Consejos para mudarse: lo que no me puede faltar

He tenido que mudarme hasta siete veces en tan solo cinco años a causa de la universidad o del trabajo. En tres países diferentes, he vivido en residencias universitarias, apartamentos para estudiantes, en la otra punta del mundo en casa de una familia y en un piso en el centro de una vibrante ciudad cosmopolita. Esto significa que he tenido que hacer muchas maletas, una habilidad que he ido perfeccionando con el tiempo (mis padres pueden dar fe de lo mala que era empaquetando mi primer año de universidad). También significa que he aprendido mucho sobre las cosas que merece la pena prever para esa primera semana de mudanza, cuando todo es demasiado caótico como para ir a una tienda antes de que llegue el fin de semana.

Consejos para mudarse: lo que no me puede faltar

(¿Mi vida? La mido en maletas)

1. Té

Mi taza de té por la mañana nadie me la quita. De hecho voy más allá: necesito una para poder pasar por una persona vagamente normal y una segunda, una hora más tarde, para ya estar operativa y ser un ser sociable al 100 %. Sé que no soy la única a la que le pasa, por eso llevar consigo sobrecitos de té (o café si te va más) es una parte esencial e indispensable de la mudanza. Siempre he amontonado sobrecitos de té intenso en mi maleta, desde cuando fui a Canterbury hasta cuando fui a España. Incluso mi paciente y benevolente madre llegó a mandarme más por correo (junto con galletitas de crema y sujetadores, todavía más importantes).

Si viajas una mañana, el té será tu socorro para cuando entres por la puerta de tu nuevo hogar, tengas que subir tus maletas por las escaleras y por fin las eches al suelo de tu dormitorio con una mezcla de cansancio a causa del viaje y de emoción por lo que te espera. El té te ayudará a relajarte y a sentirte un poco más como en casa.

Si viajas por la tarde, puede que para cuando llegues a tu nuevo hogar todas las tiendas hayan cerrado. No será para tanto cuando llegues, pero te aseguro que a la mañana siguiente, cuanto estés cansado del viaje de ayer o con resaca de haber conocido a tus nuevos compañeros de piso (o ambos), te arrepentirás de no haber pensado con antelación. Creeme, lo digo por tu bien: lleva té contigo.

2. Pasta

Puede que suene a cliché, pero la pasta es el sustento vital de todo estudiante. Sea un domingo por la tarde cuando todo está cerrado, a horas insospechadas de la noche después de salir de fiesta o cuando hayas acabado con todo tu presupuesto semanal para comida después de haber salido varias noches (todos hemos estado en esta situación), la pasta será tu salvador culinario.

Lo mejor de la pasta, además de no ponerse mala si te olvidas de ella, es lo increíblemente versátil que es. Es una base consistente que puedes combinar con prácticamente cualquier salsa o selección de ingredientes que se te vengan a la cabeza: carne, pescado, verdura o simple mantequilla con un toque de sal y pimienta. No son pocas las ocasiones en las que, demasiado cansada (o sin dinero) como para salir de casa a hacer los recados, he recurrido a espaguetis con aceite, ajo y hojuelas de chile. Es de las recetas más fáciles que se pueden hacer. Es una receta tan simple como deliciosa.

Esta semana he comido pasta tres veces y cada vez con distintos ingredientes: puedes atreverte con el estilo arrabiata, hacer una ensalada con atún, una sabrosa lasaña o algo más experimental. Mis macarrones a la huancaína son parte de mis recetas de base. Se trata de una fusión entre la cocina peruana y italiana: chile amarillo casero y salsa de queso con pasta, tomate fresco o espárragos esparcidos antes de pasarlo todo por el horno. Una de mis recetas favoritas de invierno del libro de cocina de Nigella Lawson consiste en pappardelle con calabaza, cebolla, savia y vino combinado con fuerte queso azul esparcido por encima para coronar una receta que te hará la boca agua. No hay otro adjetivo que lo defina: delicioso. ¡Y lo mejor de todo es que es una receta súper sencilla!

Consejos para mudarse: lo que no me puede faltar

(¡Lo sé, no tengo modales para comer! Pero admitirás que hay pocos placeres más intensos que el de comer pasta directamente de la sartén)

La pasta también hace más fácil cocinar para otra gente, sobre todo cuando invitas a tus amigos a cenar. Pasta al horno, lasaña o canelones... puedes combinar todo en una sola sartén y llevarlo a la mesa junto con una botella de vino. Todo arreglado.

3. Verduras en lata

Alubia negra, frijoles asados, lentejas, garbanzos... otro básico alimentario indispensable para los momentos de mayor necesidad. Cuando hablo de necesidad me refiero a esos días en los que llueve y no apetece salir a la calle o en esos momentos en los que necesitas una comida consistente en proteínas para sobrevivir a una tarde llena de clases magistrales y reuniones sociales. Como la pasta, lo mejor de las verduras en lata es que puedes dejarlas olvidadas al fondo de tu despensa durante meses esperando a que llegue su momento de gloria. Y créeme que llegará.

Si tienes demasiadas escaleras para subir, quizás sea mejor ponerlas en una bolsa aparte para evitar que las maletas pesen demasiado. Pero esas mismas escaleras son otra razón para no olvidarte de estos esenciales culinarios. Durante mi tiempo en Barcelona viví en un tercer piso y trabajaba en el séptimo de otro. Eso significa muchas escaleras para subir. En un día normal y corriente, subía y bajaba las escaleras hasta el séptimo dos veces y las de mi piso dos a tres veces. Échale una sesión de gimnasio y a menudo acababa destrozada. Lo que aprendí de todo esto es lo importante que es tener siempre algo en la despensa para una cena rápida o un tentempié sin tener que preocuparse por que se pudra. No me solía apetecer tener que volver a bajar las escaleras, ir hasta la tienda más cercana y luego tener que volver a subir a mi piso una vez más. Y por mucho que tuviera la motivación para hacerlo, mis piernas acababan dejándome tirada para entonces.

Con las verduras en lata ya tienes la base de toda comida nutritiva: frijoles asados con patata asada, hummus, ragú vegano (comí mucho de esto durante el frío invierno de Barcelona, preparaba cantidades que me duraban dos días) o mi receta para cuando estaba demasiado cansada o enferma como para masticar, sopa de lentejas.

Entiendo que si estás pensando en mudarte quizá tener que empaquetar latas no es la manera más práctica de utilizar tu espacio en las maletas (aunque yo me llevé 16 latitas de tónica y un set de luces de fantasía la última vez que me fui de Inglaterra): en ese caso, asegúrate que es lo primero que compras. Otro aspecto muy atractivo de las humildes alubias o lentejas es que son ridículamente baratas.

4. Paracetamol

Esta parte es tan obvia que casi no hace falta mencionarla, pero también suele ser de esas cosas que se nos olvidan cuando salimos de casa a toda prisa hacia una nueva vida. El Paracetamol es tu salvador, sobre todo si eres un estudiante y tienes que revivir después de una semana cargada de fiestas como la primera. Sinceramente, me estresa tanto el proceso de empaquetar y desempaquetar que en los veinte minutos que llego a mi nuevo hogar empieza a dolerme la cabeza sistemáticamente nada más darme cuenta de todas las cosas que tengo que ordenar. Es en estos momentos que el té también viene bien.

Consejos para mudarse: lo que no me puede faltar

(Una noche de parranda durante mi semana de novatadas hace mucho tiempo... un analgésico, una taza de té y un bocadillo de bacon vinieron al rescate)

Sea por culpa de una resaca y tengas que ir a clases por la mañana, porque te hayas pasado en el gimnasio o simplemente tengas jaqueca de todo el ajetreo, estos amigos te ayudarán a llevar todo a buen puerto.

5. Aportar tu toque personal

Sea tu iPod, un peluche, tu taza favorita, una foto o cualquier otra cosa que te haga sentir un poco más en casa tu primera noche fuera. Yo guardo un álbum con fotos de mis amigos y familia, postales de mis viajes y tarjetas de feliz cumpleaños que la gente ha ido enviándome. Cuando llego a mi nuevo hogar suelo poner estas fotos en las paredes de mi cuarto, en la puerta y tachán todo se transforma, al menos para mí. La habitación pasa de estar vacía, de ser un lugar extraño sin ningún carácter, a ser mi baluarte rodeado de recuerdos de mis seres queridos. Se que suena un poco cursi, pero, de verdad, ayuda. También puedes llevar tu propia música (y algo para poder escucharla, punto que no tuve en cuenta la última vez). No hay nada mejor como un poco de música motivadora para ayudarte a desempaquetar, organizar y hacer listas de lo que te has dejado sin hacer más rápido. Además te recordará que estés donde estés en la tierra, no importa lo lejos que estés de tu tierra, siempre podrás bailar al son de tu música favorita en tu cuarto. Un placer universal.

Consejos para mudarse: lo que no me puede faltar

(Arte, fotos que he tomado con mis amigos o con mi familia: mi toque más familiar y personal)


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