Una tarde en San Sebastián

¡Hola a todo el mundo! Me he dado cuenta de que ya casi ha pasado un año desde que empezó mi año de estudios en el extranjero y, sinceramente, me cuesta mucho creer lo rápido que ha pasado el tiempo. Mientras que mi cabeza sigue ocupada con ciertos asuntos, creo que aprovecharé para hablaros de un viaje de un día que hice con mi padre el pasado otoño, cuando vino a visitarme a Biarritz. Tras hacer una parada para reponer fuerzas en San Juan de Luz (podéis leer más sobre esta ciudad en mi blog), nos subimos a un autobús y cruzamos la frontera con España hasta la ciudad costera de Donostia-San Sebastián.

Un pequeño resumen de nuestra tarde

La estación subterránea de autobús era húmeda y oscura, pero en cuanto salimos al exterior, nos sorprendió sentir el calor que hacía. Cruzamos el río Urumea atravesando el puente de María Cristina y, en apenas diez minutos, llegamos a la ajardinada plaza del Buen Pastor donde pudimos contemplar la catedral de la ciudad. Cuando entramos en este edificio del siglo XIX se estaba celebrando una misa, pero eso no nos detuvo y echamos un vistazo al interior. Lo más interesante es el rosetón y el retablo dorado que está justo ante él.

Una tarde en San Sebastián

Cuando salimos, nos dirigimos hacia las calles de compras, que están en la parte vieja de la ciudad. Allí nos esperaba otra iglesia, la basílica de Santa María del Coro. Incluso a distancia pudimos darnos cuenta de que visitarla iba a merecer la pena. Había muchísima gente frente a ella y eso indicaba que nuestra intuición era cierta, cosa que terminó de confirmar el pórtico con relieves del edificio. Una vez dentro, lo que más nos impresionó fueron los techos y los imponentes pilares que los sujetaban.

Una tarde en San Sebastián

Desde allí fuimos hasta la plaza más famosa de la ciudad, la plaza de la Constitución que, en el pasado, se utilizó como plaza de toros. A día de hoy, en este sitio ya solo hay personas, muchas de ellas aprovechan los bares y las tiendas situadas en el interior de los arcos que rodean la plaza. Debéis saber que aquí un café es más caro que en cualquier otro lugar de la ciudad, así que por eso nosotros decidimos no tomarlo en esta plaza.

Una tarde en San Sebastián

Preferimos ir hacia el norte para ver la preciosa iglesia gótica de san Vicente (se dice que es el edificio más antiguo de la ciudad). Por desgracia, aquel día no estaba abierta al público, pero aún así disfrutamos de sus alrededores y pudimos admirar su increíble puerta de entrada y sus innumerables vidrieras. Además, en el patio de la iglesia, descubrimos una extravagante escultura de bronce que representaba dos manos enormes. No estábamos seguros de qué hacía allí exactamente, pero fue muy interesante ver una obra de arte moderna junto a un edificio centenario.

Una tarde en San Sebastián

Tras parar para tomar algo rápido en la plaza de Zuloaga decidimos que, como no teníamos tiempo suficiente para visitar el museo de san Telmo, iríamos, en su lugar, a dar un paseo por la costa. No creo que escogiéramos la ruta más llamativa y, de hecho, cada vez que mirábamos al suelo, había tantas rocas como agua. Cuando mirábamos en dirección a tierra firme, podíamos ver edificios típicos españoles.

Una tarde en San Sebastián

Gracias a un pequeño gato naranja que parecía estar siguiéndonos los pasos, encontramos uno de los muchos caminos que llevan hasta la cima del monte Urgull. Si lleváis un tiempo siguiendo mi blog, ya sabréis que me encanta ver las ciudades desde arriba, así que esto era de lo que tenía más ganas, ¡no me decepcionó!

Una tarde en San Sebastián

La subida fue muy dura, especialmente porque el sol nos daba de frente, pero la belleza del entorno compensó todo nuestro esfuerzo. A mitad de camino, vimos la isla de Santa Clara, una pequeña isla llena de vegetación que está a pocos metros de la costa y, cerca de la cima, pudimos observar diversas fortificaciones antiguas. Muchas de ellas aún conservaban cañones alineados en sus muros.

Una tarde en San Sebastián

Poco tiempo después llegamos al castillo de la Mota, situado en lo alto de la colina. Tiene una enorme estatua de Jesús saliendo del tejado. Desde allí teníamos unas vistas fantásticas de los edificios de la parte antigua de la ciudad, por no mencionar la playa, que estaba repleta de turistas con hamacas.

Una tarde en San Sebastián

En nuestra subida mi padre y yo estábamos hambrientos, así que nuestra prioridad era bajar y encontrar un sitio donde tomarnos unas tapas (o unos pintxos, como dicen en el País Vasco). El Beti Jai Berria fue el lugar que elegimos. Disfrutamos de unas raciones en una mesa redonda de la terraza. Por desgracia no tengo fotos de este momento, pero la imagen de abajo os dará una idea del tipo de comida que pedimos.

Una tarde en San Sebastián

Fuente

Cuando ya habíamos saciado nuestro apetito y pagado la cuenta, eran las cuatro de la tarde, así que fuimos hacia la estación de autobuses por el mismo camino del río. No suelo ser de las que se duermen en el transporte público, pero una mezcla de cansancio por la subida, saciedad por la comida y comodidad por los movimientos continuos del autobús hicieron que me quedara dormida hasta llegar a casa.


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