Descubriendo mi naturaleza en Varsovia

Madre mía, ¡menuda experiencia he tenido viviendo en esta ciudad!

Recuerdo el día en el que recibí la noticia de que me iba a ir de Erasmus a Varsovia. Me puse a temblar; me daba miedo la idea de dejar mi querida Lisboa junto con todos mis amigos, familia, hábitos... y perderlos.

Me preguntaba a mí mismo: "¿Debo ir? ¿Debo quedarme? ". Finalmente acabé yendo. Era la oportunidad de mi vida y no podía rechazarla.

Esta experiencia iba a tener lugar en el segundo semestre, así que me pase el final del primer semestre terminando todos los cursos y asignaturas que me tocaban; y después de eso, aproveché para salir de fiesta y beber con todos los amigos a los que iba a echar de menos mientras estuviera fuera del país: estuve como dos semanas borracho.

Durante esas dos semanas me emborraché, enfermé, me mandaron antibióticos y finalmente, me fui a Varsovia.

Llegué con la garganta inflamada a una ciudad fea, fría y nublada. No pude beber durante las primeras noches, pero oye, recuerdo muy bien el sentimiento de soledad de la primera noche, sin mis amigos.

Pero entonces, la luz se coló a través de las grietas de mi alma y empezó el mejor semestre de mi vida.

Encontré un piso para compartir e hice amigos en la universidad, por la calle, en los clubs, en el gimnasio, en cualquier sitio. Todo era nuevo. Varsovia era increíblemente preciosa y el tiempo se volvió incluso mejor que en mi país. La gente es amable y acogedora. He echado de menos durante mucho tiempo la forma en la que me miraban las mujeres allí. También me enamoré.

El semestre pasó, se me escapaba de los manos, no podía pararlo. Los amigos se empezaban a ir, las clases terminaban, empezaban las despedidas... y finalmente me tuve que despedir yo también de mi Varsovia.

Cuando me fui sentí un vacío, como si algo faltara en mi interior. Ese algo era la mejor época de mi vida; la época en la que he tenido menos prejuicios y preocupaciones de mis 21 años de vida. Una época de libertad.

Actualmente, al intentar volver a ese lugar, he descubierto que no está ni en Varsovia ni en Lisboa, sino en mi corazón.

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