Cuidado con la nieve, camarada

Hoy vengo a hablaros, pequeños erasmusitos, de algo que, si vais a un país del norte, os encontrareis por todas partes: la nieve. 

Oh sí, maravillosa nieve. Everywhereeee...

Cuando yo llegué a Oslo la ciudad estaba repleta de ella. Al principio tienes una serie de contradicciones respecto a ella. Bueno yo los tenía. Por un lado pensaba: "jo, qué bonita, ¿no? Ójala en España nevara más". Y por el otro lado, cada vez que entras a un sitio te toca las narices tener que sacudirte los piesesporque la nieve se ha incrustado en tus botas. Recuerdo que las primeras semanas estuve a punto de caerme algunas veces porque se me olvidaba sacudirme los pies a entrar al vagón del metro y me resbalaba (muy épico habría sido caerme en el metro...).

En mi caso la verdad es que finalmente acabé ENAMORÁNDOME. Es precioso cuando estás en casa jalando galletas y viendo una serie (Fringe fue la de mi erasmus) y empiezan a caer copos como puños que se colapsan la ventana. Al estar todo tan preparado es simplemente genial.

Peeeero (sí, todo en esta vida tiene un "pero" : "me gustas pero..., das el perfil pero..., te pondría la matrícula pero...") la nieve conlleva una cosa: hielo. Y ese amigos erasmusitos, ese es un gran enemigo. ¿Cómo combatir el hielo? En primer lugar, lleva un calzado adecuado. Aunque no lo creas la diferencia de adeherencia es my grande entre llevar unas botas con una buena suela a llevar unas zapatillas o cualquier otra cosa. En segundo lugar y como es evidente, evítalo. En el suelo las placas son generalmente fácilmente reconocibles, así que intenta pasar por otro lado. Si no puedes, debes andar como los pingüinos: peso hacia delante y pasos más bien cortos. 

Si estás en una zona lisa y horizontal, te invito a que te arriesgues y te deslices. Puede ser sumamente divertido, la verdad. Si estás en cuesta, directamente te invito a que no pruebes: busca otro camino. 

Yo me caí dos veces. La primera fue porque había una cuesta + placa de hielo. Anabel caminaba feliz yendo a clase, no la vi demasiado bien y ... Cataplash. Esa no fue demasiado gorda, pero fue algo bochornoso porque un chico me vio. Pero en lugar de reirse me preguntó cómo estaba y me indicó cómo tenía que hacerlo (volvió a subir y bajó como si nada). Supongo que se reiria solo luego.

La segunda vez fue estúpida a más no poder. Estaba en el algo de Sognsvann en marzo con mi amiga Flavie. Y aquí viene la parte traicionera que no os he explicado: en Oslo en lugar de tirar sal en cantidades industriales (que también lo harán, pero pa qué si viven bajo 0) echan pequeñas piedrecitas, bueno, no tan pequeñas. Suele tener alrededor de un centímetro y muuuuuchas puntas afiladas las muy... El caso es que ese día en el lago estaba yo toda feliz con mi cámara y la francesa haciendo fotos. La nieve y el hielo se estaban deshaciendo del camino así que tampoco es que prestase mucha atención. Cuando ya nos íbamos, sin esperarlo ¡¡¡ZAS!!! Hostión del 15. Increíble. Impresionante. Flavie empezó a reírse, yo también pero enseguida me cambió la cara porque:

1. Me acababa de dar cuenta de que llevaba mi cámara de fotos en la mano (una Canon profesional)

2. Aunque estaba en parado, caí sobre hielo, no sobre nieve, lo cual quiere decir que duele muchísimo más. Y sí, me había hecho daño.

3. No solo me hice daño, sino que las piedrecitas se me clavaron en el culo del lado del que caí haciéndome sangre y todo.

Afortunadamente a la cámara no le pasó nada porque caí del otro lado, pero el moratón que tuve en el muslo cambió de color durante 15 días pasando por una gran escala de morados, azules, verdes y amarilos hasta que decidió desaparecer.

Así que ya lo sabéis erasmusitos, pies de plomo entre nieve y hielo.

Os dejo unas fotos de la residencia para que veáis el grado de nieve que había muchos días.

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