Bibliotecas y otros

Si estudiar es la prioridad de un estudiante, la de un buen estudiante, es decir, aquel que vive también para otras cosas, para sí mismo, no sólo para el

conocimiento, aunque este sea una de las cosas más maravillosas del mundo, es saber dónde estudiar.

Personalmente hablando he pasado más tiempo en las bibliotecas de Ca’ Foscari o en pequeños lugares destinados al estudio que en las calles de Venecia divirtiéndome. Al no tener tantas horas de clase como la mayor parte de las universidades italianas en el área de lingüística, tengo mucho tiempo durante el día para integrar los temas estudiados y asegurar un progreso autónomo en mis estudios. Muchas personas argumentarían en contra de mi posición que podría quedarme en casa con todas las comodidades que ofrece el hogar, como la soledad y el silencio sepulcral. Pero, desafortunadamente, yo no sirvo para quedarme encerrada en las cuatro paredes caseras y creo que no soy la única. Aunque hay una gran cantidad de estudiantes que prefieren la comodidad, la otra parte no somos una minoría que se pueda ignorar. Al contrario, cada día del año académico miles de estudiantes de Ca’ Foscari llenan los edificios de la universidad buscando dónde estudiar, sin importar si se está en el medio de un libro de texto, tejiendo o haciendo tarjetas graciosas de felicitaciones. La biblioteca es ese lugar mágico de encuentros en el que se estudia entre la desesperación manifestada frente a una máquina de café, la desesperación presente entre un cigarrillo y otro, y la desesperación reprimida con dulces siestas después del almuerzo o una clase. Si la pena compartida es menos pena, estamos todos en la misma barca, la unión hace la fuerza y sí hay un cerebro que funciona y registra la información.

Muchas personas que no estudian en Venecia sienten envidia de esta oportunidad y, a la vez, rabia porque yo no disfruto totalmente la circunstancia en la que me encuentro. A veces creo que las personas que ven la situación desde afuera imaginan que nosotros los estudiantes de Venecia estudiamos directamente en la plaza San Marcos sentados sobre un león de piedra o que nos sentamos y organizamos en las clases siguiendo una secuencia de Fibronacci en el Puente de la Academia. Sin lugar a dudas somos afortunados por estar rodeados de este paraíso estético, pero, de todas formas, vamos a la universidad y tenemos espacios que lo recuerdan, claramente con algunos detalles específicos que nos muestran que no estamos en un lugar cualquiera.

A partir de mis gustos personales he encontrado 4 lugares ideales en los que se puede estudiar plácidamente, sin contar la famosa CFZ, la biblioteca más conocida de la universidad por tener aproximadamente 400 lugares casi siempre ocupados y con un Wi-Fi tan lento que les hará invocar a toda clase de divinidades, sin olvidar el maravilloso bar que se encuentra dentro de la biblioteca que se oye desde la mañana hasta las 6 de la tarde, entre platos y conversaciones. Aunque es agradable de ver, no la aconsejo si se necesita consultar libros. Por otro lado, organiza muchos eventos interesantes.

En este punto, veamos los mejores lugares del ateneo.

Bec

La foto ilustra el magnífico jardín interno del Campus de economía, idílico con todo el verde que colorea y anima las pausas de los estudiantes. Todos los textos relacionados con economía los pueden encontrar acá, ya sea ayudados por un computador o el personal. Lo mejor de esta biblioteca, además de no ser exclusiva para los estudiantes a los que va dirigida, es el hecho de poder reservar el puesto por horas especificando una franja horaria e invitando a sentarse al estudiante que se encuentra en dificultades buscando un lugar. Será normal también en otras bibliotecas nacionales y del mundo, pero en todas las otras de la universidad encontrarán mochilas que ocupan sillas sin su dueño. Aquí, el dueño deja su mochila para ir a una clase o a un compromiso con el permiso oficial de la biblioteca, sin ocupar un espacio injustamente y brindando beneficios a todas las partes. Pueden ingresar desde temprano en la mañana hasta las 22 mostrando el carnet universitario al ingreso. Si no tienen uno por motivos propios, es posible pedir un permiso diario para entrar o sentarse afuera ya que nadie los molestará. Quienes frecuentan este lugar, si los comparamos con quienes van a otras aulas, normalmente se visten en una forma más elegante y sofisticada con respecto a los colegas de otras áreas, por lo que se distinguen fácilmente a las personas que no van habitualmente. Además, creo que debo darle a este lugar el premio a las máquinas por los precios y la variedad de snacks que tiene.

Ca’ Dolfin

No se trata de una biblioteca, sino de un lugar con aulas para clases, exámenes, discusiones de textos o conferencias. Sin embargo, el Wi-Fi es rápido, y el jardín es pequeño y acogedor con bancas por todas partes (aunque a veces están ocupadas por turistas). Dentro de la estructura se encuentran varias mesas donde estudiar tranquilamente, salvo en los momentos de cambio de clase cada 90 minutos. El acceso es libre y no se necesita ninguna identificación. El premio tranquilidad encaja perfectamente con este sitio.

BAUM

El departamento de humanística tan conocido por su capacidad, aproximadamente 374 puestos, y su horario de cierre durante la semana, medianoche, además de que abre los fines de semana como la CFZ. Les aconsejo monitorearlo con la aplicación Uniwhere para saber de lugares libres y todo tipo de información. El acceso específicamente a la biblioteca es posible con el carnet universitario, pero sin este se pueden usar varios servicios como las máquinas, los baños (sin tener que pagar 2 euros como en los baños que se encuentran en toda la ciudad), algunas mesas para hacer picnic o estudiar, y escaleras, muy útiles cuando hay ausencia de puestos. Durante los periodos de exámenes está lleno desde las 9 de la mañana y no se desocupa por al menos 12 horas, volviéndose así un cúmulo de nervios y humo. 2 de 3 estudiantes que van fuman, y este lugar le gana estadísticamente al CFZ en descaro y número de cortejos. Periódicamente paso meses evitándolo porque, así como pueden encontrarse chicos interesantes, también pueden encontrarse algunas personas que uno busca evitar como la peste. Si quieres encontrarte a las parejas, el patio interno es uno de los lugares con mayores intercambios afectivos, por lo que el premio Cupido es entregado a este edificio.

Ca’ Vendramin

Este es mi reino. Tengo casa en Venecia Mestre, pero estadísticamente he pasado más tiempo aquí que en cualquier otra parte de toda la región de Veneto. Aunque tiene un horario más restringido que los otros, en el departamento de Estudios Orientales he logrado establecer mi record de estudio, es decir, 10 horas, desde la apertura a las 9 de la mañana a las 7 de la noche. Las personas de afuera que conocen Venecia pero no tanto, creen que me paso la vida en el Casino Ca’ Vendramin Calergi, superando los exámenes entre una apuesta en la ruleta y la plata depositada en una máquina tragamonedas. Lástima que en realidad se encuentran en lugares radicalmente opuestos. Si los rumores italianos en cuanto a los hipsters en la escuela superior dice que se encuentran exclusivamente en los liceos artísticos, en la universidad, al menos en esta, se encuentran acá. Este lugar no es tan grande, alberga a duras penas a un centenar de personas, pero está bien suministrada en cuanto a material académico con algunas áreas en otros pisos que no son accesibles sin el consentimiento del personal. En todo caso, en invierno se está bien con la calefacción, pero en verano se vuelve un horno. Le doy a este departamento el premio por la escalera más empinada de Ca’ Foscari porque atravesar el puente Calatrava es un paseo retador.