Mi madre vivió mi experiencia Erasmus

Mi abuelo estaba en el ejército y cuando mi madre y sus hermanas eran pequeñas, tuvieron la oportunidad de vivir en Chipre, en una base militar británica en Dhekelia. Llegaron a Chipre de noche, mi madre tenía tan solo siete años. Su primer recuerdo de Chipre es que le daba miedo que la luna la siguiera. Era una luna enorme y brillante en el cielo nocturno y pensaba que sabía a dónde iban. En Inglaterra la luna es pequeña y la tapan un montón de feas nubes grises.

Unos años después, se mudaron a Alemania y después, de nuevo a Inglaterra de forma definitiva. Mi madre echaba de menos Chipre y nunca sintió que Reino Unido fuera su hogar, por lo que cuando tenía 20 años, decidió buscar trabajo allí y tuvo suerte. Hizo las maletas, se despidió de mi familia y voló cinco horas sola hasta el Aeropuerto de Nicosia.

Hizo su primera amiga, Alison. Alison, también británica, era unos años mayor que mi madre. Era una modelo alta y delgada. Trabajaba con mi madre en un bar y en unos cuantos años se hicieron muy amigas.

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En abril del año pasado, decidí irme a estudiar fuera un año. Mi universidad daba muchísimas opciones: Australia, Singapur, California, México, España... Opciones no me faltaban. Pero elegí Chipre. Soy medio grecochipriota y no me identifico mucho con eso, así que decidí ir. Quería aprender el idioma y a cocinar algún plato típico, además de explorar toda la isla. Bueno, ya estoy terminando mi Erasmus y no sé preparar ni un solo plato chipriota y la única palabra que sé decir en griego es «estasi», que es para decirle al conductor del bus que pare.

Mi madre vivió mi experiencia Erasmus

Hace unas semanas, decidí que le iba a dar una sorpresa a mi madre con unas vacaciones en Chipre, para que pudiera venir a verme y juntas explorar la parte norte de la isla. Chipre está dividida en la parte norte, que es turca, y la parte sur, que es griega. Esto es todo lo que hicimos:

Día 1

El vuelo de mi madre llegaba a las 00:15 y se suponía que tenía que estar en mi casa a las 2:00. La llamé mil veces, pero tenía el teléfono apagado. Casi me da un infarto pensando que le había pasado algo. ¿Y si no llegó a subirse al bus? Esperé frente a mi piso unas dos horas y llamé a todos mis amigos, pero estaban durmiendo, nadie me respondió. A las 4:00 llegó un taxi y me eché a llorar. Era mi madre. Estaba bien. Me dio un abrazo y se disculpó por el retraso. El conductor del bus fue por un camino más largo y no había taxis en la puerta de la estación, así que se quedó dentro tomando un café con el conductor mientras esperaba que llegara alguno a recogerla. Estuvimos un rato en el balcón poniéndonos al día. Me dio un regalo que me había comprado, una bolsa de tela con un dibujo de Úrsula de La Sirenita y la frase «Chillin' like a villain». Nos reímos y decidimos que era hora de irse a la cama.

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Día 2

La llevé a Ledras, una zona comercial en la que se encuentra la frontera entre el Chipre griego y el turco. Fuimos andando, se llega en 30 minutos, y compramos en ambos lados. Vimos un baile y ritual religioso llamado Derviches giradores. Mi madre conoció a mi amigo Besim, un hombre que trabaja en el bazar vendiendo fulares. Jugamos cinco rondas de backgammon, mi madre perdió cuatro. Bebimos café turco, agua y zumo de naranja y comimos un hojaldre dulce con queso. Besim le regaló un fular y quedamos en vernos el día 4 para que nos llevara al norte en el coche que habíamos alquilado.

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Día 3

Recogimos el coche de alquiler y descubrimos que no podemos cruzar la frontera con él, lo que nos enfadó mucho. Queríamos explorar la parte norte porque del lado griego ya lo había visto todo de pequeña. Decidimos hacer lo que podíamos dada la situación y pasamos todo el día viajando por el sureste de la isla. Fuimos a Nissi Beach en Ayia Napa y a Protaras. Mi madre se enfadó porque recordaba que había una higuera enorme en una isla en Protaras, pero ya no estaba. Comimos en el restaurante Blue Peter. Ella pidió kebab de cerdo y no le gustó, yo pedí lubina y me encantó. Fuimos a Deryneia, Lárnaca y Dhekalia, donde mi madre se crió. Llegamos a la base en la que vivía, pero los militares nos dijeron que volviéramos al día siguiente, que ya era muy tarde. Decidimos conducir lo más cerca posible de la frontera porque mi madre quería ver Famagusta. Mi abuelo solía llevarla a ella y a sus hermanas a la playa de Famagusta cuando eran pequeñas, antes de la división de la isla. Por culpa de mi madre, nos perdimos cerca de una zona militar prohibida. Vimos a un ruso medio desnudo y le pedimos indicaciones, pero no hablaba inglés y al final salimos de allí nosotras solas.

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Día 4

Tenía que hacer una presentación en unos días y necesitaba terminarla, mientras que mi madre dijo que quería volver a Ledras a jugar al backgammon con Besim. Ella se fue y yo me quedé en casa trabajando. Besim accedió a enseñarle el norte si ella alquilaba un coche que pudiera ir a esa zona. Mi madre quedó en alquilar un coche al día siguiente. Ese día habíamos planeado quedar con mi amiga y su madre, pero mi amiga lo canceló porque estaba de resaca. Mi madre estaba decepcionada, pero decidimos volver a Dhekalia. Los militares eran otros, pero tampoco nos dejan entrar a la base militar en la que vivía mi madre porque dicen que están en alerta máxima de seguridad tras un atentado en Mánchester. Mi madre no consiguió ver su hogar de la infancia porque encima nos dijeron que lo habían demolido. Fuimos a Lárnaca y buscamos el lago salado. Mi madre decía que allí siempre había muchos flamencos. Lo encontramos, pero estaba demasiado oscuro y no se veía nada. Entonces decidimos buscar a la vieja amiga de mi madre, Alison. Fuimos a su antigua casa y dimos con ella. Entramos a tomar frappés y quedamos con ella y su marido en los próximos días para comer.

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Día 5

Fuimos de nuevo a la parte norte y decidimos alquilar un coche en Sun Rent A Car en Nicosia. Besim nos llevó y condujo él, pero acordó con mi madre que a la vuelta conduciría ella. Sin embargo, mi madre se dio cuenta de que el coche que habían alquilado era automático, no manual, y le dijo a Besim que no quería conducir por si teníamos un accidente. Besim accedió a conducir él. Fuimos al castillo de San Hilarión. Mi madre y yo hicimos una caminata de 40 minutos. Yo llevaba zapatillas deportivas y leggings de gimnasia, pero es que mi madre llevaba un vestido azul, sandalias blancas y unos pendientes enormes. Llegamos a la cima y nos dimos cuenta de que la vista hacía que el sudor mereciera la pena. Se veían las montañas y el mar. Era precioso. Cuando bajamos, nos dirigimos a Bellapais. Comimos mezze y kofta (albóndigas). Fuimos al Castillo Kantara, tardamos siglos en llegar. Mi madre se mareó con las curvas tan cerradas y lo altos que estábamos, pero la convencí de que subiera a la cima conmigo. Desde allí vimos toda Chipre, la vista era increíble. Después bajamos y volvimos a casa por Famagusta.

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Día 6

Volvimos al norte. Alquilamos un coche distinto, uno manual, llenamos el depósito con 50 liras turcas de gasolina y empezamos a conducir. El coche hacía un sonido raro y otro coche que llevábamos detrás no dejaba de pitarnos. Me di cuenta de que era alguien de Sun Rent A Car. Nos dijo que diéramos la vuelta porque el coche tenía un fallo en el embrague. Nos quedamos en el sitio de alquiler de coches y mi madre se tomó un café turco. Uno de los empleados me llevó a un supermercado a por patatas fritas porque tenía hambre. Dos horas después, nos dieron otro coche y nos pusimos en marcha. Vimos las ruinas de Salamina y la playa. El agua estaba clara y la arena era dorada. Decidimos que queríamos ver el mango de la sartén. Si miras el mapa de Chipre, verás que tiene forma de sartén con un largo mango. Fuimos hasta la punta, tardamos dos horas y media. Tuvimos que salir de la carretera principal y conducir por caminos de tierra muy irregulares y llenos de baches. Me dieron náuseas. Llegamos a Golden Beach y vimos la isla que hay junto a Chipre. La vista era preciosa. Tomamos el sol y nos bañamos. Recogimos a dos autoestopistas, una chica de Polonia y otra de la República Checa. Las llevamos a donde querían y nos fuimos a casa por Famagusta. Vimos el puerto de Famagusta y unas ruinas. El coche empezó a quedarse sin gasolina y nos perdimos. No teníamos liras turcas suficientes como para llenar el depósito, solo teníamos euros. Encontramos una mujer que nos ayudó a encontrar la carretera de vuelta a casa. Pensábamos que el coche se iba a quedar sin gasolina, pero por suerte dimos con una gasolinera por el camino en la que nos dijeron que podíamos pagar en euros, así que llenamos el depósito y nos fuimos a casa.

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Día 7

Hoy tenía mi presentación en la universidad. Mi madre me llevó a las 9:00, pero nos enteramos de que la presentación era a las 11:00. Fuimos a tomarnos algo a la cafetería y mi madre me dijo que le recitara la presentación para practicar mientras esperábamos. Después de mi presentación, decidimos buscar a otra vieja amiga de mi madre, Androulla. Estuvimos dando vueltas durante horas y hacía mucho calor. Le preguntamos a un montón de gente, pero no la encontramos. Ya eran las 15:00, teníamos que devolver el coche. Firmamos todo el papeleo y volvimos a mi casa en taxi. Me eché una siesta de una hora y mi madre se empezó a preparar para ir a cenar con Alison y su marido Nico. Luego me despertó y me preparé yo también. Nos recogieron y fuimos a un sitio a diez minutos de mi piso. La comida estaba buenísima. Estuvimos hablando del conflicto en Chipre, la brecha salarial, la sanidad y el Brexit. El camarero nos invitó a sandía y volvimos a casa. Mi madre y Alison quedaron en verse en agosto cuando Alison fuera a ver a su madre. Nico y Alison se fueron a casa y mi madre y yo nos sentamos en el sofá y me da un masaje de pies. Estuvimos horas hablando y luego decidimos que era hora de dormir. Yo me fui a la cama, pero mi madre hizo la maleta y se quedó hasta las 2:00 limpiando para darme una sorpresa al día siguiente.

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Día 8

Mi madre tenía que coger un bus al aeropuerto a las 10:00. Yo me levanté muy enferma y no pude acompañarla. Me sentía fatal, pero me abrazó y me dijo que no me preocupara, que sabía el camino. Iba a salir a las 9:00 para poder coger el bus con tiempo, pero se acaba yendo a las 9:35. Me dijo que no quería irse y le respondo que yo tampoco, pero que nos veríamos en nueve días cuando regresara a casa. Mi profesor me mandó un correo para decirme que he sacado un 92/100 en la presentación. Le mandé un mensaje a mi madre para decírselo y me llamó para felicitarme en cuanto aterrizó el avión. Volvió a casa dejar la maleta y acto seguido se fue a trabajar.

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