Presov, visita a domicilio (1/4) - La universidad
30 de mayo de 2016
Gracias a mis escapadas de ensueño he podido conocer el norte de Eslovaquia (y su la presa de Orava), el sur (con su cueva de Domica) y el oeste (en Bratislava).
De tal manera que escribí un artículo de un párrafo como mínimo sobre los principales lugares que tenéis que ir a ver de Eslovaquia, con la excepción de Presov, la ciudad en la que he estudiado y he pasado la mayor parte del tiempo de mi día a día. Como es el último día que me queda aquí, me gustaría enmendar esta injusticia y rendir homenaje a esta ciudad en la que se vive tan bien. He elegido cuatro sucesos o lugares que me gustaría recordar de mi estancia en Presov, la tercera ciudad más importante del país y la capital regional, con unos 90 000 habitantes.
Episodio 1: la universidad, soviética por fuera pero europea por dentro
El día 30 de mayo fui por última vez a la universidad de Presov para recoger mi boletín de notas (Presovska univerzita) en el edificio principal (algunas facultades tienen el edificio a las afueras de la cuidad).
La línea 38 del autobús, que es la que para en mi barrio, Sidlisko III, tiene a veces autobuses nuevos y otras veces caracas de la marca Skoda de la época de los checoslovacos. Esta mañana me tocó la segunda tanda. Cada vez que pasábamos por un trozo de calzada arreglada, ese vehículo de pequeños asientos Moleskine rajados, de carcasa temblorosa y de motor enrobinado se ponía a traquetear y temblar.
Las vistas más típicas de la universidad, foto echada desde la calle el día 17 de noviembre (17 novembra ulica), a la izquierda estaba el edificio principal y en el centro la residencia.
Menos mal que justo cuando llegué hacía buen tiempo, porque en invierno la universidad es deprimente.
El aulario principal
A la izquierda está el edificio principal, donde tenía clase. No puede ser más feo. Es un edificio de arquitectura comunista, el bloque es una alineación interminable de cuadrados con bordes de color blanco roto y rojo burdeos.
Sin embargo, el interior contrasta con el exterior. Tras pasar por la puerta automática de cristal que hay a la entrada, nos encontramos con un tablón digital en el que pone Vitajte (¡bienvenido! ), como si fuera la entrada de una ciudad. Justo después hay un gran pasillo de mármol falso y a lo largo de este podemos encontrar ordenadores de pantalla plana de autoservicio. A la derecha, sobre un césped sintético, tiene una cafetería que está de moda y un patio para ir cuando hace buen día. Si vais y os pedís un café solo (petit noir) es posible que el camarero os dibuje en la espuma dorada una paloma o un corazón de crema.
Al final del pasillo de mármol, en el departamento de geografía (el mío) parece que estás en un hospital de lo blanco que es el pasillo. Por las puertas más o menos encontré el por qué de esta modernidad: la Unión Europea participó en la financiación de la extensión del edificio, Eslovaquia pasó a formar parte de esta en el 2004. Pero por otras zonas la decoración aún sigue pareciendo de la época de los checoslovacos, con ese interior de color gris mina y con esas aulas tristes, sin mencionar la piscina fría o el vestuario de formica.
Este es el gran pasillo de mármol que conduce hasta el departamento de geografía.
La cantina: comidas insulsas y comidas festivas
Al salir del edificio principal nos encontramos con el edificio donde están los dormitorios (que tiene varias plantas) y la cantina (en la planta baja), todo reagrupado en una misma nave de cemento.
Pasamos la mayor parte de nuestras fiestas de Erasmus en el refectorio: desde comidas de bienvenida hasta comidas de despedida, incluyendo las cenas nacionales. ¿En qué consiste? Consiste en que cada miércoles desde mediados de mayo a mediados de abril, uno o varios alumnos representan cada país y tiene que ponerse manos a la obra. Primero tiene que hacer una presentación sobre su país y servirle a los demás estudiantes platos típicos de allí. Como en las cenas coinciden dos o tres países a la vez, los carteles donde anunciaban la cena han provocado rivalidad de fraternidad entre las distintas naciones. Imaginaos la noche de Polonia-Turquía-Grecia o la de Francia -Alemania-Portugal.
Aquellos platos me dejaron muy buenos recuerdos. A granel teníamos: un Porto muy caluroso de Portugal, una tarta de la selva negra, un trago de vodka de 75° (sí, existe) de un abuelo ucraniano o un estofado de Turquía. Entre plato y plato, esa sala de celebraciones acabó siendo también un lugar para quedar con Simi, la eslovaca, Dorota, la polaca, o Jihan, el turco...
Pero claro, obviamente donde iba yo a comer los demás días servían comida más insulsa (sopa + plato). Al contrario que en Francia, no podíamos elegir el mismo día en la cantina el plato que queríamos comer, había que hacerlo con antelación.
De hecho, en la entrada colocaban una mesa en la que ponían cartelitos con una letra escrita, cada una representaba uno de los platos del menú que habría para los días siguientes. Para elegir uno, hay que sellar el cartel de la letra que corresponda al plato que queremos. Después tenemos que meter en una urna la parte del cartel que se puede separar. De esta forma, los cocineros no desperdician comida porque saben ya qué cantidad de comida hacer para cada plato. ¿Y para los que no eligieran el menú con antelación (como yo)? No os preocupéis, ¡los cocineros también preparan un plato normal (suele ser arroz) por si las moscas!
La residencia, 8 pisos de altura
El edificio de la cantina y de la residencia pequeña visto desde el undécimo piso de la residencia grande. Al fondo se ve la catedral de San Nicolás, en el centro de Presov.
Entre la cantina y la pequeña residencia y el gran bloque de la universidad hay una torre de 11 plantas en forma de L. Esta es la residencia grande, donde reservan la última planta exclusivamente para estudiantes Erasmus (¡tiene ascensor! ).
Si abriéramos alguna puerta de la residencia grande desde el pasillo, nos encontraríamos con pasillito con tres puertas: dos puertas para las habitaciones dobles y una para el baño común. En comparación con Francia, los estudiantes Erasmus pagan un alquiler ridículo: 120 € al mes. He ido pero nunca me he quedado a pasar la noche. En mi caso yo me busqué un apartamento para poder estar en contacto con los habitantes del país.
El Rectorado y la administración
Para poder recoger mi boletín de notas fui al Recctorado, que está detrás de la cantina, el edificio con aire pedregoso de templo romano, como lo describí el día 18 de febrero en el espíritu Erasmus. Iba al «Rektorat» a la hora de llevar a cabo cualquier tarea administrativa, a excepción del miércoles para las clases de eslovaco. Hace tiempo escribí: «Aquí empieza todo». Pero hoy tengo ganas de añadir: «Y también es aquí donde termina todo».
Proseguí andando mientras pisaba alternadamente las losas de mármol rosas y blancas, me acordé de Ludmila, la responsable del Erasmus en la universidad, que me dio un beso en nuestra última entrevista.
He de aclarar que en Eslovaquia, al contrario de Francia, cuando saludamos a una chica no se le da un beso. Para darle un solo beso, hay que tener el privilegio de ser su novio. Es por eso que ese gesto significa tanto. Parecía que Ludmila se había conmovido. De hecho fue ella la que me ayudó mucho para poder conseguir la beca Erasmus cuando llegué, pese a que mi universidad francesa me hubiera insistido en llevar el proceso.
Se abalanzó sobre mi, y me dijo como despedida abierta: «Ya he a Francia antes, fui a la región de Niza. Pero me encantaría poder visitar más lugares de tu país. ¡Si alguna vez paso cerca de tu casa (por Lyon) te avisaré! ». Esa mañana no pude verla, tan solo vi a su sustituta: Ludmila iba a estar ausente una semana.
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