Baile

Baile

¡Hola!

Ya os he contado lo más importante de mi vida: mi experiencia de Au pair, mi intercambio, el programa de máster en Ámsterdam, familia, amigos, fiestas, viajes y comida. Así que he pensado que también debería mencionar el baile porque ha sido una parte importantísima de mi vida durante 8 años. He bailado con otras personas, tanto bailes latinos como bailes de salón.

Empecé a bailar gracias a mi madre, por supuesto. Fue ella la que me dio la oportunidad de comenzar, la que me acompañaba a clase de baile cuatro días a la semana y con quien podía hablar del tema.

Mis inicios

Empecé muy pequeña y al principio solo era una actividad más de las que hacía durante la semana. Es gracioso ver mis fotos de niña con vestidos de baile y zapatos de tacón. Mi primer grupo de baile estaba en Nové Město nad Metují, donde viví durante toda mi infancia. Primero fui sola a las clases, pero con el tiempo conseguí una pareja de baile. Supongo que sería alguien de mi colegio. Creo que a mi madre le gustaba que si el deporte que practicabas era baile, te ponían con un chico y formabais una bonita pareja. Sin embargo, si una chica jugaba al baloncesto o al tenis, entonces lo importante no era su aspecto, sino el deporte en sí. En Nové Město nad Metují empecé a bailar en competiciones. Hay dos tipos principales de competición: para aficionados y para bailarines federados. Los campeonatos para aficionados se hacen por diversión y se organizan por toda la República Checa. Pero si quieres bailar como bailarín federado, tienes que pagar una tasa anual para ser parte de la Organización de Danza. Las competiciones de aficionados son para principiantes y, si tienes algo más de experiencia, empiezas a competir en los que organiza la Federación Checa de Danza Deportiva.

La Federación Checa de Danza Deportiva

El tiempo pasó volando y competir como aficionada se me quedó corto. Cuando empecé el instituto decidí irme a Hradec Králové para bailar allí. Obviamente los grupos de baile allí eran mucho mejores que los de las ciudades pequeñas. Recuerdo que estuve muy ocupada en esa época. Todos los días iba en autobús a Náchod para ir al instituto y, al salir de clase, iba a Hradec a bailar varias veces a la semana. Más tarde me di cuenta de que sería mejor buscar un instituto en Hradec para tenerlo todo en el mismo lugar. Esta decisión tuvo muchas ventajas y desventajas. Por una parte, ya no tenía que ir a Náchod, solo de Nové Město a Hradec ya que tenía tanto el instituto como el baile en la misma ciudad. Además, mi madre trabajaba en Hradec, así que a menudo podíamos ir juntas. Por otra parte, perdí muchos amigos al cambiar de centro. Tenía muchos amigos geniales en el instituto y al cambiarme se fue haciendo difícil mantener el contacto con ellos. Además, creo que no les hizo demasiada gracia que eligiera otro (y mejor) instituto en mitad del curso. De hecho, me preocupaba no hacer amigos tan buenos en otra ciudad y pensaba que lo pasaría mal. Tonterías. No lo pasé mal en absoluto. Cuando cambié de instituto y empecé a ir a Hradec, todo era emocionante. Me encantaba la ciudad, mi nuevo instituto y mi grupo de baile. Hice amigos con facilidad y fui muy feliz.

Grupos de baile en Hradec Králové

Hay dos grupos de baile principales en Hradec Králové: Bonstep y Krok. Por supuesto, estuve en ambos. Empecé en Bonstep. Algo fundamental en el baile es tu pareja. ¡No os imagináis lo difícil que es encontrar la adecuada! Si te lo quieres tomar en serio, tienes que quedar con tu pareja casi a diario y pasar mucho tiempo con él o ella. Por tanto, no puedes bailar con alguien con quien no estés cómodo. Diría que lo mejor es bailar con alguien con quien te lleves bien. Por desgracia, no es así de fácil. Como chica, para mí es más complicado porque hay muchas chicas bailarinas, pero apenas hay chicos. Esto fue un problema desde el principio. Apenas recuerdo haber estado satisfecha con mi pareja. Siempre había algún problema.

Mi primera pareja perfecta

Mientras estuve en Bonstep cambié de pareja bastantes veces. Empezamos a bailar como parejas federadas. Si estás federado, vas reuniendo puntos en las competiciones para ir progresando y acceder a los mejores grupos. Todo el mundo empieza a competir como clase D y después puedes subir a clase C, B, A y M. La clase M es la mejor. Las reglas son las siguientes: por cada pareja a la que ganes te dan un punto y después hay puntos extra por llegar a la semifinal o a la final. Además, hay más puntos extra para los tres primeros puestos. Por tanto, si quedas el primero, te puedes llevar muchos puntos en una sola competición y si son muchas las parejas que compiten, incluso más. Por otro lado, si quedas el último no recibes ningún punto. De esta forma, vas participando en campeonatos y si acumulas 200 puntos y llegas a la final cinco veces, se te permite competir en niveles superiores. Al principio, mi sueño era llegar a clase B.

Pero todavía estaba en la clase C y era muy difícil subir de nivel. Entonces sucedió algo importante. Una de las parejas de nuestro grupo se separó y el chico se quedó sin chica con la que bailar. ¡Y ahí estaba yo! (je, je) Sé que puede sonar gracioso, pero es así como funciona. Le mandé un mensaje porque ¡me encantaba su forma de bailar! Me acuerdo que mi madre y yo nos lo tomamos muy en serio. No hablábamos de otra cosa, solo podíamos esperar que todo fuera bien. Y tras unos cuantos días... ¡me dijo que sí! Se llamaba Lukáš. ¡Qué alegría! Todavía hoy me río de este asunto con mi madre porque cuando pasó no tuvimos tiempo de celebrarlo, simplemente me tiré de cabeza a la piscina con esta nueva pareja. Por eso siempre decimos: «Menos mal que Lukáš te dijo que sí». Ha pasado mucho tiempo de esto, pero fue muy importante para mí. Me encantaba bailar con Lukáš. Agradecí mucho que me eligiera y me gustaba mucho ir a clase de baile.

Punto álgido

Como suele pasar en la vida, mi felicidad no duró eternamente. Conforme pasaba el tiempo sentía que bailar en Bonstep no era suficiente. Os he dicho antes que había dos grupos de baile en Hradec Králové. Nosotros bailábamos en Bonstep, pero conocí a mucha gente nueva y algunos bailaban en el grupo rival, Krok. Este grupo me interesaba y encontré mucha información sobre ellos. Mis amigos del segundo grupo me dijeron que tenía muchas ventajas. Al parecer estaba mejor organizado. Tenían clases especiales con profesores de Praga al menos dos veces a la semana, hacían ejercicio antes de ensayar y ¡tenían ensayos individuales con bailarines increíbles! Pensé que todo esto era muy importante. Quería ir a las clases, el problema era que a Lukáš no le gustaba el otro grupo. Por tanto se negó a ir aunque pudiera ayudarnos. La verdad es que aún no sé si lo que hice estuvo bien o mal, pero decidí ir de todos modos a la clase de baile del otro grupo. La cosa era que no quería ir sola, pero mi amigo Marek del otro grupo me invitó a ir con él a las clases e incluso me pidió que bailara con él en un evento especial. No recuerdo los detalles, pero fuimos. Me quedé de piedra cuando vi a Lukáš en ese evento. Él también nos vio y se enfadó muchísimo. Supongo que se sintió traicionado, y no me sorprende. Me arrepentí mucho de lo que hice, pero ya no había vuelta atrás. Lo siguiente que sucedió fue el peor ensayo de la historia. Estábamos dando una clase como cualquier otra cuando de repente nuestro profesor empieza a hablar delante de todos y dice: «Tenemos aquí a alguien que ha decidido ir a ensayar en secreto con otro grupo, así que nosotros hemos decidido echarla. Es Bára». Fue uno de los peores momentos de mi vida. Me moría de la vergüenza y me sentía muy culpable, aunque realmente no hice nada malo. Me pasé la noche llorando y sintiéndome fatal.

Sin embargo, Marek me pidió que bailáramos juntos. Al principio me sentí triste porque adoraba bailar con Lukáš y además Marek estaba en una clase más baja que la mía, por lo que bailar con él sería dar un paso atrás. Pero al final resultó ser otro momento importante en mi carrera.

Marek

Empecé a bailar con Marek y no me lo tomé muy en serio. Ahora me arrepiento porque Marek tenía mucho talento. Siempre quería dar todas las clases que podía y progresaba muy rápido. En su momento no me di cuenta y sentía que no nos llevábamos bien. Solo recuerdo que era más joven que yo y que me parecía demasiado infantil. Pero con el paso del tiempo se fue convirtiendo en una pareja increíble. Pero yo me porté como una imbécil. Recuerdo que apenas le hablaba en las competiciones y que apenas me esforzaba al bailar. Pensé que siempre lo tendría conmigo y me equivoqué, ya que...

Un día llegué a clase y vi a Marek bailando con otra chica. ¡Qué horror! ¿Cómo podía pasarme esto? Inmediatamente se lo dije al profesor y me sentí muy traicionada porque él ¡ya lo sabía! Me sentí fatal. Supongo que no me di cuenta de que en parte era culpa mía. Solo quería echar a correr. Encontrar una pareja es una lata y ahora tenía que hacerlo otra vez. Me llevó un tiempo hacerme a la idea.

Lo más gracioso es que Marek no dejó de bailar y de hecho ¡tiene una carrera como bailarín increíble! En serio, es alucinante. Gracias a sus buenos resultados en los campeonatos de la República Checa, consiguió hacerse un hueco en muchos musicales. ¡Me encantan los musicales! ¡Los adoro! Una vez Marek nos invitó a mi madre y a mí a ver Romeo y Julieta porque se suponía que bailaría él. Pensábamos que sería difícil encontrarle, pero fue muy fácil. Tenía el papel más importante de todos los bailarines. Bailaba solo y con una chica. ¡Fue impresionante! No exagero, incluso me emocioné. Lo hacía mucho mejor que los demás bailarines del musical. Me encantó su manera de bailar. Aunque llegué a odiarle cuando dejó de bailar conmigo, ahora me alegro muchísimo por él.

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La mejor pareja del mundo

Después de esto, estuve bailando con otras parejas. Me quedé en el segundo grupo, pero no podía olvidarme de lo que me había hecho Marek. Estaba enfadadísima con él. Entonces, una pareja del grupo se separó. Yo apenas conocía al chico. Se llamaba Petr Komenda. Era mayor que yo y estaba en una clase más alta de baile latino que yo y en la misma clase en bailes de salón. Al principio no me imaginaba bailando en la clase A porque era muy alta y complicada y estaba llena de bailarines increíbles. Pero por otro lado, me pareció un reto interesante y decidí intentarlo.

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Me acuerdo del momento exacto en el que decidí mandarle un mensaje. Lo hablé mucho con mi madre y por supuesto ella me apoyaba al 100 %. Le mandé un mensaje a Petr preguntándole si ya había encontrado pareja porque estaba interesada. ¡Qué suspense! Estuve esperando su respuesta y muriéndome de nervios. Cuando me dijo que se lo pensaría me puse como loca. Pero primero, dijo que deberíamos hacer una prueba y que decidiría después. ¡Fue un día de locos! Estaba nerviosísima. Creo que estaba roja como un tomate cuando entré en la sala. Sin embargo, al bailar con él me di cuenta de que quería ser su pareja sí o sí. La pregunta era: ¿y él?

¡Sucedió el milagro! ¡Decidió bailar conmigo! Estaba contentísima. ¡Era increíble! No sé cómo conseguí impresionarle pero ¡la mejor noticia del mundo! Este fue el mejor momento de mi carrera. ¡Nos llevábamos genial! Íbamos a muchísimas clases juntos. Recuerdo que teníamos al menos cinco clases a la semana y que íbamos a otra ciudad para dar clases individuales. Nos lo tomamos muy en serio. Además, nos volvimos amigos muy cercanos. Nos veíamos a menudo, hablábamos de baile, ensayábamos mucho y participamos en un montón de campeonatos. Después de las competiciones veíamos los vídeos de nuestras actuaciones. Muchas veces incluso me quedaba a dormir en su casa porque nos venía bien cuando nos quedábamos ensayando hasta tarde y teníamos otro ensayo a la mañana siguiente. De nuevo creo que en ese momento no me di cuenta, pero éramos uña y carne y me encantaba pasar la mayor parte de mi tiempo bailando. Discutía mucho con mi novio porque me pasaba la vida en la pista de baile. Estaba cansadísima porque tenía que levantarme todos los días a las 6 de la mañana para ir a clase y volvía a casa a las 10 de la noche tras los ensayos. Exigía muchísimo porque no vivíamos en Hradec y tenía que desplazarme continuamente. Apenas pisaba mi casa porque me quedaba en Hradec al terminar las clases. Tener tiempo para relajarme en casa era rarísimo, apenas pasaba. También era duro porque competíamos en la clase más alta y no era fácil llegar a la final.

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Baile de formación

Mientras tanto, no solo iba a mis clases de baile normales, también empecé a hacer baile de formación. ¡Era genial! El baile de formación es un baile en parejas en el que hay una coreografía sincronizada con la música y bailas con otras parejas haciendo una forma concreta. Éramos seis u ocho parejas y teníamos unos dos ensayos a la semana. Era un tipo de baile distinto, pero también me gustaba. Llevábamos vestidos preciosos e íbamos a muchos eventos. Además de actuar en muchos bailes, también viajamos mucho. Actuamos en el Castillo de Praga y en el baile de la Unión Europea en Bruselas. El mayor evento según creo fue el Campeonato de bailes de formación. ¡Fue una experiencia inolvidable! De verdad. Fue la primera vez que lloro de alegría al terminar una competición. No me lo esperaba, pero ¡llegamos a la final! Era un gran triunfo para nosotros. No puedo describir lo que sentía pero actuamos en un estadio enorme y me emocioné muchísimo. Además, nos habíamos hecho muy amigos en el grupo y vivimos esa experiencia todos juntos. ¡Fue genial!

El peor momento

En los bailes de formación también bailaba con Petr. Como suele suceder, empezó a gustarle una chica del grupo. No pensé que eso pudiera influenciar nuestra relación, así que como es normal le apoyé. Incluso me acuerdo de que cuando me dijo que le gustaba fui tan inocente que le dije que le pidiera una cita. ¡Si llego a saber lo que eso significaría, nunca se lo hubiera dicho! Empezaron a salir y todo fue bien durante un tiempo. Aunque ya no éramos tan cercanos. A mí ella no me caía nada bien y sentía que yo a ella tampoco. Sin embargo, pensé que todo era normal.

Un día que teníamos que ensayar Petr me preguntó si quería ir a un restaurante. No lo entendí, nunca íbamos a restaurantes juntos. ¿Por qué? Pronto lo compredí todo. Quería dejar de ser mi pareja. Me dijo que ya tenía una edad y que quería sentar la cabeza, formar una familia y encontrar un hogar donde vivir. Se estaba refiriendo a su novia. Finalmente comprendí que ya no tenía tiempo para bailar. Al principio no podía creerlo. «¿Lo dices en serio? Debe haber alguna manera de que hagas las dos cosas, tener una familia y bailar». Yo no quería dejarlo. Estaba desesperada, lo único que quería era que no tomara esa decisión. ¡Era increíble! No me lo esperaba para nada. Como es natural me eché a llorar sin poder parar. Qué horror. No soportaba ni lo que había dicho ni que hubiera decidido dejarme sin previo aviso. Intenté convencerlo, pero no hubo manera. No había nada que hacer. Supongo que aún no me he hecho a la idea. Sigue siendo algo que llevo dentro...

Sin embargo, no había nada que yo pudiera hacer. Tuve más parejas después, pero no era lo mismo que con él. No conseguía llevarme tan bien ni trabajar con los demás como lo hacía con Petr. Le echaba muchísimo de menos. Empecé a odiar que saliera con esa chica. Fue muy duro. Lloré mucho por su culpa. Incluso ahora al escribir sobre el tema me vuelvo a enfadar. Pero, por supuesto, el pasado es el pasado y no debería mirar atrás. ¡Ha pasado mucho tiempo y espero que le vaya bien!

Baile deportivo

Hay una cosa mala del baile: las competiciones. Recuerdo que para mi madre y para mí era muy duro. Los fines de semana teníamos que madrugar muchísimo, a veces incluso a las 3 de la mañana, para prepararme e ir a otra ciudad. A veces el proceso podía durar unas tres horas que al final eran inútiles porque no llegábamos a la final. Fue muy duro e intenso. Cuando competía en la clase más alta tenía que ponerme una crema bronceadora para parecer más morena, un peinado concreto y muchísimo maquillaje. Por supuesto, todo sumado al vestido y los zapatos de baile. ¡Incluso me ponía pestañas postizas! E incluso peor...

Mucha gente piensa que el baile no es un deporte como tal, aunque para mí era mucho más que un deporte. Era mi forma de relajarme, de mantenerme en forma, de conocer gente, de pasarlo bien y de ser feliz. Bailar no es solo hacer deporte. Es una pasión. Lo adoro y probablemente lo echaré de menos toda mi vida. También gracias al baile conocí a mucha gente increíble. Hice muchos amigos porque nos veíamos a menudo y siempre teníamos algo de lo que hablar. Una de las mejores cosas era la semana de baile intensivo en verano. ¡Me lo pasaba bomba! Trabajábamos mucho, pero nos lo pasábamos genial. Es difícil entender lo que siento si no lo has vivido, pero agradezco muchísimo que mi madre me apuntara a clase de baile. Por otra parte, debería decir que se dejó una pasta. ¡Las clases de baile son carísimas! Tienes que pagar por todo: clases, clases individuales, ropa, zapatos, competiciones, inscripciones... Me daba mucha envidia cuando veía a alguien con mucho dinero y le daba igual gastarlo. Es mucho más fácil cuando tienes un profesor particular. ¡Pero yo me lo pasé genial, mi madre me dio esta gran oportunidad y me encantó!

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