Venecia y Burano

Venecia y Burano

Uno de los viajes que hice durante mi Erasmus en Italia fue a Venecia. Acompañada de mi hermana viajamos a Venecia desde Florencia, estábamos haciendo un tour por las ciudades más turísticas.

Llegamos en tren y cogimos un autobús sin problemas para llegar al alojamiento.

Alojamiento

Como no eran muchas noches, nos alojamos en el camping low cost que hay fuera de la zona turística.

El camping de noche da miedo, llegamos con las maletas y tuvimos que meternos por un túnel oscuro y casi sin iluminación para llegar a la entrada del camping. Cuando llegamos, nos dieron la llave de nuestro bungaló. Llegamos y abrimos la puerta, era como una casa prefabricada de cartón ¡Se oía a los vecinos perfectamente! cómo si estuvieran a mi lado.

Olía mucho a cerrado, así que abrimos la ventana un rato para que ventilara pero luego la cerramos porque hacía mucho frío.

Al día siguiente cuando íbamos a salir nos damos cuenta que la ventana no cerraba bien. Se lo dijimos en recepción para que lo arreglaran. Tampoco iba bien el agua caliente. La verdad que un desastre este alojamiento. Si lo sé, hubiera pagado un poco más por tener una mayor tranquilidad, ya que ¡cualquiera podía entrar por la ventana y robarnos!

El de recepción intentó solucionar el problema de la ventana llamando al de mantenimiento pero la ventana seguía igual cuando volvimos y al preguntarle nos comentó que el técnico ya se había pasado.

Visitamos Venecia

Para llegar a la zona turística, cogimos un autobús que tardaba 20 minutos en llegar allí. La gente de la zona es amable pero están muy cansados del turismo y se nota. Cuando llegamos empezamos a recorrer las calles en dirección al Ponte Rialto para conocer el famoso puente blanco que cruza el canal. Nos perdimos un par de veces porque las señales están pintadas en las paredes pero si te despistas un poco, es fácil perderse. De camino al Ponte vimos las góndolas pasar por los canales y algunas estaban atracadas cerca de los portales. Está muy chula la imagen de los canales estrechos y las góndolas en medio.

Cuándo estábamos llegando al Ponte Rialto ya empezamos a ver mucha más gente y puestos que vendían las típicas máscaras de carnaval. Subimos las escaleras del puente y las bajamos. Como habíamos madrugado comimos algo rápido en un local que tenía unos sándwiches vegetales y seguimos caminando.

En la foto podéis ver las vistas desde el Puente Rialto.

Fuimos a ver la piazza San Marcos y es una plaza bastante grande, que deja pasar el sol a través de sus galerías. Luego pasamos el Palazzo ducale, un edificio gótico con la fachada blanca ¡precioso!

Vimos a los gondoleros sentados, con su uniforme de rayas azules marino y blancas, esperando a que alguien les pidiera un viaje. Nosotras no lo hicimos porque eran caros pero les pedimos hacernos una foto con ellos y la guardamos de recuerdo.

Seguimos adelante y vimos los ferris que van a las islas. Pensámos que podríamos ir a Burano. Nos habían dicho que en Murano te llevan a la fábrica para ver como se hace el cristal y tenía que ser con guía pero preferimos la otra isla.

Burano

El ferri tardo 30 minutos más o menos en dejarnos en Burano, estuvimos paseando entre las casas de colores y por el centro del pueblo. Vimos un puesto de máscaras artesanales y pensamos que 15 euros una máscara única no era caro, ya que el señor de la isla nunca repite modelos y es cierto ninguna de todas las que tenía expuestas eran iguales. El señor muy simpático, nos las empaquetó bien protegidas para que no se nos rompiera al volver.

Cuando empezaba a oscurecer cogimos el ferri de vuelta para llegar a Venecia otra vez.

Hubo un momento de pánico porque no encontrábamos el camino para llegar a la zona turística. Nos movíamos por el puerto, era de noche, no había nadie por esa zona y había calles muy estrechas que no sabías si te iba a salir alguien de por ahí. Al final, conseguimos ubicarnos y llegamos a la zona.

Luego cenamos en una pizzería que tenía kebaps también y nos fuimos a coger el bus de vuelta al camping ya que el último pasaba en 10 minutos. Tocó correr como si nos persiguieran. Cuando no encontrábamos la salida le preguntamos a una señora de allí que ¡se enfadó toda solo por preguntarle! Luego preguntámos a otro que nos dijo como salir del laberinto.

Al salir, vimos el puente de de Calatrava que es un arquitecto español que tiene como principal manía, meter puentes con suelo de cristal en ciudades que llueve.

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