Viaje en coche por el norte de Portugal
¡Vámonos de viaje en coche al norte de Portugal! Ese era el plan que tenía con mi hermana y mi mejor amiga cuando viniesen a visitarme. ¡Vámonos al norte y vámonos en la época más fría! Vale, esa no era la razón principal, simplemente coincidía con los días que podían tener libres de universidad y en el trabajo. Y tampoco hizo tanto frío. Pero empecemos por el principio. Mi hermana y mi amiga vinieron a visitarme durante más de dos semanas y querían ver un poco más que solo Lisboa, que sí que es verdad que es muy bonita pero no es muy grande. Así que decidimos, junto con mi amigo ucraniano, alquilar un coche y empezar nuestro viaje el 28 de diciembre por la mañana. ¿Adivina quién conducía? Efectivamente, yo. Pero porque ya me he acostumbrado, o eso es lo que me dijeron. Intentamos evitar los peajes porque ya me había informado de que son bastante caras. Y, además, por las carreteras secundarias se ve mucho más de un país.
Día 1:
Nuestra primera parada fue el Castelo Branco, más o menos mitad de camino del primer día. Ahí, fuimos a ver el precioso Jardim da Paco episcopal, con sus naranjos y limoneros, el pequeño laberinto, las estatuas y los azulejos… Mereció mucho la pena. La ciudad en sí era muy bonita, pero relativamente tranquila.
Después seguimos hacia el norte. Conducir fue un poco estresante porque las carreteras no estaban en muy buenas condiciones y los portugueses conducen como todos los del Mediterráneo, como si nunca hubieran aprendido. Sigo sin entender las reglas de las rotondas. Y nunca sé qué indica cada línea: ¿puedo ir por este carril o es solo para los autobuses? ¿Y desde cuándo esta carretera tiene solo un sentido? Para ir por un camino más rápido solo hay una opción que dice algo como “dirección Lisboa/Oporto”. ¿Hacia dónde tengo que ir? Porque Oporto está al norte y Lisboa está en la dirección contraria. Puso a prueba mis nervios. No te puedes imaginar cuántas veces pegué un par de gritos enfadada en el coche mientras pitaba a otros coches que se pegaban demasiado a mí sin ningún motivo.
La siguiente parada fue la ciudad de Guarda, la ciudad más alta de Portugal, que se encuentra en las montañas de Serra de Estrela. He de admitir que para los alemanes la palabra “montaña” puede sonar un poco exagerada, pero sí, era alto y era una colina. La ciudad era fantástica, con casas antiguas e iglesias. Entramos a una de ellas que era muy bonita, pero por desgracia no me acuerdo del nombre. Justo al lado de ella encontramos una cafetería muy mona donde bebimos un café con leche de mazapán, un café con leche de avellanas, un café con sabor a caramelo y plátano y un capuchino.
Cuando oscureció continuamos nuestro camino hacia Braganza, que era donde habíamos reservado un hostal. De camino, nos tomamos unos sándwiches y los demás se acabaron un tetrabrik de vino. Yo no bebí porque estaba conduciendo. Cuando llegamos fuimos a comprar y luego queríamos cocinar un poco. Y sobre eso tengo un comentario negativo con respecto al hostal. La cocina daba asco. Probablemente debido a los estudiantes que lo tienen como residencia. Tuvimos que limpiar muy bien cada utensilio de cocina antes de usarlo y luego intentábamos no tocarlo mucho. Por lo demás todo bien. Teníamos un dormitorio de diez personas solo para tres, y también teníamos un baño limpio solo para nosotros. Lo único fue que por la noche hizo bastante frío, aun habiendo encendido la calefacción. ¡Hala! Tenían un calentador, ¡esto sí que es lujo!
Día 2:
El desayuno estaba incluido y estaba buenísimo. Había de todo, pero solo había un máximo de dos rebanadas de pan por personas y otras limitaciones para otros ingredientes. Por la mañana, conducimos hasta el Castelo de Braganza y disfrutamos de las vistas de la ciudad dormida y la niebla en las montañas. Parecía que estaba hechizado, con las calles congeladas y los árboles blancos del rocío mañanero… Todo era fantástico hasta que me di cuenta de que nuestro coche tenía puesto las ruedas de verano y nos empezamos a resbalar por las calles, colina abajo. Obviamente ni pensamos en las ruedas cuando dejamos Lisboa atrás con 20 grados. En Portugal no suele nevar y si lo hace es solo en las montañas. Pues eso, nosotros estábamos en las montañas e intentamos conducir con un poco más de cuidado.
Después seguimos hacia el oeste. Braganza se encuentra en el noreste de Portugal, justo casi en la frontera con España. Fue muy divertido cuando nuestro GPS alemán intentaba pronunciar las palabras de Braganza y España. Por el camino paramos en un pueblecito que tenía una pinta ideal. Parecía sacado de un cuento de hadas. Nuestro próximo destino fue Guimarães, donde nació Portugal. En uno de los edificios estaba escrito con letras grandes: “Aqui Nasceu Portugal”, que significa “aquí nació Portugal”. La ciudad tenía un castillo donde vivía el primer rey de Portugal y un monasterio muy bonito que se puede visitar. Pero la ciudad en sí es incluso mucho mejor que todas las demás. Tenía casas y lugares muy pintorescos y toda la gente estaba fuera en la ciudad bebiendo café. Los rayos del sol la hacían brillar todavía más y nos enamoramos de la ciudad. También nos sentamos en una de las cafeterías a beber algo y a comer Pasteis de Guimarães, que están rellenos de calabaza y almendras. Deliciosos. Incluso yo me tomé un café, y yo nunca lo suelo tomar. Acostarme tarde, la conducción estresante y andar tanto me acabó cansando.
Nuestra próxima parada fue Braga. Cuando llegamos ya se había hecho de noche y fue una pena porque no pudimos ver mucho. No estábamos muy convencidos de ver Braga, pero estoy segura de que habría sido mucho más bonito durante el día. Tenía unos parques muy bonitos y edificios antiguos y todo estaba decorado con motivos navideños. Aquí también encontrarás la iglesia más antigua de Portugal. La fuimos a ver pero no tenía mucho de especial. Empezó a hacer frío y nos fuimos a donde hiciese un poco más de calor.
Así que llegamos a nuestra última parada del día: Viana do Castelo, donde íbamos a dormir. De camino nos topamos con una niebla muy densa y no podía ver más allá de 50 metros. Conduje muy despacio y aun con las luces antiniebla no veía a los otros coches. Era como si las carreteras no fuesen lo suficientemente estresante. Cuando finalmente llegamos a nuestro destino tuvimos problemas a la hora de encontrar aparcamiento. Así que dos de nosotros nos quedamos en la zona en la que aparcar estaba prohibido mientras los otros dos fueron a buscar el hostal para preguntar dónde aparcar. Tardaron tres cuartos de hora en encontrar el hostal, que estaba en una calle apartada. Fuimos hasta el aparcamiento, que estaba un poco más a las afueras y luego andamos hasta el hostal, que en efecto estaba muy escondido. Era muy agradable, pero no tenía calefacción y estaba muy poco aislada, así que nos congelamos toda la noche. Tuvimos que dormir con jerséis y bufandas. Queríamos cocinar pero no encontramos la cocina, así que preguntamos. Se sorprendieron, ¿por qué tendrían que tener una cocina? Pues ¿a lo mejor para cocinar? No lo sé. Pues nada no había. Pues vale, nos iremos aun restaurante, pero para el desayuno una cocina estaría bien. Nos preguntaron qué era lo que necesitábamos y mi amigo respondió que un microondas. ¿Un microondas? ¿Para qué? Nos dejaban utilizar su cocina y nos preguntó para cuándo lo necesitábamos. Dijimos que alrededor de las ocho. No, eso es un poco pronto, ¿qué tal a las diez? No, para las diez queríamos estar ya muy lejos de allí. Venga vale a las ocho. Le preguntamos a nuestro amigo que para qué queríamos un microondas si solo tenemos cereales con leche. Y él respondió que quería calentar la leche. Nos lo quedamos mirando.
Después, nos fuimos a cenar pizza y estábamos muy felices de tener algo calentito en las manos.
Día 3:
Vale, ya teníamos una cocina con microondas, pero no nos era muy útiles si no teníamos cuencos o algún recipiente en el que tomar los cereales. Por eso queríamos una cocina. ¿Qué hacemos ahora si no tenemos dónde poner nuestra comida? Después de una larga búsqueda encontré unas tazas que utilizamos para tomar con los cereales y unas cucharas de plástico que todavía teníamos. Vale, leche caliente no es algo que necesites siempre, pero un cuenco es otro nivel de necesidad.
Con el frío de la mañana nos fuimos en búsqueda del siguiente sitio: Viana do Castelo. Es precioso y se encuentra en una colina con una iglesia en la cima. Hay un funicular para llegar hasta arriba y disfrutar de las vistas, que es para lo que realmente habíamos venido. Tarda como 15 minutos. Compramos los billetes y esperamos. Y esperamos y esperamos. Éramos los únicos allí pero era el primer viaje del día. Después de 20 minutos de espera le preguntamos al responsable que estaba al teléfono por qué no venía. Dijo que no funcionaba. ¿Por qué no funciona? Simplemente no funciona. Ah, vale, ¿y cuando tenías pensado decírnoslo? Porque si por él fuese habríamos estado ahí sentados esperando más tiempo. Podríamos haber usado ese tiempo en otras cosas. No recibimos respuesta, pero por lo menos nos devolvieron el dinero. Después simplemente cogimos el coche y conducimos hasta la cima, porque no teníamos tiempo como para andar. Mereció la pena. La iglesia era fantástica y las vistas eran aún mejores. Debajo estaba la ciudad dormida y el río que serpenteaba. En una dirección el mar, en la otra las montañas entre niebla.
Después seguimos hacia Oporto. Las ciudades más grandes son las peores para conducir. Solo tienen calles de un solo sentido y unas normas de tráfico muy raras que nadie entiende. Calles súper estrechas y empinadas. Horrible, y mucho peor si no conoces la ciudad. Por suerte encontramos aparcamiento gratuito cerca de nuestro hostal. El hostal era muy bonito y estaba muy bien organizado. El hostal mejor pensado en el que he estado. El personal era muy amigable y útil. El precio era relativamente barato y el desayuno estaba incluido. Para aquel que esté buscando un sitio donde alojarse en Oporto, recomiendo el hostal Rock’n Porto.
Lo primero que hicimos fue andar por la ciudad hacia el río Duero. Por el camino, la ciudad nos dio muchas impresiones: unos azulejos maravillosos, iglesias antiguas y casas abandonadas. Me encantan esas calles en las se puede ver desde arriba el río junto con los hilos donde la gente cuelga la ropa en frente de sus casa. Pero la mejor parte de la ciudad es sin duda la zona del río. Ahí es donde están las casas más bonitas de toda la ciudad. Tiene también pequeños mercadillos en los días buenos y mucha gente caminando por las calles. Tuvimos mucha suerte con el tiempo y desde luego no nos esperábamos tanto “calor” en diciembre (17 grados), acabamos sudando bajo el sol. Oporto tiene la estación de tren más antigua de Portugal, decorada con muchos azulejos. Otro punto de interés turístico es Torre dos Clerigos.
Lo primero que teníamos planeado hacer ese día era reservar un tour para ver las bodegas de Calem. Antes del tour tuvimos tiempo para tomarnos algo y caminar por la ciudad. Este sería mi segundo tour de vino, pero aun así aprendimos algo nuevo. Puedes oler el vino fuerte en las bodegas y al final incluso pudimos probar un poco del vino blanco y el vino rojo de Oporto. Los dos estaban muy buenos y a mí me encantan los vinos dulces.
Nos gustó tanto que incluso fuimos a una cata de vino en un pequeño bar con empleados muy majos. Pero comimos algo primero, no se bebe tanto vino con el estómago vacío. Fue toda una aventura encontrar algo vegetariano para mi hermana y mi amigo, sobre todo en Portugal. Todo lo que no es carne es pescado y viceversa. En los restaurantes es casi imposible encontrar algo vegetariano que no sea pasta, que es algo que podíamos hacer nosotros mismos. Finalmente encontramos uno, pero era muy mal. Después fuimos a Livraria Lello, la famosa biblioteca donde J. K. Rowling se inspiró para la biblioteca de Harry Potter. Los uniformes de los niños de Harry Potter también están inspirados en Portugal porque se parecen mucho a los que llevan los estudiantes universitarios en Portugal. La librería esta pintada de una manera original por fuera y por dentro está muy bien decorada. La parte más importante son las grandes serpenteantes escaleras que llevan al segundo piso. Por desgracia, está tan lleno que no puedes casi disfrutarlo. Además tienes que pagar para entrar, pero luego te hacen descuento en algún libro que compres. Una ventaja que nosotros aprovechamos.
La cata de vinos es algo que me veo obligada a destacar. El dueño era francés y nos había guardado un sitio. Se sorprendió cuando le hablamos en francés porque nuestra primera conversación fue en inglés y portugués. En ese momento hablábamos inglés para que todos pudieran entender las explicaciones de un señor moldavo. Después habló con mi amigo ucraniano en ruso y se quedó impresionado por la cantidad de idiomas que hablábamos. Incluso nos pidió consejo sobre qué idioma debería aprender y algunos truquitos de cómo hacerlo. Con el vino trajeron también queso. Nos trajeron dos vasos de vino blanco de Oporto, dos de Ruby y dos de Tawny. Después de eso también trajeron vino rosado, que me encantó. Fue una tarde maravillosa, nos lo pasamos genial y me sentí como una profesional catadora de vino. Pero ya se me ha olvidado todo lo que sabía sobre el vino de Oporto. La última copa de vino y ronda de queso fueron gratis porque les caímos muy bien a los empleados.
Día 4:
Llegamos muy tarde por la noche, nos quedamos dormidos por la mañana y ese día lo empezamos tarde. Desayunamos en el hostal y empezamos a andar por la ciudad de nuevo. Caminamos por calles preciosas, parques enormes, caminamos a lo largo del río hasta llegar al icónico puente. Después de un último aperitivo y la visita a la catedral nos pusimos en marcha, que nos esperaba un largo viaje por delante. Ese día era Nochevieja y queríamos celebrarlo en Lisboa. Tardamos cuatro horas por carreteras de peaje hasta llegar de nuevo a Lisboa y el viaje lo pasamos casi en la mayoría callados porque estábamos muy cansados. Todos durmieron la mayoría del viaje, todos menos yo. Fueron cuatro días geniales aunque hubiese sido matador. Nuestros favoritos fueron Guimarães, Viana do Castelo y Oporto.
Galería de fotos
Contenido disponible en otros idiomas
- English: Road trip through North Portugal
- Italiano: Viaggio nel nord del Portogallo
- Français: Road trip au nord du Portugal
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