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Riga


¡Hola! En este artículo voy a empezar a hablarte de Riga, la capital de Letonia.

El río Daugava atraviesa la ciudad hasta llegar al mar Báltico, aguas que bañan su litoral. Riga fue fundada en 1201 por un obispo alemán que dejó Bremen para adoctrinar a las poblaciones paganas que habitaban la antigua Livonia. Letonia se independizó de Rusia en 1991, y desde ese momento, orgullosa de sí misma, da todo de sí para forjar una identidad nacional. Aunque muchos rusos abandonaron el país, muchos otros se quedaron, siendo un 30 % de la población total de Letonia; el 51% en la capital. Riga cuenta con casi 700 000 habitantes; es la ciudad más grande de todos los países del Báltico, además de la más importante a nivel cultural, político y económico. Tanto es así que, en 2014, fue declarada Capital Europea de la Cultura.

A pesar de ser la ciudad más grande del Báltico, es una capital más bien pequeña. Sin embargo, está muy bien concentrada: en el centro, se encuentra el casco antiguo, rodeado por lo edificios modernos y el precioso río Daugava. Es una ciudad accesible a pie. Se puede llegar a todos sitios caminando, incluso a los barrios de la periferia. Aun así, la ciudad está muy bien conectada. ¡Puedes moverte desde o hacia el aeropuerto por tan solo 1 €!

¿Cómo es el clima de Riga?

Riga tiene un clima continental húmedo, con inviernos muy fríos y veranos muy lluviosos. Los meses con las temperaturas más bajas son enero y febrero, normalmente a -6 ºC, aunque a veces han llegado a los -25 ºC en algunas zonas. El mar no es la primera vez que se congela... Y justamente, su proximidad al mar es la causa por la que llueve tanto y suele hacer tanta niebla, sobre todo en otoño. Durante los meses que dura esta estación, el cielo siempre está cubierto y las temperaturas no son muy altas. Si en octubre ya hace frío, en noviembre caen las primeras nevadas. En cuanto a la primavera, digamos que la esperan como agua de mayo. Casi siempre llega tan tarde que a principios de abril sigue habiendo nieve en la ciudad. Cuando está acabando el mes, las temperaturas se empiezan a recuperar. Sin embargo, en mayo aún sigue haciendo fresco; solo en algunas ocasiones alcanzan los 20 ºC. Los veranos, afortunadamente, son algo calurosos y húmedos. La temperatura oscila entre los 15 ºC y los 31 ºC.

¡Podrás imaginarte que el agua del mar está siempre bastante fría! Suele rondar 1 ºC en febrero, y entre 15 ºC y 16 ºC de julio a agosto.

Qué ver en Riga

  1. La iglesia de San Pedro (Sv. Peterea luteranu baznica): su construcción comenzó en 1209, sirviendo ya de refugio espiritual para el pueblo. A principios de 1400, la iglesia se agrandó, incorporando la última torre a finales del mismo año. La torre, casualmente, se derrumbó a mitad de 1600. Se reconstruyó a finales del siglo, pero en 1700 sufrió la caída de un rayo que la dejó tocada. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la iglesia era el edificio más alto de Europa, con 124 metros de alto. Y digo era porque durante la guerra el campanario ardió. Años después, la restauraron y aprovecharon la ocasión para poner un ascensor que permitiera a la gente disfrutar de las vistas de la ciudad desde lo alto, a 70 metros. El billete de acceso para los adultas cuesta 10 €, para los estudiantes 7 €, y para los menores de 7 años, 3 €.
  2. La casa de los Cabezas Negras (Melngalvju nams): actualmente es solo un punto de información para los turistas, situado en la plaza del ayuntamiento, la Square of Latvian Rielemen. Antiguamente era la sede de los gremios de la ciudad. Se trata de un edificio medieval construido en 1300 y decorado en 1600 que fue bombardeado por los alemanes durante la guerra y demolido bajo influencia soviética. No se reconstruiría hasta 1995. Hoy se alza como un edificio extravagante de estilo barroco con pinceladas goticobálticas adornadas con preciosos revestimientos encalados.
  3. El Monumento a la Libertad (Brivibas piemineklis): es uno de los principales símbolos de la ciudad. Se lo mandaron construir al escultor letón Karlis Zale en 1935 en un momento de independencia entre las guerras. La escultura mide casi 45 metros de altura. En lo más alto, está retratada la imagen de una mujer que representa la libertad, alzando tres estrellas doradas, cada una de ellas simboliza las regiones que forman Letonia (Curlandia, Livonia y Letgallia).

  4. La catedral de Riga (Doma baznica): se sitúa en la plaza de la Catedral, dedicada a Santa María. Es la catedral protestante más importante de la capital, así como la catedral medieval más grande de todos los países bálticos. Fue construida por órdenes del obispo católico Alberto, fundador de la ciudad en 1200.
  5. Los Tres Hermanos: ubicados a unos metros de la catedral, son tres edificios muy característicos; tan similares que parecen "hermanos", de ahí su nombre. El edificio del medio acoge un bonito museo de arquitectura.

    La Casa del Gato (kaku nams): es un edificio modernista situado en el centro de la ciudad en cuya cúpula hay una pequeña escultura de bronce de un gato negro. Con el tiempo, el gato se ha convertido en un todo símbolo de la ciudad, figurando en todas las postales y a modo de souvenir. Tengo entendido que el edificio fue construido por un rico comerciante que, al no ser aceptado como miembro de la Cámara de Comercio, con los beneficios que le hubiera supuesto, colocó un bonito gato negro en su tejado como muestra de desprecio. No es nada disparatado, ¡la Cámara de Comercio se encontraba justo enfrente! La leyenda cuenta que, tras varias reuniones, al final el comerciante fue admitido a condición de que pusiera mirando al gato en dirección opuesta.

  6. La Puerta Sueca (Zviedru varti): un carismático arco de 1698.
  7. La Torre de la Pólvora (Pulvertornis): es una torre que perteneció al sistema defensivo de la ciudad. Fue restaurada a mediados de 1900.
  8. La Ópera nacional de Letonia (Latvijas Nacionala Opera): es el teatro más importante de Riga, sede de la Ópera y el Ballet Nacional. Fue construido en 1863. El edificio fue diseñado por el arquitecto Ludwig Bohnstedt. Su nombre inicial fue "Teatro alemán de Riga". Aunque en 1882 fue pasto de las llamas, años más tarde lo reconstruyeron, remodelándolo y ampliándolo ya de una.
  9. La catedral del Nacimiento de Cristo: es la iglesia por excelencia de la Iglesia ortodoxa letona, sede de la eparquía de Riga. De origen neobizantino, su origen se remonta a 1800, cuando Letonia formaba parte del Imperio ruso, dirigido por el zar Alejandro II de Rusia.
  10. La antigua iglesia de Santa Gertrudis: se trata de una iglesia luterana de 1400 que ha visto cómo sus cimientos han tenido que ser levantados de nuevo en varias ocasiones. Los letones la llaman "La Rosa" por el color de sus ladrillos con el que está hecha.
  11. El castillo de Riga (Rigas Pils): 100 años más antiguo que La Rosa, ha tenido que ser reconstruido también muchas veces. Tanto que lo que queda de él no es gran cosa. ¡Superdecepcionante! ¡Es que no parece un castillo! Con decirte que lo tenía delante y le pregunté a un viandante dónde estaba...
  12. El gueto judío y el museo del Holocausto de Riga: el museo fue inaugurado el 21 de septiembre de 2010, con el objetivo de no olvidar el genocidio judío de la Segunda Guerra Mundial, gesto de respeto a la comunidad judía presente en Letonia. El edificio está en el barrio Spikeri, y en su interior se pueden ver un montón de fotografías de cómo eran los edificios del gueto de Riga, muchos de ellos aún en pie. Además, muestra varias exposiciones dedicas a la educación judía, a sus personalidades y a los soldados judíos que lucharon por la independencia de Letonia, así como al movimiento de resistencia del gueto y a los letones que salvaron a los judíos. Hay un enorme muro conmemorativo! con los 25 000 nombres de los judíos de la Europa occidental deportados a la capital letona para ser exterminados. En otro, están escritos los 70 000 nombres de los judíos letones asesinados. También se puede visitar una casa de madera de dos plantas construida a mediados del siglo XIX en un barrio de Moscú. Se la llevaron al gueto de Riga durante la guerra. La superficie total de la casa es de solo 120 m². En ella se alojaba una treintena de personas. En la planta baja, hay varias réplicas en miniatura de las sinagogas letonas, mientras que la primera planta es una recreación de una vivienda típica del gueto, decorada con muebles originales y objetos de la época. Delante de la casa, hay una plaza dedicada a los letones que salvaron a los judíos: la Plaza de los Símbolos Judíos. En ella, se erige una escultura conmemorativa, el Árbol de la Esperanza del artista Edgar Kvjatovskis.

  13. El Bastejkalns: un parque monísimo, romántico y super tranquilo.
  14. El Vermanes: el parque público más antiguo de la capital letona. En ella, encontrarás la fuente de las Cuatro Estaciones. Al igual que el Bastejkalns, el parque fue construido en el siglo XIX.

Qué ver en los alrededores de Riga

Si dispones de tiempo suficiente, ¿por qué no te pasas por Tallín, la capital de Estonia? Queda a unos 300 kilómetros de Riga. Para ello, ten en cuenta lo siguiente:

  • Es un lío ir a la capital estona en tren, pues no hay un tren directo. Entre que no salen muchos para Tallín y hacen muchas paradas... El viaje se te hará largo y aburrido.
  • En coche, de alquiler o propio, resulta demasiado caro, ¡te sacan los ojos en la frontera! Eso sí, como hay que hacer alguna que otra parada en el camino, conocerás nuevas ciudades la mar de interesantes.
  • Se tardan 4 horas en ir a la capital del país vecino en autobús y cuesta muy poco, unos 15 € por persona. Además, los autobuses están nuevos y disponen de tabletas individuales con wifi en las que poder ver películas o poner juegos, así como de bebidas calentitas y un aseo de emergencia. Son varias las compañías de autobuses que operan de Riga a Tallín. Las más conocidas son LuxExpress y Ecolines, que ofrecen más de un trayecto al día.

    Sin embargo, también existe la posibilidad de viajar con la compañía Traveller. Se puede contratar un tour de unas 12 horas en autobús con chófer y guía privados que hace escala en otras localidades turísticas, como Viljandi y Valga (Estonia) o Sietiņiezis, Cesis y Sigulda, (Letonia). ¡Y por solo 60 €! A mí me parece un muy buen precio para el pedazo de viaje que te pegas.

Qué comer en Riga. ¿Cómo es la cocina letona?

Gran parte de la cocina letona tiene influencias de la gastronomía rusa, alemana y, en general, báltica. Los letones suelen comer tres veces al día. El desayuno consiste en un bocadillo acompañado de un bebida, normalmente leche. La comida es el momento más importante del día. Suelen preparar de primero una sopa (lo que para nosotros los italianos sería la pasta), luego un segundo plato, la fruta y algún dulce. Con la cena terminan la jornada, en la que también preparan varios platos.

Los platos letones suelen ser muy grasos, pero escasos en especias. En ella, tienen mucha importancia a los productos caseros, como el queso. Los quesos más consumidos son los cremosos de gran aroma (el kimenu siers y el jani, por ejemplo).

Típicas de la cocina letona son las sopas, las salchichas, los estofados de buey y la carne de caza. Superdeliciosos los speka piradzini, la skabputra, la borshch, la rasols y la sauerkraut.

En cuanto a los dulces, prueba el debessmanna, está hecho con leche y arándanos. Más curiosos son los sklandu rausi, hechos con patatas. Pero bueno, hay muchísimos más. ¡Hacen unos con miel, requesón, ciruelas pasas y semillas de amapola que están de muerte!

Una de las bebidas por excelencia de la capital es el Bálsamo Negro de Riga, un licor muy oscuro, elaborado con unos 25 tipos de plantas, frutas, especias y flores. La mejor forma de saborearlo es tomándolo en el Black Magic, situado en Kalku iela 10. ¡Te gustará!

Y bueno, cómo no, tengo que hablar de la cerveza de producción autóctona. Las más populares son la Aldaris, la Porteris, la Rietumu Eils y la Medalus; esta última una cerveza de cebada y lúpulo con extracto de miel. Las empresas que las elaboran se han convertido en un reclamo turístico del país.

Si hablamos de vinos... Debido a factores geográficos, la uva no crece en la zona, por lo que los letones llaman vino a cualquier cosa hecha con frutas u hortalizas... Reconozco que, aunque pueda parecer un disparate, el resultado de sus mejunjes no está nada mal. ¿Lo quieres comprobar por ti mismo? ¡Pásate por el Pienene! Es una especie de salón de exposiciones donde están reunidos los productos artesanales de Letonia.

¿Aconsejaría la ciudad de Riga para vivir?

He estado en Riga solo cuatro días y tres noches, así que no puedo responder a esta pregunta tan a la ligera... De lo que sí estoy segura es de que vale la pena visitar esta ciudad al menos una vez en la vida. Quizá diría que no por el clima. Yo soy más del sur...

La experiencia de mi viaje a Riga

Lo estabas deseando, ¿eh? Pues bien, Riga, en realidad, no es más que la primera etapa de un largo viaje en compañía de mi hijo Pietro en busca de auroras boreales a Islandia. Vamos, que nuestro objetivo era ir a Reikiavik. Como desde Italia es casi un imposible, pensé en planificar un viaje con escalas y así visitar otras ciudades europeas. "¿Y por qué Riga?", me preguntarás. Nada más y nada menos porque tiene los vuelos Riga - Reikiavik más baratos: ¡un vuelo por 17 € con la compañía de bajo coste Wizzair! En resumen, pillé un vuelo de Bérgamo a Riga por unos 20 €, y luego el de Riga - Reikiavik. Tras 9 días en Islandia, la segunda etapa y la más importante del viaje, me hice con otro vuelo para Hungría con la misma compañía por unos 50 €. A los 3 días, volvimos a Roma con Ryanair por 18,50 €.

El hecho de vivir en Perugia me obligó a tener que funcionar desde Bérgamo, sí... ¡50 € me costó el tren! Y mira que si lo compras por adelantado a veces está por 19 €... El caso es que intenté ir a Bérgamo en autobús, pero no pudo ser.

Fuimos a la estación de Milán, donde cogimos un tren para Monza. Allí nos esperaba mi hermana, que vive allí ya unos años con su marido. Después de venir a recogernos a la estación, nos llevó a su nueva casa. Se encuentra en una zona tranquila de Monza, a unos 10 minutos del centro. Nada más comer, salimos a dar una vuelta por la ciudad. ¡Es muy bonita! Aparte de ser la etapa italiana del Gran Premio de Fórmula 1, Monza custodia muchísimos tesoros de gran valor que testimonian la singularidad de su pasado, sus tradiciones y sus vicisitudes históricas. ¡Si yo fuera tú, la visitaría! Por la noche, cenamos y vimos la película "Solo en casa" que echaban en Italia 1. Luego nos dimos una ducha y nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente, me levanté a las 09:00 sin ayuda del despertador. ¡Qué bien sienta quedarse en la cama hasta tarde! Normalmente me suelo levantar a las 06:00... Mientras Pietro dormía, ordené un poco la casa. Al poco de despertarse, fuimos a ver a mi tío (hermano de mi padre) al hospital de Rozzano, donde recibe radioterapia. Y todo con el tiempo justo para coger el autobús que nos llevaría al aeropuerto. Digo llevaría porque cuando llegamos a la parada de autobuses de Via Giovanni Falcone e Paolo Borsellino a las 13:05, ¡no había ninguno! Al cabo de unos minutos apareció uno, pero ¡no era el nuestro! Este iba a Malpensa... Por tanto, volví a consultar los horarios para asegurarme de no haberme equivocado. Y nada, se nos hicieron ya las 13:40 y ni rastro del autobús, por lo que empecé a ponerme nerviosa. Encima, en la parada estábamos solo mi hijo, un señor de unos 50 años y yo. Este me dijo que su vuelo salía antes que el mío, y la verdad es que al hombre preocupado no se le veía... Durante la espera, mi móvil se quedó sin batería... ¡Los nervios empezaban a consumirme! Afortunadamente, a las 14:00 llegó nuestro autobús. Por 10 €, nos llevó en más o menos 1 hora al aeropuerto Orio al Serio de Bérgamo. Allí, tras pasar los controles, nos dirigimos a la puerta de embarque. De que venía el avión, aproveché para que mi hijo practicara un poco la escritura, ya que perdería bastantes días de clase durante el viaje. Muchos me dejaron caer que sería un problema para el nene, pero yo, antes de hacer ninguna reserva, hablé con las profesoras de Pietro. Me dijeron que no me preocupara, seguramente el viaje sería una experiencia muy enriquecedora para él. ¡Vaya, justo lo que yo pensaba!

El avión salió a la hora prevista, a las 16:50, y aterrizó en el aeropuerto de Riga con 15 minutos de adelanto. En el trayecto, disfrutamos de las vistas que nos regalaban las montañas nevadas hasta que echamos una cabezadita. Tampoco pudimos ver mucho más porque había una niebla espantosa. ¡El piloto le echó valor y se ganó nuestro aplauso! En Letonia, tienen una hora más que en Italia. Al salir del aeropuerto, atravesamos el parquin y cogimos el autobús que, por solo 2 €, nos llevó a la calle donde estaba nuestro hotel. No había ni Dios. Los edificios eran todos antiguos y hacía un frío... Me puse a buscar los números. íbamos por el 12 y teníamos que encontrar el 21, así que no estábamos muy lejos. Me llevó algo de tiempo entender por dónde tenía que ir, pues no veía más números a partir del 12... A unos 100 metros, le pregunté a un vigilante si sabría darme alguna indicación, y efectivamente: iba por donde no era. Total, que, cambiando de dirección, al cabo de unos minutos llegamos al Gogol Park Hotel. Y, ¡oh, sorpresa! ¡La puerta estaba cerrada! Había un telefonillo, pero no contestaba nadie. En el portal, había un cartel en inglés que decía: "La recepción cierra a las 19:00. En caso de llegar más tarde, llame a este número... ". Mira, menos mal que le había recargado el móvil en el aeropuerto, si no... En la llamada, me proporcionaron un código que introduje en el telefonillo y ¡tachán, puerta abierta! En la entrada, encontré un mensaje para mí escrito en una pizarra. Me habían dejado el número de la habitación y en un cajón las llaves. Cogí las nuestras, la de la habitación número 7. ¡Qué mona! La habitación tenía dos camas individuales, un baño con ducha, una nevera, una cafetera, una televisión de plasma y una gran ventana con vistas a un parque desangelado en cuyo centro se encontraba un monumento en recuerdo de cientos de personas que fallecieron en el incendio de una sinagoga que, curiosamente, ya no existe.

El plan inicial era dejar las maletas y salir a cenar, pero en ese momento no me apeteció ponerme a buscar un lugar donde comer, ¡menudo panorama había ahí fuera! Menos mal que me me había echado por ahí un par de cositas por si acaso. Después de cenar, Pietro y yo nos acostamos en la misma cama, juntitios, juntitos...

A los dos días, tras visitar la ciudad, pusimos rumbo a Reykjavik.

Y nada, ¡eso es todo! ¡No me queda más que desearte un buen viaje y una preciosa estancia en Riga!


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