De Bolonia a Salerno - Última parada: Salerno (9/9)
Salerno
Para llegar a la bella ciudad costera de Salerno nosotras cogimos un tren en la Estación Central de Nápoles; el precio de un billete de ida y de vuelta fue de 10 euros con la compañía Trenitalia. La duración del trayecto puede variar entre los cuarenta minutos y la hora y media así que hay que mirar bien los horarios.
Vistas desde la costa de Salerno
Playa y sol en salerno
La verdad es que esta ciudad no me sorprendió demasiado, esperaba mucho más; creo que, al igual que ocurre con muchas otras poblaciones de la zona, son más bonitas de noche, cuando las luces de las calles se iluminan y la vista de la costa se convierte en una postal.
Además del centro histórico y el paseo marítimo, conocido como Lungomare Trieste, hay un montón de espacios verdes, como el Jardín de Minerva o la preciosa Villa Comunale di Salerno, donde se encuentra la renacentista Fuente de Don Tullio.
Un rincón de la Villa Comunale di Salerno
Salerno está coronado por el Castillo de Arechi, de época medieval, que puede visitarse, aunque nosotras preferimos verlo desde abajo y perdernos las, posiblemente, formidables vistas. Pero este no es el unico castillo que se puede encontrar en la zona, pues también está el Castillo Terracena, también denominado Palazzo. Los palacios principales son el Palacio de la Ciudad, el Genovese, el Palazzo Pinto, el Sant´Agostino y el Palazzo Fruscione. La verdad es que la historia de la ciudad es fascinante pero no sé por qué no llega a transmitirme ese atractivo a través de lo que ofrece.
Ese día hacía un calor de justicia, así que optamos por pasear por el centro e irnos refrescando, con tranquilidad, en algunas de las terrazas que encontramos. Los precios allí son significativamente más bajos que en otras ciudades italianas.
El Castillo de Arechi, a lo lejos, coronando la ciudad
En cuanto a edificios religiosos, destacaría la Catedral de Salerno (donde se halla enterrado San Mateo Evangelista), la Iglesia del Santissimo Crocifisso, la Iglesia di San Pietro a Corte y la Iglesia dell'Annunziata (muy cerca todas entre sí a través de Via dei Mercanti, una estrecha calle comercial con muchísimo encanto).
No hay mucho más que ver en Salerno, quizás su Museo Arqueológico Provincial, aunque nada espectacular, y el acueducto medieval que uno se encuentra, repentinamente, en una calle.
Y ver no, pero comprar... hay un montón de puestos callejeros en los que se venden, además de cerámicas características del lugar otras productos como embutidos y distintos tipos de queso cuyo aroma no pasa inadvertido.
Pero si hay algo que no nos pasó inadvertido fue el Bar Gelateria Nettuno, llenísimo de gente y con tanta variedad de cosas ricas que era imposible elegir rápido; la estrella del local es el helado en brioche, como si fuera un sandwich. Qué bien suena eso de "la brioche con la nocciatela e panna", ¿verdad? Hay infinidad de sabores de helado y la relación calidad-precio han hecho de esta heladería la más famosa de Salerno, casi un icono; está en el paseo marítimo y, según parece, todo el que pasa por la ciudad también pasa por Nettuno.
Dimos por finalizado nuestro viaje con una pizza Margarita en Nápoles, donde dicen que se creó este tipo de pizza y, además, presumen de hacer las mejores pizzas del mundo.
A la mañana siguiente volvíamos a Madrid tostadas, o más bien quemadas, por el sol y cargadas de fotos y de momentos que nunca olvidaremos. Pero también nos llevábamos algo que vamos a echar mucho de menos... ¡una sobredosis de pasta, pizza y helados!
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