Cualidades que adquirí durante mi Erasmus
Introducción
La gente no nace con ciertas cualidades ni con una gran personalidad. Son cosas que uno va ganando con sus experiencias, la educación y las lecciones que le da la vida. Tanto yo como cualquier otra persona antes de un Erasmus diría que no es alguien muy sociable o amigable. Yo era de las que tenía pocos amigos y de las que odiaba salir a tomar algo o de fiesta. Siempre he preferido quedarme en casa viendo la tele y haciendo cualquier otra cosa.
Actualmente puedo decir que tras seis experiencias Erasmus he cambiado un poco, quizá no como persona, pero sí en la manera en la que interactúo con la gente. He adquirido cualidades increíbles que realmente me ayudan a apañármelas en la vida: independencia, responsabilidad, positividad, interacción, y muchas otras. ¡Os las explicaré una a una!
Independencia
Esta es, probablemente, la cualidad que más desarrollé y la que más me gusta. Siempre he tenido la sensación de que era independiente, incluso cuando era pequeña, pero a veces necesitas pasar por un momento concreto de tu vida que te haga ver que realmente lo eres. Viví con mis padres hasta los 19 años, así que no podía sentirme realmente independiente aunque quisiera. Cuando viajé a Egipto, sentí lo que era ser libre y he de confesar que me volví adicta a esa sensación. Ya no había manera de que volviera a vivir con mis padres más de dos semanas tras haber probado lo que era estar sola. Quizá esta es una de las razones principales por las que participé en el programa Erasmus muchas más veces. Creedme si os digo que cada vez que un proyecto se acaba y debo regresar a casa, me da ansiedad y tengo que buscar un viaje nuevo para volver a sentirme independiente.
No todas las personas son iguales. Mi primo, por ejemplo, depende mucho de su madre y para él es muy complicado vivir en el extranjero, siempre tiene que salir de su zona de confort con algún familiar o una persona de confianza. Ha tenido varias oportunidades de irse a trabajar fuera del país, pero cuando aceptó, no consiguió estar fuera más de dos o tres semanas porque su ansiedad era tan grande que necesitaba volver a casa.
Sin embargo, una de las cosas que te enseña el Erasmus es a apañártelas con tus propios medios. De repente eres independiente, tienes que hacer la comida, fregar los platos, limpiar... Y tu madre ya no está ahí para hacerlo. No tienes otra opción: tienes que adaptarte a la situación y superarla. ¡Os aseguro que cuando tengáis que volver a vuestra zona de confort echaréis de menos todas estas cosas!
Responsabilidad
La responsabilidad está muy relacionada con la independencia, es un sentimiento relacionado con estar solo, cuando ves que, de repente, tienes que hacer mil cosas. Gracias al programa Erasmus tendrás una beca que cubrirá tus gastos, pero la responsabilidad real está en cómo gestionarla para poder sobrevivir. Ahí es cuando realmente tienes que ser independiente si no quieres pedirle dinero a tus padres. En mi Erasmus conocí a mucha gente que se gastó todo el dinero en las primeras semanas para beber y salir de fiesta y, aún así, sus padres les mandaron más. Sin duda, ese no es el camino correcto ni la forma de enseñar qué es la responsabilidad.
Personalmente, en mis diferentes Erasmus conseguí gestionar el dinero y en muy pocas ocasiones pedí más a mi familia. Siempre he tenido la suerte de viajar con un amigo muy cercano y, si me quedaba sin dinero, le pedía un poco prestado. En el peor de los casos, si el país era muy caro (como por ejemplo, Malta), buscaba trabajos de media jornada. Todas estas experiencias me enseñaron qué es la responsabilidad.
Positividad
Es una cualidad que muy pocas personas tienen. Aprendes a ser positivo cuando vives experiencias difíciles, quizá una ruptura o un episodio triste de tu vida. Aún estoy aprendiendo a ser zen y a ver las cosas desde una perspectiva completamente positiva. Sin embargo, mi positividad siempre se pelea con mi ansiedad, que aumenta cuando un Erasmus acaba. Aunque en mi cabeza siempre hay una vocecilla que dice "tú puedes, sé positiva", me siento muy insegura. Creo que es una cualidad que se adquiere con el paso del tiempo, pero si consigues mantener una actitud positiva y tratas de ver las cosas desde otro punto de vista, ¡ya tienes mucho camino hecho, sigue así!
Durante mis Erasmus pasé por muchas rupturas que afectaron a mi positividad, pero siempre he sabido cómo empezar de nuevo. A veces forzarse a uno mismo es también una forma de entrenar la positividad.
Confianza en uno mismo
Durante mucho tiempo, me dije a mí misma que no era la chica más guapa o más popular de la clase. Sin embargo, tras mi primer Erasmus empecé a quererme y a dedicarme tiempo y dinero. La confianza tiene dos fases: en la primera, pasas mucho tiempo tratando de aumentarla y, de repente, llega alguien que, con solo una palabra, la hace añicos. Yo soy una chica muy sensible y siempre pongo todo mi corazón en lo que hago, por lo que en muchas ocasiones confié demasiado y me equivoqué. En las relaciones, normalmente confío mucho al principio (nadie dice que sea malo hacerlo), pero mantener siempre ese nivel de confianza es muy complicado.
Irme de Erasmus sin ningún amor propio y volver seis años después con tanta confianza en mí misma, en lo que puedo hacer y conseguir, es el objetivo más grande que he alcanzado. Créeme, ¡los Erasmus tienen ese poder!
Interacción
Como ya dije al principio, nunca he sido el tipo de chica a la que le gusta salir de fiesta y siempre he tenido pocos amigos. Me aburría y me sentía sola. En todas mis experiencias Erasmus siempre me he forzado a salir de mi zona de confort, a ir a más fiestas aunque las odie, a ser más sociable, a conocer más gente y a hacer más amigos. En la mayoría de los casos, odiaba hacerlo y cuando llegaba a casa me sentía aliviada porque ya se había acabado. A pesar de ello, al día siguiente me sentía bien porque había ido, por ejemplo, a una fiesta y había conocido a gente genial con la que podía hacer otros planes.
Cuando conocí a mi novio durante mi experiencia Erasmus en Portugal, me di cuenta de que a él le encantaba salir con sus amigos e ir a fiestas, pero yo era todo lo contrario, por lo que al principio nuestra relación fue un poco complicada. Aunque yo prefería quedarme en casa a ver una película, intenté adaptarme y salir más. A veces llegaba a divertirme, así que mi consejo es: aunque lo odies, intenta interactuar con la gente en una o dos ocasiones y quizá te acaba gustando hacerlo.
Conclusiones
A pesar de todo, el programa Erasmus ha formado parte de mi vida durante los últimos seis o siete años. Para mí, esta transición hacia el mundo real va a ser muy difícil, pero siento que he aprendido mucho de estas experiencias, que he adquirido muchas cualidades y que las lecciones que me ha dado la vida me han preparado para el posible sufrimiento del día a día. He aprendido mucho y siento que soy independiente y responsable, así que creo que podré con ello.
En caso de que puedas participar en una experiencia Erasmus, no te lo pienses dos veces. Una vez que vivas la primera, solicita otras hasta que ya no puedas ir. Se aprende mucho de cara a la vida adulta. Si lees más sobre mí y mis historias, ¡descubrirás por qué!
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