Camino de Santiago: segunda etapa

Camino de Santiago: Segunda etapa

¡Hola a todas y todos! ¿Les gustaría saber cómo continué mi camino y como estuvo mi segunda jornada desde Portomarín hasta Palas do Rei? Pues pueden descubrirlo si siguen leyendo esta entrada...

La segunda etapa fue muy parecida a la primera en kilómetros, paisaje y dificultad. Fue quizá un poco más fácil porque ya el día anterior me había habituado un poco al camino rocoso y a tener subidas empinadas de vez en cuando.

Inicio de mi segunda etapa

Salí del pueblo de Portomarín un poco antes de las siete y de nuevo me tocó una mañana nublada, aunque esta vez estaba mucho menos húmeda que la anterior. En el camino de Sarria a Portomarín la humedad era tanta que si tocaba mi cabello parecía que me acababa de bañar, y ni siquiera llovió. En mi segunda etapa, por el contrario, no se sintió esa humedad a pesar de que sí hubiera mucha niebla en el camino.
Hay personas a las que eso no les gusta, pero en lo personal a mí me encantaron esas dos mañanas de niebla en el camino, pues no solo hacen que los campos y bosques se vean preciosos (y también un poco misteriosos, incluso), sino que el clima a esa hora es ideal, pues no está caluroso ni sofocante como cuando ya sale el sol después de mediodía.
Mi primer paisaje hermoso cuando salí de Portomarín fue ver el río Miño de madrugada. Los paisajes que continuaron fueron especialmente de bosque y algunos campos de maíz, que se veían increíbles tanto con la niebla matutina como con los rayos del sol posteriores.

Algo del paisaje que cambia respecto a la etapa anterior es que durante este trayecto hay más tramos que se hacen justo a un lado de la carretera, por lo que habrá que prestar especial atención a los autos y las bicicletas. Para mí resultaba más cómodo caminar por la parte de asfalto en plena carretera que por el camino de tierra hecho para los peregrinos, pero eso ya dependerá de cada quién.

Siempre es importante darse un descansito

Cuando llevaba más o menos dos horas paré en una cafetería para descansar un poco y me tomé un colacao (es una marca de chocomilk española) mientras dejaba que mi espalda descansara un poco. A pesar de que los trayectos del camino son muy cansados para los pies, en mi caso lo que más se ha cansado es mi espalda. A pesar de que mi mochila no es muy grande ni pesada como otras que he visto, necesito pararme mínimo cada dos horas para quitarme la mochila y dejar que mi espalda descanse un poco de ese peso.
Algo que me ha gustado mucho de estas dos etapas que he hecho hasta ahora es que generalmente durante el trayecto hay muchos lugares para comer o tomar algo y descansar un poco. Es cierto que no se sabe a qué distancia se encontrará la siguiente cafetería, así que por eso recomiendo a quienes vayan a hacer el camino que cuando sientan que pronto querrán ir al baño, comer algo, beber algo, o simplemente sentarse en un lugar agradable, entonces empiecen a buscar cafeterías desde ese momento y elijan la siguiente que encuentren, pues llegó a sucederme que dejé pasar una pensando que pronto encontraría otra, pero tuve que caminar casi cuarenta minutos hasta la siguiente.

Cuando el camino empieza a hacerse interminable

Caminar veintitrés kilómetros equivale en mi caso a hacer entre cinco y seis horas, lo cual depende sobre todo del tiempo que dedique a los descansos. En esta segunda etapa hubo un momento después de mi descanso con colacao que tuve ganas de entretener mi camino con música, y me puse a escuchar un álbum completo que había descargado en Spotify. Escuchar música que me encanta es una de las maneras que he encontrado de hacer que el camino se haga más corto cuando empiezo a cansarme y a desear que terminen los kilómetros del día.

Estas dos veces me ha pasado que el cansancio y las ganas de llegar se incrementan cuando voy a medio camino, pues siento que he caminado mucho y que me gustaría terminar los doce kilómetros restantes en una hora y no en tres. Es en estos momentos en que tengo que encontrar una distracción que vaya un poco más allá de admirar el paisaje, pues esto lo hago a lo largo de todo el camino. Una de las maneras es la que ya mencioné: escuchar música que me guste. En mi caso, por algún motivo, me anima por igual la música triste que la feliz, pero para otras personas imagino que la música más alegre es la que puede animar más al espíritu. Quién sabe, cada quien tendrá que encontrar con qué música disfruta más caminar por largas horas en medio de la naturaleza.

Otra manera de que el tiempo y los kilómetros avancen rápido es una buena conversación. En el caso de quienes caminemos solos o solas, como yo, esto no implica ningún problema, pues se pueden encontrar a tantas personas a lo largo del camino, y todas son generalmente muy abiertas y amigables, que solo basta con empezar una conversación con alguno de estos extraños y platicar el tiempo que cada quién desee.

También esto me ha encantado del camino: para mí, que viajo sola, es una ventaja que yo tengo la libertad de decidir cuándo quiero estar sola y cuándo no, cuándo quiero reflexionar en medio del silencio de la naturaleza o cuándo quiero disfrutar alguna conversación con alguien que me encuentre.

En este trayecto, después de terminar mi álbum en spotify me puse a platicar con un señor belga y un muchacho italiano que venían caminando a la par desde hace rato. Fue una conversación tan entretenida y agradable que de verdad ya no sentí nada pesados los kilómetros que faltaban. Ellos planeaban caminar unos kilómetros más allá de mi destino, que era Palas do Rei, por lo que decidimos tomar algo en una cafetería en este pueblo antes de que continuaran su trayecto.

Continué caminando con ellos más o menos cinco kilómetros más de lo planeado porque me di cuenta de que el albergue que había reservado no estaba exactamente en el pueblo, sino que se encontraba justo sobre el camino a unos cuantos kilómetros de Palas de Rei.

Con la compañía ideal una no solo siente menos pesado el tramo que falta, sino que incluso se puede hacer kilómetros de más sin sentirlos difíciles. 

Dónde dormir en Palas do Rei

La verdad no sabría recomendarles dónde dormir en el mero pueblo de Palas do Rei, pues, como les dije, mi albergue quedaba algo retirado de ahí, en una población llamada San Xulán. Fue un despiste mío que cuando contraté este albergue no me fijé en la distancia y no me di cuenta hasta que ya estaba en el camino, pero por mí no hubo ningún problema, sino que al contrario me sentí muy feliz de haber avanzado más kilómetros de los que planeaba y habérmelos ahorrado del día siguiente, que siempre supe que sería el más pesado.

El albergue donde me quedé se llama "O abrigadeiro". Como ya dije, se ubica justo en el camino, y por el hecho de no tener que desviarse es una muy buena ubicación. El problema aquí es que no hay ni tiendas ni supermercados ni prácticamente nada cerca. Tuve que hacer mi comida y mi cena en la cafetería de este albergue, que aunque estuvo muy rico realmente tuve que gastar más de lo que había planeado.

Por lo demás, me encanto el albergue. Fue el más tranquilo en el que me quedé. Todo era muy limpio, éramos pocos huéspedes (y me cayeron muy bien todos y todas) y se sentía realmente una atmósfera muy hogareña y tranquila. Por el hecho de que la ciudad quedaba tan lejos, sumado a lo acogedor del lugar, fue el albergue con más calma, tranquilidad y contacto con la naturaleza en el que me quedé.

Lo recomiendo para quienes deseen ganar unos cuantos kilómetros para el día siguiente y para quienes no tengan problema en gastar un poco en comida en cafeterías en lugar de hacerla de manera más económica por sí mismos (la verdad es que mayoría de peregrinos y peregrinas que he conocido prefieren comprar aunque sea más caro que cocinar, así que por esto yo creo que no tendrán problema). ¡Debo decir además que la comida era casera y muy rica! Incluso pude probar la "tarta de Santiago de chocolate", traída directamente desde Santiago de Compostela, nuestro hermoso destino.

Así viví mi segunda etapa, feliz más que nada, aunque también un poco asustada porque todos y todas hablaban de lo difícil que sería la tercera etapa.


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