Crónicas de Escandinavia (día 2): las piedras de Ale y Ystad

¡Hola a todos! Acaba de finalizar mi segundo día completo en Suecia y me estoy empezando a enamorar de este país. Hoy hemos ido a recoger nuestro coche de alquiler, lo usaremos mucho lo que nos queda de viaje. Hemos conducido hasta el destino más alejado por el momento: las piedras de Ale. En el viaje de vuelta, hemos pasado por la preciosa ciudad costera de Ystad y no nos hemos podido resistir a parar y explorar un poco. Vuelvo a mi antiguo yo para ofrecerte más información sobre lo que hicimos.

14:50

¡Hola desde nuestro coche de alquiler! Ahora mismo estamos conduciendo hasta Ystad, una pequeña ciudad en la costa sur de Suecia, pero llevamos en marcha un tiempo considerable. A las once de la mañana, después de ir caminando hasta las afueras de Lund para recoger el coche de alquiler, salimos hacia las piedras de Ale, un monumento de la Edad del Hierro que es básicamente el equivalente del Stonehenge en este país. Aparcamos a menos de dos kilómetros de las vistas, por lo que hicimos una caminata pintoresca hasta allí: pasamos las casas de Kåseberga y subimos hasta la de cima de un acantilado cubierto de hierba.

No identificamos el punto de referencia hasta que no estuvimos bastante cerca: lo formaban unas cincuenta rocas que, al fin y al cabo, tan solo eran un poco más altas que nosotros. Sin embargo, se dice que lo bueno viene en paquetes pequeños, pero nosotros nos quedamos totalmente impresionados con este espectáculo nada más acercarnos. Arriba hace bastante viento, mucha gente se lleva cometas e incluso había un hombre haciendo parapente, todo ello no nos impidió dar un paseo de una media hora contemplando la formación de rocas en forma de barco y hacernos fotos encima y al lado de muchas piedras. Una vez que posamos hasta hartarnos, fuimos hacia el borde del acantilado, donde pudimos disfrutar de una perspectiva del mar agitado hacia abajo.

Llegados a este punto, se iba acercando la hora de comer, así que decidimos volver hacia el coche y emprender rumbo hacia el puerto de Kåseberga. Este pequeño puerto estaba dominado por el olor a marisco frito y seguramente que hubiésemos parado a probarlo, pero había unas colas ridículamente largas en todos los restaurantes. Optamos por dar un pequeño paseo por la zona admirando varios barcos que estaban allí amarrados y después volvimos al coche.

Las tripas nos rugían demasiado, por suerte mi madre había leído algo sobre una cafetería brillante, Olof Viktors, que estaba a tan solo cinco minutos por la carretera. Aquí la fila no era mucho más corta, pero debemos decir que la comida mereció definitivamente la espera. Degustamos un surtido extraordinario de sándwiches tradicionales suecos, así como una selección de tartas y pasteles dulces en la zona exterior para comer del restaurante y después, echamos un vistazo a la tienda de producción local que tienen.

Ya hemos llegado a la siguiente parada del día: Ystad. Te voy a contar lo que hemos visto en este sitio, si en algún momento podemos bajarnos del coche (encontrar sitio para aparcar aquí nos resultó muy complicado).

17:15

Buenas noticias: ¡hemos conseguido aparcar! Lo primero en nuestra lista para hacer en Ystad era visitar la magnífica Iglesia de Santa María, una de las construcciones más antiguas de la ciudad y uno de los principales templos de culto. A primera vista, la estructura era claramente sencilla: unos muros blanqueados y un exterior sin nada especial. En cambio, no nos costó nada encontrar alguna de sus características suntuosas: una vitrina en el altar medieval, un púlpito ornamentado y una colección de lámparas de araña.

Paramos en un mercado cercano a la plaza para comprar unos melocotones, dimos un paseo por una idílicas callejuelas llenas de malvarrosas que nos llevaron hasta otra construcción religiosa de ladrillos rojos: la abadía Greyfriars. Pagamos 50 kr (unos 5 €) cada uno para ver el museo de la institución, pero no puedo decir que haya mucho sobre lo que escribir. La estructura interior es bonita y aprendimos un poco sobre su historia, pero te aconsejo que te lo ahorres y simplemente disfrutes del exterior. Cinco minutos después, ya estábamos fuera, sentados en un pintoresco jardín de rosas justo al lado de la abadía planeando nuestro siguiente destino.

Al final, decidimos ir a por un helado, no es lo más sueco, lo sé, pero el sol nos estaba pegando fuerte. Volvimos a la plaza del mercado, paramos a ver Änglahuset, una casa del siglo diecisiete con cabezas de ángeles decorando la fachada, y Tvättorget, una pequeña calle con edificios antiguos con entramados de madera a los lados.

Mi madre no pudo resistir la tentación de entrar en Konsthantverkarna, una tienda elegante y al mismo tiempo galería de arte, justo en la esquina de nuestra segunda parada. Claro está que la seguimos y por suerte, fue un sitio muy agradable al que echar un vistazo. Había todo tipo de regalos de buen gusto, tales como jabones, joyas y juegos de construcción de casas de muñecas y, por supuesto, no salimos con las manos vacías.

Tras tanto entretenimiento, al fin encontramos un sitio donde comprar nuestro refrescante capricho. En Frusen Glädje, hay aproximadamente dieciséis sabores diferentes para elegir, yo elegí dos de las opciones más inusuales: grosella negra y nectarina y vino rosado. El primero era agradable y cremoso, pero el segundo fue el que me conquistó (y a mi madre también, que aún me sigue pidiendo para probar). ¿Cómo han podido encontrar el equilibrio perfecto entre el sabor afrutado y el del alcohol? Está fuera de mi alcance. Si alguna vez vienes por aquí, ¡tienes que probarlo!

Una vez que nos terminamos los refrigerios, decidimos que ya habíamos visto todo lo que queríamos de Ystad y regresamos tranquilamente hacia el coche, desviándonos un poco para ver el paseo North Promenade rodeado de árboles preciosos. Y aquí estamos ahora. Pusimos rumbo a casa, pero creo que pararemos para una visita corta a una iglesia con una piedra rúnica. ¡Seguiré informando!

19:00

¡Uf, menudo día! Lo he pasado genial explorando los sitios de interés y ciudades cercanas, pero agradezco poder descansar un poco ahora. Terminamos visitando la piedra rúnica de Tullstorp, que en su tiempo formaba parte de un muro de la iglesia del pueblo que tiene el mismo nombre y que ahora se encuentra en un pequeño montículo en el cementerio. Me impresionó lo bien que se conservaba, teniendo en cuenta que data de la época vikinga, pero resulta que la han restaurado hace poco.

Aquí comienza el largo viaje hacia casa, pero también de una gran belleza paisajística. En un minuto, estábamos conduciendo junto a la costa y unos segundos después, estábamos rodeados de lagos y musgo. Cuando llegamos a Lund, encontramos aparcamiento cerca del jardín botánico y dimos una vuelta rápida antes de ir a nuestro apartamento.

Esta noche tiene pinta de que voy a estar con el blog y viendo otro capítulo de Love Island. Doy por terminado el artículo de hoy aquí, mañana volvemos a la carga con más aventuras.

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