Mis clases del erasmus.
Antes de irte de erasmus, a la hora de elegir tu destino siempre intentas buscar entre una serie requisitos previamente pensados. Mucha fiesta, posibilidad de hacer viajes, que sea un país muy barato o que tenga programas de estudios que consideres que van a ser mejores que lo que estudias en tu propia ciudad.
Yo escogí una mezcla de casi todo lo mencionado, dejando a un lado el tema de los precios, pero aun así, mi principal requisito siempre fue el de irme de erasmus a un país en el que lo que primase fuera la calidad de la educación. Eso significó que básicamente descarté todos los países europeos excepto los países escandinavos, y acabé optando por irme Aarhus, una ciudad de Dinamarca, concretamente a la universidad VIA University College.
De esta universidad ya hablé en una entrada hace algunos meses, así que no voy a meterme en los detalles de temas como por qué decidí escoger el progrma Heart, Head, Hands y no cualquier otro ni nada similar. Esta entrada la escribo para contar detalladamente algunos de los proyectos que hice durante el curso que más me gustaron, porque es cierto que una de las cosas que más me aportaron durante mi erasmus fueron sin duda las clases que daba. Así, pretendo dar una visión distinta de lo que es un erasmus, haciendo especial incapie en lo que también significó este viaje.
A Suitcase of you, The Suitcase Project
El primer proyecto grande que hicimos fue el llamado "The Suitcase Project", un trabajo que hicimos en conjunto con la clase de daneses que también cursaba nuestro mismo programa en la universidad.
Antes de empezar con el trabajo en sí dedicamos un par de clases a conocernos un poco más. No fue hasta más adelante cuando realmente nos enteramos de qué iba el proyecto, así que íbamos un poco a ciegas. El caso es que utilizando números se hicieron los distintos grupos aleatoriamente, en los que solo existía una condición: que no hubiese dos personas del mismo país en él y que en grada grupo hubiese un estudiante danés obligatoriamente.
Para realizar el proyecto nos daban un cheque de veinticinco euros con el que debíamos comprar una maleta antigua. Como es obvio, comprar una maleta antigua en un país como Dinamarca por tan poco dinero no es tarea fácil. Por ello tuvimos que emplear un día completo en recorrer todas las tiendas de segunda mano que encontramos (que fueron muchísimas, porque otra cosa no, pero en Aarhus tiendas de segunda mano sobran), hasta que al final dimos con una que nos servía.
Escogimos un tema que debíamos traspasar al interior de la maleta, dejando el exterior tal y como estaba, de forma que por fuera pareciese una maleta normal y corriente pero al abrirla fuese como abrir un nuevo mundo infantil. Nuestro tema era: Superhéroes, y teníamos que realizar alguna que otra actividad que pudiésemos llevar a cabo con niños daneses durante el Aarhus Festuge.
El interior de nuestra maleta se transformó entonces en un superhéroe, con cara, brazos e incluso capa. Se llamaba Neye, y en nuestra historia se había transformado en superhéroe porque su mayor deseo era ayudar a los demás. A todas las historias había que darles un punto infantil, así que nosotros decidimos dárselo así.
El caso es que llevamos el tema de los superhéroes más allá, y en la actividad los niños debían entender que no solo existen los superhéroes de las películas, sino que la vida cotidiana está llena de superhéroes y superheroínas. Médicos, profesores, madres, padres e incluso ellos mismos podían ser superhéroes si querían, sin necesidad de tener poderes mágicos o capas.
A la hora de la verdad llevamos nuestra maleta a un parque donde una clase infantil jugaba. Allí entraba el mayor papel de nuestro compañero danés del grupo. Como los niños no hablaban inglés, era él el único que podía comunicarse con ellos y presentarles la actividad (antes siempre pidiendo permiso a sus profesores, claro). Ellos entendieron a la perfección lo que intentábamos transmitir, así que muchos se acabaron dibujando a ellos mismos.
Fue una muy buena actividad para conocer a nuestros compañeros daneses y para tener un primer contacto con los niños de allí, ya que más adelante tendríamos que tratar con ellos durante varias semanas.
Preparando una convivencia en grupo
Durante nuestro segundo mes del erasmus la universidad tenía preparada para nosotros una convivencia como parte del programa escolar de nuestro curso. Ellos alquilaban una casa en un pueblo de la costa norte danesas, en Blokhus, viaje del que también hablé en otra entrada.
Eso era lo único de lo que se encargaban, el resto corría a nuestro cargo. Era básicamente un proyecto para organizar una convivencia. Nosotros teníamos que buscarnos la vida para ir hasta allí, comprar la comida, realizar tablas de horarios para saber quién cocinaba en cada comida, quién limpiaba e incluso quién organizaba las actividades nocturnas del fin de semana.
De este modo, tuvimos que organizar actividades para tres días, menús para comidas y cenas y horarios de limpieza para todos los que no cocinaban en un determinado momento. Parecía una tontería, pero eso también formaba parte de nuestra evaluación, y los profesores, que estuvieron con nosotros en todo momento excepto después de cenar, que se iban a dormir a otro lugar, nos estaban evaluando continuamente.
Música para sentir
Cualquier proyecto que integre en un aula música y algún tipo de enseñanza me gusta, así que este no iba a ser menos. Y es que en clase de música, uno de los proyectos principales que hicimos fue el de crear una actividad en la que utilizásemos la música y los sonidos.
Esta vez no voy a hablar de la actividad de mi grupo, que no era, ni mucho menos, la que más me gustó. Os voy a hablar de la actividad de un grupo que prefirió adaptar lo que hacía a edades más elevadas en lugar de realizarla para niños, algo que se notó y que resultó ser muy positivo, puesto que estaba hecha por y para nosotros.
En ella, cada uno de nosotros tenía que pensar en una canción que nos gustase mucho y que definiese nuestro estado de ánimo en el momento en el que la estábamos realizando. Después, debíamos ponerlas en común, y emparejarnos con la persona de la clase cuya canción se asemejase más a la nuestra, es decir, la persona que en ese momento tuviese el mismo estado de ánimo que nosotros.
Una vez hecho esto, debíamos coger una hoja de papel y dibujar, ambas en el mismo folio, lo que íbamos sintiendo a medida que transcurrían nuestras canciones, que a su vez iban a reflejar cómo nos estábamos sintiendo nosotros, o al menos cómo deberíamos sentirnos.
No estoy muy acostumbrada a actividades en las que te abres por completo a los demás, y mucho menos a hacer que los niños muestren cómo se sienten en una determinada manera, así que con esta aprendí que hay muchas formas de entender las maneras de actuar de los niños, y utilizar la música y el arte para ello es posiblemente una de las mejores.
Collages para hacer storyboards
Más adelante íbamos a tener que hacer una serie de vídeos contando historias, y para hacer una historia, una de las cosas más difíciles siempre es crear los guiones que harán que pueda llevarse a cabo, es decir, previsualizar lo que vas a querer contar de manera que todo quede bien ordenado.
Para ello, nuestro profesor de arte dramático nos enseñó una actividad que jamás había visto antes y que creo que puede resultar bastante útil a la hora de elaborar una secuencia de imágenes para realizar una historia, sobre todo si andas falto de inspiración o creatividad y lo necesitas urgentemente.
La actividad se basaba en crear un collage, utilizando un montón de revistas y periódicos daneses, haciendo una especie de brainstorming de un tema concreto que nos habían dado previamente. El mío en concreto, el del collage de la imagen, representaba el tema del cambio climático. Siendo un brainstorming, se trataba de coger lo primero que encontrabas y transformarlo en algo relacionado con el tema en cuestión.
La mayoría estábamos bastante orgullosos de cómo nos había quedado nuestra creación, así que lo que vino después, además de inesperado, no nos hizo demasiada gracia. Y es que después de eso, nos hizo doblar nuestro collage varias veces, hasta crear ocho cuadrados perfectos, y una vez hecho esto, tuvimos que cortar cada cuadrado, destruyendo todo lo que habíamos hecho.
Después de esto, debíamos crear una historia rápidamente, intentando poner los cuadrados en el orden que nosotros considerásemos que era el adecuado. De esta manera nos quedaba un storyboard hecho con imágenes, y ya solo nos faltaba escribir la historia que acompañaba a cada imagen.
Proyecto con los jóvenes
Este es probablemente el proyecto más duro que hicimos estando de erasmus, sobre todo para las personas que no estamos acostumbradas a trabajar con adolescentes, como era mi caso, ya que yo voy a ser maestra de primaria.
Durante una semana, debíamos colaborar con los estudiantes de un instituto danés, chavales de entre catorce y quince años que lo último que deseaban era hacer ningún proyecto en inglés con estudiantes internacionales. De nuevo, nos dividieron por grupos. Esta vez estábamos dos estudiantes de mi clase internacional con cinco o seis estudiantes daneses.
La verdad es que mi compañera de grupo holandesa y yo tuvimos muchísima suerte con nuestro grupo. Al principio trabajábamos con un par de chicas que parecían bastante desanimadas y desmotivadas, así que tuvimos que investigar bastante a lo largo de la semana para llegar a entender lo que querían hacer para sentirse mejor. El resto se mostraron muy participativos y no dudaron en trabajar diariamente siguiendo nuestras instrucciones, así que yo no puedo decir que tuviese una mala experiencia.
Otros de mis compañeros, por el contrario, acabaron llorando. Y es que había algunos de los chavales que no contentos con no hacer nada de trabajo en toda la semana, hacían todo lo posible por hacerle los días imposibles a mis compañeros y también al resto de sus compañeros que sí querían trabajar. Para algunas personas de mi clase fue el peor proyecto del curso, para otras, como yo, fue bastante enriquecedor.
El caso es que debíamos realizar una película utilizando un tema que nos daban, que en nuestro caso fue "Climate Action". A partir de ese tema teníamos que crear un guión, un storyboard, grabar y editar todo el proyecto por nuestra cuenta, entre los estudiantes daneses y nosotros. Para ello ponían a nuestra disposición varios recursos, como cámaras normales y de stop-motion, micrófonos y materiales de papelería.
Una vez creados los vídeos, teníamos un día de premiere para que cada grupo presentase su vídeo ante profesores, padres y otros alumnos de la universidad y el instituto. Lo más bonito de este trabajo fue ver todo el proceso que llevaba, y darnos cuenta de lo contentos que estaban los estudiantes daneses al ver el resultado de todo el trabajo que habían hecho durante esa semana.
Tres semanas en una guardería
Otro de los proyectos más importantes que hice durante el erasmus sin duda fueron las tres semanas de prácticas que pasé en una guardería de la ciudad. No tenía mucha experiencia con niños tan pequeños, y menos todavía si se trata de niños que ni siquiera saben inglés, así que tenía muchísimas ganas y a la vez estaba muy nerviosa por empezar con ello.
Durante las tres semanas pude descubrir muchísimas cosas de la cultura danesa. Llegaba a las ocho y media de la mañana y salía a las tres o a las cuatro de la tarde todos los días. Comía con los niños (allí los profesores y pedagogos comen en las mismas mesas que los pequeños), jugaba con ellos en clase y les cuidaba cuando estaban en el patio.
Aprendí sobre sus costumbres a la hora de comer, su manera de celebrar cumpleaños, su forma de relacionarse entre ellos, sus ganas de aprender y de enseñarte cosas en danés a ti y su capacidad para hacerte sentir muy cómoda intentando expresarte lo que quieren con gestos cuando saben que no les entiendes.
La verdad es que sin duda fueron buenas semanas, aunque muy agotadoras, y conocí muy a fondo el sistema educativo danés de centros y familias, una de las cosas que eran primordiales en mi erasmus en Aarhus. Sin duda fue una de las mejores asignaturas que tuve durante el erasmus, y también una de las mejores experiencias.
También realizamos muchas actividades cortas, cada una con un fin diferente. Para conocer a la gente de tu grupo, icebreakers para relajarse cuando dentro del aula hay mucho estrés, juegos para divertirse...La verdad es que salí del erasmus con una lista totalmente renovada de actividades para poner en práctica en un aula, creada por profesores de la universidad de allí y por nosotros, los alumnos de las más de diez nacionalidades distintas que había en mi clase. Pero de esas ya hablaré en otra entrada.
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