¡Andiamo!: Viaje en coche a Ombrie

Sábado 14 de octubre de 2017 - 9:00 h.

Duro despertar. Consecuencia de la fiesta de la noche anterior. Pero es parte del juego: yo lo llamo la tormenta Erasmus. Estás advertido pero nunca realmente preparado. Así que cuando llega, te lleva con ella... de las clases a los bares, del dormir hasta tarde a las noches sin dormir, de las vacaciones a las prisas de último minuto, es la máxima potencia a cien por hora. Nueve de la mañana, sábado 14 de octubre, la fiesta de la noche anterior todavía resuena en mi cabeza, cojo la mochila, después el metro, donde me encuentro con Coco, que llega tarde como yo. Primera misión: llegar a la agencia Europcar de Cinecittà sin ser atropellados por un coche. Nos pegamos una carrera. Diez de la mañana, llegamos a la agencia bañados en sudor, nuestros amigos están ya preparados, pero sonriendo (de todas formas soy yo la que conduce), nuestro super Fiat 500 XL está preparado, solo tengo que firmar los papeles y ¡andiamoooo!

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Primera parada: Todi y su paloma fantasma.

De camino paramos en Terni. Pero a parte de un obelisco moderno hecho de cualquier cosa metálica situado en medio de una rotonda, no vimos gran cosa. Así que no tardamos demasiado y nos fuimos a Todi. Porque parece ser que allí se puede comer paloma. Parece ser, sí, porque nos tendríamos que conformar con ver a la paloma en la plaza de la iglesia. Bueno, hay que decir que al llegar al restaurante a las 15:00 h no podíamos esperar mucho más que un risotto o una sopa. Pero no importa, porque Todi es, sobre todo, un pueblo encantador, con calles estrechas, casas de piedra, escaleras... muchas escaleras. Así que subimos, escalones y más escalones y, una vez arriba, nos dimos la vuelta y estábamos frente a unas vistas magníficas; nos quedamos sin aliento (bueno, eso puede ser que fuera a causa de los diez mil escalones anteriores). Y después, nos perdimos en el laberinto del centro histórico. En la plaza principal había un mercado medieval en el que pudimos probar productos italianos como la crema al tartufo bianco (crema a la trufa).

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Al otro lado de la ciudad, un mirador, una vista panorámica del valle. Allí nos paramos un poco. Estábamos a 14 de octubre, en pantalón corto y camiseta, nos tomábamos el tiempo que queríamos, estábamos disfrutando.

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Segunda parada: Civita di Bagnoregio, la ciudad moribunda.

Si había una sola parada imprescindible de este viaje esa sería esta. Civita di Bagnoregio, alias el pueblo que está muriendo. No, en ese pueblo no hay ninguna maldición sobre ninguno de los habitantes. Para que conste, se llama así porque el promontorio rocoso sobre el que se asentó la ciudad hace más de 2500 años, está sometido con regularidad a erosiones que amenazan con hacer desaparecer el lugar. Lo que explica por qué está incluido entre los 100 sitios más amenazados del mundo. Y si la ciudad tiene una historia interesante, el paisaje de los alrededores es aún mejor. Llegamos justo antes de la puesta de sol y en esa época del año, el valle parece un cañón (pero si lo ves en primavera el paisaje será completamente diferente). Sin embargo, cuando fuimos a atravesar la única pasarela (de pago) que unía el peñasco, ya era de noche. De repente, nuestra visita a Civita parecía una especie de "escape game". En otras palabras, dimos una vuelta rápida por el pueblo. Habríamos podido por lo menos quedarnos a comer allí, en uno de los dos o tres restaurantes tan bonitos que había, pero todavía teníamos que encontrar nuestro Airbnb.

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Entre paradas: jugando al escondite con el Airbnb.

Eso fue una aventura en toda regla: dos horas para encontrar un Airbnb. Y cuando digo dos horas, no incluyo el recorrido para ir de Civita al Airbnb. No, hablo de dos horas de búsqueda, aunque "esté muy cerca de aquí". La primera cosa a recalcar es que el Airbnb no tenía dirección, sino coordenadas GPS (solo eso nos tendría que haber hecho plantearnos algunas preguntas). La segunda es que la señal GPS no funcionaba cuando estábamos "justo al lado". Pues bien, podríamos haberle preguntado a alguien, pero no había nadie. Y después, ¿conoces a alguien capaz de indicarte un camino si tú le dices “ 42°48'59. 2"N 12°20'20. 7"E “? Entonces, nuestro amable anfitrión intentó hacernos una descripción: había que coger un pequeño camino de piedra. Y algo que es maravilloso en medio de ninguna parte es que la mitad de las carreteras son caminos de piedra. Convencidos de que habíamos alquilado un 4x4, cogimos el camino que más se parecía a la descripción (aunque ya hemos dicho que todos los caminos se parecían). Mala elección. A las 22:00 h, en medio de unos oliveros, debajo de un camino de guijarros nos encontramos con una mujer de la ciudad: "guys, I think you will have to push the car". Por eso, todo el mundo salió fuera, y yo metí primera y pisé a fondo en la subida para salir del hoyo. A esas alturas de la búsqueda, Kiia empezaba a tener hambre, Julia a agotar el 3G para pedir una descripción más clara al propietario, Coco se hacía pasar por Sherlock Holmes y Quentin por Watson. Y yo, me sacaba el carnet de auto-cross. Entonces, como somos jóvenes e idiotas, cogimos otro camino. Pensábamos que íbamos en la buena dirección, cuando después de dos kilómetros, llegamos frente a un portal. Nuestro Airbnb no tenía portal. Por suerte, a falta de un 4x4, teníamos un superconductor. Con el permiso de piloto aprobado. Di media vuelta en un camino de 250m. A las 23:00 h empezamos a aprender de nuestros errores, aparece un nuevo camino delante de nosotros, esta vez los chicos irán de avanzadilla. Al cabo de veinte minutos vuelven con las llaves en una mano y una tableta de chocolate en la otra. 23:30 h: llegamos al Airbnb.

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Tercera parada: Assisi, lección de catecismo.

15 de octubre de 2014 - 10:00 h

Desayuno fuera. Eso bastaba para decir que fue un buen día. Volvimos a la carretera en dirección a Assise (Asís). Los más cristianos conocen esta ciudad por San Francisco de Asís. Yo no sabía nada. A primera vista, estábamos visitando una ciudad muy bonita, fachadas de piedra, iglesia con una arquitectura interesante (sin haber visto la basílica de Asís), pequeño paseo de domingo. Nos lanzamos incluso a la conquista de las vistas, subiendo hasta la fortaleza Rocca Maggiore. Valía la pena. Nos encontramos con un paisaje que se extiende hasta donde no alcanza la vista. Es precisamente uno de los paisajes que más recuerdo del viaje.

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Desde allí arriba, podíamos ver la basílica y, sobre todo, la fila de turistas que esperaban delante. Entonces supimos que había que verla, pero ignorábamos que fuera tan espectacular. De vuelta al coche, cogimos la dirección de esa famosa iglesia mientras Julia nos leía la biografía de Francisco de Asís. La visita a la basílica nos llevó una hora, yendo cada uno a su ritmo. Porque la particularidad de ese lugar es que está formado por dos iglesias superpuestas. Y por supuesto, como todas las iglesias italianas, adornadas con baños de oro, con frescos monumentales... En resumen, otra joya de la arquitectura religiosa.

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Cuarta parada: Perugia y su festival del chocolate.

Última parada del viaje, Perugia, conocida por su festival Eurochocolate. Sí, ¡un festival del chocolate! . Seguramente te imagines un paraíso, como nosotros. No te emociones mucho, volvimos con la opinión un poco cambiada. Primero, tuvimos que arreglárnoslas para aparcar (la principal restricción de un viaje en coche). Pero las cosas no estaban demasiado mal organizadas. Había trenes pequeños que recogían a los visitantes en la estación, lo que nos permitía aparcar en un parking gratuito (se supone que a cambio pagas el tren). Pero, una vez llegamos al centro, fue un poco decepcionante. Porque el festival se parecía más a un gran mercado de vendedores de chocolate donde se codean algunas grandes marcas pasteleras y artesanos que al final venden todos los mismos productos. En medio de todo eso, por lo menos había escultores, que se entretenía transformando un enorme cubo de chocolate en una obra de arte, bajo la atenta mirada de los espectadores. Impacientes, porque lo que todos estábamos esperando no era precisamente la obra terminada, sino las virutas de chocolate que caían del cubo y eran amablemente repartidas entre el público.

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Y así, después de haber cogido un saco pequeño, de habernos comido el chocolate que caía y de haber negociado una o dos degustaciones, volvimos. A la vuelta por lo menos nos compramos un helado, porque un fin de semana sin "gelato" en Italia no es un buen fin de semana. Después, bajamos del centro andando, porque la ciudad también es muy bonita. Fuimos por caminos que no eran oficiales para llegar al parking (entonces Quentin pisó una caca de perro, justo antes de subir al coche), y volvimos a la carretera. Vuelta a Roma, la canción de Wonderwall de Oasis en los oídos, algunas fotos de recuerdo y un superfin de semana entre amigos para añadir a la tormenta Erasmus.

Cosas a tener en cuenta:

  • Establece el itinerario con antelación, pero sé flexible, porque seguramente cambiará dependiendo del tiempo que pases en cada parada, de lo que te apetezca en el momento...

  • Utiliza un comparador de precios como Rentacar para alquilar el coche y ten en cuenta las tarifas de conductor nobel, segundo conductor etc...

  • Comprueba si el coche está alquilado por días o por horas, porque en este último caso tendrás que organizarte para devolverlo a la hora mencionada durante la reserva (nosotros pusimos a las 20:00 h y llegamos a las 23:00 h, ¡menos mal que lo alquilamos por días! ).

  • Imprime un mapa para encontrar el Airbnb desde un punto estratégico si piensas llegar tarde.

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