De viaje por Turquía (5º parte): Turismo y globos aerostáticos en Capadocia
¡Hola desde la soleada Capadocia! «Soleada» dice, mientras está ya tirada en la cama en la oscuridad de su habitación en el albergue cueva, por haberse levantado al alba para ver los famosos globos aerostáticos. Aun así, he pensado que mientras recuperaba energías, ¡os podía poner al día y contaros lo que he hecho desde que escribí el último artículo! Estos últimos días me los he tomado con tranquilidad, enseguida sabréis por qué, pero tengo muchas historias de contaros, así que poneos el cinturón, ¡y disfrutad del viaje!
Día 9 (5 de septiembre)
Viaje a Gorëme
Como una persona a la que no le gusta mucho volar, me alegré muchísimo de que el vuelo de Estambul a Kayseri durara solo cuarenta y cinco minutos. Mientras aterrizábamos, pudimos disfrutar de extraordinarios paisajes: escarpadas cordilleras, llanuras rocosas, y herbosos campos, que ahora están secos y amarillos bajo los intensos rayos del sol. El viaje en lanzadera, que amablemente contrató el albergue para mi, y que me llevaba desde el aeropuerto hasta Gorëme, fue igual de espectacular. Estaba empezando a hacerse de noche, así que todo estaba envuelto en un brillo dorado, y conforme nos alejábamos de Kayseri, parecía como si nos fuéramos a en medio de la nada.
Es más, incluso la extraña población que pasamos de largo parecía más una ciudad fantasma que una zona inhabitada: a pesar del momento del día, no había luces encendidas en ninguna de las casas y no había gente por las calles. Justo cuando estaba empezando a preocuparme, llegamos a Gorëme, un pueblo lleno de vida, incluso más por la noche que por el día. Después de registrarme en el albergue (el Homestay Cave Hostel), salí a la calle para explorar un poco.
Una noche en Gorëme
Eran casi las ocho de la tarde, así que, mi prioridad era encontrar algo para comer. Di un paseo por calles bien iluminadas, pasando por tiendas de recuerdos, hasta llegar a una acogedora cafetería M&M. Había comido mucho en el almuerzo (suele pasar cuando todo en Domino's Pizza está a mitad de precio), así que solo me pedí una taza de chocolate blanco caliente y un trozo de tarta de queso con frambuesas. Lo último también lo sirvieron caliente, algo que no me esperaba, pero aun así me pareció que estaba delicioso. ¡Quiero dar las gracias a la simpática camarera que que dibujo una pequeña bicicleta al lado de la tarta con sirope de chocolate!
Después de una parada rápida en algunas tiendas y de acariciar algunos gatos, volví al albergue y me metí directamente en la cama. Como siempre, estoy durmiendo en un dormitorio solo para mujeres, pero, sorprendentemente, ¡está dentro de una cueva! Debido a esto, se está muy fresco por las noches, y en vez de quitarme la sábana de encima, me tapo con ella.
Día 10 (6 de septiembre)
El Museo al Aire Libre de Gomëre
Al día siguiente por la mañana temprano (al menos eso me parece a mi), estaba levantada, vestida y lista para ir a mi primera parada: el Museo al Aire Libre de Gorëme. Tardé media hora en ir andando (¡tiempo de sobra para empezar a sudar!), y pasé por cientos de rocosas chimeneas de hadas (o como se le conoce técnicamente, «hoodoos»). Aunque, hasta que no llegué a mi destino, no me di cuenta de singulares que son algunas de estas estructuras por dentro.
Después de pagar 54 TL (8,22 €) de entrada, me protegí del sol en la Iglesia Buckle (Tokali), el templo de culto más grande de Capadocia y que se encuentra a unos cien metros por debajo del museo. Como en muchos otros edificios de los que había visto, aquí también estaban prohibidas las cámaras, pero los frescos (que representaban la vida de Cristo) eran tan maravillosos que no pude resistirme a echar fotos con el móvil a algunos de ellos. ¡Por suerte no me pillaron!
Después de una rápida visita a la húmeda zona subterránea, volví a salir al aire libre, y empecé a arrepentirme de nuevo por no haberme comprado una sombrilla en algunas de las tiendas del pueblo. Mi malestar por el calor no duró mucho, porque enseguida y después de una pequeña parada para contemplar un extraordinario convento en la roca, volví a la oscuridad. Esta vez, me llamaron la atención un par de esqueletos: ¡desconocidos pero igual de espeluznantes!
Y así seguí: De un edificio en la roca a otro, buscando la sombra y esperando que no le costara mucho a mis ojos ajustarse a la oscuridad. Durante mi recorrido, vi todo tipo de murales, algunos mejor conservados que otros, acaricié a perros de diferentes razas y escalé por escaleras con distintas inclinaciones. Estoy orgullosa de decir que las superficies irregulares de los escalones no me pararon; aunque una señora que iba delante mio no tuvo la misma suerte.
Tardé una hora en llegar a la estructura más alta e infame de todas ellas: la increíble iglesia Oscura. Para entrar a este lugar de culto hay que pagar un cargo extra (18 TL, alrededor de 3 €), pero teniendo en cuenta lo que cuesta mantener este edificio en buen estado, me sorprendió que no fuera más. Dentro me encontré con los frescos más exquisitos de todo el museo, que también representaban escenas de la Biblia.
El nombre me confundía mucho, porque era uno de los lugares menos sombríos que había visto, pero enseguida encontré un cartel que me explicó el porqué. Las pinturas que iluminaban el edificios eran así de brillantes porque habían pasado mucho tiempo en la oscuridad. Solo había una pequeña ventana por la que entraba la luz del exterior, y estoy segura que ambiente fresco del interior de la cueva también ayuda a que el arte se conserve mejor.
De vuelta al exterior, me crucé con otro cartel: este avisaba de que había peligro de desprendimiento de rocas. Contenta de haber descubierto eso al final del tour en vez de al principio, me dirigí a la salida.
Un giro desafortunado de los acontecimientos
Conforme estaba yéndome del museo, con un vaso de zumo de naranja recién hecho en la mano, empecé a notar unos extraños retortijones en mi estómago. Pude soportar el dolor durante un rato, lo suficiente para echar un vistazo a dos talleres de cerámica que se encontraban al borde de la carretera, pero enseguida empecé a entrar en pánico. El camino de vuelta al pueblo no era corto, y sin ningún aseo público cerca, no sabía si iba a llegar.
Justo cuando estaba empezando a perder la esperanza, vi una cafetería en la distancia. Corrí todo lo que pude con mi malestar de estómago, le pagué al hombre 2 TL (0,30 €), y bueno, no hace falta que cuente el resto. Un rato después, sintiéndome mucho mejor, pero un poco nerviosa, le devolví la llave, compré una botella de agua barata y me dirigí a la segunda parada del día: la iglesia de El Nazar.
Pocos turistas visitan este cavernoso lugar de culto, es más, yo fui a mitad del día y estaba sola, pero merece la pena acercarse y las 7 TL que cuesta la entrada. Puede que los frescos que decoran las paredes y los techos no estén en muy buen estado, pero se puede ver fácilmente que hace mucho tiempo habían sido impresionantes. Además, si no te interesa mucho el arte, al menos agradecerás la sombra, y también las magníficas vistas panorámicas de las que disfrutarás mientras vas a la iglesia.
Una tarde tranquila
Después de dar una vuelta por esta iglesia, empezó a molestarme el estómago de nuevo, así que volví corriendo a mi alojamiento y decidí quedarme allí toda la tarde tranquilamente. Me puse cómoda en uno de los sofás del exterior y pasé algunas horas jugando con los gatos y perros del albergue y hablando con mi compañera de habitación australiana. Me hubiera encantado pasar más tiempo con ella, pero, desgraciadamente, esa misma noche se iba a Egipto.
Una cena con vistas
Después de una tarde tranquila y de tomarme algunas pastillas, parecía que mi intoxicación alimentaria (conocida en Turquía como «la venganza del sultán») se había calmado, así que decidí salir a comer algo. Elegí el restaurante Viewpoint Café para cenar: había visto muchas fotos que se habían echado desde su azotea y tenía muchas ganas de hacer unas cuantas. (Atención: si queréis comer aquí, aseguraros de reservar con tiempo, ¡así podréis conseguir las mejores mesas!)
La comida era igual de maravillosa que las vistas: manti (raviolis turcos rellenos de ternera con especias y coronados con una salsa de yogur), y ensalada turca del pastor (tomate, pepino, y pimienta), pensando que esto último le sentaría bien a mi estómago. Me quedé hasta que se puso el sol, pagué la cuenta, volví al albergue y me fui a dormir.
Día 11 (7 de septiembre)
Los globos aerostáticos
Esta mañana la alarma me ha sonado más temprano que nunca. A las 5:10 estaba en pie; a las 5:20, ya me había lavado la cara y vestido; y a las 5:30, estaba ya fuera del albergue y camino al mirador de Gorëme «Sunrise Point». Todos los días, al amanecer, cientos de turistas con cara de sueño vienen aquí a ver los globos aerostáticos de Capadocia mientras flotan por el cielo.
Son unas vistas inolvidables, me tuvieron embelesada más de una hora y media, y todo el mundo debería disfrutarlas al menos una vez en su vida. Por lo menos, harás unas fotos fantásticas. (Aviso: tienes que pagar 3 TL, sobre 0,50 €, para subir a este mirador, así que, ¡intenta llevar algo de efectivo encima!)
Conclusión
Y aquí estoy, unas cuantas horas más tarde, metida en la cama y encontrándome mucho mejor después de la siesta que me he echado después de volver de ver los globos. De momento, Capadocia está siendo una maravilla, y estoy muy emocionada por ver más zonas de este lugar en los próximos días. Como siempre, para todos aquellos que estéis pensando viajar aquí en el futuro, os voy a dar algunos consejos. Son los siguientes:
- Lleva cuidado cuando vayas a cruzar la carretera: por aquí, a los conductores les gusta mucho correr, y ten por seguro que no se van a fijar en si hay un paso de zebra o no mientras van de un lugar a otro.
- Quédate en un albergue cueva: son muy frescos, brillantemente extravagantes y el mejor lugar para encontrarlos es este.
- Alójate en Gorëme: mucha gente dice que es el mejor lugar para utilizar como base de tu viaje de la zona.
- Si te intoxicas con la comida, los mejores remedios son: medicamentos, dormir, agua, y fruta y verduras.
- Despiértate antes del amanecer para ver los globos aerostáticos. Se que no algo agradable, pero te prometo que merece muchísimo la pena.
Fin de la quinta parte
Así que aquí está: ¡la quinta parte de mi serie «de viaje por Turquía»! Esta tarde tengo una excursión, y mañana por la mañana una clase de cocina, así que, ¡tendré muchas cosas para contaros en el próximo artículo! Mientras tanto, echadles un vistazo al resto de artículos de esta serie si os habéis perdido alguno, y, ¡empezad a preparar vuestro viaje a este increíble país!
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