De paseo por Venecia...

Publicado por flag-mx Nuri Mercury — hace 5 años

Blog: Estudiar en Francia
Etiquetas: flag-it Blog Erasmus Venecia, Venecia, Italia

Ese día mi mamá y yo salimos del hotel a las 11:00 a. m. ¡Era la hora del check-in! Podíamos dejar el cuarto a la una de la tarde pero para poder hacer ese check-in “tardío” (¡¿tardío?! ¡es esa la hora en todos los lugares! ), debíamos pagar veinte euros extras (o algo así). Pues vaya que los hoteles son ingeniosos encontrando formas de ganar dinero.

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Las calles estrechas de Venecia

Pues el caso es que, viendo el lado positivo del asunto, al menos pudimos disfrutar más del día así. Salimos del hotel y dimos un pequeño tour por los alrededores. Recuerdo que cuando pasamos por una calle que daba hacia un muelle, como hacía tanto frío, había neblina aún a esa hora. ¡Parecía como si el cielo se confundiera y se uniera con el agua de los canales venecianos!

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Venecia envuelta de bruma: uno de los más bellos paisajes que jamás haya visto ne mi vida... ¡y que siempre recordaré!

El día anterior, habíamos ido a visitar la Basílica di Santa Maria della Salute, pero como llegamos poco antes de que la cerraran, no tuvimos tiempo suficiente para verla. Así que decidimos que ese sería nuestro primer destino de ese día.

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Caminata matutina: ¡con frío y neblina!

Cuando llegamos ahí, a pesar del frío, nos detuvimos un buen rato a observar su fachada. Con la luz del día, pudimos apreciar mejor sus detalles. Además, bajo esa neblina matutina, la vista era aún más mágica.

Había leído en la “Guide du Routard” que Venecia era bella a cualquier hora y en cualquier momento. Pues puedo decir que verla en medio de la neblina, pasear por sus calles estrechas fue un momento que nunca olvidaré. Fue realmente hermoso ver cómo la neblina hacía que uno tuviera la impresión de que los canales no tenían fin, de que se unían con el cielo hacia el infinito.

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Foto de la Basílica di Santa Maria della Salute

Después de observar tanto el paisaje como la fachada de la Basílica della Salute, entramos al fin (bueno, y es que además estaba haciendo un frío muy intenso, mis manitas y mis piecitos se me estaban congelando, ¡ya no podía estar más tiempo afuera! )

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Foto del interior de la Basílica

Entramos a la basílica y la vimos bajo esa luz del día. Pudimos apreciar mejor los detalles de interior. Y es que el día precedente, habíamos entrado ahí cuando ya había obscurecido. Además, en esta ocasión tuvimos más tiempo para admirar con toda la calma del mundo este templo y recorrerlo de principio a fin.

Nos detuvimos a observar sus capillas y los detalles en ellas. Desde los altares e imágenes religiosas, hasta los porta cirios y otros objetos religiosos. Yo me hubiera quedado aún un buen rato ahí, pero mi mamá quería que siguiéramos con la visita de Venecia… yo no tenía mucha objeción, a no ser por el frío que hacía. Al menos en la iglesia estábamos bien protegidas.

Pero bueno, tuvimos que salir (que no podíamos quedarnos todo el día ahí). Tomamos el vaporetto (el transporte público de Venecia), que son una especie de pequeños barcos colectivos. Llegamos hasta la plaza de San Marcos, donde se encuentra la Basílica del mismo nombre.

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Foto de la plaza de San Marcos

Tanto la plaza como la Basílica de San Marcos son el punto más importante de Venecia. Aquí, además de muchos turistas… ¡hay un montón de palomas! Tantas, que ni siquiera son ellas las que tienen miedo de los visitantes, sino que ocurre lo contrario.

Aunque no lo crean, estas pasan volando muy cerca de los turistas, a una velocidad que a veces llega a impresionar. Así que uno tiene que estar muy atento, cuidándose no sólo de los carteristas, sino también de las palomas y gaviotas.

En la plaza de San Marcos, hay unos portales muy bonitos donde hay varias tiendas de recuerdos, joyas y otros productos italianos. Sin embargo, yo recuerdo que, con tanto frío… ¡ni ganas tenía de detenerme a ver los detalles del lugar! Sólo quería llegar rápidamente a otro lugar cerrado para poder retomar calor… ¡me estaba congelando!

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Los portales de la plaza de San Marcos... ¡y sus tiendas que tanto distraían a mi mamá! ¡Yo tenía mucho frío!

Aunque bueno, debo admitir que como mi mamá sí se detenía a ver las tiendas, pues no me quedó más remedio que sacar fotos de los detalles que llamaban mi atención. Espero poder volver a ese lugar, porque hay varios elementos muy bellosy que me gustaría apreciar de nuevo… ¡pero con una mejor temperatura!

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Mientras esperaba a mi mamá, no tenía más remedio que sacar fotos.

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Fachada de la Basílica de San Marcos

Pues el caso es que al fin llegamos a la Basílica de San Marcos. Entramos y me sorprendió el que las fotos estuvieran prohibidas. Aunque, sinceramente, con tantos detalles tan hermosos del interior de este templo, no pude resistir la tentación y sí saqué fotos.

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El interior de la Basílica de San Marcos

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Foto de la entrada de la Basílica de San Marcos: me gustaron mucho esas imágenes del techo, hechas con diminutos mosaicos al estilo bizantino.

No recuerdo cuánto tiempo pasamos ahí, pero sí insistí en que nos quedáramos otro rato para que pudiera entrar en calor y recobrar fuerzas para poder continuar el paseo. Cuando salimos, nos dirigimos a la izquierda de la plaza y vimos que ahí se encontraba el palacio Ducal.

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El Palacio Ducal de Venecia

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Otro de los múltiples detalles que podrán apreciar en la Plaza de San Marco

Después decidimos ir a pasear entre las calles de la ciudad. Las calles de Venecia son angostas y no son nada rectas (como las de Puebla, por ejemplo). Así que es muy fácil perderse aquí… pero eso no nos causó ningún problema porque en realidad no teníamos un destino fijo. Sólo queríamos explorar la ciudad.

Vimos varias tiendas, muchas de ellas vendían productos característicos de Italia: bolsas de piel, joyas de cristal Murano, piezas de arte… las vitrinas de las tiendas me gustaron mucho. Todas eran muy creativas y elegantes. Se ve que los comerciantes se esmeran en dar una excelente imagen a los consumidores… ¡y vaya que lo logran! Creo que si organizaran un concurso de vitrinas venecianas… ¡sería muy difícil el designar a un ganador! Porque, en mi opinión, muchos de los comercios se lucen con sus decoraciones.

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Algunas de las vitrinas de las tiendas venecianas.

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En una galería de arte, había varios cuadros de gato: pinturas, retratos célebres pero... ¡con cabeza de felinos! ¿Reconocen este? ¡Es Napoleón! O mejor dicho, ¡Gatoleón! También había una versión de la Gatilisa (la Mona Lisa).

Pasamos por una calle donde vimos que, una de las casas, tenía una placa que marcaba lo siguiente: “En esta casa, se hospedó Mozart durante una visita a Venecia”. La Serenissima ha recibido a muchísimos personajes importantes, de todos los ámbitos. Dejando completamente maravillados a todos.

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Fue en esta casa donde Mozart se hospedó durante su paso por Venecia

Pues para estar alturas… ¡ya teníamos hambre! Así que decidimos empezar a buscar dónde comer. Pero lo único que veíamos eran sandwicherías o caferías que no nos convencían mucho. Llegamos a una calle donde había un hombre afuera. Se veía que era extranjero (¿turco, tal vez? ), nos habló en inglés y nos mostró el menú del restaurante para el que trabajaba.

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Otra de las numerosas iglesias de Venecia... ¡simplemente hermosa!

Algo que noté en Venecia, es que, a los precios de los restaurantes, muchas veces hay que agregarles el precio del “servicio”. Eso puede hacer que la nota aumente rápidamente y que uno termine gastando más de lo previsto… El hombre del restaurante, nos dijo que no había que pagar nada extra. Sólo el precio del menú.

Tenían dos opciones de menús. Uno era un poco más caro que otro, pero los dos incluían entrada y plato fuerte. Quedamos convencidas de entrar y no nos decepcionamos. Fuimos atendidas muy rápido y las porciones eran abundantes. ¡No nos esperábamos encontrar un lugar así en Venecia! Pero afortunadamente, lo hicimos.

Además, la atención fue muy buena y la decoración del lugar, era muy acogedora. Tenían unos manteles de cuadros y unas velitas en las mesas. Además, había cuadros muy bonitos en las paredes. ¡Qué gusto que encontramos ese lugar! Y, sobre todo, el chico que nos convenció de entrar, hizo un muy buen trabajo invitándonos a entrar, no sin explicarnos antes de manera muy clara lo que ese lugar ofrecía.

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Nuestra comida/cena de ese día... ¡Quedamos muy contentas y satisfechas! Todo estuvo muy rico y al verlo de nuevo. ¡Me dan ganas de estar ahí otra vez!

Una vez satisfechas y, después de haber retomado fuerzas (¡y calorcito! ), seguimos con nuestro paseo… por cierto, para cuando salimos, ya había obscurecido. Y no es que nos hubiéramos pasado las horas y las horas en el restaurante, pero es que como era invierno, el sol se ocultaba más temprano…

Dejaríamos Venecia esa misma noche, pero nuestro autobús era… ¡hasta las 11:35 p. m.! Así que aún teníamos tiempo para pasear por la ciudad. Yo quería ir a ver el Puente Rialto porque, según mi memoria, no habíamos ido ahí.

A pesar de que no teníamos mapa, no nos fue difícil encontrarlo. Y es que en Venecia hay varios letreros muy grandes, pintados en las paredes, que indican el camino a seguir para ir a los lugares importantes de la ciudad.

Pero cuando llegamos… ¡oh, sorpresa! Ya habíamos estado ahí. Así que esa caminata fue un poco sin sentido. Bueno, no tanto porque así pudimos descubrir nuevas callespor las cuales no habíamos pasado antes.

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El puente Rialto... ¡con un horrible anuncio publicitario en medio! ¡Pero qué manera de afear un monumento excepcional!

Tengo que decir que el puente Rialto estaba en trabajos de reparación, así que no era posible atravesarlo. Algo que no me gustó (¡pero para nada! ), fue que había un gran letrero de publicidad en medio de él, me pareció muy feo, ¡no iba para nada con la arquitectura de ese hermoso puente!

Pues ya se estaba haciendo tarde. Bueno no tanto, eran apenas las siete de la noche. Pero, aunque nuestro autobús salía hasta las once de la noche, decidimos que ya era hora de regresaral hotel para recoger nuestras maletas y dirigirnos hacia la estación.

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Nuestro hotel: Hotel alla Salute

Así lo hicimos. Unos instantes después, nos encontrábamos en la sala de espera del hotel. Recogimos nuestras pertenencias, nos despedimos de la chica que tan amable y dulcemente nos había atendido la noche anterior en el restaurante del hotel y fuimos a la parada donde tomaríamos el vaporetto.

Aunque hubo un pequeño percance cuando nos dirigíamos a la estación (¡el vaporetto no pasaba con la misma frecuencia que en la tarde y creímos que llegaríamos tarde para el bus! ), finalmente todo salió bien y nos encontramos en la estación de buses unos minutos antes que lo necesario.

En conclusión, aunque temía el no poder disfrutar al máximo de ese día en Venecia a causa del frío, finalmente nuestra jornada fue inolvidable: descubrimos una parte de la ciudad que no conocíamos, paseamos por calles nuevas y encontramos un restaurante muy bueno. Espero poder ir nuevamente a Venecia, después de ese viaje, ¡no tengo más que ganar de regresar a la Serenissima!

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Venecia de noche: el edificio que se ve en el extremo derecho, al lado del del centro, fue uno de mis favoritos en la ciudad. No sé si sea famoso, pero en una tienda vi que había una representación de ese mismo inmueble... ¡creo que no soy la única en encontrarlo bello!


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