Una experiencia diferente de vuelo

La siguiente publicación la tengo tan fresca como si hubiera ocurrido hace unas cuantas horas (lo cual si fue así), y fue toda una mezcla de emociones, entre miedo, nerviosismo y risa diría yo, la anécdota va así:

A lo largo de mis veinticinco años, considero que he viajado demasiadas veces en avión, y a pesar de todos los vuelos que he tomado (con distintas aerolíneas, de distintas distancias y en distintos momentos climáticos) nunca me había ocurrido algo similar a lo que me pasó hoy.

Probablemente al igual que yo, tengan una muy escasa idea o una idea muy general de como es que funciona el aterrizaje, pilotaje, y control de despegues en un aeropuerto, prácticamente se podría dividir éste en tres elementos principales: Pista de aterrizaje, Torre de control y Edificio central; ya después entraría toda la edificación de servicios, almacenes, etcétera. La principal y primordial actividad de la Torre de control es el control del tráfico aeroportuario, su labor es esencial y de su eficacia dependen miles de vidas diariamente, asignan las pistas despejadas para el despegue o aterrizaje de los aviones comunicándose con mucha anticipación con los pilotos, los cuales tienen que obedecer en todo momento las indicaciones que se les dan. Es una especie de fe ciega, y fue a causa de un error de la torre de control, la causa de esta anécdota.

Yo me dirigía de la ciudad de Puerto Vallarta a la ciudad de Toluca para ir a visitar a mis padres después de un mes en tierra cálida, el avión tuvo un ligero retraso de media hora, pero a pesar de eso no existió algún otro contratiempo previo al abordaje, el vuelo se llenó en casi su totalidad y procedimos a recorrer la hora de vuelo entre una ciudad y otra, pasaron las azafatas ofreciendo algún ligero aperitivo y agua o jugo y todo parecía indicar que sería un gran vuelo.

Algún tiempo después el piloto nos anunció que estábamos por iniciar el proceso de aterrizaje, que nos abrocháramos los cinturones, nos deshiciéramos de nuestra basura y pusiéramos la mesita del servicio en su lugar, pasamos por una nube y sentimos una ligera turbulencia pero nada del otro mundo, continuamos descendiendo y de un momento a otro el avión comenzó a subir nuevamente, cada ves más y más, hasta que llegó el momento en el que parecía que estaba volando casi de manera vertical, la gente se separó de sus asientos, los pies se despegaron del piso y el pelo largo de las mujeres volaba libre por los aires, fue una sensación de estar en una montaña rusa pero de la vida real y a miles de kilómetros separados de la tierra, se sintió una ligera presión en la cabeza y un nerviosismo y estrés por parte de todos o al menos la mayoría de los viajeros, inmediatamente unos niños comenzaron a llorar, tratando de ser consolados por los aterrorizados padres, “Todo está bien, fue una maniobra rutinaria, pasa todo el tiempo” palabras esperanzadoras para los niños pero huecas para los que las pronunciaban, la fortuna o el alivio mejor dicho, resulto cuando el avión se estabilizó y continuó su rumbo como si no hubiera ocurrido la gran cosa, en esos momentos un niño rompe el nerviosismo y la cortina pesada de estrés con un “Wow, se sintió super padre, ¡otra vez!”.

Minutos después del contratiempo, simplemente todo siguió su orden natural y regresamos al proceso normal de aterrizaje, al momento de llegar al aeropuerto y ya no correr ningún riesgo (en aire), el piloto nos aclaró lo que acababa de suceder.

Resulta que la torre de control le dio al piloto de nuestro avión un vector mal, lo que nos estaba llevando directamente hacia una montaña, afortunadamente el avión tiene una alarma/sensor que le indicó al piloto del riesgo, y lo llevó a realizar esa maniobra repentina de seguridad, el haber escuchado a eso no se si me alivié o me quedé “apanicado” (con un shock)  lo que si sé, es que es un susto que no me había llevado antes.