fuerte acento francés, se despidió de mí con tres palabras:
“Esto es París. ”
Dicho esto, se dio la vuelta y se alejó de mí, adentrándose en la multitud.
Fue una despedida algo dramática, pero también pude ver de primera mano ese ambiente cinematográfico que dicen que tiene la ciudad. Y aun así, no empecé a sentir ese trasfondo mágico hasta que llegué a mi habitación y me instalé por completo.
¿Alguna vez habéis sentido algo similar cuando, tras un largo viaje, os habéis visto en un lugar desconocido? Aunque es todo un sueño ir a París, Berlín, Roma, etc., también puede resultar muy estresante intentar orientarse en una ciudad completamente nueva. Con el tiempo, he desarrollado algunas estrategias para hacer que este cambio no parezca tan brusco.
Así que se me ocurrió que podría compartir alguna de estas formas de reducir el estrés tras llegar a un lugar nuevo y desconocido porque os podrían resultar útiles cuando viajéis.
1. Aprended algunas palabras básicas en el idioma de allí
¡La lengua es poder! Os sorprenderá ver cómo vuestros esfuerzos por dirigiros a alguien en su lengua natal serán bien recibidos, ya que esa persona enseguida mostrará una actitud diferente. Además, veréis que podéis salir de situaciones desesperadas combinando algunas palabras clave y frases inconexas con gestos creativos.
Antes de ir a Italia, escuché Coffee Break Italian, un pódcast increíble disponible en varios idiomas y que se puede descargar en Spotify y en iTunes. Cada episodio desarrolla el contenido del anterior y da información básica, vocabulario de supervivencia, técnicas de pronunciación e incluso lecciones de gramática más avanzadas. También incluye algunas peculiaridades culturales. Tanto el presentador como el copresentador hacen el programa muy entretenido y, puesto que los episodios duran 20 minutos, no podéis alegar estar demasiado ocupados, porque siempre os lo podéis poner en el coche o escucharlo mientras tomáis un café.
Otra opción es Duolingo, una aplicación para el móvil gratuita que sirve de herramienta interactiva para aprender idiomas. Además, os envía notificaciones al móvil de forma regular para que no olvidéis practicar a diario. Aprender se convierte en todo un reto porque competiréis para ganar puntos, medallas y para desbloquear más niveles.
Con tantas opciones disponibles, no hay excusa para no aprender un poquito de un idioma antes de emprender vuestro viaje.
2. Haceos con un mapa y estudiadlo con tiempo
Google Maps está muy bien, pero pronto hará que os quedéis sin batería. Y sin móvil ni tener cómo volver a casa, lo que empezó como una noche loca en la ciudad puede acabar mal. Haceos con un mapa de verdad, en papel, que podréis encontrar en cualquier estanco, quiosco o oficina de información turística. Aprended a usarlo y marcad la calle en la que os alojéis.
Un mapa en papel os será de mucha ayuda si os alojáis en una calle apartada, ya que la mayoría de gente de la ciudad no sabrá dónde se encuentra si le pedís indicaciones. Sin embargo, si tenéis un mapa con la ubicación marcada, al menos sabrán guiaros a la calle principal más cercana.
3. Apuntad en un trozo de papel dónde os alojáis
Vuelvo a insistir: los teléfonos móviles se quedan sin batería, así que no confiéis en ellos para llegar a vuestro destino. Y aunque parezca obvio, , memorizad la dirección de vuestro Airbnb o vuestro hostal. En muchos casos, los nombres de las calles estarán en un idioma desconocido, por lo que os resultarán difíciles de pronunciar. Por este motivo, puede que los lugareños os miren raro cuando intentéis pedirles indicaciones. Además, los nombres complicados son más fáciles de olvidar, así que os recomiendo anotar la dirección en un trozo de papel por si se os olvida o no sabéis cómo pronunciarla.
Aunque hay muchísima gente a la que pedir indicaciones, no sirve de mucho si no sabéis explicarle exactamente a dónde os dirigís.
4. Traed dinero en efectivo
Todos hemos pasado por ahí. Tras acabar de comer, en el restaurante os dicen que no aceptan tarjetas de crédito. Buscáis desesperadamente por la cartera, contando las pocas monedas y billetes que tenéis y rezando porque sea suficiente para pagar la cuenta.
Si no tenéis a nadie que pueda pagar por vosotros, puede que tengáis que buscar cómo sacaros las castañas para poder pagar. Es poco probable que os dejen pagar actuando en el karaoke, así que aseguraos de traer siempre dinero en efectivo. Os sorprenderá saber cuántos sitios en Europa no aceptan tarjeta de crédito o solo lo hacen para pagos superiores a cierto precio. Esto también ocurre con los taxis. Aunque algunos son un poco más modernos y tienen una especie de datáfono conectado al móvil con el que se puede pagar, la mayoría solo aceptan efectivo.
5. Llevad un cinturón monedero
Si de verdad queréis disfrutar de la experiencia de pasear por la Torre Eiffel, el Coliseo romano, etc., guardad objetos de valor como grandes cantidades de dinero y pasaportes en un cinturón diseñado especialmente para guardar cosas discretamente. De este modo, podréis disfrutar de las envidiables vistas en lugar de pasar el tiempo girándoos cuando notáis que alguien os roza.
6. Id con tiempo de sobra
Si pensáis que tenéis tiempo de sobra, os equivocáis. He perdido la cuenta de las veces que he estado en autobuses, trenes y aviones que han llegado mucho más tarde de lo previsto a su destino. Bien por atascos en aduanas por alguien que ha intentado cruzar con un pasaporte falso, bien por una avería del motor, tened en cuenta que puede haber mil cosas que retrasen vuestro viaje.
Si tenéis que coger un avión y para llegar al aeropuerto tenéis que ir en tren, plantearos ir la noche de antes o coger el primer tren por la mañana. Os lo digo en serio; ya os sentiréis agradecidos cuando el tren se pare en medio de la nada y esté un par de horas así pero vosotros podáis llegar sin problema a vuestro vuelo de la 1:30 p. m.
7. Que no os dé vergüenza preguntar
Aunque los teléfonos son muy útiles de viaje, no hay que descartar tener que pedir ayuda a alguien, bien sea en una oficina de turismo o bien por la calle si os perdéis u os desorientáis. Sobre todo si os queréis asegurar de a qué hora sale un autobús o un tren.
Muchas veces, Google tiene información obsoleta con respecto a horarios. Hace poco, oí a unas chicas hablando con una empleada de venta de billetes en la estación de autobuses de Zagreb, en Croacia, porque querían subir a un autobús a las 7:30 a. m. en dirección al Parque nacional de Plitvice. La chica les explicó que el único autobús que había salía a las 8:40 a. m., lo cual les retrasaba el viaje un par de horas. Ellas contestaron: "Pero en Internet decía... " Y la chica les respondió poniendo los ojos en blanco.
8. Llegad a vuestro destino de día
Aunque sea más caro, vale la pena pagar un poco más por un tren, un avión o un autobús que os deje en vuestro destino de día, cuando todavía hay gente por las calles. Si llegáis de madrugada, digamos a las 2 a. m., o tarde por la noche, puede que os topéis con muchas dificultades para llegar a vuestro alojamiento, ya que no habrá servicio de transporte público y tendréis que coger un taxi que no será nada barato. Además, las estaciones de tren y de autobús suelen encontrarse en zonas peligrosas de la ciudad. Así que vale la pena que os ahorréis el dinero de los souvenirs y no os pongáis en peligro; intentad llegar a la ciudad antes de que anochezca.
9. Contratad un plan de datos para vuestro teléfono
Aunque es fácil encontrar wifi hoy en día, es muy útil contar con un plan de datos cuando no encontréis ninguna cafetería desde dónde conectaros porque necesitáis saber cómo llegar a vuestro alojamiento. Los planes telefónicos en Europa son baratos y fáciles de contratar. Solo tenéis que comprar una tarjeta SIM cuando lleguéis en cualquier operadora, como Wind, Vodafone y O2, que encontraréis fácilmente en aeropuertos, estaciones de tren y por toda la ciudad. Los planes de telefonía os darán entre 5 y 10 GB de datos, llamadas y mensajes de texto por entre 15 y 20 EUR.
Aquí lo tenéis: nueve trucos que harán que vuestro viaje soñado sea tan perfecto como lo deseabais, e incluso más.
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